Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Plastic Bones por Ominous_Suzuki

[Reviews - 2]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Título en Español: Huesos de Plástico.

 

Sombreado: Canciones.

 

Cursiva: Pensamientos.

 

Cursiva y comillas: Notas.

Notas del capitulo:

Quisiera dedicarle este fic a mi querida Liz. He de admitir que me tomó semanas para poder escribirlo, pues no me gustaba el rumbo que tomaba la historia o la sentía muy sencilla como las anteriores. En fin, espero y puedan disfrutar este one shot Kairu.

Te vi y supe que eras tú. Supe que eras diferente, y no fue tu forma lenta de caminar la que me lo dijo, tampoco fueron tus manos escondidas, ni tu sonrisa forzada. Fue la manera en que cambiaste cuando ellos aparecieron. Cuando aquellos amigos en jurados se convirtieron. Y tú fuiste el mejor actor, y yo no me sabía el guion

 

Enséñame a actuar, querido.


Esas son mis palabras de bienvenida.


Soy el sin nombre. Este no tiene relevancia, pues lo considero indecoro. ¿En qué infiere saber que Amida, Arata o Hideki escribió esto?


Mi nombre es irrelevante, pues no aporta nada, no quita nada. En cambio, el suyo debe ser dicho y recordado.


Takanori, de los mil amores. Mi mayor hueso de plástico, mi mentira más verdadera, mi actor favorito.


Hoy te saludé. Fue todo un reto, no puedo negarlo, pero al ver tu rostro sonreír, tan falso, tan calculador, quise retractarme. Me viste como alguien más de este putrefacto lugar, y yo a ti te veo como la posibilidad de un mañana diferente, como una buena razón para seguir vivo.


Te he visto un par de veces, y parece que en ti me he perdido. ¿En qué hechizo me has sometido?


Me he dado cuenta que te gustan las manzanas, te vi comer al menos tres en todo el día. Tristemente, es lo único que te veo comer.


Ser nuevo apesta, hacer amigos apesta, esta escuela apesta, incluso tú apestas. A mentiras, a problemas, a tristeza. ¿Qué tienes que te ves tan inconveniente?, ¿no crees que es aburrido cómo la gente habla? Siguen hablando, siguen opinando, aún cuando no les he preguntado. Pero tú no. Tú callas y analizas, y logras verte tan intelectual que temo por lo que digas. Eres firme, eso me gusta. Me estás llamando mucho la atención.


Sigo sin comprender por qué cambias cuando ellos están cerca. ¿Es que acaso las amistades no sacan lo mejor de cada uno?, ¿por qué te esfuerzas en ser diferente?


Eres amargado, eres frío, eres duro contigo mismo. ¿Por qué lo escondes? Eso, precisamente, te hace tan hermoso para mí.


He descubierto que soy anti-tú.


Tú eres rústico, rudo, fuerte. Yo soy débil, enclenque, enamoradizo.


Mis compañeros me dicen que estás fuera de mi liga. Yo intento ignorarlos porque cuando te veo caminar por los pasillos, tan ligero que parece que flotas, creo que hay una posibilidad. Y creo que nunca me he aferrado tanto a algo.


¿Qué historias ocultan tus ojeras?, ¿qué desvelos esconden?, ¿qué secretos resguardan?, ¿qué cosa, o persona, las causó?


Están marcadas, negras, como un recordatorio de las noches que no me dedicas. Me siento psicótico. Me siento feliz. Nunca me ha importado tanto otro ser.


Eres el chico que finge ser feliz en un mundo plagado de mierda. Eres el hombre que amenaza con romper al mundo, o reconstruirlo. Eres el soplo de brisa en una tarde ardiente de verano. Eres el rayo de sol que ilumina la inmensa oscuridad. Eres aquel que esconde su rostro en su cabello cuando algo le disgusta. Eres el pequeño que evita mirarse en los espejos. Eres el filósofo que raya sus cuadernos sin compasión. Eres la sonrisa hueca que todos esperan. Eres el molde de perfección, vacío, solo, habitado por un alma tan triste, que ya no recuerda cómo existir.


