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Época de celo. por Abyss

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Notas del capitulo:

Despues de mucho finalmente les traigo la continuacion, admito que ya tenia mas de la mitad escrito pero... Pero... T_T 

Bueno, menos explicaciones y mas accion, espero que les guste esta continuacion :D, y que no me haya quedado tan extraña como creo que me quedo (??) En fin, de todas formas yo siempre estoy segura y feliz de lo que subo. Si algo lo puse mal, no pasa de que lo corriga en algun otro fanfic con pokefilia que vaya a publicar :D

¡Espero que les guste!

Dejo salir un suspiro mientras sentía como sus piernas le comenzaban a fallar, incapaces de llevar a cabo la tarea de seguir sosteniéndolo. Mantener relaciones sexuales con un dragón no era fácil, el primer inconveniente llegaba con el peso extra que sentía en su espalda —eso sin contar las escamas que le raspaban de vez en cuando—, aquel que de vez en cuando no le permitía respirar con tranquilidad, no sabía si era por la emoción del momento o si Hydreigon continuaba sin acostumbrarse a su nueva forma, pero eso de dejarse caer sorpresivamente, no era muy agradable.

La segunda dificultad que se presento fue —sin duda alguna—, el excesivo uso que Hydreigon le estaba dando a su saliva.

No se encontraba seguro si el dragón estaba consciente o no de los efectos que ocasionaba sobre su cuerpo, pero lo más probable es que su propio instinto fuera quien le mandara a darle de beber aquello con tal de mantenerlo bajo control. Algo que hasta el momento le había funcionado muy bien, y que al inicio de la tercera ronda resulto ayudarle a soportar el dolor que sus extremidades estaban comenzado a resentir.

Pero lo que en verdad comenzó a ser un problema, fue durante la quinta copulación. Para ese momento ya se encontraba cansado —algo totalmente valido en su situación—, llegados a ese punto ya se había rendido a la idea de llegar a sentir placer en aquella extraña situación, algo por lo que no podía culpar a Hydreigon. No era un experto en los pokémon, pero estaba seguro de que las especies que se apareaban por algo que no fuera preservar la especie era mínima, y dudaba enormemente, que los dragones entraran en aquella categoría.

Para Hydreigon, aparearse en ese momento debía ser un alivio, la misma clase de alivio que había ido desarrollando poco a poco, conforme la noche había ido avanzando, era una clase de placer extraño que de un momento a otro simplemente había ido ganándole terreno al dolor. Algo que no sabía si agradecer o no, pero que por el momento intentaría no darle tanta atención.

0.o.0

Su espalda se restregó dolorosamente contra el suelo, sus heridas se encontraban al descubierto —con pedazos de las vendas perdidas en algún lugar de la habitación—, las cabezas sin cerebro simplemente se dedicaban a morder sus costados para mantenerlo en su lugar, con la piel entre morada y rojiza por el exceso de fuerza utilizada para tal acción.

En algún momento que no alcanzaba a recordar, había terminado por girarse en donde se encontraba acostado, probablemente por el dolor en sus rodillas —donde podía sentir la piel tan sensible, como si fuera a empezar a sangrar en cualquier momento—, eso sin contar que el peso extra sobre su espalda había comenzado a ser insoportable… Algo que no mejoro en lo más mínimo cuando se giró, ya que ahora la piel llena de escamas del pokémon rozaba libremente la mayor parte de su pecho, tan ensimismado en satisfacer su instinto, que no le importaba dejar caer todo su peso contra su entrenador.

Sintió las lágrimas aglomerarse una vez más en sus ojos, unas lágrimas que encontraron la libertad cuando una de las cabezas sin cerebro mordió su brazo dañado, arrancándole un grito debido al dolor y, sumando las desenfrenadas penetraciones que el dragón no detenía en ningún momento, sintió un nuevo orgasmo, uno donde el dolor había tenido mucho más protagonismo que el placer, algo que rápidamente paso a segundo plano cuando Hydreigon —una vez más—, se enterró profundamente en su ano y se quedó quieto una vez más. Ghetsis espero, paciente —con la mirada perdida y el cuerpo totalmente adormilado—, a que el miembro del dragón comenzara a llenarlo una vez más de semen.

Tal sensación nunca llego, algo que le extraño y llamo su atención, hasta que repentinamente comenzó a sentir un extraño dolor que anteriormente no había aparecido, sentía claramente como si su propio ano se estuviera expandiendo en el interior, algo que le hizo retorcerse en su lugar, a lo que Hydreigon fácilmente respondió, dejando caer parte de su peso para mantenerlo quieto mientras aquel proceso continuaba.

