Ambas almas destinadas a estar siempre juntas, nunca pensaron que el destino podría jugarles en contra.
Traición, lealtad y muerte tres palabras con único significado que el destino tejió en el camino de ambos jóvenes amantes.
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Un joven de cabellos color plata, largos, tez blanquecina y ojos azulados cual zafiro observaban con amor infinito como su pequeño amante descansaba acunado entre sus brazos, aquel adolescente de cabellos negros como la noche, mejillas sonrosadas y cristales color vino dormitaba con una expresión relajada al estar envuelto en los cálidos brazos contrarios. Por el momento su pequeña burbuja estaba a salvo, nadie podía molestarlos a esa hora en el orfanato. Con cuidado recorrió con la yema de sus dedos una tenue mordida en el cuello del menor, provocando que este se acurrucarse mas en sus brazos... Una cálida sonrisa se poso en sus labios, su pequeño amante ya estaba marcado por él y no iba a dejar que nadie le arrebatará aquel preciado tesoro, el cual había hecho que su corazón dejara de estar en soledad.
A la mañana siguiente el despertar en el orfanato fue dado por el ruido de explosivos fuera del lugar, Víctor quien había despertado hace poco atrajo con fuerza a su amado, quien despertó violentamente, asustado fijo sus orbes vino en las azuladas del mayor.
- tranquilo, estaremos bien.. -susurro con ternura a su amado, logrando sentir como este se relajaba un poco- vamos yuuri debemos levantarnos. -añadió colocándose de pie, se vistió rápidamente y tomo la mano del pelinegro para dar marcha.
-el menor solo atinó a asentir, imito al mayor y se vistió rápido, para irse junto a él.
Caminaron por el largo pasillo del segundo piso, notando que los demás huérfanos habían abandonado sus habitaciones hacia mucho. Al llegar a la escalera y bajar notaron un charco rojo el cual no dejaba de extenderse por el piso de madera desgastada, Víctor tomo a su amante entre sus brazos escondiendo el rostro de este en su bufanda protegiéndole del crudo escenario. Aceleró el paso, debían salir de aquel lugar lo antes posible, pero al girar la perilla de la puerta trasera y abrirla algo le derribó, provocando que cayera de espalda al suelo sin soltar a su pequeño amante, quien asustado por el brusco movimiento levanto su cabeza buscando los zafiros ajenos.
- Víctor... ¡Víctor!.. -exclamo con creciente preocupación tan notoria en su rostro con sus ojos apunto de romper en llanto.
-con su mano hundió el rostro contrario en su pecho, mientras con su otra mano le aprisionaba contra su cuerpo, estando aun en el suelo- ..estoy bien yuuri...-susurro para que el contrario dejara el miedo a un lado, volvió su vista al frente, viendo a un hombre con el rostro cubierto por una mascara y vestimenta negra mientras les apuntaba con una ametralladora.
- ¡¡Aquí están!! -grito, logrando que dos hombres igualmente armados y vestidos llegaran a su lado- ¡No se muevan! -exclamo esta vez a ambos joven en el suelo, sin dejar de apuntarles.
No paso mas de un minutos y otra presencia entro a escena, observando a los jóvenes en el suelo, menciono algunas palabras en ruso, las cuales Víctor pudo reconocer y aprisiono con mayor fuerza a su amado.. Sentía miedo, no podía permitirse que le arrebataran a su pequeño yuuri, no lo permitiría.. Un gruñido de furia mezclado con temor e incertidumbre se escuchó en todo el lugar, aun con el menor entre sus brazos se levanto teniendo la amenaza de la ametralladora apuntando a su cuerpo, haría lo que fuera posible para defender a su preciado tesoro de las manos enemigas.
Yuuri no logro entender el comportamiento de su pareja y menos la situación en la que se encontraban, aun así no paraba de temblar de miedo al sentir que su pareja le abrazaba con mayor fuerza, además del descontrolado pulso contrario, aquello solo significaba una cosa para el menor 'Peligro'.
El sonido de las balas siendo disparadas y los gritos inundaron la habitación para después escuchar el ruido seco de la caída del peliplata junto al menor de cabellos negros, Víctor aun consciente pudo sentir el liquido tibio teñir su mano por completo.
- v-vic...Victo..r... -con dificultad llamó a su amado, tratando de levantar su mano para posarla en la ajena sin lograrlo, su mano se desvaneció antes de poder alzarla.- ...d-duele...-añadió cerrando lentamente sus orbes vino inundadas en lágrimas teñidas de carmín, su respiración había descendido y su pulso se había perdido.
- y-yuuri.. ¡Yuuri!. -llamo con dolor y desesperación sin importarle sus propias heridas, se arrastro hasta quedar frente al cuerpo cubierto de rojo de su amado.. Llevo sus manos al rostro contrario tomándolo entre estas, notando la palidez y lágrimas en los cerrados ojos del contrario-...¡¡¡AAAH!!! -grito desgarradoramente ante las nuevas balas que atravesaban su torso, soltó a su amado y lentamente fue perdiendo el conocimiento. Lo ultimo que pudo observo con detenimiento antes de cerrar sus ojos por completo fue su mano sosteniendo la de su amado en la cual resaltaba un brillo dorado proveniente de la ilusión en su dedo anular, resaltando aquella promesa que no podría ser cumplida.
