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Glowing in the Dark por ArthaielEng

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Un nuevo día amenaza exasperante con comenzar a base del calor del rayo que traspasa las sabanas, sofocante obliga abrir el aliento fuera del caparazón imaginario cayendo en cuenta que levantarse no es una opción grata pero necesaria. Sus parpados arden ante el tacto del sol matutino ya que su atormentada mirada nuevamente volvió a dormitar hasta cansarse del llanto. Abrió con cuidado dejando ver su cristalina iris celeste y arrugo, hasta donde su inexpresión le deja, la nariz en señal de molestia.


Soltó un suspiro sonoro y tapo sus ojos con el malogrado antebrazo sintiendo como la piel que en aquel entonces fue desgarrada ahora era una cicatriz que recordaba su miserable vida sin él. Las manecillas del reloj hacían un sonido irritante a sus oídos ocasionando que empezara a rechinar los molares causando otro sonido incomodo, se estiro aún acostado en la cama abriendo los ojos por completo observando a su lado izquierdo vacío viendo atentamente la mesilla solitaria.


Cerró los ojos otro instante permitiéndose regresar al pasado en donde quien debía despertar con el aún seguía ahí. Su sonrisa no había desaparecido del todo de su mente, la podía recordar tan claro como si lo sucedido no hubiera sido cierto, ahí se encontraba agrandándose y mostrando sus pulcros dientes acompañada de una risa con ese tinte de voz que lo hacía caer, enfrentándose nuevamente a esos rubíes que se abrían antes para observarlo en su estado más indefenso, dormitando, soñando con él, aunque la realidad era mucho mejor, era tangible, cosa que ya no lo era más.


Trago fuerte de su garganta y se levantó dejando al fantasma de su prometido en la cama arrastrando los pies rumbo al baño para dejar que el agua helada purgara no solo su cuerpo. Y la realidad lo atacaba nuevamente, en tan espacioso lugar que se negaba abandonar, en donde los recuerdos le seguían constantemente como una rutina que no pararía. Tomo apropiadamente su baño y se vistió con lo primero que encontró a su vista ya que poco le importaba si era vistoso para los demás, encerrado en su mente creía que esa persona aun así lo seguiría viendo de forma especial, tuviera puesto lo que fuera.


Agarro las llaves del coche que ambos compartían, demás objetos necesarios y cerró la puerta del apartamento tras el haciendo el peculiar pitido indicando que estaba asegurada, jamás entendería ese tipo de modernidades pero eran aquellas las cuales gustaba el que fue su acompañante hasta ese entonces. Camino por los pasillos del lugar que aquella mañana conspiraba a su favor de no tener que sonreír amablemente y dar los buenos días, aunque las personas a las que ambos en su momento saludaban ahora no lo hacían a él individualmente, el motivo muy simple: el los repelía.


Con paciencia esperó que el ascensor llegara a su piso, convenientemente el ultimo, y se introdujo en el quedando solo, dando la espalda a la puerta se observó a su mismo en las platinas paredes de este y dejo caer con fuerza su frente mientras en sus costados apretaba fuertemente los puños, era su medida personal que tomaba ya que al abrirse esa puerta en el primer piso tenía que seguir con esa vida sin sentido y vacía. Sus celestes cabellos rebotaron y cayeron con el golpe dejando observar más los ojos de esa abandonada persona. ¿Cuánto más seguiría así? Aunque el tiempo ya había tomado su curso la soledad aún seguía latente en su corazón que ansiaba detenerse para así alcanzarlo.


No sería exagerado decir que todo el mundo lo sabía, porque literal, todos lo sabían. El fin del linaje de una afamada y adinerada familia y no fue por la noticia de, en el momento inesperado, homosexualidad del joven. Ellos creían oportuno darle la oportunidad a un niño adoptado o, vamos, la ciencia hasta estos días permite rentar un vientre. Un hijo, lo deseaban cuando fueran lo suficiente maduros y responsables, en el momento eficaz y oportuno, siquiera habían contraído nupcias.


Akashi Seijuro se enamoró de su compañero de juego fantasma, su rival consecutivamente. Cuando las circunstancias se prestaron a su favor hizo saber sus sentimientos a aquel que respondía al nombre de Kuroko Tetsuya y, aunque a condición de haber lidiado contra todo, consiguió ser correspondido enfrascándose en ese grandioso amor que sentía y recibía. Tan ameno, tan esperado y tan efímero.


Específicamente ¿A que causa murió Akashi Shiori? Enfermedad, respondía a secas su único hijo quien no quería abrir esa herida de su pasado que sin olvidarla, Tetsuya estaba ayudando a sobrellevarla y hacerla parte de su vida, de su historia, aquello que lo volvía fuerte haciéndola uno sus motivos para alzar su frente contra quien deseara de hacerlo menos, incluido en esta lista su padre tras años de acatamiento injusto que seguramente aquella mujer de bondadoso corazón hubiera impedido en vida.


