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40. Nam Joon (01) por dayanstyle

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Notas del fanfic:

empezamos con una nueva serie nenessss ESTA SERIE ES LOS EXILIADOS... se trata de las bestias aladas...

 

Notas del capitulo:

a leer

 

JungKook estaba apoyado contra el mostrador hablando con algunas cuantas parejas cuando notó sentado frente a la barra al hombre que parecía que le hacía olvidar hasta su propio nombre. JungKook no recordaba haberlo visto entrar, pero podía sentir que taladraba un hoyo en su espalda con la mirada.

 

Habló unos minutos más con Rockhyun y Ricky antes de excusarse. No quería verse desesperado, así que tomó una toalla de manos y se la lanzó sobre su hombro, y tomó la orden de otro cliente primero. Esta táctica evasiva podría funcionar para detener su prisa, pero no evitó que su pene se endureciera o que su corazón se acelerara.

 

Finalmente, después de que JungKook consideró que había pasado suficiente tiempo, se acercó. Estaba intentando duro no ver al extraño hombre a los ojos. Sabía que el extraño podría ver su anhelo, y JungKook no se iba a colocar en algo como eso de nuevo. Una vez era suficiente para mantener su corazón guardado y sabía que este hombre podría robarle el corazón si él lo permitía.

 

—¿cerveza Michelob? —JungKook preguntó con firme voz.

 

Los sexys labios del extraño formaron una sonrisa que JungKook podría solo describir como traviesa. Asintió mientras abiertamente su mirada evaluaba el cuerpo de JungKook. Podía sentir su cuerpo ruborizarse ante la evidente inspección.

 

JungKook tomó la cerveza, la destapó y la dejó sobre el mostrador. —Mi nombre es JungKook. —No se atrevió a extender la mano para que se la estrecharan. JungKook temía que si tocaba al hombre perdería el control.

 

El hombre le dio a JungKook una baja y erótica risa mientras tomaba la cerveza del mostrador. —Sé quién eres.

 

Correcto. No es como si su nombre no estuviera sobre la puerta. JungKook se sintió tonto parado ahí con la mente en blanco.

 

—Soy Nam Joon —dijo el hombre deslizando la mano sobre la barra con la palma hacia arriba.

 

JungKook no estaba seguro si debería de tomar la mano del hombre. Sus entrañas le decían que corriera lo más lejos posible de Nam Joon. Contra su mejor juicio, JungKook deslizó su mano dentro de la del extraño y la tomó mientras imágenes lo asaltaban.

 

El extraño se inclinó acercándose, presionó sus labios en la oreja de JungKook. —Soy el líder de las Bestias Aladas de Zanthar, y tú eres, JungKook, mi pareja.

 

JungKook apartó la mano y giró la cabeza para ver si alguien había sido testigo de ese intercambio. Nadie parecía estarles prestando atención, pero JungKook sintió como si todos en el cuarto lo estuvieran viendo. Él vio al interior de los oscuros ojos, preguntándose si el tipo habría perdido la cabeza.

 

Pero oír la palabra pareja de nuevo hacía que su mente explotara. Nunca pensó oír esa palabra de nuevo aplicada a él. Después del asesinato sin sentido de su pareja, le había tomado a JungKook diez años para superar el duelo y otros cinco para llevarlo al aturdimiento en el que finalmente JungKook se preocupaba realmente por otro ser. Finalmente tomaba la vida con alegría, aunque fuera solo el día a día.

 

¿Ahora este hombre llegaba aquí y reclamaba ser la pareja de JungKook?

 

—Tienes a la persona equivocada, amigo —bufó, tomando la toalla de manos y colocándola sobre su hombro, enojado de que alguien pudiera reclamarlo—. No me importa lo que reclames ser. No eres mi pareja. Él murió hace tiempo.