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Ambos jóvenes fueron separados a los pocos minutos, ya que los militares habían llegado al lugar para acabar con el ataque terrorista.
Yuuri Katsuki, fue tomado por el grupo terrorista, el cual huyo con el cuerpo en un auto blindado, mientras disparaban una ráfaga de balas a los militares.
Víctor Nikiforov, fue acogido por los militares, los cuales no duraron en prestarle atención medica inmediata.
Ambos lograron sobrevivir, cada organización saco el provecho necesario de cada joven. Ninguno recordaría nada desde ese día, borraron cualquier rastro de ellos dos; lo único que no se desvaneció fue la marca en el cuello del pelinegro, la cual demostraba que estaba enlazado emocional y físicamente a su amado.
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Años de separación llevan a un estado de soledad en incremento...
El peliplata se encontraba en una extensa habitación blanco marfil, sentado en el pulcro y frío suelo de aquel lugar al cual llamaba hogar inconscientemente. Su vista azulada se perdía en un punto vacío, dolor, melancolía, soledad, desprecio, furia, venganza, su mente estaba repleta de aquellos sentimientos y emociones al rememorar la tragedia que había vivido hace unos años atrás.
" Sus manos temblaban bajo la lluvia torrencial, su vestimenta rasgada y empapada en sangre demostraba su reciente batalla por proteger lo que amaba... Lamentablemente no pudo cumplir con su meta, entre sus brazos yacía el cuerpo de menor estatura, bañado en carmesí con múltiples heridas y fracturas de su preciado tesoro. Su amado había muerto por su culpa, no pudo detener las lágrimas que bajaban por sus mejillas teñidas de carmín, había perdido su razón de vida frente a sus ojos.
Acerco sus labios a los contrarios, estaban fríos y húmedos por la lluvia, los beso en forma de despedida... Ya no podría admirar la bella sonrisa que brillaba cada mañana al despertar... No se perdería en aquellos orbes de color vino que tanto se iluminaban cuando pronunciaba un 'te amo'... No podría deleitarse con el suave y dulce aroma de las hebras negras del cabello de su amado, sus suaves manos tocar su pecho y aferrarse a su espalda... Dejo de lado el cuerpo de su amado, tapándolo con su abrigo negro. Al momento de enfocar su campo de visión al frente vio al asesino, aquella sonrisa maniaca y su ojo rojo cual sangre sosteniendo el arma usada para el asesinato, nunca podría quitárselo de la cabeza.
Desenvainó su espada y arremetió contra el contrarió.
Su vista se nublo y solo vio el rojo combinado con el gris del cielo antes de desplomarse en la tierra húmeda."
Apretó sus puños hasta que sus nudillos se pusieron blancos por la falta de irrigación y fruncio su ceño en un estado de furia, recriminandose por no haber sido capaz de salvar a su amado y el no haber podido vengarle después de tanto años.
Llevo una de sus manos a la cuenca izquierda, donde antes estaba su zafiro... Ahora solo poseía un parche negro cubriendo la cuenca vacía en su rostro, aquello también lo había perdido ese día. Dolía y la jaqueca le aturdía lentamente, se levanto del suelo tomando una de las pastillas de la mesita de noche junto a un vaso con agua, ingirió la amarga pastilla y se recostó en la helada cama, la sentía tan amplia desde aquel fatídico día.
- " Víctor... Víctor.. Vamos levantate ya es tarde. " -suave, cariñosa y amable, era la voz que le llamaba, no podía confundirse esa era la voz de su amado y dulce amor- ...¡Yuuri!.. -exclamo despertando violentamente buscando con la mirada a su pelinegro de orbes vino tan amables y llenos de bondad... Pero lo único que encontró fueron un par de orbes verdes que le observaban con sorpresa desde el umbral de la puerta.
- ¡Vamos levantate rápido anciano!.. -pronuncio de manera agresiva el menor de rubios cabellos vestido en traje negro antes de cerrar de un portazo la puerta- tks.. Maldito, debo avisarle a Yakov ahora. -se maldijo en un suspiro, si el idiota ese comenzaba a recordar el pasado todo se convertiría en un gran desastre para la institución militar. Pensó durante el camino al cuarto de comandante.
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- yuuri... -susurro esta vez sentado a la orilla de la cama- ..se que conozco ese nombre.. Pero... Mi amado no tenia ese nombre.. -añadió con inseguridad de sus propias palabras tratando de recordar ese particular nombre, mas no lo consiguió.. Aquello le preocupo e hizo levantarse de un brinco a uno de los cajones de la mesita de noche en donde busco- n..no puede.. -susurro audible de desesperación, lo que mas buscaba no estaba, la foto de su amado que con tanto recelo había guardado ya no estaba- ... -no pudo comprender el por que sus lágrimas no dejaban de caer y el nombre "Yuuri" no dejaba de resonar en su cabeza- quiero poder recordar tu nombre... Aun que ya no estés aquí presente.. ¿como pude olvidarte?, si siempre me estoy culpando por tu muerte... ¡¡¿POR QUE NO PUEDO RECORDAR TU NOMBRE?!! -grito en la frustración y angustia encerrado en su habitación, su prisión.
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