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Bella Traicion - Malec - The Mortal Instruments por CELESTE_KAIRI

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Notas del fanfic:

Como antes fue mencionado este fanfic contiene spoilers de la saga, si no la has leido favor de abstenerte de continuar, no me hago responsable de enojos inecesarios.

Notas del capitulo:

Disfruta de la lectura :3

 

− Capítulo I –

 

"Te buscare a través de mil mundos y durante diez mil vidas, hasta encontrarte” − La leyenda Del Samurái.

 

¿Hacia cuanto tiempo que no admiraba el azul del cielo? ¿Hace cuánto que no escuchaba las constantes voces y el ruido de la ciudad? ¿Hace cuánto que no sentía la brisa marina de Brooklyn en su rostro? ¿Cuánto tiempo había transcurrido pensando constantemente en el pasado? El tiempo para su persona era relativo puesto que la maldición de la eternidad misma le acompañaba desde su nacimiento como una fiel compañera que se niega a abandonarte aun cuando una enorme tormenta se acerca.

Habían pasado prácticamente cien años desde la última vez que piso Nueva York, desde que había asistido a una fiesta organizada en su Loft, desde la última vez que había podido tener entre sus brazos a la persona que amaba, admirar sus bellos ojos azules y probar aquellos labios que tantas noches le robaban el aliento. Tiempo en el cual las constantes torturas de su padre se volvieron en algo rutinario para él y las ansias de escapar se difuminaron conforme el reloj fue avanzando sin poder detenerle. Cien años que pasaron raudamente gracias a que el tiempo dentro del reino de su padre fluía de forma diferente al que se apreciaba en el mundo mortal.

No se arrepentía de nada respecto las decisiones que hubiese tomado en aquel lugar, quizás algunas de ella habían lastimado gravemente aquellos que amaba pero, por mantenerles a salvo era capaz de sacrificar su propia existencia... Y así lo hizo. Recordaba con dolor el rostro de su amado Nefilim, la angustia, el miedo y la desesperanza que reflejaban  estrujaron su corazón de forma intensa sobre todo cuando había dicho que él se quedaría para que se fueran de aquel terrible lugar.

 

"Tienes que volver. Tienes que volver al mundo"

"No quiero al mundo. Te quiero a ti"

 

Miles de veces dijo que ningún Nefilim, aun cuando se enamorara de un subterráneo, jamás dejaría de lado su misión, su deber marcado, solo por alguien por cuyas venas corría sangre de demonio, puesto que ellos provenían de los ángeles y estos eran egoístas así como crueles. Era impensable que un Cazador de sombras olvidara sus orígenes por amor. Por tal motivo, cuando su adorado Nefilim quería dejar todo solo por él, por verle feliz, por quedarse a su lado no pudo evitar pensar "Así que... Esto es lo que se siente cuando realmente te aman"y sentir como su corazón se oprimía por el dolor.

Solo un beso de despedida pudo gravarse en su mente, como una marca permanente creada por el mismo fuego celestial que existía en los cielos. Una marca tan hermosa pero a la vez terrible que le recordaba día con día lo que perdió.

− Nunca pude pedirte perdón por haber dejado ir... Alexander − susurro con un tono de melancolía.

Lo sucedido en aquel lugar, ante la imponente figura de su padre era un hecho que no podía olvidar, regresando a él cómo una cruel pesadilla  que lo atormentaba noche tras noche al dormir. Recordaba vívidamente la sonrisa de su padre, la angustia de Alec y los demás presentes.

El pidió su inmortalidad... Estuvo dispuesto a entregársela sin poner reparos, todo por salvar a la persona que más había amado en toda su vida inmortal, si Alec podía vivir lejos de aquel lugar, ser feliz con alguien más aunque no fuera él, todo habría valido la pena aun cuando su ser amado le odiase por ello. Nunca conto con que Simón se sacrificara, jamás creyó que él, siendo un simple chico que termino dentro de una guerra que no era la suya diera un paso al frente, entregando su inmortalidad propia de su condición como vampiro.

Supo que aquello solo era parte de lo que padre deseaba, incluso imagino que se negaría ya que por muchos años busco que su hijo se entregara sin oposición y aquella era la perfecta ocasión. Que aceptara le supuso que él buscaba algo más grande, lo intuyo cuando, una vez acepto, solicito también sus recuerdos por el trato, algo que Simón acepto todo por las personas que amaba y que no dejaban de llorar por su perdida.  Cuando Simón se esfumo tras un enorme haz de luz todos imaginaron que podrían volver al mundo mortal pero, aquella solo era la cereza de un postre que su padre se estaba saboreando mientras les observaba con su sonrisa.