Quizá te miro más de lo que debería, pero eres como un imán a mis ojos, y te recorro toda con la mirada, noto las marcas en tu cuerpo y, por primera vez, quisiera que fueran una metáfora. Pero son reales, muy reales, y están en todas partes. Tan delgadas, tan finas, tan grises, que no logras distinguirlas. A menos que observes por largo rato. He aprendido a no mirarte tanto, pues cada vez que veo tus cicatrices, recuerdo cuán infeliz eres en realidad.


Ayer un idiota te gritó que eras un dramático, y que ya no eras suyo. Quise golpearlo, porque a pesar de que sí eres dramático, no perteneces a nadie. Eres tuyo, y de nadie más. Así que hoy le dejé una nota en su pupitre, porque soy demasiado cobarde para decírselo. Y espero que al fin te deje en paz.


Eres mío. Igual que lo es mi consola. Igual que lo es mi cuaderno.


Eres mío, como una posesión más en mi colección, como un trofeo más en el estante.


Eres mío. Y me basta decirlo para que así sea.


Ayer me dedicaste una sonrisa. Era tu sonrisa hueca. Esa que tanta furia me causa. Quiero hacerte entender, que no debes fingir conmigo, que no me importa si tienes los dientes separados, o si están muy apretados; no me importa si según tú nadie es merecedor de tu sonrisa.


En realidad, eso me hace quererla más. Sonríeme de verdad, sonríeme sin miedo, sonríeme como a un amigo cercano, sonríeme como si compartiéramos un secreto, sonríeme como quieras, pero sonríeme por favor.


Hoy me dijiste que teníamos algunas tonterías en común. Sonreí de verdad.


Te pregunté cuáles eran, pensando en cómo te enteraste de eso siquiera. Y me dijiste que te gustaba jugar videojuegos, que te gustaba dibujar, y me preguntaste si me gustaban unos tales Bastille, te dije que no, y sonreíste un poco de verdad. Me entregaste un cd con un carro viejo en la portada.


Escúchalo —me dijiste.


Lo haré —te respondí.


Ahora lo estoy haciendo. Son melodías buenas para el alma. Hay canciones que traducen dolor.


¿Es así como te sientes?, ¿estás tratando de decirme algo?


Estás cargando una cruz,


todas las cosas que has dicho,


todas las cosas que has hecho,


¿puedes llevarla sin remordimientos?


¿puedes soportar la persona en la que te has convertido? 


Oh hay una luz


Oh hay una luz


Tu lastre, déjalo ir, déjalo ir,


Tu lastre, derríbalo, derríbalo


Cuando simplemente no puedes deshacerte


del enorme peso de vivir.


Al empezar un nuevo día,


Sin hacerle caso ni al polvo ni a los recuerdos


Aunque floten por encima de tu cabeza


Están fuera de la vista y nadie los verá.


Déjame quitar tu cruz, Takanori. Déjame cargar contigo el peso de vivir.


Quisiera decir que eres lindo, pero eso sería mentirme. No eres ni mucho menos del montón, y un poco más. No se supone que hagas parar el tráfico, ni que tus curvas inviten a pecar. No se supone que tu sonrisa deslumbre, ni que toda la ropa te quede perfecta. Eres guapo, y fresco, y un poco roto. Eres hermoso.


Aunque todos piensen que estás un poco loco. Yo sé que tus demonios son grandes, pero en verdad quisiera ayudarte a destrozarles, aunque yo ni siquiera pueda hacerle eso a los míos.


Quisiera ser valiente y sacarte del hundimiento, o ser intrépido y saltar contigo al abismo. Pero no puedo. Quisiera no ser cobarde, pero es así mi ser. Tan cobarde que no puedo hablarte, tan cobarde que no puedo decirte lo que causas en mí.


Intento entenderte por medio de canciones que otros escribieron. Intento leer entre líneas, con las tonterías que nos gustan. Quisiera ser aquél al que puedas referirte como amigo, amor, apoyo, salvación.