 

—Estoy consciente de lo de Dae Geon —el hombre dijo en voz baja, su voz con un toque de seriedad y compasión que brillaba en sus ojos. JungKook no quería la compasión del apuesto extraño. Quería que lo dejaran en paz. Entre más pensaba en eso, más se enojaba, incluso de que el hombre mencionara el nombre de Dae Geon.

 

JungKook se giró, viendo al hombre sentado frente a la barra de su taberna, reclamando conocer a su pareja hace mucho muerta. Su Dae Gun. —Fuera.

 

El hombre se alejó de la barra, dándole a JungKook una ligera y arrogante inclinación de cabeza. —Me voy. Pero puedo asegurar que regresaré.

 

De eso, JungKook no tenía duda. El hombre parecía lo suficientemente engreído para hacer eso. JungKook vio a Nam Joon caminar hacia la puerta del frente, una sensación de pérdida inmediatamente lo siguió ante la desaparición. Era una locura que sintiera algo más que no fuera lujuria por ese tipo. Nam Joon no era su pareja. No había atracción, nada que indicara lo contrario. Entonces, ¿por qué quería correr detrás del hombre? JungKook no estaba seguro. No debería de sentir la pérdida de él.

Eso solo era calentura y un pene duro. Eso es lo que debería de ser. No. JungKook estaba imaginando que necesitaba que el hombre regresara.

 

El tipo lo había sacado de su jodido balance. JungKook veía los anchos hombros de Nam Joon que dejaba la taberna. ¿Cómo supo Nam Joon acerca de Dae Geon? No había mencionado el nombre de su difunta pareja en una década, solamente en la oscuridad de la noche cuando se encontraba solo. JungKook nunca había mencionado el nombre de Dae Geon con nadie, ni siquiera cuando estaba perdido en su duelo. Era demasiado doloroso pronunciar el nombre de su pareja.

 

Incluso pensar en Dae Geon ahora dolía como una perra. Su estómago inmediatamente se hizo nudo, y JungKook estaba al borde de las lágrimas. Se limpió la garganta y revisó la taberna, preguntándose si incluso algún día podría pensar en su pareja sin dolor.

 

No, Nam Joon no era su pareja y nunca podría serlo. Esa parte de su corazón estaba muerta, junto con su pareja y, ningún otro, podría reclamarla. Eso definitivamente era solo atracción, una fuerte atracción hacia el caliente hombre. JungKook ya se había emparejado. No había una segunda ronda.

 

—¿Estás bien? —Junyoung preguntó mientras tomaba asiento.

 

JungKook vio hacia la puerta un momento más y asintió.

 

—Si. —Tenía que sacudirse la sensación de vacío. JungKook se protegía contra las negativas emociones que amenazaban enviarlo de regreso a una oscura depresión.

 

—¿Alguien te está causando problemas? Sabes que yo me encargaría de quien jodido lo haga, JungKook.

 

Y JungKook apreciaba el gesto. Solo no estaba seguro de que Junyoung pudiera ser capaz de ayudarlo con este problema.

 

—No, estoy bien —JungKook mintió mientras sacudía la cabeza y se alejaba.

 

Nam Joon subió a su motocicleta mientras veía a la taberna durante un gran momento antes de encender la motocicleta y alejarse. Después de un tiempo de vida buscando, finalmente había encontrado a su pareja. Si el shifter pensaba que se desharía de Nam Joon tan fácilmente, JungKook tenía que pensar de otra manera.

 

—¿Le dijiste? —Hyung Won preguntó mientras manejaba su motocicleta al lado de la de Nam Joon por la ruta 14. No estaba seguro de que Hyung Won supiera dónde estaba, pero debería de saber que el hombre no estaría muy lejos detrás de él. Hyung Won le había servido bien durante los veinte siglos pasados, siempre a su lado, el primero en saltar y pelear cuando el caos se formaba.

 

El tipo era letal en una pelea, pero era tranquilo a su lado, y Nam Joon sabía que era el único en quien confiaba.