 

"Tengo la inmortalidad de un vampiro así como los recuerdos que alimentaran de emociones a mi devastado reino... Solo hay una cosa más que deseo para completar el trato"

"¿Que más quieres?" Había preguntado Clary, quien ahora sufría por la enorme pérdida que vivía.

"Nada difícil en realidad... Saben que las emociones son un postre tan apetitoso que, verles sufrir me regocija... Pero no hay peor tormento que perder a quienes amamos sin posibilidad de volver a verle ¿no creen?"

El silencio había inundado el lugar tras sus palabras.

"¿No estará pensando en...?" la voz de Izzy intuyo lo que el demonio quería solicitar.

"Magnus... Tú te queras conmigo,  hasta que el ultimo de tus seres amados sean más que cenizas, hijo mío"

 

Sintió como el mundo se hundió en aquel instante, si su padre planeaba alejarle de Alexander lo había conseguido y de la forma más cruel que hubiese imaginado. El grito de su amado fue lo que le trajo a la realidad cuando sintió el peso de aquel pedido, solo pudo voltear a verle, envolverle entre sus brazos y entregarle el último beso que compartirían en su vida.

 

"No voy a dejarte”

“Nefilim Estúpido"

"Magnus"

"Siempre te amare, sin importar que nunca volvamos a vernos, recuerda que mi vida siempre te pertenecerá así como cada parte de mi corazón y mi alma"

"Yo también... Siempre te amare, hasta el último día de mi vida."

"Vive por los dos mi amado Alexander"

 

Y ahora... Fiel a su palabra, su padre le había devuelto al mundo mortal, un mundo que había seguido su curso sin él para presenciar cada cambio hecho, cada momento que marcó una época. Le había regresado a un mundo donde las personas que alguna vez estimo ya no existían, un mundo donde la persona que amaba era ahora más que cenizas y recuerdos en su mente.

− Quizás debería visitar la ciudad de hueso... Solo para despedirme de ti − tratando de evitar que las Lágrimas corrieran por sus mejillas.

Soltó un largo suspiro, tratando con aquello alejar las lágrimas así como el constante dolor. Dejo de apoyarse sobre el enorme pasamano que el gran puente de Brooklyn poseía, apartando su vista del horizonte para concentrarse en lo que debería hacer sin contar con la presencia de una segunda persona, quien le observaba con detenimiento.

− Al fin te encuentro, Magnus.

Una voz suave le llamo, haciendo con aquello que girara sobre sus pies y encarara a la dueña de la misma. Caterina Loss estaba ahí, de pie frente a él con su característico cabello blanco como la nieve y su piel azul, color que le hizo recordar inevitablemente al Nefilim que amaba, apartando la vista de la silueta de su mejor amiga al no querer seguir recordando el pasado.

− ¿Cómo supiste que había vuelto?

− La seguridad de tu Loft tiene mi número de contacto, cada década que cambiaba la seguridad solicitaba que si llegases a aparecer me llamaran.

− Ya veo  –  tratando de no contestar secamente.

− Tanto tiempo sin vernos ¿no dirás nada?

− No hay mucho que decir en realidad − aseguro.

− ¿Seguro? Porque durante cien años estuviste lejos, en a manos de tu padre, siendo expuesto solo dios sabe a cuantas torturas de su parte ¿y dices que no hay nada que decir? − alzando la voz.

− Catarina.

− Magnus... Comprendo por lo que estás pasando, quizás −interrumpiéndole al darse cuenta de la obvia replica que iba a dar − no al grado como tú lo sientes, pero comprendo el dolor que eso te causo.

− Fue algo mucho más que solo dolor Catarina – confeso – me quito lo único que más he querido en esta vida – metiendo sus manos en los bolsillos de su pantalón.

− Lo sé.

− Discúlpame Catarina pero, en estos momentos no deseo hablar.

− ¿Qué piensas hacer?

− Iré a la ciudad de hueso… Al menos quiero despedirme como se debe.

Con una triste sonrisa dibujada en su rostro, Magnus comenzó a avanzar por el camino con la firme intención de llevar a cabo lo dicho. Paso por el lado de quien era su mejor amiga hasta que, esta lo sujeto con fuerza del brazo impidiéndole seguir avanzando más allá.

− Magnus, necesitamos hablar.

