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Galaxian Explosion por Whitekaat

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Notas del fanfic:

Les traigo una secuela de otro one-shoot llamado Another Dimension para los que no lo han leído, explica mas o menos como fue que Saga llegó a esta  otra dimensión.

Crossover entre: Aioria de la película The lengend of Sancturay y el Saga del Episodio G

 

Notas del capitulo:

Releyendo mis escritos sentí que necesitaba darle algo más  estos dos, con este fic es la tercera vez que hago un crossover de ellos pero me gusta como se ven este Saga y este aioria de una forma estética y de contraste. Locuras mias supongo.

Gracias por leer.

 

 

GALAXIAN EXPLOSION

 

— Admiro realmente la constancia que ha llevado hasta ahora joven, Saga, ahora incluso estás meditando antes que yo—  La voz del hombre de caballera larga y anaranjada sacó al ex caballero de géminis del trance en el que estaba hace unos momentos.

— Todos harían lo mismo si quisieran encontrar algo que perdieron. — Respondió—  Aún conservo la tonta esperanza que mi cosmos sigue dentro de mí, escondido, sellado, dormido, no lo sé, pero prefiero aferrarme a eso a aceptar que ya no soy más que un simple y débil humano, maestro Shaka— al abrir sus parpados notó la cálida sonrisa del caballero de virgo, lucía tan tranquilo y en paz como siempre, sus ojos azules miraron hacia abajo, chocando contra el suelo, el Shaka de virgo de esa dimensión se veía muy diferente a lo que fue el de la suya, era mucho más mayor,  más alto, más sabio pero no cargaba con ese cruda seriedad que él otro Shaka poseía, este se veía más tranquilo  y en paz casi con una sonrisa pegada fielmente a su rostro.

— ¿Tan malo sería si tu cosmos no vuelve? Llegase hace más de dos años aquí, llevabas un año entrenando junto a mí, me has mostrado tu perseverancia, compromiso, tu pasado y contado tus vivencias de lo que fue tu vida en esa otra dimensión ¿Deseas volver a ella? ¿Por eso quieres tu cosmos de vuelta? — el dorado se sentó al lado del menor tomando aquella tan característica pose de flor de loto, la brisa movía grácilmente sus cabellos y el aire parecía purificarse aún más.

— No… no deseo volver ahí, es sólo que extraño aquella energía correr por mis venas y acariciar mi piel, cada vez que veo los entrenamientos envidio como pueden lanzar sus ataques, recuerdo  la explosión de galaxia formarse desde mis palmas, anhelo aquello, pero no deseo volver, en ese lugar fui de la misma calaña que lo fue su propio Saga— una mano pasó por sus cabellos plateados acariciándolos lentamente, Saga sentía el calor de la mano de su maestro apaciguando sus miedos y su dudas y transmitiendo su calma.

— Tú no eres igual a nuestro Saga, todos lo sabemos, además Aioria se ha encargado de amenazar a todo aquel que crea lo contrario, si él pudo esconderte dentro de su templo, egoístamente aclaro de paso, y dejó  pasar quien eras, quien fuiste, no te recriminó por lo que hiciste en ese otro lugar fue porque vio lo que hay dentro de tu alma, es algo impulsivo y tosco, pero su mirada es capaz de notar que esconde los demás en su corazón— El colorín rió tras terminar sus palabras, Saga ahora alucia avergonzado, siempre era algo incomodo hablar de Aioria con alguien y aunque ya hubiesen pasado más de dos años desde su forzoso aterrizaje en su templo aquel palpitar en su corazón no se había detenido.

Saga dio un último suspiro antes de volver a retomar su concentración al igual que su maestro de meditación. El gemelo encontró en la meditación un salvavidas para afrontar todo lo que le estaba pasando, para calmar la soledad que sentía dentro de él, el estar perdido en un mundo que no era el suyo y sobre todo encontrar una manera de alejarse del león que cada vez que estaban cerca parecía querer consumirlo por completo.

Porque aparte de no querer volver a su dimensión por todo lo que había hecho en ella existía otra razón, era que en aquel sitio este Aioria no estaba el serio, jocoso, burlón, a veces un tanto egocéntrico y como había descrito Shaka impulsivo y tosco no estaba, después de aquel primer beso de bienvenida que tuvieron nada había ocurrido, nada como un beso, pero tenían una relación más íntima y cercana de lo que pudiese admitir a viva voz.

