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Twincest por Cirucad

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Kuran Kaname era un estudiante de medicina, hijo de una importante familia de abogados, era innato el poder de manipulación, una característica importante en su familia. El castaño vio a Zero por primera vez hacía un año en una “guerra” de facultades, donde se enfrentaban para demostrar cual facultad era mejor, haciendo retos deportivos, académicos y unos tantos estúpidos, había que sobresalir en todo, pues. Existía esa rivalidad tangible entre todas las especialidades, pero sobre todo entre las ingenierías y las ciencias de la salud, parecían odiarse, y para los eventos que les involucraban siempre había una cantidad insana de espectadores.

El joven estudiante de medicina nunca había participado en algún carnaval de aquellos, decía tener suficiente madurez para hacerlo. Por su parte, Zero disfrutaba hacerlo junto con sus amigos, más por diversión que por verdadero odio a los contrincantes.

Fue en un evento deportivo donde lo vio, con shorts y camiseta, la piel blanca repleta de protector solar, sus brazos lampiños y lechosos (producto de la crema anti rayos UV), la mirada seria y concentrada. En el público logro ver a otro idéntico, con el cabello más largo y más risueño, junto con un grupo de gente igual de ruidosa, entre ellos vio a un estudiante de enfermería, uno que le molestaba todo el tiempo, Hanabusa Aido, estaba relegado y con un puchero, aunque igualmente riendo.

Kuran había encontrado la manera de acercarse a ese espécimen de hombre, la gente solía decir que él era alguien bastante determinado, decían que solo bastaba que se fijara un objetivo para que al poco tiempo lo consiguiera. Y no erraban al decirlo, Kuran Kaname siempre obtenía lo que deseaba. Elaboró pues un plan en el que al final podría tener acceso al de cabellos plata y para ello debía hablar con la sanguijuela que estudiaba en su facultad, el que el rubio estuviera enamorado de él le daba cierta ventaja.

Camino con cachaza, aparentando ser lo más natural posible, saludando al grupo de chicas que normalmente se amontonaba a su alrededor, siendo galante y respetuoso, aunque por dentro deseara ignorarlas y llegar hasta su objetivo. Una chica de cabello castaño como el suyo le hablo bajito, colocándose a su lado casi automáticamente, intercambiaron algunas palabras y la chica se fue sin agregar nada más, lamentablemente la presencia de la chica había eclipsado un poco su atención, distrayéndolo del grupo que vitoreaba cuando se escuchó el disparo de salida, giro su rostro rápidamente mientras veía al albino correr tan rápido como podía, peleándose los primeros tres lugares, llegando finalmente en primer lugar con apenas medio pie de diferencia.

Lo vio agitado, con la piel ahora roja, dándose la mano con el resto de los competidores, y platicando. A lo lejos vio a sus amigos aproximarse, cantando y haciendo bullicio, un poco más cerca de donde él se encontraba, se re direccionó discretamente, iniciando una conversación con una chica de largos cabellos rubios, ahora sin dejar de prestar atención al grupo. Al parecer, la chica llamada Ruka, conocía a alguien del grupo también, aparentemente su pareja, eso hacía más fácil entablar la conversación, tomando en cuenta que casi siempre evitaba al rubio de ojos azules.

-              ¡Chicos! – grito mientras se aproximaban, todos voltearon su vista hacia ella, mientras vio al gemelo de cabello más largo disculparse y alejarse hablando por teléfono, maldijo un poco su suerte, aunque ahora ya se conformaría con el otro – Él es Kaname, de medicina, lo he invitado a venir con nosotros al bar, espero que no les moleste – la chica se sonrojo al tiempo que se desplazaba entre Kain y Aidou, el ultimo solo la ignoro con una mueca de fastidio.

Zero por su parte no le dio mayor importancia, comento al aire que se iría a cambiar y que después los alcanzaba, todos parecieron de acuerdo y continuaron su camino. El castaño decidió atrasarse un poco.

-              Esperare a su amigo, después de estar tanto tiempo bajo el sol podría insolarse –entono lo más profesional que pudo, no dejando entre ver sus intenciones, y pareció funcionar ya que en general el grupo siguió su marcha, sin embargo, Aidou lo miro algunos segundos, juzgándolo, oliendo su escusa barata, mas no dijo algo al respecto, giro su cuerpo a los demás y continuo su camino dubitativo.