− ¿No tienes trabajo que hacer en el hospital? Siempre has dicho que el tiempo es corto y no teníaspor qué perderle en cosas innecesarias si podías dedicarlo a salvar vidas.

− Cierto, mi vida está dedicada a salvar a otros pero, en estos momento la vida que me interesa es la tuya.

− Catarina, no creo que...

− Estoy segura que tienes miles de preguntas, han pasado cien años Magnus muchas cosas han cambiado desde la última vez que estuviste aquí – aflojando el agarre sobre el brazo ajeno − ¿Por qué no tomamos un café? Puedes ponerte al día con todo lo acontecido.

−… − mordiéndose el labio inferior.

− La ciudad de hueso no irá a ningún lado, seguirá en el mismo sitio cuando decidas visitarla.

El brujo simplemente contemplo el rostro de su amiga, analizando cada palabra dicha. No podía negar que tenía un punto, muchas dudas y cuestiones que deseaba zanjar, ponerse al día con todos los acontecimientos desde que había desaparecido del mundo. Soltó un suspiro de cansancio, no podía decirle que no, sobre todo porque Catarina era alguien que podía convencerte de forma convincente sin ser persistente con el tema.

− De acuerdo, tienes un punto en ello –dijo con una sonrisa de medio lado − ¿algún lugar al que desees ir?

− Hay una hermosa cafetería que inauguraron hace poco, es pequeña pero muy acogedora – afirmo – es medio día así que podremos hablar tranquilamente sin interrupciones, al menos hasta que den las dos que es cuando comienzan a llegar la mayoría de sus comensales.

− Suena bien.

− Lo sé.

Catarina atrajo el abrazo de su mejor amigo para avanzar por la calle mientras los mundanos que se cruzaban con ellos, simplemente los observaba de reojo.

 

*~*~*~**~*~*~**~*~*~**~*~*~**~*~*~*

 

La puerta del local se abrió, emitiendo un ligero sonido gracias a las pequeñas campañillas que estaban justo encima de la misma. Tal como Catarina había dicho el local estaba casi vacío, pocos comensales se encontraban almorzando o platicando amenamente mientras observaban el paisaje fuera del lugar. La joven bruja se alejó para caminar hacia una pequeña mesa que estaba justo al rincón del lugar, Magnus le siguió cerrando la puerta tras de sí.

− Tenias razón – dijo tras llegar a su lugar, sentándose frente a su amiga – Es bastante acogedor.

− Te lo dije, es un buen lugar para platicar – afirmo tomando la carta.

− No lo negare – imitando a su amiga.

− Ya que contestare todas tus preguntas, tú deberías invitar.

− Estuve cien años fuera, mi dinero no está disponible.

− Tu y yo sabemos que eso no es verdad −  alejando su vista de la carta para mirar el rostro de su amigo – he administrado tu dinero desde que desapareciste, ya que dejaste como clausula en el banco que si algo te sucedía yo sería el albacea de tus bienes, cuando supe que volviste quite todos los seguros para el uso de los mismos… Así que, − dejando la carta en la mesa para tomar su bolso y hurgar en el – esto es tuyo – sacando una peña carpeta, abriéndola sobre la mesa para que el brujo observara su contenido – Tus tarjetas.

− Lo tenías todo planeado ¿he?  –  alzando una ceja al ver el contenido de la carpeta.

 –  Me conoces nunca dejo nada al azar

 –  Claro si  –  tomando la pequeña carpeta  para meterla dentro de su saco.

 –  Así que tú invitas – soltando una ligera risa.

 –  No tengo otra opción ¿o sí?

− Sabes que no – llamando al camarero con un ademan de su mano para que tomara su mano.

Un joven de cabellos oscuros y ojos grises se acercó con una suave sonrisa en su rostro, ataviado con un uniforme oscuro, camisa blanca con un pequeño moño justo en el cuello.

− ¿Están listos para ordenar?

− Un café descafeinado y un pan de elote por favor – entregándole la carta − ¿Magnus?

− Solo un café negro.

El joven azabache asintió tomando la carta que Magnus tenia, alejándose segundos después para hacer el pedido.

− Bien, supongo que quieres comenzar.

− Tienes razón.

− Pregunta, responderé cuando sepa.

− ¿Qué sucedió después de que todos volvieron?

− Pues… Un caos debo aceptarlo, la clave estaba al borde del derrocamiento, lo acuerdos estaban colgando de un hilo, entre los mismos Nefilim había desconfianza.

− No parece que cambiara mucho de la clave que conozco.

