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La boda de mi mejor amigo... Otayuri Yuri on Ice por konohanauzumaki

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No podría no haberme enamorado de ti. ¿O sí?

 

Cuando veo tu rostro una y otra vez, me doy cuenta que, aunque lo hubiera querido, jamás podría haber sido así.

 

Lo malo es que, con este amor que te tengo, se me ha ido un pedazo de mi vida. Y, pese a haber cometido la locura más grande que pude con tal de no perderte, e intentar acabar con este fantasma que me dejaba solo en agonía, no puedo con este amor que se me ha vuelto una manía...

 

No pude desprenderme de tus ojos de soldado, que en esta tarde en que me voy a unir a alguien más, para siempre, resaltan en mi mente, como si fueran parte de mi vida... Tus ojos que no olvidé nunca, Yuri...

 

Me he puesto este traje negro que intenta ocultar mi dolor, como el negro en mi corazón que no puedo borrar. Siento envidia por la gente que se puede casar con la persona que ama y que le ha de amar. Hasta pienso si debería salir corriendo, pero, al final, ¿A dónde puedo ir ya?

 

Tal vez no debí de haber creído que podías sentir algo por mí, y, decírtelo, fue mi peor error. Fue mi culpa creer que eso haría que tornaras a mi corazón. Pero, no hubo emoción, y, tampoco réplica al corazón. Únicamente, las lágrimas en mi almohada tras tal decepción.

 

Y así, llego a este punto, donde no puedo expresar mis sentimientos, ni lo que pienso, y estar a unas horas de tomar a una mujer en matrimonio por mi dolor... Me equivoqué...

Y, aunque solo necesitaría un motivo de tu parte, para ir a buscarte y decirte lo que guardo en mi pecho, es tarde, porque sería como jugar con las palabras expresadas, con las personas involucradas y, con el amor y no amor...

 

No sabes cuánto quisiera regresar el tiempo, y, decirte, pese a todo, lo que ya no podré hoy...

 

Capítulo 2. "Te esperaré..."

 

Después de haber quedado prendado de tus ojos de soldado cuando tenías 12 y yo 15, pude volver a verte, en nuestro primer Grand Prix final. Y de ahí, nos hicimos amigos. Eso me hacía muy feliz. Aunque solo podíamos conversar tras una pantalla, el saber de ti, me hacía guardarte más en mi mente, en espacios de mi cuerpo que no sabía que el amor podía llenar.

 

Y, entonces, nos llevaron a ese viaje a París... Donde, en la ciudad más romántica, decidí que ya no podía resistir, y, que, te diría lo que sentía. Todo mi plan era perfecto, incluso el pretexto para llevarte por los Campos Elíseos, para conocer ese hermoso parque con el fondo de la torre Eiffel.

 

Pero, obviamente, no todo siempre sale como uno planea, sin importar las noches de desvelo que me hacían, en la oscuridad, pensar en tu faz, y en lo feliz que sería si pudiera besar tu rostro de forma apasionada. Esos momentos, aún los guarda mi memoria, pese a no haber nada entre tú y yo. Lo que fue, tras mi total decepción... odiar ese lugar como dijiste, tras saber que nunca me verías como alguien más que tu amigo. Me fui muriendo por dentro. Me perdí mientras caía el tiempo.

 

Se desgastó mi corazón, y no le alcanzaba para respirar a mi pecho, con tu recuerdo clavado que se ensañaba con dolor. Y, en esa noche, tras la exhibición, donde fingía estar bien pero solo quería correr y gritar, Mila apareció. Me vio triste, y, de pronto, me besó...

 

Cuando acabó, me dijo que le gustaba mucho y que, sin importar quien me hubiera hecho llorar, ella podría sanar mi corazón. Y, cuando los demás patinadores llegaron, dieron por un hecho algo que nunca llegó... Lo cierto es que todos creyeron que Mila y yo nos habíamos hecho novios, pero, nunca se lo pedí, únicamente, les mostramos que estábamos juntos, y, entonces, te vi partir...

 

Tú saliste corriendo, y, supe que todo lo que había hecho, quebrado mi amistad contigo había obrado... todo había acabado... Había tomado la puerta equivocada.

