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Sin salida por usagi20takahashi

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Notas del capitulo:

Hola, aqui con un nuevo fic, algo diferente al otro, con muchas historias entrelasadas y un poco más fuerte que el otro fic que escribo, sin más que decir a leer.

 

PROLOGO

 

Sentía su cuerpo entumecido, no sabía cuento tiempo llevaba en aquella camioneta, el frio calaba los huesos y él no estaba vestido lo suficientemente abrigado para cubrirse de ese clima, sus piel descalzos y ásperos, trataban inútilmente de buscar calor, su viejo pantalón desgastado, que le llegaban poco más arriba de sus tobillos, una camiseta de mangas cortas, rota en el cuello, sangre seca en sus labios, sus muñecas adoloridas por los grilletes.

Habia escuchado que los venderían a las familias adineradas de la capital, no era el único en la camioneta, había 3 chicos con él, al parecer mayores, no estaba seguro. Siempre supo que en este mundo no había cabida para ellos, que solo Vivian para servir y ser castigados por nacer.

Las  clases sociales eran marcadas y el racismo también, él es huérfano de que tiene memoria, su madre sequito la vida meses después de nacimiento, no tiene idea quien es su padre, desde los 5 años trabajo en las cosechas, o en lo que fuera necesario para sobrevivir, las marcas de látigos en su espalda era prueba viviente de que era un esclavo de la sociedad.

Todos aquellos pensamientos fueron alejados al ver como la camioneta se detenía, sintió su corazón acelerarse, tenía miedo y no era el único, un chico rubio, bastante bonito, temblaba, y estaba seguro que no era de frio, a su lado había otro chico de cabellos negros y ojos rasgados y por ultimo un castaño de mirada timida.

La puerta de la camioneta fue abierta, y un hombre de 40 años, aproximadamente los veía como si fueran el mejor objeto que pudo encontrar, el tipo era alto, de ojos grises y cabello lacio, rasgos duros y mandíbula fuerte, tenía varias cicatrices en los brazos, que llevaba descubierto, se subía a la camioneta y los hizo levantarse sin mucho cuidado aventándolos al suelo.

El dolor de sus muñecas se intensifico al caer al duro piso, que estaba condenadamente frio, otro sujeto de apariencia psicópata apareció con un juego de llaves, liberándoles de los grilletes.

—esta vez tendremos buenas ganancias. —Dijo un  el otro chico de cabellos negros  y ojos marrones, su aliento a tabaco era asqueroso.

—Lo se Yuu, nos pagaran buen dinero, por ellos. — Comento el oji gris, — Al jefe les gustaran.

Otro hombre de cabellos castaños, apareció, venia acompañados de unos guardias, el hombre era viejo de unos 60 años, mirada seria y sin emoción.

—Veo que por fin trajiste algo que valiera la pena, este negocio necesita carne fresca. —El hombre dijo de manera divertida al ver a los adolescentes. — ¿Son vírgenes?

—Sí señor, trabajaban en la cosecha. — Takano Hisushi, era un hombre poderoso, que se dedicaba al tráfico de armas y de droga, tenía alguna tienda de electrodoméstico que ocupaba como fachada, era dueño de una de las mejores casas de prostitución de la capital.

Era un hombre frio, sádico y le encantaba el sufrimiento ajeno, siempre buscando agradarles a las familias poderosas y conceder sus caprichos, por ello busco nueva mercancía ya que en dos noches tendría visitas importantes.

— ¡Pero mire que lindo eres!— Comento tomando el mentón del chico rubio. — Tienes unos hermosos ojos, serás una excelente atracción.

Sus ojos se abrieron que ingenuo fue al pensar que serían vendido como sirviente para las familias adinerada, no que tuviera tanta suerte, ¿pero ser  obligado a servir sexualmente a otros?, se sentía mal, tenía ganas de vomitar, de solo pensarlo su cabeza comenzó a punzar y las piernas le temblaban.

Se rio con amargura, en algún rincón de su mente soñaba encontrar a alguien a quien amar y de quien apoyarse, algo por que vivir como Shun y Hyuga.

— ¡Oh!— El grito de su futuro jefe lo hizo dar un brinquito.— Eres hermoso, tu cabello y ojos son una rareza, ¿Cómo te llamas preciosura?

Con el labio temblando y ojos lagrimosos contesto. — Kuroko Tetsuya.