A estas alturas Ghetsis ya ni sabía —ni podía—, en que pensar mientras su cuerpo intentaba adaptarse a la nueva circunferencia que el pene del dragón estaba tomando dentro su cuerpo. La situación no mejoro cuando, repentinamente, sintió como si algo —que no era ni semen ni un segundo pene—, mucho más grande, estuviera esforzando por pasar atravesó del miembro del dragón. Dicha sensación termino en menos de un segundo, sintiendo únicamente la cabeza del pene hinchada debido a esa “cosa” que aún era incapaz de reconocer.

Hasta que finalmente sintió como si algo era depositado dentro de su cuerpo —ahí, donde el pene del dragón debía de haberse empezado a hinchar—, lo que incluso sintió como un peso extra. Después de aquello finalmente fue capaz de sentir como Hydreigon se alejaba para salir —al fin—, del interior de su cuerpo y dejar respirarle en paz.

Ghetsis no reacciono en lo mínimo, simplemente se quedó ahí, boca arriba intentando soportar el dolor y ardor que sentía en su ano, el cual repentinamente había comenzado a expulsar una pequeña cantidad del semen que había sido depositado en su interior momentos antes… Ante la atenta mirada del dragón, quien permaneció un momento observándolo atentamente hasta que finalmente se cansó, y paso a recostarse a su lado. El humano soltó un suspiro, e instintivamente llevo sus manos a su extrañamente abultado estomago —probablemente por la inmensa cantidad de semen que tenía adentro y no podía expulsar—, hasta que finalmente termino rindiéndose al sueño y al dolor.

0.o.0

Ghetsis miro con curiosidad e interés el montón de objetos que de un momento a otro Hydreigon se había encargado de reunir a su alrededor. Tenía menos de media hora de haber despertó de un sueño que no supo reconocer si como corto o largo, Hydreigon aún continuaba durmiendo —echado cómodamente a su lado—, cuando finalmente fue capaz de abrir los ojos y soltar una silenciosa exclamación debido al susto de ver al pokémon tan cerca de su rostro. Le tomo varios minutos para calmarse, antes de finalmente prestar atención a su propio estado y darse cuenta del deprimente estado en que se encontraba su cuerpo.

Una parte de su ser aun sentía un miedo hacia el Dragón siniestro, principalmente por las heridas infringidas tiempo atrás —y que de hecho, habían sido la razón por haber terminado en aquella casa—, eso sin contar por la forma en que había terminado perdiendo su “virginidad”, no es como si eso fuera algo que realmente le importara, pero el hecho de que hubiera terminado perdiendo esa cosa —que las mujeres y ciertas personas consideraban como algo de valor—, con un pokémon… Pues… En realidad no era algo muy fácil de digerir. La primera solución —y la más obvia—, era mantener aquello en secreto, no decirle a nadie, no hablarlo con nadie y simplemente hacer como si nada hubiera pasado —algo no realmente difícil ni complicado—.

Y esa había terminado siendo la única solución que llego a su mente cuando finalmente fue capaz de notar que Hydreigon se encontraba observándolo fijamente, como si —al igual que el—, se encontrara esperando alguna reacción. Cuando no pasó nada en los siguientes minutos, el gran dragón siniestro pareció emocionarse —o eso creía por la forma tan repentina en que se alzó—, y en menos de un minuto sintió su rasposa lengua —aquella que no le traía buenos recuerdos—, pasar por su pecho llenándolo de baba.

Antes de alzarse del muy bien elaborado nido, e irse a buscar algo entre el montón de cosas… Antes de desaparecer de su vista durante un momento.

Apareciendo poco tiempo después, trayendo innumerables cosas que —por alguna razón—, debió de haber pensado que su entrenador —aunque no estaba seguro de que Hydreigon lo siguiera considerando así—, fuera a necesitar.

Razón por la cual ahora —a pesar de todo el dolor y la obvia dificultad que aquello conllevaba—, se encontraba sentado en el suelo, con Hydreigon recostado a su lado y la cabeza cómodamente posicionada sobre sus piernas, dormido una vez más —para variar—. Decidido a no perturbar el sueño de su dragón, rápidamente dirigió su atención a la innumerable cantidad de objetos que Hydreigon había traído para él, sintiéndose sumamente incomodo por la inmensa cantidad de cosas inútiles que tenía a su alrededor, desde sabanas —que reconocía como de su habitación en el piso superior—, hasta las cortinas que se supone debían estar en la cocina. Reconoció algunos libros como cuentos para dormir, o libretas viejas con apuntes que se habían quedado en aquella casa. A su memoria vino el recuerdo de lo solitario que era vivir en aquella casa, la tranquilidad que se vivía a los alrededores, y las dificultades para sobrevivir a la tan cambiante temperatura.

