Nacido de un deseo
Durante tanto tiempo, creí que lo tenia todo, que era sumo poseedor de las cosas que me rodeaban, de las que me llamaban la atención, las que me atraían. Pero no comprendí el fallo en mi egocentrismo; mi autosuficiencia, todo lo que me proponía lo terminaba consiguiendo, pero siempre ansié eso que nunca tuve y el perfectamente me lo podía dar.
Yo era perfecto, soy perfecto, todos mis compañeros me deseaban, ansiaban ser como yo, portar mi carisma ansiaban tenerme, hubieran dado lo que fuera por mostrar el más mínimo interés hacia su persona.
Pero no… a mí no me interesaba ni uno de ellos, esas personas que se acercaban a mi solo para su beneficio, para darse alardes de grandeza, esa grandeza que solo yo poseía y debía aceptar por que era la más pura verdad.
Desde muy joven siempre e sido el centro de atención solo por ser yo, Rin me quería, Obito aunque siempre estuviéramos riñendo, me admiraba, lo sé, y aunque nunca se lo pude decir el sentimiento era reciproco.
No hacia mucho del incidente, todavía lo seguía reviviendo, aún en Konoha seguían en guerra, una guerra devastadora, muchas victimas, la muerte habitaba el corazón de cada enemigo que se asomaba por las fronteras de nuestras tierras, y… demasiada desesperación para un joven que lo había perdido casi todo
-… y yo…aquí.- dijo terminando de pensar en voz alta.
El chico peliplateado miro de soslayo a su alrededor, estaba en una especie de cueva, algo oscura, bastante apartada, fuera debía de estar anocheciendo, una pequeña hoguera que llevaría horas encendida iluminaba tenuemente el lugar, cerca de esta, se encontraba alguien recostado en el suelo, de espaldas al jounin, y su mirada se estaba perdiendo entre las pequeñas brasas de la pequeña hoguera, aquel lugar era frío pero se podría decir que aquel sitio era acogedor, pero…demasiada era la oscuridad que albergaba uno de los corazones que allí se encontraban daría por resultado el abismo de lo que en un día no muy lejano, fue un sueño.
El joven jounin que se paseaba de un lado a otro de aquella oscura estancia lentamente, como si el tiempo no pasara, miraba una y otra vez al chico que estaba tendido en el suelo, parecía enfermo, apático quizás, no hablaba, se limitaba a respirar y mirar las brasas.
Kakashi miraba su pelo moreno, su cuello, su espalda, su atenta mirada examinaba el cuerpo del chico que le daba la espalda.
Miles de imágenes venían a su mente tan solo con la presencia de ese chico allí, siempre lo había querido, en las múltiples formas que significa querer…pero ahora lo tenía ahí.
Y miles de imágenes pero una única ambición.
El jounin no despegaba su mirada de él, pero algo provocó que este saliera de su ensimismamiento.
El joven moreno empezó a toser, a continuación un delgado hilo de sangre resbaló por la comisura de su boca, Kakashi se aproximó, a medida que avanzaba hacia el pequeño se fue desabrochando los botones de la camisa dejando su pecho al descubierto, llego hasta el jovencito que se hallaba tendido y se arrodilló junto a él, acarició su cara apartando los mechones de pelo que caían sobre esta. Su rostro moreno había palidecido desde que se encontraban allí, en la cueva, el pequeño en cuyo rostro tenia dibujada una cicatriz encima de su nariz, esbozó una pequeña sonrisa, que sería eclipsada por el un fugaz beso que el jounin posó sobre los labios del menor, el beso se acentuó, juntaron sus lenguas, Kakashi podía apreciar el sabor de la sangre del moreno, le gustó y quería mas.
Sus ojos se clavaron en los del moreno cuya mirada oscura, tenia un brillo especial a la luz de la pequeña hoguera, el beso continuó, sus lenguas se encontraron saborearon cada rincón de sus bocas.
Por causas distintas y distantes ambos tenían en su mente la misma pregunta.
¿Por qué?
Una de ellas tenia respuesta, aunque mas convincente que la otra pero ambas para cada cual eran acertadas.
Kakashi lo miro de nuevo y se posicionó el pequeño accedió con la mirada, el mayor despojó las ropas de ambos y solo les cubría la pequeña luz tenue
Desde hacia tiempo el peliplateado ansiaba esta situación, necesitaba a ese pequeño en su regazo, entre sus brazos cuantas veces prometió, y cuantas veces cumplió, pero esta era la primera vez, en una situación tan complicada, donde el moreno en cuerpo y alma estaba entre sus caderas y no era una fantasía.
