La luz lo segó por un momento y quiso levantar el brazo para impedir que esa iluminación siguiera dañando sus ojos, pero apenas al hacer el intento un dolor agudo pasó por cada centímetro de su cuerpo haciendo que se quejara o al menos lo intentara ya que algo impedía que pudiera hablar.
Pronto dedujo que lo que le impedía soltar alguna queja eran unos tubos que salían de su boca y nariz. Lo estaban ahogando, esas cosas lo sofocaban y quería quitárselas. Al intentar levantar nuevamente su brazo se percató de que estaba atado.
Mierda…
Volvió a forcejear sin lograr nada, bueno, logrando que el dolor aumentara y que nuevamente todo se volviera negro ante sus ojos.
***
Bebió como nunca antes, el alcohol no era algo que le agradara, pero estaba al límite. Lo sentía, cada parte de su ser estaba a punto de explotar, de entrar en un colapso. Con cada trago sus pensamientos más oscuros sobre si mismo salían a flote sin control.
Pero al contrario a como se sentía por dentro, mientras bebía reía y bromeaba con su compañero de trabajo. Era tan bueno fingiendo que todo estaba bien.
Al llegar a su casa no pudo evitar chocarse con cada mueble a su paso hasta llegar al baño de su cuarto, no había nadie esperándolo, desde hace semanas su esposa lo había abandonado y se había llevado a la hija de ambos con ella. Habían discutido más de lo habitual en los últimos meses, pero no pensó que realmente ella lo terminaría abandonando. Mary Jane siempre decía que no podía más con la vida que llevaban juntos, que no lo amaba más y que era una tortura el fingir que sí. Un día volvió de trabajar y la casa estaba vacía, de eso ya transcurrió una semana.
Se sentía acabado, su trabajo no le gustaba y refugiarse en ese lugar no lo distraía ni un poco. Al contrarío, le hacía ver que tan falsa era su vida. Lo único verdadero era su hija May. Pero ahora tampoco la tenía cerca.
Le dolía la cabeza y el llanto en el cuarto de baño hacía eco en sus oídos, tardó unos minutos en registrar que dicho sonido era producto suyo. Quería dormir, necesitaba apagar todo pensamiento de su mente y comenzó a buscar las pastillas para dormir que pertenecían a su esposa… ex esposa.
Sabía que no debía tomar esas pastillas por todo el alcohol que consumió momentos antes. Pero solo quería dormir, que su mente se apagara de una buena vez y lo dejara en paz.
***
Otra vez la luz volvió a cegarlo y aunque cerró los ojos al instante ésta seguía molestándole. Intentó mover su brazo pero no pudo hacerlo, no por el dolor, sino porque algo se lo impedía. Se removió incomodo desesperándose por darse cuenta que no podía mover sus brazos o piernas y que algo lo estaba ahogando.
─¿Peter? Peter, despertaste─ Steve… reconoció su voz pero igualmente no se calmó, quería que lo soltaran ─Cariño, no te agites…
Sintió como su cabeza era acariciada como solo su papá Steve haría y quiso llorar e implorarle que lo ayudara a salir de donde sea que estuviera ahora, pero esos tubos le impedían hablar.
─Tengo que sedarlo─ escuchó otra voz cerca y abrió los ojos para divisar el rostro cansado y la mirada rota de Steve cuando asintió a aquella desconocida, quien le inyectó algo en su intravenosa. Algo que lo llevó a la inconsciencia nuevamente.
No supo cuantas veces despertó y fue sedado o que el cansancio pudo más llevándolo a dormir por horas. Los días transcurrieron así hasta que despertó ya sin los tubos que lo mantenían con vida.
Tenía aun la intravenosa en su brazo, seguía atado, pero ahora podía mover la cabeza y ver a su alrededor. Se encontraba en un cuarto de hospital donde había una ventana con las cortinas cerradas y junto a su cama estaba el aparato que marcaba con ese incesante ruido que su corazón seguía latiendo sin problema. Siguió sus observaciones divisando junto a la puerta un sillón con una frazada que seguramente su papá Steve usaría durante su vigilia.
El cuarto era individual y se notaba por el aspecto tan pulcro que no estaba en un hospital cualquiera. Eso era obra de su otro padre, Tony. Cerró los ojos moviendo apenas los brazos para constatar que seguía atado, como si tuviera fuerzas para hacer algo.
─Quédate quieto─ parpadeó antes de girar el rostro hacia la persona que le hablaba ─Si te mueves mucho la enfermera vendrá a sedarte de nuevo.
Quiso hablar pero la garganta le dolía demasiado y solo pudo hacer un sonido como de estrangulamiento. Tony suspiró apartando la vista, llevaba sus anteojos negros a pesar de estar en una habitación.
─Mary Jane y May vinieron a verte pero estabas dormido─ le informó llamando su atención ─Mayday te dejó saludos. En cuanto sus clases terminen ira a casa y se quedara durante las vacaciones con nosotros.
Peter frunció el ceño al escuchar eso, tal vez no podía hablar pero si oía perfectamente y entendía las palabras de su padre.
─Volverás a casa y no te estoy preguntando si quieres o no─ volvió a hablar masajeándose la nuca, aparentemente él también estaba agotado ─. Tu jefe extendió un permiso para que pudieras recuperarte así que no te preocupes por eso. En unos días te darán de alta.
El tiempo transcurrió absurdamente rápido después de que su padre le informara que volvería a su casa. Steve intentaba ser optimista y no mencionaba las preguntas que seguro quería hacerle por su supuesto intento de suicidio. Peter no dijo nada, no deseaba hablar o dar explicaciones sobre algo que no hizo, bueno, si lo hizo pero a su parecer no fue adrede. Estaba ebrio y en ese estado muchas personas cometen estupideces, eso no lo hacía un maldito suicida en potencia.
Cuando recibió el alta su padre volvió a aparecer para llevarlos a casa. El viaje no le pareció largo, se durmió apenas ingresó en el auto y despertó cuando llegó a casa de sus padres. El lugar se veía igual que siempre, ¿hace cuánto que no los visitaba?
Hasta su cuarto estaba igual y seguramente los hábitos de Tony y Steve seguían siendo los mismos. Suspiró antes de recostarse en su cama, sabía que debía de sentir algo por estar “volviendo a empezar” pero no sentía nada.
Todo parecía calmado, como si nada pudiera alterar la paz en este lugar. Lo que no sabía era que las cosas si se agitarían un poco, en especial porque no era el único en regresar a casa.