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Consuegros por Casiopea

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- Compórtate como un padre normal, por favor.

Bufó, y la miró entre sorprendido e indignado, mientras bajaba de su coche y seguía a su hija por el camino terroso que daba a la entrada de la elegante casa.

Soy un padre normal.- Refutó, haciendo que ella le mirase entornando los ojos por debajo de su flequillo negro y bien peinado.

- Dejabas que fuera al colegio disfrazada.

- Eras tú la que no paraba de insistir en que quería ser Sailor Moon, yo solo te dije que vale.

- ¡Tenía cinco años, papá!

- Y estabas monísima.

- Dios, solo... Solo compórtate.

- Que sí. No seas pesada, eh.

Jinri lo miró indignada, con la boca entreabierta, pero antes de que pudiera protestar algo, su padre tocó el timbre y unos segundos después la puerta estaba siendo abierta, por una mujer esbelta y elegante. Vestía una falda de tubo con color crema y una chaqueta del mismo color con detalles dorados y el cabello recogido en un altivo moño.

Minho pensó que la mujer era tan elegante como la casa en la que vivía.

- Buenas tardes.- Saludó con un tono estirado.

- Buenas tardes señora Kim, soy Choi Jinri y este es mi padre Choi Minho.

El aludido se inclinó al igual que había hecho su hija, con una reverencia respetuosa. La mujer solo inclinó la cabeza.

- Podéis llamarme Taeyeon.- A Minho le dio la impresión de que solo lo decía por compromiso.- Pasad, por favor.

La entrada de la casa era bonita y amplia, con los muebles de impecable madera clara a juego con el color de la pared. Incluso los marcos de las fotografías combinaban con la estancia. No había que ser adivino para saber que la familia Kim le había pagado generosamente a un decorador. Y a un arquitecto, porque no sabía cómo había hecho para que las escaleras también quedase a juego con todo lo demás.

Minho miró sus vaqueros de color negro su camisa azul claro y su americana también oscura. No llevaba un traje de Armani, pero él creía que iba lo suficientemente elegante para conocer a su yerno y a su familia. Creía; porque de repente se sentía fuera de lugar. Ahora que paraba a pensarlo, estaba realmente, fuera de lugar. Estaba bien que Jinri conociese a la familia de su novio, pero él no pintaba nada ahí, por muchos: "papá, tenemos que hacer lazos familiares" o "el día de mañana tal vez esa sea tu familia política, ¿tendrás que conocerlos, no?". Él seguía sin verle el buen puerto a eso.

Fue precisamente de las escaleras dónde vio bajar a un hombre. Minho no sabría decir en ese momento si la camisa que llevaba era de un blanco pulcro, o tal vez de un color crema suave, o si llevaba chaqueta por encima, solo sabía que tenía el cabello castaño y la sonrisa más bonita que había visto en su vida. Y Minho había visto muchas sonrisas, porque se dedicaba a fotografiarlas, pero nunca había apreciado una tan dulce como la que tenía ese hombre, y deseó tener una cámara entre sus manos.

- Tu debes de ser la famosa Jinri.- Dijo al llegar al último escalón y Minho comprobó que también tenía una voz muy bonita.

- Encantada de conocerle, señor Kim.

- Igualmente.- El hombre correspondió la inclinación de su hija, y se dirigió hacia él.- Y usted es el señor...

- Minho.- Interrumpió.- El señor Choi es mi padre.

- En ese caso yo soy Jonghyun.

También tenía un nombre realmente bonito. Entonces supo porqué su Jinri se había enamorado perdidamente de su hijo. Jongin sin duda había salido a su padre. Él mismo sentía que estaba empezando a enamorarse.

- Jongin bajará...

- ¡Sulli!

- ... En seguida.- Jonghyun rodó los ojos, y Minho no pudo evitar reír.

El hijo de los Kim bajó como un vendaval las escaleras hasta llegar a Sulli, para poder abrazarla y besarla sin pudor alguno. Minho no se molestó, tenía la suerte de mantener una estrecha relación de confianza con su hija, así que cuando ella empezó su noviazgo con Jongin, no dudó en decírselo a su padre, y este en invitar a cenar al chico a su casa para conocerlo. Jongin le había parecido un chico bastante educado, serio y responsable, aunque ahora que veía la atmósfera en la que se había criado no le extrañaba.