Kuran soltó el aire que no supo estaba conteniendo, nervioso por algo que también desconocía, fue un sentimiento extraño verse sorprendido, pero al final, todo parecía ir por buen camino. Entro a los vestuarios y vio salir vapor de la regadera, asumiendo que era el albino camino sigilosamente hasta la entrada de las duchas, donde se paró momentáneamente para escuchar como el joven tarareaba una canción, el vapor cubría pudoroso el cuerpo del deportista, sin embargo, motivaba la imaginación del espectador, siguiendo cada contorno de la figura ajena. En algún punto, Zero se sintió observado, volteando abruptamente esperando encontrar algún pervertido, cosa que no pasó.

Pasados unos minutos más bajo el agua, finalmente salió a cambiarse, encontrándose con el silencio de los vestuarios. Todo lo hizo tan lento a como estaba acostumbrado, sabiendo que llegaría tarde, se vistió cómodo y por fin tomo rumbo hacia el bar. Al momento de salir del recinto, la figura del conocido de Ruka hizo presencia, a un lado de la puerta, entretenido con su Smartphone.

-              ¿Esperas a alguien? – pregunto con su típico tono cortante, analizando los movimientos desentendidos del otro. El de ojos borgoña solo le dedico una pequeña sonrisa.

-              Quería saber si te encontrabas bien, después de estar tanto tiempo expuesto al sol podrías enfermar – uso una voz melodiosa deleitándose con la imagen que proyectaba Zero – también asumo que estás cansado después de correr, me ofrecí a esperar por ti para poder hablar contigo, comenzar a ser amigos – Presto atención a la mirada desconfiada del albino, y como su cuerpo se tensaba, sintiendo la situación muy sospechosa – No soy muy bueno en grupos grandes, y Ruka es la única que conozco, seguramente estará con su novio – trato de convencer.

-              No se veía que tuvieras problemas antes, con ese grupo de niñas – le escupió osco - tampoco entiendo por qué de pronto le hablas a Ruka, si ni siquiera la conoces - Zero era observador, lo había visto con esa horda de universitarias ruidosas, no es como si hubiera sido difícil ubicarlo, el castaño destacaba naturalmente. Y claro, también se había dado cuenta de la pequeña barrera que había entre Ruka y él, mostrando que ella no lo consideraba cercano, sumándole el hecho de que creía que estaba en pareja con Kain, cuando casi todas las facultades sabían que el de cabellos naranjas era novio de Aidou. – Ahórrate el drama, ¿Qué quieres? – volvió a atacar el albino., escudriñándolo.

Aunque Kuran estaba sorprendido, no se dejó amedrentar, continuo con su sonrisa tranquila, pensando en sus opciones. Afilado más su mirada sobre el cuerpo más pequeño.

-              ¿tan malo soy mintiendo? – Rio mientras se destensaba – tienes razón, no conozco a Souen, solo llegamos a tomar un curso general en algún punto, pero es verdad que quiero ser tu amigo, tienes algo que me ha llamado la atención – la sonrisa amplia y la soltura de sus palabras destanteo un poco al de ojos amatista, quien solo gruño incómodo. – entonces que dices, ¿aceptas que te lleve? – Extendió su mano como si de un negocio se tratara, tratando de crear un contacto para darle un poco de confianza al albino, más este solo miro su mano y partió a caminar en dirección al estacionamiento.

-              ¿Cuál es tu auto? – movía su brazo en círculos, masajeando sus músculos a la par que caminaba, indiferente al castaño pero tampoco avanzando muy rápido. Kuran señalo un SUV no muy llamativo, un tanto alejado de donde se encontraba.

-              Por cierto, me llamo Kuran Kaname, pero me puedes llamar Kaname, ¿Y tú? – Un atisbo de molestia se plantó en su pecho por el desplante del de cabellos plata, era la primera vez que alguien pasaba de tal manera de su persona, y los Kuran tenían egos inmensos y almas vengativas.

-              Kiryuu – respondió al tiempo, casi con fastidio continuando con sus movimientos de relajación.

En el bar la actitud del que ahora sabia era menor que él por dos años no había cambiado, en general solo lo ignoraba, mientras que con sus amigos parecía de lo más divertido, bromeando y bebiendo. El castaño no pintaba nada en la mesa, tenía un vaso de cerveza que no quería beber y estaba un poco desplazado por el ambiente tan amistoso y confianzudo de los otros. Conocía solamente a la rubia y a Kiryuu, pero ambos estaban envueltos en su juerga.

-              ¿Por qué has venido? – Pregunto una voz chillona a su lado – Creí que eras demasiado bueno para esta clase de salidas – el mote de burla no pasó desapercibido, pero se mantuvo imperturbable, se notaba que el rubio estaba un poco afectado por el alcohol – Es raro ver que te juntas con los mortales, ¡Oh gran Kuran!