El peliplateado recorría con sus manos el cuerpo del joven, mientras este estaba recostado dejándose hacer, su cuerpo era delicado pero cabía apreciar que estaba lleno de magulladuras, moratones y una herida se asomaba por su costado.
-“También envían niños a la guerra…” - pensó el peliplateado – “que triste…”
Pero el jounin tenía un propósito,
-“Será mío” – se decía a si mi mismo
Este siguió, empezó a besar lascivamente el cuerpo del pequeño que se retorcía del placer que le provocaba Kakashi al besar y juguetear con sus pezones, lamió su cuello saboreo cada rincón del cuerpo del moreno sin dejar ningún sitio en el olvido, de nuevo se recreo en los pezones del joven y su mano se fue hacia la entrada del mismo para prepararla introduciendo un dedo para después introducir dos y mas tarde tres moviéndolos poco a poco acostumbrando al pequeño a esta sensación, y entonces…gimió.
Estaba seguro de todo lo que hacia, sabia que al pequeño moreno le gustaba cada una de las cosas que le estaba haciendo, sus cuerpos estaban calientes, Kakashi excitado ambos ninjas estaban dispuestos a saber sus verdaderos sentimientos, el por que de aquello, el por que de aquel momento y el por que de todas las preguntas que hasta ahora no tenían respuesta y que pronto podría ser que la tuvieran.
Una vez preparada la entrada del moreno Kakashi se posicionó nuevamente y empezó a invadir con su miembro la entrada del moreno, penetrando poco a poco, el pequeño ninja disfrutaba, ambos disfrutaban, Kakashi empezó a masturbarlo suavemente pero aceleró el ritmo una vez que su pene ya estaba completamente en el interior del joven moreno.
El peliplateado empezó con un vaivén, que poco después se convertiría en salvaje y lascivo, gemidos de placer, ansias de invadir el cuerpo puro del moreno, lo conseguía, ambos extasiados por el placer que se aportaban mutuamente miradas llenas de sentimiento, una mirada llena de ambición... las envestidas cada vez eran mas fuertes, daba la sensación que el pequeño y delicado “muñequito” moreno se iba a partir en una de ellas, pero no, un golpe de tos hizo que de nuevo el pequeño estornudara sangre, cosa que excitó aun mas al jounin que asombrado antes esto lamió la sangre del chico que estaba bajo su poder, con ansia con apetito, succionó la sangre de este, por que sí, le gustaba, todo de él le gustaba, se relamió sus labios, y bruscamente siguió envistiendo, mientras el pequeño palidecía bajo las ansias de placer del peliplateado,
-“porque ahora…lo tengo todo”- pensaba mientras seguía penetrando con fuerza al joven ninja, mientras los movimientos de este por algún motivo aminoraban, cosa que ya no percibía el peliplateado cegado solo en sus ansias y sus ambiciones, pronto llego al orgasmo se derramo en el interior del moreno, cosa que este ni notó, no podía pero Kakashi salio de su interior dejando un hilo de liquido templado que corría por las piernas del jovencito, era lo mas caliente que poseía su cuerpo, por que sí, había disfrutado pero hasta un punto, pero su mirada dejo de estar iluminada y la llama de la hoguera se apagó.
Kakashi, satisfecho del trabajo que había realizado, satisfecho de su sueño logrado esbozo una sonrisa y a oscuras besó al joven en la mejilla, pero este no emitía respuesta alguna, lo tentó y no ocurría nada, se preocupó y lo zarandeó pero este no volvió nunca mas a decir ni hacer nada.
Y un halo de oscuridad lo atrapó.
El se limitó a seguir sonriendo, esta vez fue una sonrisa de autoconsuelo, a oscuras lo seguía mirando como la cosa mas maravillosa del mundo, por que el moreno lo era, por que lo odiaba por no poder ser de el por que lo amaba por como era, pero por mas mentiras que cubrían la realidad comprendiendo que al fin y al cabo no había logrado su sueño, que todo era un falso pero anhelado sueño y la ambición de conseguir lo que nunca pudo poseer ni tener, pero sí, ahí estaba, ahí yacía al lado de una brasas extinguidas el cuerpo inerte del joven ninja, al que solo pudo poseer en cuerpo, en uno frío y entumecido, porque Kakashi…
- …yo, nací de un deseo.
Y esa voz calida, y llena de amor desapareció.
Y con una sonrisa desencajada, mirando hacia donde había creído escuchar esa voz puso punto y final a su ambición, dejando correr por su cuello un calido liquido carmesí al igual que el calido sentimiento y el deseo que una vez nació pero que al contrario que nosotros nunca morirá.
Fin