− Puede ser… La clave tomo medidas muy duras con aquellos que encontró culpables de traición – afirmo –las hadas tuvieron un castigo muy severo, aun cuando la única culpable era la reina.

− ¿Qué castigo les impusieron?

− La paz fría.

−…

− Las hadas perdieron sus armas, ejércitos, voz y voto ante la clave, ningún Nefilim podía tener contacto con ellas ni hacer negocios o tratos, aquellos que lo hicieran eran considerados traidores.

− La clave nunca cambia, usando los mismos preceptos de castigos, esas son las razones por las cuales los subterráneos terminan alzándose contra ellos.

− No puedo negar eso.

− ¿Qué paso después?

− La clave, haciendo acopio de sus grandes preceptos, exilio a aquellos con sangre de hada.

− ¿Qué?

− ¿Recuerdas a Helen Blackthorn?

− Si, era la hija del director del instituto de los ángeles, hermana gemela de Mark Blackthorn quien no tuvo un final muy agradable por lo poco que escuche en Edom.

− Ella fue exiliada por la clave, todo por tener sangre de hada, muchos no lo aceptaban pero lo hicieron por miedo no por otra razón más creíble.

− Pobre de Helen.

− No todo fue malo para ella, se casó con Aline Penhallow años después y ambas vivieron juntas en la isla Wrangel, con el propósito de estudiar las salvaguardas.

− Debió ser un duro golpe para Jía ver partir a su única hija.

− Lo fue.

− Prosigue.

− Volvieron, lograron terminar con el exilio cuando… Cierto hecho en los ángeles sucedió con Emma Cartairs y Jules Blackthorn.

− ¿Los ángeles?

− Si, no supe todos los detalles solo escuche parte de la historia gracias a… Alexander Lightwood.

− Ya – bajando la mirada al escuchar el nombre de su ex novio.

− La ciudad casi fue destruida por lo sucedido, el instituto de Nueva York fue convocado por una llamada de auxilio de los más jóvenes de la familia Blackthorn, Emma y Jules rompieron el juramento parabatai que los unía.

− ¿Uno de los dos murió?

− No, ninguno murió, el lazo fue roto de alguna forma, se enamoraron.

− Me sorprende que la clave no hiciera nada, son un par de viejos cuya mentalidad se quedó en el pasado... Aun cuando sea razonable sus leyes respecto a ese tema.

− Si tomo carta en el asunto  –  aseguro  –   los llamaron a Idris y les impusieron su mandato, debían seguir las reglas de su juramento o serian separados para siempre… Si no fuera por el rompimiento del lazo, ambos pudieron ser exiliados o incluso despojados de sus runas, por suerte no sucedió y, vivieron relativamente felices.

− ¿Y Malcolm no les ayudo? Él era el gran brujo de esa ciudad.

La mirada de Catarina paso de la seriedad a la tristeza en un segundo, un cambio que Magnus noto de inmediato. La bruja se mantuvo en silencio por unos segundos antes de recobrar la compostura.

− Murió.

−… − la sorpresa en el rostro de Magnus se hizo presente − ¿Durante esos hechos?

− Si, Emma Cartairs lo mato.

− ¿Qué?

La pregunta de Magnus quedo por unos segundos en el aire cuando el camarero llego a su lado con sus pedidos, dejándolos sobre la mesa.

− Buen provecho – dijo retirándose instantes después.

− Espera, ¿Por qué Emma lo mato?

− ¿Recuerdas a Anabel Blackthorn?

− Fue la mujer que Malcolm amo.

− Descubrió que no murió como muchos pensamos, su propia familia la encerró hasta que murió. Malcolm trato de revivirla, secuestro al más pequeño de la familia de Jules para sacrificarlo en el ritual

− Malcolm.

− No puedo decir que se lo merecía, pero lo que hizo… El final que tuvo era obvio.

− Entiendo – tomando un sorbo de su café − ¿Qué sucedió con todos? Me refiero a Luke, Joselyn, Maia y los Lightwood.

Catarina dejo escapar una ligera risa, aquel era un tema que sabía que el brujo tocaría en algún punto de la conversación. Tomo su taza de café para darle un pequeño sorbo antes de proseguir con el tema de conversación.