El castaño le dedico toda su atención ahora, esperando que comenzara a gritar cualquier sinsentido. – Tenía ganas de salir un poco – se confesó – fue cuando vi a Ruka y me invito a venir – desconocía por que le daba respuestas a alguien ebrio, pero parecía ser el único que estaba interesado en su presencia.

-              No mientas, Kaname – dijo entre risillas – que a ti te ha gustado Zero – de la nada lo miro casi lucido, de nuevo con esa mirada que lo había juzgado horas antes – pero te advierto que Zero no es cualquier fulano con quien puedas meterte – dicho eso Aidou de nuevo estalló en risas, siendo tan bullicioso como los otros, se paró de su lado y camino hasta Kain, a quien beso en la mejilla – Eres muy mala Ru, que has traído a un extraño y lo has dejado abandonado en la mesa – todos rieron.

Pasado los minutos y con un poco de remordimiento los demás chicos se le acercaron, iniciando una nueva conversación excluyendo claro al de cabellos plata.

Esa tarde Kuran no pudo intercambiar más palabras con Zero, que parecía odiarlo, dejando su orgullo un poco sensible, como ya se había dicho, estaba en su sangre el egocentrismo y la venganza. Ese muchacho, por muy bello que fuera, sufriría las consecuencias.

Pasaron al menos dos semanas antes de poder verse de nuevo, después de haber intercambiado su número de contacto en el bar con los chicos. Lo invitaban constantemente, y el aceptaba con la idea de encontrar de nuevo al de ojos amatista, mientras que este se había puesto como propósito no asistir a ninguna fiesta que lo incluyera. Ya Kain y Ruka le habían explicado que ninguno de los gemelos era de ese tipo de ambiente, que preferían quedarse en su casa o trabajar. Le hablaron un poco de ambos jóvenes debido a las constantes preguntas que solía hacer con respecto al mayor, pronto se propagaron rumores del interés que tenía en el joven. Cada día que pasaba se las arreglaba para encontrarse casualmente con Zero, aunque no tuviera el permiso para llamarlo por su nombre el continuaba haciéndolo, por el puro afán de molestar, en un acto inmaduro que se podía permitir solo con el albino. Este por el contrario, inevitablemente había escuchado los rumores, no le importaba ser parte de eso, mientras no fuera verdad, el problema era que Kuran se encargaba de hacerlos parecer más real de lo que el suponía eran. Algo en el castaño lo repelía, su actitud, su porte, su rostro o su voz, no lo sabía, pero algo en él le decía que no debía acercarse, que estuviera alerta, pero cada día se volvía más difícil hacer caso a aquella alarma en su cabeza, Kuran era insistente.

-              ¿podrías dejar de aparecer a mi alrededor? – reto finalmente el de cabellos plata. Camino desde su facultad hasta la de medicina después de ver que las chicas de diseño habían decidido hacerlos una ship oficial del campus y no paraba de ser fastidiado por multitudes de jóvenes haciéndole preguntas de su supuesta relación con el Kuran.

-              No sé a qué te refieres, eres tú el que está en medicina – respondió con chulería el de ojos borgoña, haciéndose el desentendido.

-              No sé cuál es tu problema conmigo, pero para de una vez, es molesto – Zero mantenía la voz baja, el cabello alborotado y los ojos iracundos, no deseando darles más razones a las sociópatas de la escuela.

-              Yo no tengo ningún problema – respondió con calma, acercándose unos pasos – solo estoy tratando de ser amigo tuyo – para cuando acabo de hablar, la distancia de seguridad que había puesto el menor entre ambos había sido reducida a unos cuantos centímetros, siendo obligado a levantar la mirada para poder ver a los ojos de su contrincante. – Si me aceptas un café, tal vez podría dejar de “aparecerme” donde tu estas – la sonrisa galante le mando otra señal de advertencia, un poco más curiosa que las anteriores - ¿Qué dices?

Para ese punto ya había una o dos chicas susurrando no muy lejos, tratado de enfocar discretamente con la cámara de su teléfono, fallando al ser delatadas por las risas que no se molestaban en disimular. Kiryuu sopeso la idea, era darles más material a las locas de la escuela, o acabar de una vez por todas con esa situación, considero que ganaba más si lo arriesgaba todo en esa salida, aceptó dando un lugar y una hora en algún día de la semana, después desapareció corriendo, no queriendo seguir con el espectáculo.

Kuran por su parte se dio por bien servido. Lo que pasaría después podría deducirlo, lo repetiría todo el tiempo, un Kuran siempre obtenía lo que quería, tarde o temprano, estaba en su sangre ser siempre el ganador.