—Bienvenido al infierno cariño…

 

 

 

 

Sus ojos miraban por aquella ventana, como comenzaban a caer las gotas de una fina lluvia, le encantaba ver llover lo hacía sentirse humano, sonrió con ironía, no estaba orgulloso de lo que se había convertido, pero tampoco se arrepentía amaba ver a esas escorias suplicar por piedad, nunca le concedía, ellos no la merecían.

Vio las manchas de sangre que aún estaban en el sillón, tendrá que comprar otro, era el tercero en ese mes, no era su culpa que los chicos no aguantaran un buen polvo. Debía admitir que ese último fue el más resistente, era divertido recordad como sus ojos se fueron apagando, sus esperanzas.

Los leves golpe en la gran puerta de madera que separaba su estudia del resto de su gran propiedad lo hizo volver a la realidad.

—Adelante. — Un joven de su misma edad de cabellos verdes y rostro serio entro con algunos papeles en su mano y en la otra una extraña estatuilla, que de seguro debía ser su amuleto de ese día. — ¿Qué sucede Shintarou?

—Ya no decidimos del cuerpo del chico. — Dijo tranquilamente, frunciendo el ceño al ver las manchas de sangre del sillón. — ¿Quieres que me encargue de buscar un modelo parecido?—Pregunto  mirando la gran mancha en él.

—Te lo agradecería. — Contesto con calma, sentándose de tras de una gran escritorio de madera. — ¿Ha llegado mercancía nueva?— Pregunto recibiendo los papeles que el peliverde le entregaba.

—Sí, Aomine fue al muelle a recibir la mercadería, llegaron nuevos modelos. — Contesto, sentándose en una pequeña silla junto al escritorio. —también llegaron nuevos pedidos, cada vez las personas se interesan más en los autos.

—Es normal, estamos en plena modernización, las personas quieren tener lo que de comodidad. — Comento con tranquilidad. — Para mí es mejor, vender autos que no me cuestan más de la mitad de su precio al triple.

Kagami Taiga, un hombre de 24 años, alto de cabello bicolor, rojo, con puntas negras, ojos borgoñas, mirada seria y piel bronceada. Su padre era un alcohólico que siempre lo golpeo de pequeño y a su madre, una mujer hermosa, de mirada profunda y apariencia angelical, siempre la escuchaba llorar por los rincones de ese enorme lugar y tocar tristes canciones en el piano del salón.

A pesar de que su padre era un bruto sin sentimiento, era condenadamente rico, tenía dinero a montones y era un reconocido hombre en bajo mundo, traficaban autos y piezas de modelos exclusivos, tenía varios almacenes a su cargo y dos automotrices.

Cuando cumplió la edad suficiente el hombre comenzó enseñarle el negocio que rápido aprendió, pero taiga era más astuto y no le temblaba la mano a la hora de apretar el gatillo.

Cuando se enteró que el maldito además de golpear s su madre, la engañaba, su odio solamente creció, el muy desgraciado trajo a vivir al bastardo de su hijo a casa, el mocoso era 3 años menor que el, de cabello rojo y extraños ojos perturbadores de diferente color, una personalidad enferma y demasiado inteligente.

La madre del mocoso había desaparecido, con el dinero de una de las tienda de abarrote que su padre tenía, sonrió cuando supo de aquella estafa, se lo merecía por bastardo, su madre cuida al menor como  si fuera su hijo, Seijuro se encariño con ella, y comenzó a portarse como un chico normal, por así decirlo.

Al principio no le agradaba el mocoso, pero de apoco fue tomándole cariño y en la actualidad era la única persona a la que protegería con su vida, su padre se comportó bastante hasta que cumplió los 15 y en una de sus borracheras tiro a su madre por la escalera, ella se fracturo el cuello provocándole la muerte al minuto de impactar con la primera planta.

El hombre no lloro, incluso Taiga y seijuro lo escucharon muchas veces hablar mar de aquella mujer, que le enseño lo poco bueno que había en ese mundo lleno de avaricia y descaro.

Una noche cuando el odio pudo más que él, entro a la habitación de su padre, quien dormía boca abajo, aun con la ropa puesta producto de la borrachera, había organizado una gran fiesta para dar  la noticia de una nueva automotriz y un contrato millonario.

Tomo el arma, esa que su padre siempre guardaba en su escritorio y sin remordimiento le disparo en la nuca, la almohadas se tiñeron de rojo y la lluvia seso, no lloro, Seijuro le ayudo a crear una cuarta, tres meses después estaba a cargo del gran imperio Kagami.

 

Actualmente los hermanos eran mafiosos reconocidos, traficaban droga a América y además eran accionistas mayoritarios de la casa de esclavo más grande del país.