Dejo salir un suspiro antes de ponerse a mover objetos para tenerlos a sus espaldas, de forma que pudiera recostarse contra ellos sin la necesidad de molestar al durmiente dragón.

0.o.0

—Espera un momento…

Pido Ghetsis adormilado, una vez más se encontraba con el pecho apoyado contra el suelo, pero sosteniéndose tanto con codos y rodillas debido a lo incomodo que se había sentido de manera tan repentina. Días antes no había tenido ningún problema durmiendo boca abajo —de hecho, era su posición favorita—, pero ahora parecía tener el estómago demasiado abultado como para poder lograr mantenerse mucho tiempo en aquella posición.

—Hydreigon…

Repitió en un tono agotado, sintiéndose una vez más restringido de todo movimiento cuando Hydreigon volvió a acomodarse encima de su cuerpo. Se había negado rotundamente al consumo de la saliva del dragón, sabía que en el fondo era algo que le terminaría beneficiando, pero estaba seguro que si tenía contacto una vez más con aquella sustancia, iba a vomitar.

—Oh por Arceus.

Dijo en un forzado susurro, cerrando sus manos en puños y siendo empujado con fuerza hacia el frente cuando finalmente Hydreigon se acomodó una vez más en el interior de su cuerpo. A diferencia del día anterior el dolor fue inexistente en su totalidad, sintiendo solo un poco cuando el pene del dragón pareció toparse con algo. Un detalle que paso rápidamente a segundo plano cuando las embestidas —tan descoordinadas y violentas como ayer—, comenzaron una vez más, aquellas que captaron toda su atención.

Al menos Hydreigon parecía haber aprendido a no dejar caer todo su peso repentinamente.

0.o.0

Había pasado ya una semana —o al menos eso es lo que le gustaba pensar—, cuando Hydreigon finalmente dio señales de empezar a tranquilizarse, apuntando a que la “época de celo” finalmente había terminado. Lo bueno, es que aquello significaba que Hydreigon ya no iba a tener ninguna necesidad por aparearse con él, lo malo, es que aquello pareció haber tenido algunos efectos secundarios, no los veía como algo realmente malo… Aunque eso de tener a un dragón siniestro extremadamente cariñoso, negándose a dejarlo dormir solo o fuera del nido, e incluso trayéndole cosas —como si darle objetos lo fuera a hacer feliz—, no dejaba de parecerle extraño y anormal. Probablemente lo más positivo del asunto era la confianza que finalmente había sentido para/con el dragón, permitiéndole relacionarse si problema con el… Algo que en el fondo no le dejaba de parecer algo sin mucho sentido, pero que prefería ignorar olímpicamente.

Aprovechando que Hydreigon había decidido tomarse una de sus tantas siestas, decidió apartarse un momento para poder dirigirse al piso de arriba y darse un merecido baño.

Las marcas en su cuerpo poco a poco habían ido desapareciendo, las marcas de mordidas fueron las primeras, quedando únicamente moretones en las partes donde se había utilizado más fuerza. Algo similar había pasado con las partes de su cuerpo que habían quedado rojizas. Los moretones —que le daban un aspecto horrible a su cuerpo—, poco a poco habían comenzado a desvanecerse tal cual como deberían de hacerlo, y aunque la idea de usar hielo se hizo presente en su mente, sabía que de todas formas, de una u otra manera los moretones se iban a desvanecer totalmente de su cuerpo, y probablemente solo quedarían algunos puntos blancos en diversas partes de su cuerpo, esos que señalaban en donde se habían clavado los colmillos del dragón.

Instintivamente se sobresaltó bajo la regadera cuando su cuerpo tuvo contacto con la fría agua, aunque en el fondo agradeció tal frialdad, que finalmente pareció mitigar el poco dolor que aun permaneció en ciertas partes de su cuerpo.  Utilizo el momento para finalmente limpiarse de la persistente sensación de la saliva de Hydreigon —el cual lo había lamido más de una vez—, y posteriormente, investigar lo más extraño que sentía en su cuerpo hasta el momento. Su estómago… O vientre. Sinceramente ya a estas alturas ni sabía cómo clasificarlo.

En un principio había supuesto que la forma redondeada —u ovalada—, que repentinamente había conseguido esa parte en específico de su cuerpo, se debía al semen que había quedado dentro de su cuerpo —un pensamiento que le producía nauseas hasta cierto punto—, pero rápidamente descarto esa hipótesis cuando sintió aquello como algo duro, como si se tratara de un objeto extraño que se encontraba dentro de su cuerpo. Dos días antes ya había notado el extraño bulto, pero no fue hasta el siguiente día que noto como su propio estomago pareció crecer un poco más. Intento mantenerse lo más tranquilo posible mientras terminaba de limpiarse, acariciando cuidadosamente los contornos de aquella parte de su cuerpo.