No podía admitir que descansaban pegados el uno al otro en el sofá del salón, que varias veces se quedó dormido sobre él pecho del leonino cuando veían una película por las noches, que cada mañana ninguno de los dos tomaba desayuno si el otro no estaba sentado a la mesa y por sobre todo no podía admitir que a pesar de haber más cuartos dentro del templo ellos desde el primer día en que abrió sus ojos durmieron en la misma cama, enroscando sus piernas y compartiendo su calor, pero a pesar de toda esa cercanía sus labios no se volvieron a  juntar.

Si no fuese por aquel hermoso color celeste de los ojos de Aioria todo sería distinto, si no fuese por aquella barba que le picaba las mejillas al tener el rostro del león muy cerca mientras dormían todo habría sido peor, pero dentro de Saga algo faltaba y el durante esos dos años en el santuario lo había atribuido a su falta de cosmos, al perder su poder y fuerza y quizás en menor medida al sentimiento que cruzaba por su pecho al ver las caras de las personas cuando conocían su nombre.

— Sa…ga…— aquella voz la conocía, esas manos grandes y callosas posándose sobre sus parpados también, esa cercanía, la armadura metálica pegarse a su espalda y esa muy reconocible barba que le picaba la nuca en esta ocasión.

—Aioria, Saga está meditando conmigo ahora, no arruines su concentración— Los ojos del caballero de la sexta casa seguían cerrados intentando alejar de su mente la inoportuna presencia de su compañero de armas.

— Lamento interrumpir su muy divertida actividad, pero… esto es un secuestro—las manos que habían estado en el rostro de saga ahora rondaron su cintura y con muy poco uso de fuerza lo levantaron del suelo y fue puesto sin delicadeza alguna sobre el hombro dorado del santo — hasta luego, Shaka— se despidió rápidamente para comenzar a llevar el cuerpo del inquilino de su templo mientras el caballero de virgo rodaba sus ojos aun manteniendo sus parpados cerrados.

— Aioria, bájame esto no es gracioso, los soldados nos están observando— Saga hablaba con voz serena, la meditación con Shaka había servido para controlar sus emociones y evitar que explotara en molestia y vergüenza como lo debería estar haciendo, pero la meditación no podía llegar a controlar el rojo del cual se teñía su rostro en esos momentos.

— Es un secuestro, Saga, no puedo bajarte lo siento— El león iba subiendo escalón a escalón del santuario con el cuerpo derrotado del geminiano que sabía que por mucho que forcejeara no podría ganar, ahora tenía otra gran razón por la que desear volver a tener su poder.

Aioria saludo al dueño del primer templo con un asentimiento de cabeza y este se lo devolvió con una risa mal disimulada a ambos chicos. En el caso del segundo templo recibió un bufido tras su saludo y una clara mueca que buscaba darle ánimo a Saga que iba colgando ya cansado y adolorido en la misma posición, en los siguientes templos que le seguían no había moradores a los cuales saludar y en parte Saga agradecía el hecho de que ya no quedara más gente que lo viese ser llevado de aquella manera.

Al ingresar al quinto templo Saga seguía siendo llevado, esperando que su tortura terminara y deseando desde el fondo de su corazón que el caballero de Leo tuviese una muy buena razón para ser trasladado de esa forma o conocería por primera vez lo que era la furia de géminis.

Su cintura fue tomada con ambas manos del rubio y lo bajó hasta que sus pies tocaron finalmente el piso, su rostro estaba rojo, cosa que no era muy difícil de notar cuando el chico de la mirada azul se posó en la celeste, Aioria de seguro había llevado aquella mueca de felicidad durante todo el trayecto, el rubio lo sobrepasaba por media cabeza, su rostro seguía igual que hace dos años, sereno y un tanto de temer cuando se molestaba, y el hecho de tener aquel aro adornado su boca y además su talla lo ayudaba a parecer aún más intimidante.

— Saga, antes que repliques cierra tus ojos — el menor suspiró resignado y cerró sus ojos como el santo dorado le había pedido.

Aioria lo tomó de los hombros y lo giró, sí, el gemelo no sabía que esperar realmente, su intromisión a su práctica habitual lo había tomado por sorpresa y aún más que lo hubiese “secuestrado” como él dijo frente a caballeros y soldados y  además ser llevado en una caminata de la vergüenza hasta el quinto templo era el claro ejemplo que ya no sabía que esperar de Aioria.