 

Me quedé sin saber que más hacer. Y, dejé que el tiempo corriera, fingiendo sentir algo que no, y ser alguien que no. Cuando mi padre dijo que estaba haciendo los preparativos de mi boda, porque así debía ser, me vi envuelto en algo que ya no pude parar. No podíar03; decirle a Mila que no quería, pero, tampoco sentía que fuese capaz de detenerme de algo que no fuese esto.

 

No tenía voluntad, y, cuando percaté, entre aquel día que dejé de verte y el día que Mila y yo te vimos para pedirte que entregaras nuestros anillos, a petición de ella, ya habían pasado 6 largos meses.

 

Fue algo rápido. Mila te explicó que íbamos a casarnos, aunque ya había salido en todos los diarios. Te limitaste a arrebatarle a ella la cajita negra de las manos, y a asentir con la cabeza.

 

No hizo falta más, con ver como tu mirada se posaba, vacía sobre la mía, supe que estaba derrotado, y la suerte me había dado la espalda.

 

—Entonces, solo debo llevarles esta caja el día que se casen, ¿No? —dijiste, guardando la cajita en tu bolsa del pantalón. No decías más nada, ni rompías nuestra calma.

—Así es Yuri. Muchas gracias —te contestó Mila, y, tomándome de la mano, agregó al mirarme—. Nos veremos en París entonces en unas semanas.

—Sí, ahí estaré. Ahora, debo seguir mis entrenamientos.

—Nos veremos después, Yuri... —atiné a responderte, con apenas voz, para, verte dar la media vuelta, y perderte en el mar de gente que llegaba a la pista para verte entrenar.

 

Recordaba todo esto, mientras los viñedos en el ocaso, sentado en ese altar, contemplaba, junto con todas las ganas de decirte más... Pero, entonces, apareciste antes de tiempo, y, no evite pedirte que vinieras... para expresarte mi arrepentimiento, pero no resultó, porque, me devolviste las arras, y, pegaste la vuelta, huyendo de nueva cuenta... pero esta vez no, esta vez sí decidí ir tras tuyo, e inquirirte una respuesta, pero, las únicas palabras que me expresaste fueron... "Me equivoqué..."

 

Ahora, todos están tomando sus lugares para que la ceremonia de comienzo. No te veo Yuri por ningún lado. La noche no parece querer llegar con el tardío atardecer. Y, mientras siento un dolor en el estómago, y miro la caja negra que me has entregado, pensar en abrirla, me hace sentir mi alma quebrar en múltiples fragmentos de esperanza sin redención.

 

Y es que, al escuchar la música que se apaga, sé que mi tiempo se acabó. De pronto, alguien me jala al inicio del camino de flores rumbo al altar, para posarme frente y, caminar hacía este de nueva cuenta Y, eso hago... sintiendo chiquito el corazón.

 

La música no puedo escucharla y solo veo más que siluetas de la gente al pasar. En la mente, se pasan rápidamente mis deseos, como una película que no tiener03; fin. Y, al dar un paso arriba del altar, y voltear a ver a todos, veo a Mila empezando a caminar rumbo a mí... Y, detrás de ella, a lo lejos, a ti...

 

Mila llega, con su enorme vestido blanco, y ahora no te veo... hasta que, junto a los padrinos, te posas, esperando lo que te toca entregar. Me parece que es un sí, a volver a ser amigos, siquiera... Bajas tu mirada, y yo tengo que dirigir la mía a mi futura esposa, para que comience la ceremonia.

 

Cada palabra, cada segundo, cada movimiento, es intangible, y no puedo mirarte, porque estás a mis espaldas. Solo pido que todo acabe pronto, imaginándome cosas locas, como si fueras tú quien estuviera frente a mi sobre ese altar, rumbo a compartir nuestras vidas por siempre, con amor...

 

Y, entonces, llega el momento de entregar los anillos. Pero, los tengo yo en el bolsillo. Cuando volteo para dártelos, para que nos los entregues, me miras, y, subiendo al altar para entregarlos, te pongo la cajita entre las manos, y, al hacerlo, tomo por inercia, por un reflejo del corazón, tus manos...