—Llamo Takano-san. — El peli verde menciono de manera distraída. — Dijo que la mercancía nueva era de calidad y estarías muy complacido con ella, nos reservó un salón exclusivo para probarla.

— ¡Por fin una buena noticia!—Dijo con alegría. — Sera un buen regalo para Seijuro, ya es tiempo que le dé un buen juguete, ¿Dónde está?

—Fue a la casa de esclavo, hoy llegaba una nueva camada, debía  revisar las cosas para la nueva subasta.

—Se me había olvidado, ¿Cuándo se realizara?

—Este domingo, creo que deberías tener algún esclavo más, ya han muerte tres, — El peliverde comento con naturalidad.

Shintarou Midorima un hombre de 24 años, mano derecha de Taiga, inteligente, calculador y muy frio, era cruel, incluso Taiga lo respetaba, Shinarou fue testigo del suicido de su madre, al encontrarla en la bañera con las muñecas abiertas.

Su padre se colgó unos meses después de ese suceso, fue enviado a los 8 años a un orfanato y vivió en carne propia el abuso físico y mental, pero aun así no se dejó vencer. Destaco en clases y saco las mejores notas, fue a una universidad gracias a una beca.

En su segundo año conoció a un chico llamado Nebuya, el cual trabajaba como repartidor de uno de los tantos traficantes que existía, siempre le dijo que la paga era buena, pero nunca le intereso ser un peón.

Hizo algo mejor y comenzó crear su propio laboratorio, donde creo la proclamada éxtasis, natural, que hacía que perdieras el rumbo, al principio tenía pocos clientes, pero luego, ya tenía su propio negocio y hacia pedidos grandes.

Pero Nebuÿa al ver que su sustento económico se estaba viendo afectado, le dijo a los que vendían lo que repartía sobre las oficinas ilegales de Shintarou. Pudo huir por poco cuando la policía confisco el lugar y allanaron todo.

No se quedó de brazos cruzados, elimino uno por uno a los que lo se atrevieron atraicionarlo, dejando por ultimo a Nebuya, quien aprecio muerto y sin ojos.

Nebuya trabajaba para los hermanos Ferrer, unos hombres Americanos, con bastante dinero, Shinatrou robo el dinero suficiente y también la droga almacenada en la bodegas de aquellos hermanos, para poder construir sus laboratorios, esta vez con mayor  herramientas y personas trabajando para él.

Conocio a taiga en un burdel, escucho la conversación que el pelirrojo mantenía con otro hombre al cual conocida, era el cuervo o si le llamaban, encargado de exportar marihuana y “jarabe”. Era un hombre vulgar y traicionero, él había escuchado hablar de los hermano Kagami, eran endemoniadamente ricos.

Por lo que espero pacientemente el  momento de acercarse al hombre, y comentarle de su negocio, desde ese momento se volvieron los mayores exportadores de droga.

 

 

— ¿Aka-chin, no te aburres de ver tanta gente mugrienta?— Murasakibara Atsushi, pregunto comiendo un bollito de cerdo.

—Ya me acostumbre. — Contesto mirando a las personas con arrogancia, que se mantenían arrollados, sumisos y sin levantar la cabeza, eran doce esclavos que venían de un pueblo muy pobre, vendidos por sus mismos padres.

Murasakibara era un hombre demasiado alto, de cabellos largos y de color violeta y ojos a juego, personalidad infantil, pero no era nada amoroso. Era el encargado de la seguridad del menor de los Kagami.

Veo que tendremos buenas ganancias, las otras cosas no tienen oportunidad con esta nueva camada de esclavo. Atsushi dejo de escuchar lo que su pequeño jefe tenía que decir al ver a cierto esclavo de cabellos negros, el chico parecía enfermo, pero era lindo, alto, de músculos firmes y un hermoso lunar bajo su ojo derecho.

—Aka-chin. — Dijo sin dejar de ver al chico. — No cree que deberíamos llevar esclavos a casa, necesitamos personal. — Comenzó serio

— ¿Te interesa ese esclavo Atsushi?—Pregunto acercándose al chico, inclinándose y tomando de sus cabellos. — ¿Cómo te llamas inútil?

Los ojos se abrieron  de manera pesada, eran grises, muy bonitos, a pesar de verse miserable, su mirada era firme y tenía un brillo especial. — Himuro Tatsuya.

—Bueno Tatsya. — Comento con burla. — Esta de suerte serás el esclavo personal de Murasakibara y le obedecerás en todo lo que diga.

—Muchas gracias Aka-chin.