Había vivo muchas cosas durante ese tiempo ahí, como por ejemplo a empezar a ser él mismo, desligarse del trono patriarcal, desligarse de una diosa que había traicionado, desligarse de toda esa maldad que había dentro de él para sentirse más liviano, más vivo, porque cuando se dio cuenta que Arles no volvería a mostrar sus obscuros cabellos y a luchar por su conciencia Saga se dejó respirar en paz. Había aprendido también muchas otras de aquel lugar, que lo diferenciaban de su misión, como que Afrodita y otros caballeros habían perecido tras la batalla contra el patriarca y que tras su muerte todo había vuelto a la cama en toda la tierra santa, que ahora el santuario era manejado y guiado por la bondadosa mano de Athenea y las tierras no había dejado de sentirse en calma desde que ella había llegado, en esta dimensión no había un Cronos por el cual preocuparse, no habían más mentiras que él debía ocultarle a nadie.

— Bienvenido, Saga— el mayor había susurrado muy cerca de su oído, erizándole hasta la última porción de piel, el viajero abrió sus ojos lentamente para ver un pastel de crema adornado con frutas y chocolate.

— ¿Qué estamos celebrando? —preguntó en tono confundido el de cabellos color plata.

— Celebramos que hace dos años, un extraño chico chocó contra una de las paredes de mi templo— El rubio puso ambas manos sobre los hombros de Saga apretándolos con algo de fuerza, pero sin causar daño, Saga llevaba tiempo junto a él, sabía que cuando el león apretaba sus puños era porque se encontraba nervioso.

— Aioria, gracias, pero… yo no tengo nada para ti, siendo que yo debería estar agradeciéndote por permitirme quedar en tu templo, por permitirme quedarme junto a ti, por permitirme forma parte de tu vida y no rechazarme—La palma de Saga se posó sobre el dorso de una de las de Aioria haciendo que el agarre se relajara por completo.

— Saga, yo ya no puedo con esto…— fue todo lo que alcanzó a decir el león antes de voltear al más bajo y reclamar sus labios atrayendo aquel cálido cuerpo con una mano tras su espalda, sintiendo el dulce sabor de los labios de Saga que había estado aguantándose durante largo tiempo sin probar otra vez.

Saga estuvo obligado a cerrar los ojos, sintió una corriente eléctrica atravesando desde su nuca hasta sus talones, aquel beso le robó el aliento, aquel beso hizo que sus manos temblaran y hasta sus dientes hormigueaban, su corazón comenzó a latir estruendosamente, como la primera vez que había usado su poder, podía comparar el beso que Aioria le daba como cuando usaba su técnica “Explosión de galaxias”. Sentía gracias a los labios del león que lo devoraba, aquella parte que pensó que jamás volvería sentir y entendió que lo que había estado faltado todo ese tiempo dentro de él, no fue su cosmos, fue Aioria, todo ese tiempo lo había sido.

—  Estuve aguantando día tras días, durante dos largos años, las ganas de hacer esto, pero no puedes decirme algo como eso y acabar con solo una frase todo mi esfuerzo de esa manera, si sigues junto a mí esto seguirá, yo no me detendré, ya no podré hacerlo como lo estuve haciendo durante este tiempo, querré probar tus labios por todas las veces que no pude ¿Estás dispuesto a seguir junto a mí a pesar de eso? — Los ojos celestes de Aioria parecían centellar como cuando usaba su cosmos, tenía los labios enrojecidos y su rostro permanecía serio expectante por su respuesta.

Saga no sabía que responder para que no sonara como algo cursi o empalagoso así que prefiero por primera vez actuar antes que meditar su palabras, extendió sus brazos por los costados de la cabeza del león y  rodeó su cuello con ellos, su boca ansiosa buscó una vez más unirlos, buscó una vez más sentir aquella sensación generalizada que producía en su organismo saborear los labios de Aioria esa fue la respuesta que Saga le pudo dar, la respuesta perfecta que el santo de leo tanto deseó, Saga ahora si era suyo, ahora si Saga compartía el mismo sentimiento, un sentimiento maravilloso por una persona que no pertenecía a su mundo, la otra versión del hombre que le había arrebatado todo ahora había llegado a llenar el corazón de su solitario corazón.

 

FIN


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