− Luke se casó con Joselyn después de todos los problemas que habían tenido, el continuo siendo el líder de la manada de nueva York además del representante de los licántropos ante la clave, al menos hasta que le cedió el lugar a Maia. Por su parte Joselyn se volvió instructora de cómbate en el instituto, se encargó de entrenar a los jóvenes Nefilim que perdieron a sus padres y fueron enviados al instituto al ser el lugar más cercano para ellos. Tuvieron un hijo, Henry Fairchild, un pelirrojo de ojos azules, fue un gran Nefilim, calmado e inteligente, le gustaba inventar todo tipo de cosas.

− Se nota que lo heredo de aquel por el cual le dieron el nombre – sonriendo levemente al recordar al joven inventor del instituto de Londres.

− Ciertamente – llevando a su boca un pedazo de su pan de elote – Clarissa, tuvo un una vida muy agitada.

− ¿Por qué lo dices?

− Ser madre a los dieciséis no debió ser fácil ¿no crees?

− …

− Digamos que lo que paso en Edom tuvo sus consecuencias.

− Me lo imagine por las furtivas miradas que se daban mientras estábamos en Edom pero…

− Al principio sus padres no supieron que hacer, nunca pensaron que su hija seria madre tan joven pero… Considerando que los Nefilim se casan muy jóvenes para perpetuar su raza lo aceptaron finalmente. Su hijo fue la adoración de todos, el primer niño en nacer en la generación de esa época. Aunque, que tuviera cabello negro y ojos verdes fue un shock, incluso hubo bromas respecto a su paternidad – alzando una ceja mientras observaba al brujo.

− Alec era Gay.

− Lo sé, pero eso no evitaba que las hicieran en fin, el pequeño había heredado el cabello de los Herondale originales y los ojos verdes de los Fairchild, fue un niño muy amado, lo llamaron como su antepasado, William Alexander Herondale.

−… − sonrió recordando la época donde convivió con Will − Comprendo el primer nombre pero… ¿Alexander?

− Clary comento alguna vez que Alec fue alguien muy importante para ella durante su embarazo, le ayudo cuando lo necesitaba, incluso estuvo ahí cuando dio a luz, que mejor nombre para su hijo que el de su padrino.

− Alec siempre tan protector.

− Si – confirmo − ese niño era la viva imagen de Jace, fuerte, valiente, ágil… Los hermanos silenciosos dijeron que él era el cazador más fuerte conocido hasta ahora, incluso supero a su padre, todo porque estos tenían más sangre de ángel corriendo por sus venas.

 − Acumulación de habilidades en un solo ser, debió ser un prodigio.

− Lo fue – suspirando – Isabelle Lightwood estuvo tentada en volverse Hermana de hierro.

− Simón ¿no es así?

−…− Asintió – Alec muchas veces trato de persuadirla pero…

− No la tuvo fácil, perdió a la persona que amaba sin poder evitarlo.

− Por suerte no tuvo que hacerlo.

− ¿Por qué?

− Descubrimos que Simón tenia sueños o piezas de sus recuerdos que solo cuando dormía se hacían presentes.

− Eso debería ser imposible, mi padre debió borrar todo rastro de recuerdo del mundo de las sombras.

− Lo hizo pero no pudo borrar los recuerdos que la sangre de Jace aún mantenía en su sangre, cuando Simón mordió a Jace muchas memorias se quedaron guardadas en sus venas, todo por la sangre de Ithuriel, aun cuando Simón dejo de ser un vampiro y volvió a ser mortal, esos recuerdos que quedaron marcados siguieron ahí.

− Por eso solo podía acceder cuando dormía, ya que la maldición de mi padre le impedía recordarlo cuando estaba consciente.

− Así es, lo supimos porque… Izzy lo observaba siempre desde la lejanía y un día escucho como este se lo comentaba a un amigo suyo, que tenía extraños sueños sin sentido alguno para él.

− ¿Qué hicieron con eso?

− Hablamos con él – mirándole fijamente a los ojos – le dijimos una parte de la verdad, le mostramos ciertos libros del mundo de las sombras y le dimos la opción de ascender.

− ¿La clave lo acepto?

− No tenían de otra, Simón se sacrificó en la guerra oscura.

− ¿Lo logro?

− Contra todo pronóstico, el logro volverse un Nefilim… No adivinaras el apellido que tomo.

− Dime que no se inventó uno que haga referencia a Star Wars.

− No – riendo ligeramente – Tomo el apellido de Jessamine.

− ¿Lovelace? ¿Por qué?

− Un chico llamado George, intento ascender, llevar honor al apellido Nefilim de su familia que se perdió hace mucho.