 

—Si. Y él saltó de alegría —Nam Joon dijo sarcásticamente mientras aumentaba la velocidad. Él sabía lo que estaba por venir—. Justo antes de echarme —dijo por el intercomunicador de su casco.

 

Podía oír la carcajada de Hyung Won, Nam Joon tensó la mandíbula. Él estaba feliz de que su mejor amigo encontrara eso tan malditamente divertido. Por otro lado a él no le parecía.

 

—Él va a ceder. De eso estoy seguro. ¿Cómo alguien puede resistirse a nosotros? —Hyung Won bromeó con su calmada y risueña voz. Nam Joon sacudió la cabeza mientras seguían por el camino rural de regreso al este del valle de Pride Pack.

 

Nam Joon nunca pensó que encontraría a su zaterio, su pareja, especialmente en un pequeño pueblo como ese. Se había detenido en el JungKook’s Bar y Grill de camino a casa y había descubierto a su pareja destinada detrás de la barra sirviendo bebidas. Le tomó cada gramo de su control a Nam Joon no jalar a su zaterio del bar y llevarlo a casa en donde pertenece.

 

JungKook era un shifter. No estaba consciente de las costumbres del pueblo de Nam Joon. Aunque él iba a descubrirlas pronto. No había manera de que Nam Joon le permitiera a su zaterio alejarse de él. El tiempo era esencial, y Nam Joon tenía solo una pequeña cantidad de él, dos días, antes de que el calor del apareamiento comenzara a ser intolerable y él pudiera desear morir si no reclamaba a JungKook en el tiempo designado.

 

Realmente algunos días apestaba ser una Bestia Alada.

 

Después de algunas horas, Nam Joon vio el pequeño acceso en la ruta que guiaba a la base de la montaña. Hyung Won y él salieron de la ruta 14, tomando esa dirección. No le gustaban las sensaciones que tenía. Ellos estaban por cumplir dos mil años de haber sido exiliados y algo siempre sucedía en el aniversario de las Bestias Aladas.

Qué mal que no fueran flores y cenas.

No, el Rey Julien podría enviarles a las Bestias Aladas algún regalo ‘especial’ para recordarles su destino. El regalo ocurría cada siglo, y ellos estaban por llegar al vigésimo. Nam Joon tenía que admitir que el rey era creativo.

 

—¿Sientes eso? —Hyung Won preguntó por el intercomunicador.

 

—Si. El rey está preparando algo. —Nam Joon llevó su motocicleta al gran cobertizo de aproximadamente doce por doce.

Cualquiera que lo viera, podría pensar que era un largo y desierto pequeño hangar, y eso era exactamente lo que las Bestias Aladas querían. Nam Joon había colocado hechizos alrededor del pequeño edificio —un regalo de su amigo Hyeon Su— hacía que cualquiera que se acercara sintiera la necesidad de alejarse rápidamente. Desde que habían descubierto el lugar hacia dos siglos, las defensas habían funcionado.

 

Esperaba que Julien no derrumbara su castillo de naipes. El rango del bastardo le permitía hacerlo y eso enojaba a Nam Joon. Nam Joon deslizó su mano dentro de su chaqueta de piel y presionó el botón del control remoto para abrir la puerta.

 

«Hogar dulce hogar».

 

Entró en el edificio, estacionando su motocicleta en una hilera junto a las demás, apagó el motor y se quitó el casco. Hyung Won entró detrás de él, se estacionó a su derecha. Nam Joon colgó el casco en un gancho en la pared y se dirigió a la pared del fondo. —No quiero oír ni una mierda. No te permito decirme nada acerca de JungKook —le advirtió a Hyung Won.

 

El hombre se rio y colgó el casco. —¿Qué sucede, jefe? ¿No quieres que alguien sepa que te echaron de la taberna?