He renunciado a ti con todo esto, porque no era más que fantasía e ilusiones que forjé por el hecho que no te pudiera olvidar en el tiempo, que pensé que estábamos destinados tras encontrarnos nuevamente y compaginar como solo lo hace el atardecer en el cielo, a estar juntos, solos, tú y yo.

 

Y, entonces, puedo verme de nueva cuenta en tus pupilas. Tus ojos verdes, parecen quebrarse, al llenarse de lágrimas y, al tiempo, no despegas tus manos de las mías. El mundo deja de importar, cuando, ahí, aquí, justamente, quisiera el tiempo detener...

 

—Yuri... —enuncio, y tú tomas la cajita, acabando con ese momento, y, observando, entonces, fijamente el objeto.

—Vamos Yuri, danos las arras, para que Otabek y yo podamos casarnos —dice Mila, y, una cara de pánico se posa sobre tu rostro.

 

Y no entiendo nada, no cuando volteas a verme de nueva cuenta, y, puedo notar sufrimiento en tu faz, desesperación y... ¿amor?

 

—Yuri...

—Otabek... Lo siento...— exclamas, y, derramas un par de lágrimas... Y al unísono de dar un paso hacia ti, a saber, que te ocurre, tú te echas a correr nuevamente, esta vez, por el medio del camino de flores, volando pétalos a tu paso, ante el asombro de todos...

 

—Pero ¿qué?  —exclama Mila, y todos se asombran. Y yo, no puedo no seguirte, no cuando contigo se va m corazón... no cuando, esta es la última oportunidad de volver a decírtelo. — ¿A dónde vas Otabek?

—Debo seguirlo y... —respondo, y, al ver que entre las antorchas a lo lejos te vas perdiendo, voy a moverme, pero, ella me detiene del brazo.

—¡No puedes dejar a la persona con la que te vas a casar!

—Lo que no puedo hacer, es volver a huir de la persona con la que me quisiera casar. Mila... Lo siento...

 

Y así, sabiendo que todos me miran, echando a correr por el mismo camino de flores, para alcanzarte... Es algo que me inquiere el alma, sin importar nada ni nadie ya.

—¡Yuri, espera! —grito, intentando divisarte, pero solo, saliendo de la enorme casa, donde muchos autos lujosos están estacionados, te busco entre todos, desesperado, pero no puedo encontrar tus cabellos de oro, sin importar donde mire.

Necesito decirte una vez más aquello que en mi pecho he callado, que eres mi fuerza y que, no espero nada, más que no te alejes de mí… Y de pronto, veo que, de quien sabe dónde, un automóvil toma el camino para alejarse, y en la ventanilla, tu reflejo luce por un instante.

—¡Vuelve, Yuri! —grito, y, escucho rumor de gente que se aproxima. Necesito hacer algo. Si no tomo la decisión, si no actúo ahora, aceptando lo que sea que venga, seré por siempre un hombre acabado, sin ganas de vivir…

—¡Otabek! —alcanzo a escuchar, a lo lejos, de la voz de Mila, al unísono de subir a la moto negra de lujo, ataviada con flores, que llevaría a mi futura esposa y a mí a nuestra luna de miel. Cuando he tomado el volante y voy a arrancar para partir, ella se pone al lado de la moto, con el coro de invitados que corren para detenerme—. No puedes irte, por favor.

—Mila, no puedo engañarte. En el fondo, siempre supiste que no estaba contigo, pero, no quería dañarte —respondo, ansioso por irme y alcanzar a Yuri.

—Lo sabía, como sé que jamás serás feliz si vas tras él… porque nunca te corresponderá. Y eso lo sabes tanto como yo.
—Cierto, pero, entre la amargura que siento al saberlo, vive la esperanza de lo que el corazón me hace sentir. Lo siento…— termino, y, arranco, sin mirar atrás, a toda velocidad, con el único objetivo de alcanzarte, y darle vida a la callada voz que calló por mis lágrimas.

Porque si por un segundo lo que vi e tus ojos fue amor, entonces, para mí vale la pena lo suficiente como para dejar todo atrás, e ir a buscarte...

Y decirte que… Lo siento…

 

Continuará...    

Notas finales:

Gracias por leer!! ♥


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