Zero había propuesto la salida un jueves por la tarde, le dijo a través de Aidou donde verse, Kaname había formado una especie de amistad con el círculo de amigos del albino, se enviaban mensajes de vez en cuando ya fuera para invitarlo a salir o solamente para hablar. Kuran siempre había sido un tanto asocial, prefería estar solo y muchas veces su actitud ayudaba a no tener amigos, pero para lograr conquistar al de ojos amatistas debía disimular un poco, bien decían que una vez que te ganabas a los amigos, solo sería cuestión de tiempo para tener a la persona de tu interés, igual sospechaba que el dicho tenía que ver con el hermano menor, más el hermano de su futura pareja brillaba por su ausencia, aparentemente los cursos de biología exigían largas jornadas de estudio, podría decir lo mismo de la medicina, pero él era un prodigio.

Ese viernes era caluroso,  a unos pocos días de las vacaciones de verano, tal vez Zero esperaría acabar con la hostigosa presencia del castaño para dejar al tiempo trabajar y que todo el mundo olvidara que tenía alguna especie de contacto con el practicante de médico. En parte eran los cuchicheos de las chicas, pero sobre todo era esas turbulencias que sentía de vez en cuando, especialmente con las intrigantes y misteriosas apariciones del mayor cerca de su persona. Al principio era fácil ignorarlo, eventualmente (aunado a los ruidos de las jóvenes), Kiryuu llego a prestarle más atención al de ojos caoba.

En algún momento de dio a la tarea de detallar sus labios, su porte, su cabello, su piel, su voz, más que nada era la voz, esa que no se podía censurar aunque se quisiera, grave, profunda, una voz de barítono que hacía eco en su mente, viendo para el lado que estuviera viendo siempre podía identificar al castaño solo escuchándolo decir un saludo. Era esa sensación nueva junto con la alarma en su pecho, la alarma que no se dignaba a sonar, más que cuando ya sentía la presencia ajena eran las razones por las que decidió terminar esa situación, alejarse lo más posible del peligro.

Sus ojos le rogaban por voltear a mirarlo, sus oídos y boca le instaban a hablar con él, y tenía miedo, ya había visto relaciones fracasar, sabía que las intenciones de Kuran no eran precisamente las de entablar una amistad, así como sabía que el castaño era un huracán, de esos que arrasan con todo a su paso, que te destruyen la vida. Por eso quería dejar de verlo, porque el huracán te atrae a su vórtice de destrucción, se fuerza contra sus barreras, las derriba solamente por el afán de consumirte, es algo que estaba en su naturaleza y él ya había visto mucha destrucción en su familia, porque a sabiendas de que te puedes levantar de esa catástrofe, nunca es fácil recrear algo desde los cimientos.

La hora de la cita se acercaba con sofocante lentitud, se cernía sobre su cuello el ruido de las manecillas, los nervios que sentía le daban asco. Sería solo una bebida, sería más claro esta vez, diría algo que hiciera enojar al castaño, lo que fuera, con tal de que se alejara de él.

-              También llegaste temprano – hablo Kuran mientras se sentaba – que lastima, quería ser yo quien te esperara – Ni corta ni perezosa la mesera se acercó dejando las cartas con una jovial sonrisa, pariendo inmediatamente después. – Pide lo que quieras, yo invito – le dedico una mirada fugaz, como si fuera más interesante el menú.

-              Tengo mi propio dinero, Kuran, y preferiría acabar con esto lo más pronto posible – fingió un poco, tampoco estaba molesto ni nada, solo no quería estar en una situación incómoda.

-              Después del café – propuso de nuevo, ahora mirándolo atentamente – podemos hablar un poco de otras cosas antes de amargarnos el rato – La mirada ajena mostraba un deje de anticipada decepción, lo suficientemente convincente como para persuadir al menor.

La mesera volvió, tomo la orden y se fue con velocidad, aparentemente el lugar se estaba llenando. Kuran comenzó a hacer preguntas más que nada formales, sobre la escuela, intereses futuros, salud y el clima. Zero respondía con monosílabos escuetos y amargados. Eventualmente llego su pedido, un café negro para el mayor y un té de limón para el albino, que sonrió saboreando la infusión. De alguna manera, la bebida hacia algo en Zero, lo relajaba, haciendo más fácil entablar una conversación decente, sin ser mucho más sencillo sacarle largas respuestas, pero algo de eso había entendido antes, cortesía de Aidou. 

Notas finales:

Gracias por su atención.


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