 

Nam Joon gruñó y Hyung Won se carcajeó. El hombre era muy leal, pero su sentido del humor apestaba. Hyung Won era del tipo que tienes atrás bromeando hasta sacar la mierda de una persona pero el primero en entrar cuando se formaba un lio.

 

—Jódete. Él no me echó. —Nam Joon gruñó ante la verdad—. Yo caminé por mi mismo.

 

Eso solo hizo que Hyung Won se carcajeara más fuerte mientras marcaban el código en un lado de un panel hace mucho tiempo-muerto, o es lo que alguien vería si lograba pasar sus defensas. La pared detrás se abrió revelando un bien iluminado pasillo que guiaba arriba a la casa de las Bestias Aladas.

 

—Eso puede ser muy malo —dijo Hyung Won entre carcajadas.

 

Nam Joon lo ignoró mientras corría a las escaleras y entraba a la cavernosa sala. Gruñó cuando vio a Red sentado en el sofá viendo una vieja película en blanco y negro. El hombre era adicto a los clásicos.

 

—¿Cómo les fue? —Lumin preguntó saliendo de la cocina. Un gran tazón de mezcla en su mano, sus dedos girando sobre el borde.

 

—Echaron el culo de él fuera —dijo Hyung Won dejándose caer en el sofá a lado de Red.

—Gracias. —Nam Joon curvó los labios hacia arriba y se dirigió a su escritorio.

—¿En serio? —Lumin preguntó, viéndolo con una abatida expresión—. Dime que no es cierto.

 

—¿Por qué te ves tan decepcionado? No es tu pareja la que te dijo que te fueras. —Entre más Nam Joon pensaba en eso, más se enojaba. JungKook era su zaterio, y eso debería de importarle al hombre.

 

De lo que Nam Joon había aprendido, los shifters podían sentir la atracción cuando encontraban a su otra mitad. Eso era diferente para las Bestias Aladas. Ellos fueron creados no nacidos. Ellos no sentían la atracción, ni la instantánea necesidad de estar con el otro. Las Bestias Aladas, podían sentir a su zaterio en sus huesos.

 

—Si él te rechaza, entonces ¿qué oportunidad tenemos nosotros? —Lumin preguntó antes de meter su dedo dentro de la boca, una expresión de gran dicha en su cara.

—Deja de bromear. —Red le lanzó un balón de futbol a Lumin, quien evadió el misil—. No todos caen de rodillas ante Nam Joon.

 

Lumin le sonrió cínicamente a Red. —Yo nunca caí de rodillas frente a él, pero he oído que tú eras muy bueno en eso.

 

Nam Joon rodó los ojos, nunca había tenido sexo con ninguno de sus hombres, pero ellos amaban joder con eso entre ellos, en cada oportunidad que tenían. Él nunca los entendería. No había nada especial en él, para que esos hombres bromearan con eso, pero cuando has vivido tanto, esa mierda aburre.

 

—¿Chicos ,han sentido algo en el aire últimamente? — Nam Joon preguntó mientras se recargaba, acomodando sus manos detrás de su cabeza.

 

—No, pero he visto algunas señales afuera —dijo Lumin mientras se apoyaba en el marco de la puerta que iba a la cocina—. Este es el aniversario del siglo veinte. Julien no es del tipo que deja el pasado en el pasado.

 

Había una extraña vibra alrededor de todos ellos. Nam Joon podía sentirlo. Deseaba poder ver eso. Odiaba la anticipación y la incertidumbre. Eso hacía que un hombre saltara al infierno. —¿Dónde están todos?

 

Red se encogió de hombros. —Afuera.

 

«No mierda». Nam Joon había reunido a mucho en esta casa vacía. —Ray se supone que estaría depurando mi laptop. No parece que haya terminado —Nam Joon gruñó cuando no pudo descargar la página.