− …

− No lo logro, murió durante la ascensión  –  Magnus bajo la mirada –   Simón lo considero un gran amigo así que, como un tributo a él, tomo su apellido, para portarlo en su nombre.

− Comprendo.

− Una vez logro ascender, recordó todo e Izzy pudo finalmente estar con él, años después se casaron y tuvieron dos hijos, una niña llamada Estefanía Lovelace y un niño al que pusieron por nombre George Lightwood.

− ¿Por qué tenían diferente apellido?

− Para que el apellido Lightwood siguiera adelante, recuerda que Alec era Gay.

− Ahora entiendo.

− Ambos fueron muy inteligentes, tenían la belleza mortal de su madre combinado con aquel aire Nerd de su padre.

− ¿Heredaron la mala cocina de Izzy?

− No, Alec les enseño a cocinar.

− Al menos.

− Maryse y Robert…. Se divorciaron después de la boda de Joselyn, ambos lograron perdonar las rencillas por el cariño que aún se guardaban. Robert se volvió inquisidor como bien sabes, uno muy honorable además de comprensible, ayudo a muchos subterráneos por su parte, Maryse siguió dirigiendo el instituto hasta que le cedió el mando a Clary.

− ¿Por qué Clary? Alec debió ser el director.

− Alexander tenía otros planes, ser el director del instituto nunca fue su prioridad mucho menos cuando se volvió alguien muy importante para los subterráneos de Nueva York.

− ¿Importante?

− Tu novio hizo grandes cosas Magnus− dijo con un aire de orgullo en su voz −  cosas que no te imaginas.

− Continua – sonriendo levemente.

− Constituyo una alianza con Maia y Lili, esta última tomo el cargo del clan de los vampiros de la ciudad tras la muerte de…

− Raphael.

− Los tres mantuvieron Nueva York fuera de problemas, evitaban desastres cuando había algún problema que afectara a los mundanos, patrullaban en conjunto cuando alguna actividad demoniaca se detectaba.

− Alexander logro lo que siempre quiso.

− No solo eso, logro que muchos Nefilim y subterráneos de otras partes del mundo siguieran su ejemplo cuando escucharon de las grandes cosas que el instituto de Nueva York hizo tanto en la ciudad como en Edom.

− Esa es la razón del por qué no acepto el cargo de director.

− Exacto, el prefirió seguir con la alianza e ir a cazar que hacerse cargo de un instituto que lo mantendría estático además de que su relación con la clave no era muy amistosa en ese tiempo.

− Por lo que paso con Jace y su trato hacia su preferencia.

− No todo fue tan malo Magnus – tomando su celular para ver la hora que marcaba – la clave comenzó a cambiar, muchos Nefilim iniciaron alianzas con subterráneos, los acuerdos se renovaron, muchos que compartían la condición sexual de Alec comenzaron a hacerse presentes… Por todos esos cambios a los que Clary y compañía contribuyeron, solicitaron que Alec fuera el cónsul, los representantes de los subterráneos apoyaron la moción así como la mayoría de los Nefilims.

− Espera – mirándola con sorpresa − ¿Cónsul?

− Así es… Aunque él lo rechazo, nunca fue su meta.

− Nunca imagine que eso pasara aunque –observando su café a medio terminar – no podría proponer a nadie mejor para el puesto, Alexander tenía todas las cualidades que un líder que buscara la paz necesita.

− En muchas ocasiones se lo propusieron, todas y cada una de ellas las termino rechazando.

− Me imagino  –  recordando con cariño la forma de ser tan protectora y determinada del Nefilim  –   él…

− ¿Qué sucede?

− Él… ¿Fue feliz? Con alguien más quiero decir.

− ¿Eso te preocupa? ¿Qué te haya olvidado?

− No, él no tenía motivos para no hacerlo, él debía seguir su vida sin mí

− Lo fue – contesto haciendo que el rostro de su amigo se contrajera – En la medida posible.

−…

− Magnus – le llamo – él nunca te olvido, todo lo que él hizo, cada paso que daba, lo hacía por la única persona que el amo en su vida… Por ti.

−  ¿Por mí?

− Siempre dejo claro que nadie debía volver a pasar por una guerra como la que inicio Valentine y su hijo, nadie debía volver a sufrir lo que ustedes habían vivió en Edom, perder a sus seres amados de una forma tan cruel – volviendo a encender la pantalla de su celular para verificar la hora hecho que no pasó desapercibido por Magnus – Cada paso que el daba, cada alianza que lograba era con el único fin de fortalecer la unión y amistad entre los Nefilim con los subterráneos, prevenir una futura guerra, una donde los subterráneos se alzaran contra los Nefilim por las tontas leyes que ellos creaban para mantener bajo control a cada subterráneo en el mundo.