Aquello no podía ser algo tan malo… ¿Verdad?

0.o.0

Así como su respiración comenzó a agitarse, el sudor poco a poco comenzó a hacerse presente por la mayor parte de su cuerpo.

Soltó un resoplido mientras dirigía su mirada hacia el techo de la habitación. Se encontraba con la espalda apoyada contra la cama, sentado en el suelo e incapaz de cerrar las piernas, no tenía la más remota idea de que es lo que se encontraba pasándole, pero la dolorosa sensación de que una parte de su cuerpo —que no debería—, se estaba abriendo más de lo necesario, le impedía hacer cualquier otra cosa que no fuera mantenerse de esa forma en el suelo.

Pasaron unos cuantos minutos cuando finalmente fue capaz de sentir como el dolor se desvanecía lentamente por sí mismo, algo que le dio la oportunidad para relajar su tenso cuerpo y comenzar a acompasar su respiración. Soltó la sábana blanca —aquella que sujeto con fuerza cuando le llego el primer dolor—, así como paso también a relajar un poco las piernas, cuya incapacidad de cerrar poco a poco iba desapareciendo.

Trago saliva nerviosamente, mientras intentaba llegar a alguna clase de explicación sobre la razón del repentino dolor que sintió. Y justamente en ese momento su mente se encontraba dividía, una parte alejaba que ni siquiera tenía que pensar en eso y debía de ir por ayuda —tanto medica como psicológica—, otra parte quería llegar a la conclusión de que no, aquello no tenía nada que ver con Hydreigon y obviamente la última —aquella que poco le faltaba para empezar a gritar—, que dejara de darle tantas vueltas al asunto y aprovechara el momento para ir por ayuda. Y aunque lo último era una idea sumamente atractiva, corría el riesgo de que los dolores comenzaran una vez más, por lo que no le quedaba de otra más que averiguar en soledad —una vez más—, sobre lo que ocurría. De la misma forma en que termino descubriendo el estado de celo de su propio dragón, sin tener la más mínima ayuda de nadie.

Una vez más —y como si fuera algo sumamente necesario de hacer—, trago saliva, armándose de valor para deshacerse de sus pantalones junto a la ropa interior, aprovechando —por supuesto—, que era capaz de cerrar las piernas una vez más, paso unos minutos sentado en el suelo, pensando muy seriamente sobre la decisión que estaba tomando, solo para proceder también a quitarse la playera negra que se encontraba utilizando, principalmente para tener una mayor comodidad de su parte.

— ¿Por qué yo Arceus? —se quejó en voz baja mientras su mirada continuaba perdida en el techo de la habitación.

Se encontraba en la segunda planta de la casa, un poco alejado de Hydreigon —quien debía seguir en el nido—, por lo que prefirió evitarse hacer cualquier ruido fuerte que —de una u otra forma—, iba a terminar alertando al dragón.

Con un poco de dificultad se subió a la cama, pasando a tomar una posición de cuclillas sobre el colchón, justo a tiempo, pues apenas se acomodó de aquella forma, cuando los dolores volvieron una vez más, mucho más fuertes a como habían sido minutos. La parte de su mente —aquella que aún se encontraba consciente—, le hizo suponer que la posición que acababa de adoptar, había sido el detonante para que los dolores regresaran una vez más, ayudándose de la gravedad para facilitar aquella especie de trabajo. Parecía como si cuerpo tuviera la imperiosa necesidad por expulsar lo que sea que tuviera dentro de su cuerpo —sea un intestino, o un tumor o “x” cosa—. Razón por la que fue incapaz de mantener por mucho tiempo aquella posición de cuclillas sobre la cama, finalmente echándose hacia adelante en la cama y abriendo las piernas lo más posible, haciendo sus propios esfuerzos para que su cuerpo finalmente fuera capaz de deshacerse de aquello que estaba ocasionando que reaccionara de aquella forma.