Eres un ángel, un ángel que vuela y vuela, y nunca mira a la tierra, quizá por temor a bajar. No ves el amor en los demás, sólo ves la miseria que los rodea. Que nos rodea, perdón. También soy una criatura del dolor.


Lo siento, Takanori, por no hundirme en tu perdición.

 

Es que aún me queda pasión, y un corazón, que se la pasa pensando en ti y en tus alas rotas. Aquellas que te hicieron caer a este infierno y te causaron heridas internas y externas.


Mariposa traicionera, un ave carroñera, te besaste con aquel chico, y luego me pediste el cd que me habías dado. Pensé que un secreto te había guardado, pero las esperanzas me has cortado y en el altar del amor me has dejado plantado.


Fumas y fumas y fumas, hasta que tu rostro se convierte en humo, hasta que puedo olerte a metros, hasta que tus ojos están rojos y grandes.Tus amigos, aquellos jurados siempre presentes, te dicen que está bien fumar, que debes soltarte un poco. Creo que lo haces por pura diversión, o quizá es parte de tu actuación, o quizá eres de esas que tienen "formas de escapar de los problemas."


Sí, definitivamente eres de esas. Tus cicatrices lo confirman, tus ojeras atestiguan el dolor en tu corazón.


¿Qué te pasa, Takanori?, ¿qué no te das cuenta que entre más daño te haces, más daño me causas a mí?


Egoísta, mártir, estúpido.


No puedes ver más allá de tus narices. De todas formas, no hay mucho que ver. Sólo yo, con un montón de rosas y un alma entregada a ti.


Fumar es tu adicción. Cortarte es tu adicción. No comer es tu adicción.

 

Y tú, querido Takanori, eres mi adicción.


No soy lo suficientemente estúpido para ignorar cuán marcada está tu clavícula. No soy lo suficientemente estúpido para no ver tu cintura, que se encoge más y más. No soy lo suficientemente estúpido para hacer la vista gorda cuando te saltas los almuerzos. No soy lo suficientemente estúpido para no ayudarte. No soy como tus “amigos”. No soy como las chicas o chicos que luchan por ser como tú. No yo, Takanori.

 

No puedo permitir esto. Así que esto es. Porque soy lo suficientemente estúpido para enfrentarte. Soy lo suficientemente estúpido para decirte la verdad. Espero que no seas lo suficientemente inteligente para mandarme a la mierda.


Hola...

 

Hola. ¿Puedo ayudarte en algo?, ¿quieres que te preste otro cd?

 

Sí. No. Es decir no quiero que me prestes otro cd, pero sí puedes ayudarme en algo.

 

Escúpelo.


¿Por qué lo haces?


¿Por qué hago qué?


Todo eso...No me hagas decirlo.


No seas cobarde. Anda. Dilo de una vez.


¿Por qué te haces tanto daño?


¿Y a ti qué mierda te importa? Puedo hacer lo que yo quiera con mi maldita vida. No eres nadie para juzgarme. No tienes amigos, no tienes vida. Sólo tienes un montón de videojuegos y música mala. Eres un acosador. Deja de mirarme. No te creas con derecho a exigirme explicaciones. Son mis problemas. No te metas, bicho raro. No quiero que me hables más, ni te me acerques. ¿Entendiste?


Pero sólo quiero ayudar...


No puedes. Así que lárgate. Y déjame en paz.


Pero, Takanori...


Adiós.


Tu triste remordimiento vino revolcándose en forma de papel. Se deslizó en mi casillero y durmió hasta que lo encontré. Su contenido es un enigma que no puedo resolver. Y sin embargo, aquí me hallo, leyéndolo una y otra vez.


Soy un imbécil. Siento haberte dicho esas cosas.


Ahora entiendo que quieres ayudarme.


Supongo que mi retorcida cabeza no puede entender que alguien se preocupe por mí.
Gracias.


Y lo siento.


Pero es que tú no escuchas las voces y no quiero que lo hagas. Eres demasiado inocente para eso.


Gracias, pero déjame en paz.