 

—También dijo que estaría enterrado en la montaña, entonces entraría al satélite que aquí tiene poca señal y lo mejoraría —Lumin le recordó—. Él está haciendo algo para enlazar la recepción o al menos eso es lo que dijo. No estoy seguro de la mitad de lo que habla ese chico.

 

Nam Joon cerró su laptop y se reclinó en su silla, pensamientos de su pareja le robaban la atención. JungKook era un hermoso hombre. Nam Joon nunca había conocido a alguien con tan lindos ojos ámbar, Al menos no en un hombre. Se preguntaba si esos ojos podrían rogar lindamente mientras Nam Joon jodiera a JungKook hasta que su zaterio cantara su nombre. Con solo con pensar en tener a JungKook bajo él, caliente y ardiendo, estaba listo para regresar a la maldita taberna y solucionar el problema con el hombre por su derecho a reclamarlo.

 

Nam Joon contuvo un gruñido al pensar en joder el apretado culito de JungKook. Eso sería magnifico. Él lo sabía.

 

—Hey, Nam Joon. —T.K le sonrió entrando en la sala desde el pasillo de las recámaras. Nam Joon sabía que este lugar sería perfecto cuando recorrieron el área cientos de años atrás. Encontrar un castillo ya construido en un costado de la montaña fue perfecto. Podía ver por qué los anteriores ocupantes lo habían construido. Incluso había una siempre presente niebla alrededor del frente del castillo, bloqueando la vista de cualquier punto en el suelo. La única cosa que indicaba que había algo alrededor era el hangar, y se veía como abandonado hace mucho.

 

Aunque vivir en un costado de la montaña tenía sus desventajas —como que no había una jodida señal para su laptop.

 

Jin me preguntó si habías oído algún rumor de disturbios al oeste de nosotros. Seung Yub  y él salieron a revisar.

 

 

Nam Joon se inclinó hacia adelante, las patas de la silla rasparon el suelo de mármol. —¿Qué rumores? —JungKook estaba al oeste de aquí. ¿Por qué no había oído de los rumores? Nam Joon se puso de pie y se dirigió a la puerta antes de que T.K. terminara de hablar.

 

—Rumores de que hay intranquilidad en la comunidad de los shifter. Él cree que es Julien —T.K. gritó mientras Nam Joon bajaba los escalones corriendo y se dirigía de regreso al hangar por su motocicleta. No sintió nada cuando estuvo en la taberna, pero estaba distraído por su pareja. Debería de haberlo hecho mejor y no permitir que JungKook tomara toda su atención.

 

Las cosas podrían ponerse mal rápidamente cuando Nam Joon no estaba en una constante vigilancia.

 

«Maldición».

 

—¿Necesitas compañía? —Hyung Won gritó desde arriba del escalón labrado.

 

—No esta vez, Hyung Won. —Nam Joon tomó las llaves de su motocicleta del compartimiento escondido en la pared del hangar y subió a su moto, encendiéndola mientras presionaba el botón del control remoto para abrir la puerta. Aceleró y salió disparado, recordando en el último segundo cerrar la puerta.

 

Si el Rey estaba realmente causando problemas como lo hacía cada cien años, entonces Nam Joon necesitaba asegurarse de que JungKook no quedara atrapado en medio de eso.

 

Si el Rey los había desterrado hace dos mil años porque pensaba que las Bestias Aladas eran una amenaza para su trono, entonces Julien aun no había visto una mierda si él jodía con JungKook. Los guardianes, los cuales habían jurado proteger a cualquier Rey que estuviera en el trono, fueron lanzados fuera del paraíso. El recién coronado Rey había decidió que sería un pésimo líder y no quería a nadie que le evitara gobernar con mano de hierro. Su primera orden fue liberarse de las Bestias que sostenían la justicia.

 

«Jodido».

JungKook se reía viendo a Seyong, la pareja de Insoo y Joon Kyu, y Yuta, la pareja de Ten y Johnny, que bailaban en la pista de baile. Ninguno tenía ni un gramo de ritmo combinado. Ellos hacían un espectáculo mientras se movían alrededor pero era demasiado divertido.

