Dispar
Akira Hidaka era, según muchos de sus alumnos, "alguien que no parecía un profesor". Las chicas lo habían catalogado como uno de los docentes más atractivos, mientras que ningún chico tenía queja alguna de su clase; aunque, claro ¿a quién le podría desagradar un profesor de deportes?
—El suplente viene de Shizume ¿cierto? —comentó Enomoto, profesor de la clase de Informática.
Hidaka observaba con insistencia al nuevo profesor… ¿Aoyama? Recordar nombres no era uno de sus fuertes. Habían pasado casi dos semanas desde que llegó y ni un solo día lo había visto en el almuerzo con alguien que le hiciera compañía; en verdad, parecía no importarle mucho, de vez en cuando lo veía sonreír al mirar a la pantalla de su teléfono, lo cual le intrigaba mucho ¿con quién hablaría? ¿sería la razón por la que aún se rehusaba a hablar con sus compañeros?
—Iré a saludar.
Sin más, el castaño dejó el lugar que ocupaba junto a Enomoto y se dirigió con extrema naturalidad a la banca que ocupaba el suplente, tomando asiento a su lado.
Entonces él lo miró, completamente extrañado. Lo conocía, era el tipo que siempre estaba rodeado de gente y causaba alboroto a donde fuera que se dirigiera ¿por qué era permitido que un profesor causara tanto revuelo en las instalaciones?
Contuvo un suspiro de resignación, lo mejor sería abandonar el lugar antes de que el bullicio lo alcanzara a él también. Tomó su portafolio, guardó su teléfono en el bolsillo del saco, y se puso de pie con toda la intención de irse sin siquiera despedirse. No pudo evitar el pegar un brinco cuando el más joven también se puso de pie y comenzó a caminar a su lado, casi hombro con hombro, hablando de la nada sin parar sobre lo energéticos que eran los chicos de preparatoria y lo difícil que era controlarlos cuando eres un recién llegado.
Oh, con que eso era.
—Hidaka—le interrumpió con voz firme—, agradezco la intención pero, sólo estaré aquí por dos meses ¿bien? No necesitas hacer esto.
— ¿Sabías mi nombre? —Preguntó con genuina sorpresa.
— ¿Es que acaso hay alguien en esta escuela que no lo sepa?
"Como si no lo disfrutara." Pensó.
— ¿Podrías decirme el tuyo?
—Himori Akiyama, y ahora, si me disculpas, tengo una clase que preparar.
—Akira Hidaka—soltó de repente, sin importarle el obvio cortón que quería darle Akiyama—. Nuestras iniciales son las mismas, extraña coincidencia ¿no lo crees? Parece algo del destino o cosas así.
Hidaka parecía tener pegada la enorme sonrisa que lo caracterizaba, pero Akiyama notó algo más: tanto sus mejillas como sus orejas comenzaban a adquirir un logro tono rojizo, cuando menos lo esperaba, ya se encontraba balbuceando incoherencias en un fallido intento de que no malinterpretara sus palabras. Akiyama giró levemente el rostro hacia el lado contrario al castaño, intentando controlar una risa por la metida de pata de Hidaka.
Era justo por eso que no le agradaban los chicos populares: eran completamente su tipo.