No supo cuánto tiempo paso en aquella posición mientras pujaba, manteniendo y expulsando el aire como le fuera posible, intentando por todos los medios de deshacerse de aquellos horribles dolores y las desesperantes punzadas que sentía, las cuales no parecían disminuir de ninguna forma, sino que iban aumentando, algo que se incrementó cuando finalmente sintió como su ano se extendía de una forma —que no estaba totalmente seguro—, que no estaba muy seguro fuera posible. Tal vez, si en ese momento no se hubiese encontrado tan ocupado teniendo que lidiar con el dolor, podría haber intentando averiguar si su ano se había extendido tanto como las veces en que había mantenido sexo con su pokémon. Pero no es como si ese fuera un buen momento para satisfacer su curiosidad, principalmente porque estaba utilizando sus brazos para sostenerse, usándolos también para aferrarse a la pobre sabana que tenía bajo su cuerpo.

No paso mucho tiempo cuando fue capaz de escuchar algo parecido a un “pop”, distrayéndose momentáneamente de su tarea de pujar y abriendo grande los ojos cuando sintió una gran cantidad de algo liquido —aunque no estaba seguro si era sangre o algo mas—, salir de su ano, desplazándose ya sea atravesó de sus muslos y piernas o cayendo directamente sobre la sabana y el colchón donde se encontraba acomodado. Lamentablemente no pudo entretenerse mucho en aquel descubrimiento —ni mucho menos ponerse a investigar—, cuando finalmente sintió como algo sumamente duro se empujaba una y otra vez contra su —aparentemente—, no suficientemente extendido ano.

Se enderezo lo más posible en donde se encontraba, sintiendo como las lágrimas corrían atreves de sus ojos debido al dolor que se encontraba sintiendo y que ya no era capaz de aguantar más. Hasta que finalmente fue capaz de dar la siguiente —y ultima—, puja, para sentir como su adolorido ano se abría repentinamente y expulsaba algo grande y no líquido, ayudándose del líquido y la gravedad para poder deslizarse sin problema alguno… Y finalmente salir. Cayendo sin problema sobre el colchón con un sonido seco.

Ghetsis se mantuvo un momento en esa posición, antes de dejarse caer boca abajo sobre el colchón, cansado, sudado y adolorido. Sintiendo como su propio ano palpitaba debido al esfuerzo que había tenido que realizar. Cerro los ojos cansado, sintiendo todo su cuerpo sudoroso y las piernas excesivamente pegajosas, de esa forma que le recordaba a la saliva de Hydreigon y —por, consiguiente—, le generaba asco.

Paso unos minutos en aquella posición, regularizando su respiración e intentando sobreponerse al dolor, totalmente consciente de que no iba a poder quedarse en aquella posición para siempre. Así que solo dejo pasar unos minutos más antes de armarse con determinación y valor —maldiciendo y quejándose—, mientras intentaba sentarse de alguna manera en el colchón. Mientras se estaba sentando había cerrado los ojos, dándose un momento antes de abrirlos y decidir ver que era —más o menos—, lo que había ocurrido con el resto de su cuerpo cuando había tenido que pujar.

Finalmente los abrió, mirando directamente a sus piernas y usando sus manos para tocar aquel líquido que aún tenía en distintas partes de sus muslos y piernas, notando que —en efecto—, parte de aquello había sido sangre mezclada con algo que no era capaz de reconocer como sangre o… Algo más. Se quedó observando aquella sustancia entre sus dedos por un momento, antes de finalmente decidir bajar la mano y pasar a mirar aquello que con tanto esfuerzo, había expulsado de su cuerpo.

Rápidamente la curiosidad en su rostro desapareció y fácilmente fue reemplazada por una mezcla entre la sorpresa, el miedo y la incomprensión, cuando finalmente fue capaz de observar detenidamente aquello que se encontraba acompañándolo en la cama. De un momento a otro tuvo que cubrirse la boca con una de sus manos cuando sintió los jugos gástricos subir por su garganta, con ansias de ser expulsado de manera inmediata. Unas repentinas lágrimas hicieron acto de presencia —por alguna razón—, mientras el miedo y las preguntas se aglomeraban poco a poco en su mente. Sintiéndose incapaz de reaccionar de alguna otra manera.

¿Un huevo?

Aquello que estaba en la cama, a su lado, encima de una sábana manchada con unas gotas de sangre y otras sustancias que no era capaz de reconocer… ¿Era un huevo?

A simple vista se veía como uno normal… Un huevo pokémon, de apariencia normal y saludable. Tan grande y lindo, como aquellos que se solían entregar en las guarderías pokémon.

¿Acaso era posible que, dentro de su cuerpo, un huevo había sido capaz de incubarse?... O lo que sea haya hecho, para posteriormente ¿Nacer? Sin problema alguno.

Intento respirar y mantenerse sereno ante aquello… Pero no paso mucho tiempo cuando regreso su vista al frente y termino dejando salir el vómito.

No importaba de qué forma lo viera, pensar en que él… Había sido capaz de poner un huevo pokémon…

Le aterraba. 


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