Soy estúpido y contagioso.


Susurran que ya es suficiente pero nunca lo es. Enséñame a ser suficiente. Sé que puedes arreglarme.


Quiéreme, quiéreme, quiéreme, quiéreme.


Quiéreme porque me esfumo.


Quiéreme que el tiempo es humo.


Te lo suplico, hay que morirnos juntos.


Que morir es nadar por el mundo.


Sin tener que salir a respirar.


Una calada más. Una cortada más. Un día de ayuno más. Siempre digo que será el último. Pero nunca lo es.


Haz que se detenga, por favor.


Este dolor de cabeza me va a matar.


Lo siento, he manchado la hoja. Ahora está sucia de mi sangre y mi sangre está sucia de mentiras. Y mis mentiras están cubiertas de miedo. Y mi miedo huye.

 

Te odio. Hace una semana no me dejas notas, ni asomas tu cara por aquí. Le he preguntado a tus amigos por ti, pero ellos están tan perdidos como yo, aunque no les importa. Ni siquiera me pidieron que les avisara si sabía algo.


Lo siento, Takanori.


Les entregaste todo y ellos te dieron nada. Quién sabe dónde andas ahora, lamentándote de Dios sabe qué, dejándome aquí solo, sin poder ver tu graciosa silueta, ahogándome en la incertidumbre de no saber cómo estás.


¿Qué te ha pasado, Takanori?, ¿se te rompieron las alas otra vez?


Fui a buscarte a tu casa. Tus amigos me habían mentido. Ellos sabían que estabas allí. Pude verlo en sus sonrisas de cristal, perfectas máscaras de polvo y estrellas. Pude ver que te querían para ellos. Querían al delgado, torpe, pequeño y ruidoso chico.


No querían que te arreglara.


Se los dije. Me gritaron. Me gritaste. Me diste dos cachetadas. Una en la cara y otra en el corazón.


Sólo intentaba enmendar las cosas, lo juro. Sólo intentaba derrumbar a tu verdugo. Pero es imposible hacerlo, pues tu verdugo eres tú mismo.


Patético.


Déjame solo.


Soy feliz así.


Soy feliz con los que me aceptan como soy: Perfecto.


Así que no estorbes.


DÉJAME.


Tu madre me dijo por qué eres así. Es decepcionante que engrandezcas el drama de esa forma. Los que se rieron de ti tiempo atrás son ahora tus amigos.


¿Es una venganza lo que planeas?


Ay, pequeño Takanori, no juegues con fuego, te puedes quemar. Y deja esa ridícula idea que te implantó tu padre. Estás hermoso así, en verdad.


Ojalá me creyeras, por una vez.


Ayer me besaste. Sentí tanta dicha que pensé que explotaría. No me diste una explicación. Sólo caminaste por el pasillo, como si flotaras, me miraste y me besaste. Y te fuiste.


¿Por qué siempre te vas?


No importa, igual. Ahora sé a qué saben tus besos. A tabaco, a café, a manzanas, a dolor. En este momento iré a llevarte flores. Espero que no sea muy patético para ti. Espero que me pidas que te quiera, como en aquel fragmento. Y entonces te diré que estoy dispuesto a morirnos juntos. Y a nadar por el mundo sin salir a respirar.


Me rechazaste. En frente de todos. Te reíste de mis flores, te reíste de mí, por pensar que alguien como tú se fijaría en alguien como yo. Siento ser tan ingenuo. Siento haber olvidado que no tienes reparación.


Lo siento.


Aquel beso fue cautivante.


Pero creo que te he contagiado.


Así que debes alejarte.


Vete, por Dios.


¿Qué no ves que estoy loco?


Podría ser tú y decir que me muero. Podría exagerar y decir que estoy teniendo una apoplejía. No puedo negar que duele. Duele mucho. Ya no sé qué más hacer para que me aceptes.