- ¡Jongin!, ¿qué modales son esos?

El aludido se apartó rápidamente de la chica, con la cara sonrojada, mientras Sulli escondía su rostro tras su flequillo.

- Lo siento.- Le dijo a su madre.- Buenas tardes, señor Choi.

Minho le correspondió el saludo, aguantándose la risa porque el bochorno de la pareja le hacía demasiada gracia, aunque la señora Kim no parecía demasiado contenta con eso. Cenaron más tranquilos de lo que esperaba, Minho se encargó de concentrarse más en la comida que en las conversaciones porque seguía sin entender qué hacía él ahí, obviamente todas las preguntas de los padres de Jongin iban dirigidas a su hija, a él no le hacía falta preguntarle nada al chico porque ya lo conocía, y aunque tampoco les preguntó nada al matrimonio, se enteró de que Taeyeon era decoradora de interiores -ahora entendía el bonito amueblado de la casa.-, y Jonghyun era abogado matrimonialista, que ambos provenían de familias acomodadas, así que la petulancia de Taeyeon desgraciadamente le venía de genética.

- Gracias por venir, Minho.- Le agradeció Jonghyun, en el momento en que habían empezado a comerse el postre.

Era una tarta preciosa, que la señora Kim presumía de haberla hecho ella misma. Minho casi se puso a reír ahí mismo. Nadie podía hacer una tarta tan bonita con los centímetros de uñas de porcelana que tenía esa mujer en los dedos, pero bueno, si ella lo decía, él no era nadie para quitarle la razón.

- Ha sido un placer, gracias por invitarme.

- Es una pena que no haya podido venir tú esposa.- Comentó Taeyeon.

Minho cortó con tanta fuerza el trozo de tarta que se deshizo por completo. Levantó el rostro del plato y miró la fina apariencia de Taeyeon.

- No, no estoy casado. La madre de Jinri...- Las palabras se le enredaron en la boca, pensando cual seria una manera delicada de decirlo. Después de tantos años todavía no había encontrado la mejor forma de decirlo.

- Mi madre nos abandonó cuando nací.- Dijo Jinri, con una sonrisa suave.

Minho agradeció que terminase la frase por él. Siempre había pensado que Sulli había podido superar mejor la noticia del abandono de su madre porque había crecido sin ella y él siempre había intentado ser madre y padre a la vez. A él todavía le costaba asumirlo.

- Oh, lo siento mucho.- Se disculpó el señor Kim. 

Minho había esperado también una disculpa por parte de su esposa, pero al parecer era demasiado pedir.

- ¿A qué te dedicas?.- Preguntó en vez la mujer, para aliviar la tensión que se había formado en la mesa.

- Soy fotógrafo.

- ¿Y ya está?

Minho comió un trozo de pastel, y la miró como si no entendiera a qué se refería. 

- Sí, ¿por qué?

- Es que, bueno, no me tomes a mal, pero hacer fotografías en mi opinión es más una afición que una profesión.

Por eso no le gustaba la gente con dinero. Obviamente que se lo había tomado a mal, porque su trabajo para él era serio, y no entendía las etiquetas que tenía la gente rica sobre los otros, ni tampoco comprendía porqué siempre encontraban la necesidad de que la gente a su alrededor estuviese a su altura. Él no era médico, ni abogado, ni juez. Era fotógrafo, estaba orgulloso de serlo, y no necesitaba la mirada de superioridad que le estaba dedicando Taeyeon en ese momento.

- A mi me parece una profesión bonita.- Comentó Jonghyun.- Y está bastante bien, porque así nos ahorramos el fotógrafo para la boda.- Bromeó.

Minho sonrío sin sentirlo, y se dedicó a terminarse el postre antes de decir cualquier cosa que pudiera fastidiarle la cena a su hija. 

- Mi hijo no se va a casar con la hija de un fotógrafo.