Absolutamente nadie, ni Kuroko quien compartía su corazón y vida siquiera imagino la inminente realidad. No pudiendo juntar aquellas palabras juntas en una frase refiriéndose a su amado pelirrojo pudo procesar en cuanto sus oídos escucharon la razón que alejarían y romperían un futuro que ambos planearon: Enfermedad Hereditaria Terminal. Simples 3 palabras que rompieron en pedazos las ilusiones de una pareja, palabras que rompieron de forma definitiva los lazos que crearon. Con fuerza bruta le fue arrebatada la razón de sonreír día a día, postrado en la cama de un hospital esperando la inevitable muerte.


Lo inaceptable se realizó en un día oscuro y nublado, las nubes se alzaban impidiendo cualquier forma de luz desde arriba pero extrañamente se desplazaban por el viento helado que sin ser este el verdadero motivo, hizo temblar los huesos del celeste al recibir a primer minuto que el corazón de Seijuro dejó de latir.


Así que el presente atormentaba al celeste que alzaba su pecho respirando de forma agitada, cerrando con fuerza los ojos, concentrándose en hacer creer que había mejorado desde entonces, mentalizándose en las cuatro paredes del ascensor que debía seguir con su vida a pesar de que esta le fue arrebatada al entrar a aquella habitación con el sonido del aparato que respondía a las anomalías del ritmo cardiaco en un sonido fúnebre que le hizo odiar aquellos repetitivos, aquellos que recordaran que no podía hacerse nada para salvarlo, donde no importaba entregar su alma misma con tal de que regresara de la muerte o una oportunidad más de estrechar sus brazos con los de él y hacerle saber, decirle sobre todo cuanto lo amaba y seguía amando a cada segundo que pasaba.


La puerta se abrió dando un respingón y cambio drástico en Tetsuya que camino fuertemente en el desolado estacionamiento de la parte subterránea del edificio donde se encontraba el departamento que ambos rentaban y donde ahora él vivía solo a pesar de que le hacían hincapié en abandonar el lugar e irse a otro lugar fuera de los recuerdos en los cuales el rechazaba de forma casi violenta.


Saco las llaves del coche de su bolsillo y se dispuso a abrir la puerta del piloto para adentrarse en el dando un fuerte portazo a la puerta, ese no era su día definitivamente. Con sus puños golpeo el volante sin hacer sonar el claxon y respiro profundamente varias ocasiones, su cabeza palpitaba y su corazón rasgaba su pecho. Decidido arranco el automóvil a una velocidad poco prudente para el espacio del estacionamiento pisando el acelerador importándole nada quien se metiera frente suyo, se había hecho tarde para ver a Kise Ryouta quien se había ofrecido a cuidar de su mascota Nigou en lo que él se recuperaba y pudiera atenderlo y, como lo acostumbrado, llevaría dinero para los gastos que el mismo le ocasionara siendo este el alimento o cualquier desperfecto que ocasionara, al final nadie tenía la culpa de su estado.


Cuando estuvo a punto de salir a la avenida con semejante velocidad un algo o alguien le detuvo. Paro estrepitosamente con ayuda de los frenos que él no pisó. No tenía puesto el cinturón de seguridad puesto pero su espalda no se separó de su asiento. <<Impudente>> escucho la voz de su amado sermonearle cerca de su oído, sintió sus brazos abrazándole por detrás posicionando sus palmas en su pecho, apretando fuertemente para que no se abalanzara adelante con el parón brusco. Su boca se partió intentando soltar un doloroso quejido cuando la sombra de una persona con hebras pelirrojas desapareció en el espejo retrovisor interior.


Y decidió salir mejor caminando del lugar, aún acongojado por la experiencia que acababa de pasar creyó prudente mejor tomar aire mientras despejaba su mente del enigmático suceso. Su vista no se separaba del suelo evitando hacer contacto con otra persona, no podía, un escalofrió recorrió su espalda al sentir que alguien caminaba a lado suyo donde daba directamente a la calle dejándolo a él posicionado del lado de la pared, se abrazó a si mismo por reflejo recordando nuevamente al de orbes rubíes jurando sentir que era el mismo en persona acompañándolo en ese momento que se estaba tornando a desesperación. Era imposible, él había muerto. Lo del coche debía tener explicación lógica o quizás su locura por fin se hizo presente después de todo. Dejo caer su brazo izquierdo y temblorosamente su mano abriendo sus dedos esperando que se tratara de una mala experiencia de su inconsciente.


Y se entrelazaron, sintió como sus dedos eran perfectamente cubiertos por aquellos que fueron hechos para él, tembló aún más y de reojo sus ojos de cielo se encontraron con los rojizos que le observaban tiernamente, deshizo el agarre de forma brusca sobresaltando a las personas alrededor y comenzó a correr empujando a las personas, derramando lágrimas que caían estrepitosas por sus pálidas mejillas evitando soltar amargos sollozos que estaban apretando de forma insistente en su garganta. Sin percatarse y tratando de limpiarse el llanto mientras seguía corriendo estaba a punto de cruzar la calle justamente cuando el semáforo marco en azul para los automóviles, inconsciente de que iba a morir nadie detuvo su andar, pero no sucedió.