¿Ser como tú?, ¿rendirme a tus demonios? Quizá me acabe hundiendo de una vez. Porque hay algo que debes saber, Takanori. También tengo problemas, también lloro a veces por culpa de mis demonios; pero prefiero luchar los tuyos que mirar los míos. Y quizá me estén comiendo por dentro, y quizá tú no valgas el riesgo, pero debo intentarlo. Una última vez. Así que voy y hago una gran escena, y tú ocultas las lágrimas con risas furtivas. No hay nadie alrededor pero sigues pretendiendo. Y entonces sé que estás loco. Y sé que eres contagioso. Porque me convertiste en tu títere, y me transformaste en actor, pero ya no estaré más en este teatro, nunca más.


No creo por un momento que lo que voy a hacer esté bien.


Pero quizá así las voces se callen por fin.


Y quizá así ya no me veas con esos ojos de cordero, como si yo te hubiese degollado.


No extrañaré a nadie.


Trabajé duro para conseguir bloquear todos mis sentimientos.


Lo malo es que empiezo a pensar que no valió la pena.


Porque ahora me estrujan y me quitan la respiración.


Todos los sentimientos que creía muertos se vengan.


Y debo callarlos también.


¿Ya ves cómo los perros persiguen los huesos de plástico pensando que son reales? Corren por horas, los roen por días, intentando sacar el jugo inexistente de ellos. Pero son felices, porque creen que tienen un hueso real, cuando no es más que algo fabricado. Así eres tú, Takanori.


Llegaste a mí como una estrella fugaz. Te fuiste muy rápido, y yo te perseguí. Corrí. Quizá no insistí lo suficiente. Pero ya estabas demasiado roto cuando aparecí.


Quizá habría podido ayudarte en otras circunstancias. De cualquier forma, pensé que tu amor era real. Qué tonto fui. Te creí, Takanori.


Jugaste conmigo y reía, tan inocente de tus intenciones.


Querías destruir el mundo. Lograste partir mi corazón.


Te felicito, hueso de plástico.


No eres más que una cáscara con aire en el interior. Nos separan océanos y mares. Nos separan mis miedos y tus males. Nos separan palabras nunca dichas y caricias nunca entregadas. Pero así es mejor, hueso de plástico. Te dejaré seguir rodeándote de esos, que tanto te gustan.


Amigos falsos, amores efímeros, felicidad temporal.


Escuché que ya no fumas. Escuché que ahora has llenado un poco tu sonrisa vacía.


Yo estaré aquí siempre, Takanori.


No fuiste real, no lo serás, pero el corazón es un maldito masoquista, y no quiere dejarte ir tan fácil. Así que mi mente me tortura con tu imagen diaria, aunque me siento mejor al recordar cuán perdido estás.


Así de amarga es tu pérdida. Me regocijo en tu miseria que, a la vez, es la mía propia.


Háblame. Dime algo.


Mírame.


No hagas como que esto no pasó.


No lo lances todo a la basura.


No, no, no.


Tú no.


Por favor.


Debí haberte creído.


Debí haber sabido que también estabas roto.


No puedo pensar en lo que te decían las voces.


No puedo imaginarte cargando tu mierda y la mía al mismo tiempo.
Eras demasiado bueno.


Eras.


El pasado duele, Yutaka.

Notas finales:

El título de esta entrada es irónico porque no existe un final para esta historia. Es lo que cada quién piense que pasó.


Que Yutaka se haya vuelto malo, que se haya marchado por fin, que Takanori esté alucinando y sepa que está loco de una vez...


No existe un final concreto. Tan sólo el vaivén de un amor tóxico. 


Y quiero aclarar de una vez que a mis ojos la actitud de Takanori es completamente cobarde. Existían otros medios para curar todo el dolor que decía padecer, sin duda se encerró en sí mismo, como muchos hoy en día. Por eso Yutaka nunca apoyó eso. A pesar de amarlo tanto, supo desde el principio que lo que él hacía, estaba mal. Y eso, simplemente, para que nadie piense que ando estimulando la depresión. 


En fin. Sean imaginativos. Hasta aquí llego yo.

Espero y les haya gustado la historia.

¡Saludos! ^-^/


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).