El silencio se hizo tronador en el comedor. Minho se había quedado tan anonadado que ni si quiera se le ocurrió una respuesta que refutar contra lo que acababa de decir Taeyeon. Él no creía que pudiera existir una persona capaz de decir semejante cosa y quedarse tan a gusto comiendo un pastel como lo estaba la señora Kim.

-Pues te equivocas, mamá. Sí voy a casarme con ella.- Minho parpadeó, cuando escuchó la voz de Jongin rezumando  rabia.- De hecho, esta cena era para comunicaros nuestro compromiso.

Espera, espera, espera.

¿Qué?

Estaba empezando a perderse.

- Jongin, no juegues con temas tan serios.

- No estoy jugando. De verdad vamos a casarnos.

- No voy a pagarte la boda.

- No necesito que me la pegues.

- Pues no sé cómo vas a casarte sin dinero.

Minho miró de Taeyeon hasta Jongin consecutivamente mientras iban discutiendo, observó a Jonghyun que parecía tan perdido como él, y por último se fijó en su hija, que tenía la cabeza agachada y las manos sobre su regazo arrugando su vestido. Sabía, por el temblor en los hombros de Sulli, que ella estaba llorando.

La vio suspirar, con el pecho temblándole, vestida con su vestido azul cielo y su coleta alta recogiendo un cabello igual de oscuro que el suyo y su flequillo tapándole unos ojos que le recordaban a su madre. La vio, al lado de Jongin, y pudo observar como su mano izquierda estaba entrelazada con la del chico, y entendió que su hija, su preciosa niña, había crecido. Y iba a casarse.

- Yo pagaré la boda.- Su murmuro detuvo toda discusión que hasta ese momento se mantenía entre madre e hijo.

La señora Kim se calló abruptamente, y lo miró como si en cualquier momento fuera a clavarle un cuchillo en los ojos.

- ¿De verdad?.- La ilusión latía en los ojos de su hija. Minho le sonrió con cariño, y para cuándo su cabeza asentía, Jinri ya se había abalanzado contra él en un abrazo.- Gracias, papá. Te quiero mucho.

- No creo que la fotografía dé para pagar una boda.

Minho estuvo a punto de responder algo tan venenoso como lo que había soltado Taeyeon, pero su hija se adelantó cuando se puso en pie repentinamente.

- Con todo el respeto del mundo, señora Kim, mi padre es un gran fotógrafo, y aunque no lo fuera, aunque fuera un vagabundo, sigue siendo mi padre, y por encima de todo es una persona que se merece un respeto. Cosa que usted no tiene. Y si tener dinero me va a convertir en una mujer tan irrespetuosa como usted, prefiero seguir siendo la hija de un fotógrafo.- Sulli respiró con dificultad, con las lágrimas adornandole las mejillas.- Ah, y no necesitamos su aprobación, solo le estábamos informando de que vamos a casarnos.

Minho vio como su hija abandonaba el salón. Taeyeon tenía una expresión imperturbable en el rostro, pero se notaba el desconcierto en sus ojos. Jonghyun tenía la mirada perdida y Jongin sonreía por detrás de su mano. Él estaba algo descolocado. No sabía si sentirse ofendido por la señora Kim, o terriblemente orgulloso por su hija. Así que solo se levantó, hizo una pequeña reverencia, y se fue por el mismo sitio por el que había salido Sulli.

Menuda cena.

 

 

 

 

*****

 

 

 

 

 

No estaba seguro se estar haciendo lo correcto. Bueno, sí lo estaba haciendo, pero igualmente no estaba muy seguro de lo que iba a hacer.

Había tenido una larga y tediosa discusión con Taeyeon, y una larga y exhaustiva conversación con Jongin. La charla con su hijo había sido mucho más productiva que la de su mujer.
Estaba de acuerdo con que no eran la familia más comunicativa del mundo, y él mismo se arrepentía muchas veces de la relación fría que tenía con su hijo, pero al menos Jongin podría haber tenido la decencia de avisarles. Él ni si quiera sabía que tenía novia, ¿y ahora iba a casarse, así, de repente?. Sabía que los jóvenes de ahora no se tomaban el matrimonio muy en serio, él lo veía todos los días en su profesión, pero aún así era un tema importante que no podía decir a la ligera, aunque cuando Jongin le miró y le preguntó "¿Papá, has estado en la misma cena que el resto de gente?". Entonces entendió porqué su hijo no se había atrevido a decirlo antes; Taeyeon a veces era demasiado complicada de llevar.