− Algo que nunca ha servido, solo han logrado que los mismos subterráneos les guarden rencor – contesto Magnus recordando cada momento en donde la frialdad e indiferencia de los Nefilim se había hecho presente.

− Justamente por eso, él quería que ambos mundos se vieran como amigos, como hermanos incluso,  que todos se dieran cuenta que no importaba si tenían sangre de ángel o demonio, tenían un alma que debía protegerse, si el mundo caía, todos lo harían con él, si una guerra proveniente de los infiernos se alzara, todos juntos, subterráneos y Nefilim lucharían codo a codo… Ese era el futuro que él deseaba ver.

− Alexander siempre pensaba en eso.

− Si – tomando la mano contraria – él deseaba, que el día que tú volvieras al mundo, observaras todo lo que construyo en conjunto de los demás… Que te sintieras orgulloso de lo que él hizo, lo que la persona que más te ha amado logro pensando en ti.

Magnus dejo escapar un jadeo, las lágrimas comenzaron a hacerse presentes en sus ojos las cuales inevitablemente comenzaron a caer por sus mejillas  ¿Por qué el destino debía de ser tan cruel? ¿Por qué no estuvo ahí para vivir cada momento con Alexander? ¿Festejar cada logro que hizo? En aquellos momentos es cuando el odio que sentía hacia su padre aumentaba, por el simple hecho de haberle quitado al hombre que amaba.

− Magnus – le llamo, observando cómo los ojos de su mejor estaban cubiertos de lágrimas – No debes llorar – le pidió limpiando las lágrimas caídas con su otro mano – Alec no querría verte así.

− ¿Cómo quieres que este? Le perdí, no pude verle de nuevo, no pude decirle que le amo que…− bajando la mirada tratando de encontrar su voz – de lo orgulloso que estoy de él.

Catarina observaba con pesar como su mejor amigo se derrumbaba por lo que estaba viviendo, apretó con fuerza el agarre que mantenía sobre su mano, acariciando el dorso de la misma con su dedo anular, tratando de transmitirle su compañía, un poco de consuelo a esa emoción colateral llamada dolor. Los minutos que pasaron en aquella posición se hicieron eternos, hasta que los sollozos del brujo cesaron así como las lágrimas, dejando solo leve rastro de su anterior existencia. Cuando levanto su vita Catarina le dedico una suave sonrisa, dejando ir su mano.

− ¿Mejor? –pregunto aun a sabiendas de la respuesta.

− No del todo – contesto  tomando el último sorbo de su café – pero lo estaré.

−… − Asintió volviendo a mirar la pantalla de su celular.

− ¿Esperas a alguien?

− ¿Por qué lo preguntas?

− Desde hace un tiempo note que constantemente diriges tu vista hacia la pantalla de tu celular.

− Pensé que estaba siendo precavida  –  dedicándole una tímida sonrisa.

− No tanto por lo que acabas de ver.

− Me doy cuenta.

− ¿Algún novio del que no me has contado?

− No, no es un novio pero… Si espero a alguien que por la hora está retrasado.

− Quizás debería irme para que estés a solas con esa persona –  tratando de levantarse de su lugar.

− No – alzando su mano para detenerle – es alguien que ha querido verte desde hace mucho tiempo y cuando se enteró de tu regreso quiso venir a verte.

− No conozco a nadie que desee mi regreso – afirmo enarcando una de sus cejas – a nadie que no seas tú.

Catarina simplemente le sonrió, un gesto que provoco que le brujo solo negara con su cabeza antes de volver a tomar asiento.

− ¿Algo más que desees saber?

− Cuéntame ¿Cómo va todo ahora?

− Muy bien, lo subterráneos y los Nefilims son grandes aliados, hay disputas como en cualquier lugar pero no las suficientes para romper el lazo que ahora les une, el actual cónsul está haciendo un espléndido trabajo.

− Suena como una utopía.

− Algo así, aunque con sus diferencias – inclinando levemente su cabeza – Los institutos ahora contienen tecnología en su interior.

− ¿Los Nefilim ahora usan cosas mundanas?

− Tuvieron que modernizarse, solo así iban a poder avanzar.

− Déjame adivinar ¿La galleta tuvo que ver en eso?

