¿Cuántos hombres han pasado por mi cama?, es algo que por más que me pregunte no puedo contestar, pero si me pregunto ¿Cuántos hombres han pasado por mi vida?, la respuesta es sencilla… ninguno. No creo ser capaz de amar, y por lo tanto nadie es capaz de amarme, ninguno ha dejado una huella en mi ni yo en ellos.
No podría decir que soy feliz, cada que pienso en algún momento de extrema felicidad me encuentro en un laberinto oscuro sin salida. No recuerdo ser feliz, no recuerdo haber sonreído sinceramente. Nadie conoce lo inseguro que soy, porque “soy el mejor”, esa es mi mascara. Una barrera que pongo ante el mundo, una mentira, una farsa que algún día no podré seguir manteniendo.
- Sabes amigo, no quiero parecer algo aguafiestas pero…. ¿estás bien?- No, no lo estoy….
- ¡Claro!- Dije con un ánimo fingido – Solo estoy algo preocupado, ya sabes se acercan los malditos parciales y eso me pone un poco mal- sonreí pesadamente y volví a clavar mi vista al cielo azul.
- Hump- por el sonido y las muecas que veía que hacía a través del rabillo de mi ojo, podía entender lo poco convincente que sonaba.- Digamos que te creo, digamos…. Porque realmente no- lo mire de manera indagadora, pude ver como sus dientes hacían una curvatura y seguido de esto ambos nos reíamos como un par de locos.
- ¡¡¡Esteban!!! Deja tus bobadas y pon atención a la clase, estas incomodando a todo el salón.- asentí y volví a quedar en silencio, sintiendo la penetrante mirada de mi amigo.
La mente te juega trucos muy pesados, tu mente es tu peor enemiga, puede mostrarte cosas que no son o hacerte caer en cuenta de la triste y dura realidad.
-Bueno, ya se pueden ir. Nos vemos dentro de ocho días.- No había prestado atención a la clase, tampoco me importaba mucho. Podría buscar el tema más tarde por internet y todo estaría solucionado.
Luego de un viaje de una hora llegue a mi casa, mire desde la gran puerta a mi madre como trabaja duramente en el “negocio familiar”, estaba siendo acompañada por mi hermano.
-Hola…- salude con pocos ánimos, pero pase completamente desapercibido por mi madre… mi hermano me miro y paso de mi…. Como siempre – me fue bien- seguía sin recibir respuesta, levante mi mano y salude desde lo lejos a mi padre, solo me miro y continuo en lo suyo. Sonreí y me dirige a mi casa, solo debía subir las escaleras a un tercer piso. Sencillo.
-Hola kira….- mire con alegría a mi pequeño gato, lo acaricie y vi cómo me daba la espalda y se marchaba- genial, hasta mi gato me ignora- prendí el wifii de mi celular y comenzaron a llegar tantas notificaciones que tuve que silenciarlo, sonreí tristemente y me dispuse a saludar a mis “amigos”
-Hola mis dildonios ^^- Escribí rápidamente y lo publique. Era lo mejor que podía hacer. Todo porque, llevo una segunda vida una donde no era Esteban el chico sin amigos sino Naru, un ídolo gracioso…. hago bromas obscenas, molesto a personas y las hago reír… todo por una plataforma bien conocida por los adolescentes. Todo sería más fácil si tan solo mi vida fuera tan buena como finjo que es. Todo sería más fácil si tan solo yo fuera Naru.
Entre a mi habitación, demasiado simple. Una cama, un armario y mi confiable computador. Tumbado ya en la cama, relaje mis hombros y mire el techo como si fuera a encontrar la solución a mis problemas escrita en ella.
- Podríamos hacer algo mejor, ¿no lo crees?- cerré mis ojos y sonreí.
- ¡Cállate y déjame dormir!- no lo había dicho muy bien cuando sentí sus frías manos tocar mis pómulos – No estoy de humor- una pequeña risita resonó en toda la habitación.
- No seas gruñón, vamos…. Si hacemos esto, seremos uno. Podrás ser Naru por completo.- no niego que suena muy tentador, pero no. Negué y me acurruque hacia el lado izquierdo de la cama.
- Un día me hartare de ti. Eres pesado chico- Lo sé.
- Esteban…- abrí mis ojos y me gire hacia el sonido de esa voz tan conocida y envidiada por mí. – Deberías ser meno grosero con mamá, sabes que está enferma- Lo sé, lo sé. ¿Crees que no sé qué ella esta grave? ¡Estúpido!
- Lo sé, solo no se me antoja ser cercano a ella- me encantaría estar con ella, solo no quiero mostrarle el lado débil de mí.
- Eres un hijo de puta, por eso estas solo- puede que no lo sepas hermano, pero cada que dices eso… algo en mí se quiebra, el cariño se va y todo lo que queda es odio hacia ti. Pero no importa, solo lo dejare pasar.
Cerré mis ojos con fuerza y pude escuchar como la puerta principal era azotada, nuevamente solo.
- ¿Porque te lo piensas tanto?, no hay porque llorar… nos tenemos el uno al otro- abrí mis ojos, pero la sensación de ardor en mi pecho me incomoda- Yo te amo, de todas maneras, sino fuera por ti….- negué con mi cabeza para que dejase de hablar.
- Lo entiendo, yo también te amo.-sonreí tristemente y extendí mis brazos, el frio de su cuerpo me reconfortaba de una manera demasiado extraña. Ese chico, el único el cual ha visto mis lágrimas desbordarse, ese chico que por más que yo quiera siempre está a mi lado izquierdo, ese chico.