La conclusión de esos tres días de discusión era que tenían que preparar una boda para verano, porque les gustase o no, Jongin era su hijo, y se iba a casar, así que como padre tenía que apoyarle, y por concluyente su esposa tendría que callarse y aguantar, porque era su hijo también. Para Jonghyun era demasiado precipitado una boda en verano, porque apenas eran tres meses, pero tendría que asumirlo. Y para empezar a asumirlo, debía pedirle una disculpa a Minho por la cena que le hicieron pasar.

Que era justamente lo que iba a hacer en ese momento.

Pulsó el último piso del ascensor. Según Jongin, Jinri le había dicho que su padre tenía un estudio fotográfico en ese edificio. Había comprobado la dirección dos veces, porque el edificio era uno de esos modernos y lujosos en el centro de la ciudad, y Jonghyun no había esperado eso cuando le dijeron que Minho tenía un estudio. Las puertas del ascensor se abrieron y un recibidor completamente blanco le dio la bienvenida. Habían fotografías de portadas de revistas de moda decorando las paredes, unas sillas acolchadas blancas en un rincón izquierdo de la sala y un escritorio con una bonita chica detrás. Estaba a punto de darse la vuelta y volver al ascensor, cuando la chica hizo contacto visual con él, y le sonrió cordialmente.

- Buenos días. ¿Puedo ayudarle en algo?

Supuso que no perdía nada por preguntar.

- Buenos días. Estaba buscando al señor Choi.- A Jonghyun se le hacía raro llamarlo señor, porque lo primero que pensó cuando vio a Minho es que era muy, muy joven.

- ¿Choi Siwon o Choi Minho?

- Minho.

- Un minuto, por favor.- La chica cogió un teléfono que tenía en la mesa y se llevó el auricular al oído mientras marcaba un número.- ¿Tenía cita con él?

¿En serio Minho trabajaba ahí?

- No.- Respondió al cabo de varios segundos.- No tengo cita.

- ¿Como se llama?

- Kim Jonghyun.

Jonghyun apoyó las manos sobre el elegante escritorio, mirando toda la pulcritud de ese sitio.

- Buenos días, señor Choi.- La voz de la chica captó otra vez su atención.- Pregunta por usted el señor Kim Jonghyun. De acuerdo.

La chica colgó el teléfono y le sonrió educadamente.

- Por ese pasillo, estudio número siete.- Le indicó.

Jonghyun avanzó dubitativo por el pasillo que le había señalado, hasta dar con una puerta que tenía un siete plateado en una placa al lado del marco. Estaba a punto de tocar a la puerta, cuando está se abrió dejando salir a un chico con el pelo tan rubio que a él casi le pareció blanco y una mirada atenta sobre él.

- Hola, ¿buscas a alguien?

- Sí, a Choi Minho.

El chico bufó, con una media sonrisa, apoyándose en el marco de la puerta y cruzando los brazos como si estuviera divertidamente molesto.

- Min, ¿por qué los hombres guapos siempre te buscan a ti?

- Taemin.- Escuchó la voz de Minho por detrás del chico.- ¿No te ibas?

El chico, que ahora sabía que se llamaba Taemin, volvió a bufar, le guiñó un ojo y se fue por el pasillo. Minho le sonrió, y abrió completamente la puerta, haciéndose a un lado para dejarle entrar.

- Pasa.

El estudio de Minho era tan blanco y pulcro como la entrada. Tenía una pared y suelo totalmente blanca con varios focos y aros de luz, y unos cuantos trípodes donde Jonghyun supuso que harías las fotografías. A la derecha tenía un amplio sofá en una esquina que estaba lleno de abrigos y ropa y luego un escritorio con dos sillones de color crema, todo eso haciéndolo resaltar una enorme cristalera que tenía por ventana en la pared más alejada de la puerta.