—Como sea, — Dijo de mal humor, no había nada que llamara su atención. — Busca dos esclavos más para irnos. Iré hablar con Teppei acerca de la subasta.

 

 

Teppei era un hombre de apariencia amable,  alto de cabello castaño y sonrisa  fácil. Pero todo aquel que lo conociera podía decir que era un sádico sin sentimiento, rencoroso.

Encargado de la casa de los esclavos, además tien dos más pequeñas en otra parte de Japon, ahora estaba disfrutando de una felación, propinada por su esclavo, el único chico que vivía con él, Teppei cuidaba del menor de cabellos negros y ojos miel, claro está que lo cuidaba a su manera.

— ¡Mierda Makoto!—Dijo con voz dificultosa, al sentir los labios del menor es su miembro. — Ven aquí. — le jalod el cabello para separar su boca de su pene, el más bajo asintió, estaba vestido solo con una camiseta larga, que le llegaba a los muslos.

El adolecente se  subió a regazo del mayor, y este lo tomo de la nuca y beso sus labios con furia, sintiendo el sabor su propio, —Vamos cariño quiero estar dentro de ti. —Susurro mordiendo sin compasión el hombro del chico.

Makoto levanto su camiseta y con ayuda de Teppei quien abrió sus nalgas se auto penetro, sintió un leve dolor al sentir la intromisión de repente. — ¡Dios se siente bien!— Susurro el pequeño apoyando su frente en el hombro del mayor.

—Muévete. — Ordeno, las manos del chico se apoyaron en los hombros de ese hombre y comenzó a subir  y abajar, al principio despacio, pero el castaño acomodo sus manos en las caderas del pelinegro e hizo las penetraciones más fuertes. — Jodido mocoso, te voy a follar como la puta que eres.

Hanamiya Makoto, ya estaba acostumbrados a esos comentarios, y ya no le dolía, porque Teppei era lo más cercano al cariño que conocía y para él era suficiente, ya que por lo menos en las noches tenía una cama donde ir y comida todos los días, además Teppei no dejaba que nadie lo tocase.

El único sonido que se escuchaba era del trasero de Makoto chocar con los muslos del castaño, los gemidos, y las palabras bastante  hirientes de Teppei, que golpeaba las nalgas del menor las cuales estaban rojas.

La puerta fue abierta de golpe y un pelirrojo de alrededor 21 años, entro su rostro no mostraba sorpresa, no era priemra vez que veía follando al castaño, levanto una ceja divertido, Teppei l encantaba follarse a los esclavos, “para probar la mercancía”.

Aunque debía admitir que era la primera vez que veía al esclavo favorito del encargado de la casa, era un chico lindo, pero no de su gusto, Teppei había cambiado, vio la marcas de quemadura en sus brazos ese hombre era enfermo, su forma de amar era tan retorcía, que lo hacía recordar a taiga.

—Interrumpo. — Pregunto con burlo, cambiando por la oficina, sentándose en el gran sillón, Teppei bufo pero aun así no dejar de penetrar al menor.

Seijuro fue testigo de cómo el mayor se corría dentro del esclavo y lo besaba con tanta fuerza que los labios del chico sangraron, este termino con un gemido ahogado, derrumbándose en el cuerpo del más agrande.

Teppei toco un botoncito y un hombre de largos cabellos y cojo entro, ese hombre era el encargado de cuidar a Makoto.

—Llévalo a casa, báñalo y déjalo descansar, llegare para la cena. — El hombre era alto, como Atsushi, de cabeza rapada y ojos unidos.

Cargo al menor, quien parecía agotado, Teppei beso su frente y le abrió la puerta al hombre.

—Muybien Seijuro, ¿Qué necesitas?— Pregunto sacando un cigarrillo de uno de los cajones de su viejo escritorio.

—Me llevare tres esclavos, Atsushi al parecer se encapricho con uno.

—Déjame adivinar, ¿el del lunar?— Seijuro frunció el ceño.

—Es bonito, es lo mejor que trajimos en esta camada. — Contesto aspirando la nicotina de aquel pequeño producto. — A mi también me gusto, pero estoy bien con Makoto.

—No entiendo cómo puedes cuidar de un esclavo.

—Él es diferente, no entrare a discutir contigo. — Contesto dejando algunos papeles enfrente del menor. — Aquí están los participantes de la subasta para el domingo.

Seijuro abrió la carpeta y silbo al ver una gran lista de nombre en su mayoría extranjeros. —Esta vez te luciste Teppei, Taiga estará feliz.

—Es mi trabajo, ¿irán a la casa de Takano-san?