 

Honestamente en ocasiones dolía el ver a los hombres en pareja en la taberna. Solo le recordaba a JungKook lo que él había perdido hace mucho tiempo. Pero JungKook había aprendido a tratar con el dolor de estar solo, tomando un día a la vez.

 

Además, el ser dueño de una taberna evitaba que JungKook estuviera recluido. Sabía en su corazón que Dae Gun no hubiera querido que se consumiera, sino que disfrutara su vida de la mejor manera que pudiera. Así que JungKook había comprado la taberna, pensando en que el estar rodeado de gente le ayudaría a combatir la depresión.

 

La mayor parte del tiempo funcionaba. JungKook se mantenía ocupado con los clientes. Pero en ocasiones como esta, cuando veía el evidente amor en la cara de los hombres mientras veían a sus parejas hacer un espectáculo de si mismos, era cuando JungKook sentía un nudo en su estómago ante el anhelo de su pareja muerta.

 

—Quiero otra cerveza —Ji Yeop, el capataz que construyó la nueva casa de Changjo, dijo mientras tomaba asiento frente a la barra.

 

—Ahora te la traigo. —JungKook tomó de debajo del mostrador una cerveza fría y se la entregó a Ji Yeop. Notó a dos hombres sentados ante una de las mesas del fondo, viendo a Seyong y a Yuta bailar. Pero JungKook no era estúpido. Sabía lo que esos hombres realmente estaban viendo, y no era a las pequeñas parejas.

 

Le sonrió a Ji Yeop y tomó los billetes que el capataz le entregó, y caminó hacia la registradora. Podía sentir la mirada de los extraños taladrando un agujero en su espalda. JungKook le dio a Ji Yeop su cambio y se arriesgó a ver. Los dos hombres estaban viendo directamente hacia él, sin esconder el hecho de que él era su principal interés. Uno inclinó la cabeza dándole a JungKook una lujuriosa sonrisa.

 

No estaba seguro quiénes eran ellos, pero cada instinto en él le decía que se quedara un infierno lejos de ellos. Parecían estar tramando algo y JungKook no tenía intención de quedar atrapado en el que fuera el plan que tuvieran. Solo esperaba que ellos no fueran lo suficientemente estúpidos para quedarse con la esperanza de robar el lugar. La taberna era frecuentada por shifter y todo tipo de otras criaturas que podrían desgarrar a los hombres formándoles un nuevo ano.

 

JungKook caminó alrededor de la barra en forma de herradura tomando algunas órdenes mientras mantenía un ojo en los sospechosos hombres. JungKook trató de enfocar sus sentidos en los dos extraños, pero con tanta gente en la taberna era casi imposible.

Tomó una Budweiser de detrás de la barra y entonces se enderezó para entregársela a Joon Kyu cuando notó que nadie en la taberna se movía.

 

Se atrevió a ver alrededor para encontrarse con gente en varias poses pero ninguno movía ni un músculo, como si estuvieran congelados.

 

Sus ojos captaron movimiento a su izquierda. Eran los dos hombres que había estado viendo toda la noche. Ellos se dirigían hacia él con una infernal sonrisa en sus caras.

 

—Entonces, ¿eres el único? —uno de ellos dijo aproximándose al bar—. No te pareces mucho a mí.

 

JungKook no estaba seguro de lo que decía. Ni siquiera estaba seguro de saber de qué infiernos estaban hablando.

 

¿Qué quisieron decir con ‘el único’? Nunca había visto a ninguno de esos hombres antes en su vida así que no tenía ni idea de cómo responder.

 

Se quedó ahí atascado viendo aturdido a los hombres que había conocido durante años pareciendo estatuas. El vello de la parte de atrás de su cuello se erizó cuando vio a los dos hombres detenerse cerca del mostrador.

