Me pregunto cuanto tiempo hace desde que mi hermano y yo comenzamos a ver cosas que los demás no pueden.
Mi hermano mayor era tan dulce y amable.
Era al único que podía contarle mis visiones. Cuando murio nuestra madre se convirtio en mi punica familia.
Mi hermano fue en busca de alguien, Junsei Takamine, un famoso novelista y un hombre al que mi hermano debía mucho; desapareció cuando investigaba para su novela, cuando me dijo que tenía una pista del paradero de Takamine, me sentí inquieto, como si fuera a marcharse muy lejos...
零
Perdida en una montaña olvidada en Japón. La mansión localizada en una región rocosa un poco más lejos de los límites de Tokyo fue testigo de brutales asesinatos, todas historias que apuntaban a una serie de leyendas relacionados con los rituales Shinto, los cuales se encargaban de elegir una bella joven que se convertiría en la sacerdotisa quien se encargaría de sellar las mismas puertas del infierno.
No son más que ilusiones.
— Así que esta es la mansión Himuro.
Dentro del bosque se encontraba albergada la mansión, tras cruzar un reducido y descuidado puente podrías llegar a la puerta principal. Jimin, quien había pasado días investigando el paradero de horripilante lugar, satisfactoriamente sonrió por su hallazgo, lleno de ilusión que su compañero estaría dentro del recinto, NamJoon quien días anteriores había viajado al sitio con la única esperanza de ser este lugar el próximo protagonista de su nuevo libro.
Carcomido, degastado, de un color oscuro que solo demostraba el deterioro que los años le había ocasionado, la mansión desprendía un aura de soledad, sufrimiento, dolor, incluso el solo abrir la puerta dejo salir parte de esa esencia, un olor nauseabundo a olvido invadió de inmediato el cuerpo del rubio, si bien en un principio temió por desprender la puerta de madera que estaba a escasos centímetros de derrumbarse, dentro se convertiría en una bomba de tiempo, grandes escombros de madera llenaban el suelo, algunas partes de la casa estaban por derrumbarse pero aun así se atrevió a explorar.
— Me pregunto si NamJoon se encontrara aquí.
Arrugo su ceño, y con desconfianza comenzó a vagar por los alrededores. Él estaba consciente de lo sucedido, los rumores del sucedido en aquel lugar no eran broma y esto le daba un mal augurio.
Dentro podrías encontrarte una amplia habitación, el vestíbulo que lo único que había en ella eran escombros, al contrario del lado izquierdo podías ver una puerta, Jimin no dudo un segundo en dirigirse al lugar, estaba empeñado en que NamJoon estaría en esa casa, podría estar lastimado, perdido o incluso el muy maldito podría estar ahora en casa bebiendo una taza de café sin preocupaciones y solo no había dado señales de vida.
Detrás de esa puerta un tanto largo y amplio pasillo lleno de cuerdas conectaba con el vestíbulo, justo donde había ingresado, observo con intriga el lugar sin comprender porque de las vigas sujetas al techo colgaban un sinfín de cuerdas. Al final de este, un enorme espejo, más alto y ancho de lo que Jimin era, adornaba la decaída mansión, la poca visibilidad producto de la luna le ayudaba a recorrer el lugar, en ese momento se regañó mentalmente por no pensar antes en sacar la luz de su móvil, siendo está de más ayuda. La construcción parecía un laberinto, puerta tras puerta, algunas cerradas e incluso selladas con tablas para impedir el acceso, a un costado donde el espejo descansaba había una puerta en particular que le permitió el acceso, una habitación con una chimenea en el centro, el gran salón se podría decir, lleno de antigüedades en mal estado, estanterías llenas de libros viejos los cuales ni las mismas tapas podrías leer, un viejo reloj de pie que daba entrada a una desgastada escalera conducía a un segundo piso, todo el lugar era madera pura era esta misma razón la causante del mayor deterioro del recinto.
— ¡NAMJOON!
Grito con gran fuerza, Jimin había distinguido desde la planta bajo una silueta que lo observa en el nivel superior, no proceso el que no se trataría de su amigo si no de alguien o algo más, él solo fue en su búsqueda.
Hace dos semanas que no sé nada de mi hermano, pero dejó una nota que me condujo a este lugar. Sentía que algo me llamaba. . .