—Si. —Respondió encogiéndose de hombros. — Taiga dice que esta vez encontraremos mercancía de calidad, Aomine y Shintarou también irán.

—Quizás debería pasear por allá.

 -Yo también creo lo mismo. —Contesto el pelirrojo saliendo de la oficina.

 

 

Tatsuya despertó en una cómoda cama, esta vestido con un camisón blanco, sus muñecas estaban vendadas, y su cuerpo olía algún producto de baño.

— ¿Cómo te sientes?— Su cuerpo se sentó como un resorte, se mareo un poco por el brusco movimientos, aun sentía el cuerpo pesado y su cabeza dolía.

Había una chica delgada, cabello corto, usaba traje de sirvienta, dejando claro que trabajaba en esa casa, era linda pero de un cuerpo bastante plano.

— ¿Dónde estoy?—Pregunto con voz pastosa, mirando cada centímetro de la habitación, era grande, había un enorme ventanal y un balcón, una gran armario y una mesa  y sillita a un rincón, dos mesitas de noche, las paredes eran de un color beige y las cortinas azules pato.

—En la residencia Murasakibara, el señor te compro. — Levanto una ceja confundido.

— ¿Porque estoy en una cama y no en alguno sótano?—Pregunto curioso, nunca había dormido en una cama que recordara.

—El señor dio órdenes de atenderte y cuidarte, que nadie te tratara mal y que atendiéramos todas tus necesidades. —Comento como un loro entregándole un vaso de jugo, Tatsuya cerró los ojos al sentir el dulce sabor de la naranja recién exprimida.

— ¿Dónde está mi amo?

—El salió atender unos asuntos, deberías dormir, dijo que quería cenar contigo. —Comento acomodándole las almohadas. —Por cierto Soy Riko, cuando necesite algo, haga sonar esta campanilla, dijo dejando el pequeño aparatito en la mesita de noche.

Comenzó a cerrar los ojos y sonreír, quizás  su suerte cambiaria, no sabía lo equivocado que estaba.

 

 

Kise Ryota un hermoso joven de 17 años, de cabello rubios y ojos dorados, muy lindo de buen porte y rostro perfecto. Había sido cambiado por un cordero, era el menor de 10 hermanos, así que a su familia no le importo mucho cambiarlo para poder alimentar a los demás.

Con tan solo 5 años comenzó a trabajar en una plantación de marihuana, luego en la cosecha, con el frio congelador y el verano sofocando, a veces sin comer y sin saber que al día siguiente sobreviviría a los golpes o a las largas caminatas encadenado como animal, para llegar a su próximo destino de trabajo, nadie nunca se apiado de él, sabía lo que era recibir insulto e escopetazos en el rostro.

Ahora estaba en una mansión de prostitutas, esperando ser subastado pro sexo, que irónica es la vida, nunca pensó extrañar los latigazos o las humillaciones de los niños de alta clase. ¿Por qué no morí al nacer?, eso era una de las mayores pregunta que rondaban en su cabeza, miro a su alrededor.

Lo habían bañado y puesto ropa holgada, revisado, medidos y le dieron de comer, no se quejaba la comida era buena y tenía una cómoda cama, y dios sabe que nunca había dormida en una, sentía como si fuera su última noche.

—A veces me pregunto que se sentirá ser libre. —Susurro.

—A mí me gustaría ser un ave. — Su rostro se encontró con unos celeste, unos muy lindos.

— ¿Por qué un ave?—Pregunto curioso, sonriendo con sinceridad, hace tiempo que no hablaba con alguien.

—Porque así podría volar por todos lados sin preocupaciones. — Dijo de manera ilusionada, mirando por la ventana el sol que se ocultaba y dejaba un rastro rojizo en el cielo. — Soy Kuroko Tetsuya.

—Kise Ryota, ¿Cuánto años tienes?

—15, -El rubio hizo una mueca

—Yo soy Takao kasunari, tengo 16 años, —Interrumpió un chico de cabello negro, parecía cansado y temeroso. —El rubio sonrió.

—Creo que es bueno conversar un poco, ya sabes para distraernos, además hace mucho no converso con personas. —El comentario del rubio hizo reír a Tetsuya y el castaño que un no se presentaba.

—Soy Ryou Sakurai, tengo 17 años. — Se presentó de manera tímida y con lengua trabada.

Conversaron por un buen rato, rieron y compartieron historias, se sintieron  chicos por primera vez,  sin preocupaciones, con el estómago lleno y una cama donde dormir, esa noche se permitieron no pensar en su futuro, porque en realidad no tenían futuro.


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