Como si una pared de fuerza se interpusiera delante de Kuroko, lo arrojo hacia atrás sorprendiéndolo y aún más que a pesar del movimiento no cayó de espaldas, como si alguien lo hubiera detenido antes de caer quedándose paralizado sintiendo las fuertes manos de Seijuro sosteniéndole por los hombros, las conocía, como no sabría cuáles eran las palmas de su prometido, del que murió siéndolo y seguirá siéndolo ya que si no era el no sería nadie, enfrentaría la soledad y quizás se encontraría con él en la otra vida. Porque absolutamente nadie veía lo mismo que él, para los ojos ajenos solo era un chico perturbado parado al filo de la banqueta o un suicida que se arrepintió al último momento. Tan indiferente.


¿Por qué lo sentía tan real? Se preguntaba tocando su hombro, queriendo tocar nuevamente su mano logrando solo atravesarla, pasmado la gente empezó a avanzar ignorándolo el semáforo del peatón se encendió. Y comprobó su teoría de que solo él podía verlo. Sus labios formaron una mueca de sonrisa resignándose al momento en que aquella presencia, como empezaría a llamarle se separó un poco, sus dedos delinearon todo el brazo del celeste hasta llegar a su mano y volver a enlazar sus dedos y dar dos pasos a otra dirección. <<Vamos, Tetsuya>> escuchó y obedeció.


Camino solo –a juzgar de quien lo viera- viendo delante suyo la espalda del pelirrojo, aquella que conoció cuando portaba el dorsal con el número 4 en secundaria, cuando pensó que él era una persona imposible de estar a su lado, siendo agradecido de que lo notara ya que al final era el único que lo hizo y creyó en él. Se dirigió a un jardín lleno de cerezos, lo recordaba muy bien. Después de la muerte de Akashi no volvió al lugar ya que ahí se dieron varias cosas, ahí Seijuro pidió que fuera su novio, ahí pidió que se casaran, ahí pidió vivir juntos y ese fue el último lugar al que el pelirrojo quiso ir cuando sus piernas aún podían sostenerse por sí mismas.


—¿Por qué me traes aquí? — pregunto Kuroko ahora ya sin poder controlar el llanto.


Como respuesta a cambio Akashi se posiciono de frente aun manteniendo esa jovial sonrisa que realmente si seguía con ella obligaría al peliazul a seguirlo al otro mundo. El momento se convirtió tan suyo ¿O solo de Kuroko? En donde tras tenerlo cerca no evito abrazarlo por encima de sus hombros enredándose en su cuello y acercar sus rostros encontrándose nuevamente pudiendo derrotar a la muerte. Akashi delineo con sus dedos el perfecto rostro lloroso del celeste ocasionando que este cerrara los ojos sintiendo el tacto que este le daba, sus respiraciones parecían ser las mismas ahora, ya calmadas, sintiendo la calidez que tanto le faltaba uno del otro. Los recuerdos inundaron sus mentes, los más felices, aquellos que llenaban sus pechos de éxtasis queriéndolo hacer explotar.


Seijuro abrazo a Tetsuya de la cintura dando más cercanía a sus cuerpos, escena tan enternecedora y maravillosa, aquel brillo que proyectaban en donde ninguno deseaba que terminara. Ambos en base al estrecho vínculo que se tenían entrecerraron sus ojos sin perderse detalles del otro, sus labios se partieron esperando ser unidos con los del contrario que ansiaba de igual forma lo mismo sucediendo aquel acto de amor pudiendo demostrarlo, oportunidad que al menos Kuroko había abandonado.


...


De vuelta en el departamento Kuroko Tetsuya volvía a poner marcos con fotografías del que fue su prometido en la mesilla abandonada a lado de su cama, acomodo de tal forma que al verla pareciera como un viaje en una línea del tiempo, desde que se conocieron en Teiko hasta el inaplazable final. Una fotografía de Akashi Seijuro destacaba en tamaño y frente a ella un par de velas pequeñas siendo encendidas por el celeste, acompañadas de varitas de incienso que llenaron la habitación del peculiar aroma. Suspiro al terminar y movió su cuello den forma circular sintiendo como poco a poco volvía a recuperar la compostura.


Y lo sintió nuevamente en el marco de la puerta observándolo, haciendo su cabeza de lado y sonriendo como si lo que tuviera frente a él fuera lo más maravilloso en el mundo. Se cruzó de brazos y sin detener su mirada hacia el celeste su voz prolifero lo siguiente: <<Como prometí Tetsuya, jamás te dejare solo>>


—Lo sé. — respondió correspondiendo la sonrisa.


Se dio la vuelta mostrándole a Seijuro el brillo espectacular en sus orbes celestes que solo él tuvo la oportunidad de ver y camino hacia la puerta atravesando aquella figura que poco a poco se desvaneció.


 


 


"Las personas que realmente nos quieren nunca nos abandonan."


J.K Rowling


 


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