 

—Creo que Nam Joon cumplirá cuando descubra que nosotros lo tenemos —uno de ellos le dijo al otro, como si JungKook no estuviera justo ahí frente a ellos oyendo. Sin embargo, captó la esencia de lo que estaban diciendo. Ellos planeabas usarlo par obtener algo de Nam Joon. JungKook no estaba seguro de en qué mierda estaba Nam Joon metido pero él no iba a ser usado como peón.

¿Por qué los chicos calientes siempre tenían problemas siguiéndolos?

—Podría sugerir que vengas voluntariamente. Realmente no quieres enojarnos —dijo uno de ellos a su derecha antes de que cambiara en el más jodidamente grande perro que JungKook hubiera visto. No había manera de que ese perro fuera un shifter normal o una de esas mascotas que tenían los humanos. Sus caninos eran del doble del tamaño de lo que deberían de ser en un perro, y sus enormes patas tenían garras del tamaño del… Infiernos, eran demasiado grandes y atemorizantes.

 

JungKook no sabía lo que debería de hacer. Inclinó la cabeza para estudiar la cara del hombre desde detrás del bar. —¿Qué son? —preguntó al que aun conservaba su forma humana.

 

—Trabajamos para alguien que odia a Nam Joon con cada respiración que toma. No puedo decir que lo culpo. Nam Joon cree que él está sobre todo el mundo. Intocable. Necesita ser curado. Y tú eres el único que hará al gran comandante someterse.

 

De alguna manera, JungKook no podía imaginar a Nam Joon sometiéndose ante nadie.

 

El hombre parecía más largo que la vida y con una fuerza para ser reconocida. Esa fue la impresión que JungKook tenía de su breve conversación con Nam Joon. El hombre exudaba esencial autoridad. JungKook vio hacia el perro que le gruñía. No había manera de que pudiera pasar entre ellos para huir por la puerta.

 

Su corazón estaba latiendo tan rápido que JungKook temía que pudiera explotar en su pecho mientras veía la saliva escurrir de entre los grandes caninos del perro.

 

—Somos infernus incolae, residentes del infierno, o comúnmente conocidos como los perros del infierno. Nosotros fuimos convocados para enseñarle una lección a Nam Joon. — El hombre se acercó, haciendo que el corazón de JungKook latiera más aprisa dentro de su pecho. De algún modo sabía que no iba a salir vivo de la taberna. El único consuelo que JungKook tenía era que finalmente podría estar con Dae Gun. Cerró los ojos y asintió, resignado a lo que fuera que esos dos hombres le hicieran.

 

—Sabia decisión —dijo el que aún seguía en su forma humana mientras caminaba lentamente rodeando el mostrador para llegar a tomar a JungKook.

 

«Te amo, Dae Gun».

 

JungKook se giró y siguió al hombre. Caminaron hacia la puerta con el perro a su otro lado. Las grandes garras raspaban el piso de madera, recordándole a JungKook el tamaño de esas garras y lo destructoras que podrían ser.

 

Lamentó no poder seguir con sus amigos y no poder decirles adiós, mientras caminaba entre los congelados clientes hacia la puerta del frente.

 

JungKook levantó la cabeza cuando la puerta de la entrada se abrió, una criatura totalmente hermosa estaba ahí. Tenía un enorme tamaño, su piel era de un rojo sangre, le recordaba a JungKook el sol poniéndose en el horizonte. La criatura tenía ojos del color del whiskey y cabello negro, del mismo tono que las largas pestañas que rodeaban sus impactantes ojos. Pero fueron los colmillos en su boca lo que atrajo la atención de JungKook. Brillaban con la luz de la taberna, viéndose como hojas de rasurar.

 

Los ojos de la criatura vieron a JungKook y un fuerte gruñido retumbó en su enorme pecho. —Un hombre sabio sabe cuando la oscuridad está sobre él.

 

 

 

continuara...


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