− Si, Clary fue la primera en implementar la tecnología en el instituto de Nueva York, algunos no veían bien eso, pero cuando se dieron cuenta que podían utilizarla para su beneficio muchos siguieron el ejemplo.

− Me hubiese estado ahí… Con ellos.

− Lo estuviste – observándole fijamente – tu espíritu, tu fuerza, siempre les impulso, Alexander hizo todo por ti pero los demás siguieron ese ejemplo y siempre estabas en sus pensamientos.

− Aun así... – murmuro.

El sonido de las campanillas al abrirse la puerta resonó en el lugar, dejando pasar a un joven que estaba cubierto por una gabardina con capucha totalmente oscura, volteo a ver a ambos lados hasta que diviso a la joven bruja de piel azul en el rincón de la cafetería. La albina le miro de reojo, dedicándole una suave sonrisa. Cerró la puerta tras él, caminando con lentitud por el lugar hasta quedar a solo unos cuantos pasos del lugar donde ambos brujos conversaban.

− Magnus – le llamo Catarina.

− Lo siento, me quede pensando.

− No te preocupes – contesto – Dime… Si pudieses volver a ver a Alec ¿Qué le dirías?

− No comprendo ¿Por qué lo preguntas?

− Solo, contesta.

− Catarina…  –  respiro profundamente, pensando en cada palabra que hubiese deseado decirle al joven de ojos azules  –  Le diría que le he extrañado como no se imagina, cada noche soñaba con él,  recordaba una y otra vez las miles de ocasiones que lo abrace, le diría que la sensación de besarle me ha acompañado desde que nos separamos, que cada día que despertaba tras tener una pesadilla producto de mi padre, buscaba su calor – soltando un suspiro – que estoy muy orgulloso de él, que me alegro de todo lo que el logro, me hizo feliz el saber que me mantuvo en sus pensamientos tantos años que… Que cada parte de mi corazón y mi alma le sigue amando… Y lo seguirá haciendo por miles de años más.

El extraño tras el brujo emitió un jadeo que pasó inadvertido por el mismo, apretó con fuerza sus manos tratando de contener las lágrimas que amenazaban con brotar de sus ojos. Catarina le contemplo en silencio sonriéndole una vez más, indicándole con un leve movimiento de su cabeza que debía acercarse.

− Lo extraño Catarina  –  bajando la mirada ante aquella declaración.

− Yo también – la voz del extraño se dejó escuchar.

− ¿Qué? – el de ojos de gato se sorprendió al escuchar aquella voz, girándose sobre su lugar para dirigir su vista y enfocarlo.

− …

− Yo también te extrañe… Magnus.

Magnus se levantó de su asiento no creyendo lo que había escuchado, aquella voz, era imposible que la hubiese escuchado de nuevo, no después de más de cien años desde su desaparición. Se mantuvo estático en su lugar, la sorpresa aún era palpable en su rostro, no fue hasta que la cálida mano de su mejor amiga se posó sobre la suya, sacándolo de aquella ligera impresión.  Con temor se levantó de su asiento para quedar frente al extraño sujeto, elevo sus manos dirigiéndolas hacia la capucha que ocultaba su rostro, cuando tomo los extremos de la misma, trago con fuerza relamiéndose los labios por el nerviosismo. Respiro con fuerza, dándose valor para bajar aquella tela y descubrir quien se ocultaba tras ella.

El extraño elevo sus manos hasta dejarlas sobre las del brujo, quien se estremeció por el contacto de ambas pieles, dándole el valor que necesitaba para continuar. Con lentitud comenzó a bajar la capucha siendo su rostro quien cambiaria del temor a la sorpresa cuando el rostro ajeno se hizo presente. El mismo cabello negro sin peinar pero ligeramente más largo que antaño, preciosos ojos azules que parecían dos zafiros tan claros como la primera vez que los vio, los mismo pómulos cubiertos por un leve color carmín, la misma sonrisa que siempre ilumino su existencia y los mismos labios que muchas veces había tenido la fortuna de probar cada noche.

− Magnus – le llamo.

− No puede ser – susurro para sí mismo – Eres tu…

− Te extrañe – dijo en un suave jadeo, permitiendo que las lágrimas que había estado conteniendo comenzaran a deslizarse por sus mejillas mientras  dibujaba una pequeña  sonrisa.

 

 

つづく / Continuara....

 

Notas finales:

El Fanfic original es un one-shot muy extenso creado para un concurso en Facebook para la plataforma de Wattpad por lo cual en esta aplicación decidí partirlo para su mejor lectura.

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