- Vaya, que bonito.- Dijo, impactado por las vistas que tenía desde esa altura.

- Si, es espectacular. Cuando tengo tiempo libre siempre le hago un par de fotos.- Comentó Minho, señalando a la pared de detrás del escritorio, donde Jonghyun pudo ver diferentes marcos con fotografías de las vistas que tenía desde la ventana en diferente horario y épocas del año. Casi era más bonito el mural que había hecho Minho que las propias vistas.

- Es genial.

- Gracias.- Minho sonrió algo avergonzado, y Jonghyun pensó que se le veía todavía más joven que la primera vez que le vio.- ¿Necesitabas algo? ¿Quieres sentarte?

- Oh no, solo será un momento, no quiero robarte mucho tiempo.

- Tranquilo, me pillas en mi hora de comer.

- Lo siento, no quería molestarte.

- No molestas, de verdad. Aunque si quieres podemos hablar tranquilamente en un restaurante de aquí al lado. Yo invito.

Minho volvió a sonreír animado, y Jonghyun se preguntó si durante la cena había sido tan risueño. Lo dudaba, lo habría notado si así fuera. Así que asintió, porque la sonrisa de Minho era realmente encantadora y porque quería disculparse con él como Dios manda.

El restaurante era bastante tranquilo y convencional, los que trabajaban ahí parecían conocer bien a Minho porque no paraban de saludarle todo el mundo y él no paraba de sonreírle al personal. Cuando llegó la comida, Jonghyun pensó que Choi había pedido comida para ocho, pero el moreno se veía bastante tranquilo sirviéndose de todo.

- No sé cómo puedes comer tanto.- Soltó, sin llegar a tiempo para reprenderse a sí mismo porque lo había dicho como si hubiera algún tipo de confianza entre los dos y seguramente Minho se sentiría ofendido, sobretodo después de la imagen que Taeyeon dejó en él.

Pero contrario a lo que había pensado, Minho soltó una carcajada realmente divertida, con esa risa que hacía reír a todo el mundo, y Jonghyun se encontró sonriendo sin saber muy bien porqué.

- Es que hago mucho ejercicio.- Dijo Minho, y cuando se dio cuenta de que había dejado escapar una sonrisa coqueta, carraspeó un poco, volviendo algo más neutral su rostro.- Y ¿de qué querías hablar?

- Yo... Quería pedirte disculpas sinceras, por la noche que pasaste en nuestra casa. No fue nuestra intención que tu o Jinri os sintierais ofendidos.

Sabía que el plural de Jonghyun en esas disculpas era más cordial que otra cosa, porque estaba seguro de que Taeyeon no se disculparía con él.

- No pasa nada.- Dijo, porque realmente Jonghyun no tenía la culpa.- Fue Jinri la que más se cabreó, pero ya se le ha pasado.

- Lo siento. Es que Taeyeon su manera de ser sobreprotectora es así. En realidad sólo busca lo mejor para Jongin.

- Lo sé, la entiendo perfectamente.

Jonghyun miró al moreno comer aparentemente despreocupado, y no pudo evitar recordar lo que había dicho durante la cena.

- Debió ser duro.- Dijo, captando la atención del otro.- Digo, cuidar tú solo de una niña.

- Sí, la verdad es que en aquella época estaba un poco perdido, yo no sabía ser padre, pero no estuve realmente solo, mi familia me ayudó muchísimo, y con el paso de los años me he dado cuenta de que nunca se aprende del todo a ser padre. Siempre descubres algo nuevo.

- Como que nuestros hijos van a casarse.- Bromeó, haciendo a Minho reír.

- Sí, yo todavía no me puedo creer que mi hija ya haya crecido tanto.

- ¿Puedo hacerte una pregunta personal?.- Cuestionó Jonghyun de repente.

- Claro.

- ¿Cuántos años tienes?

Minho sonrió, como si estuviera acostumbrado a que le hicieran esa pregunta.

- Treinta y seis.

- Pareces más joven.- Porque Minho era joven, pero parecía mucho menor de los treinta y seis.

- ¿Más?.- Minho rió, negando con la cabeza, y Jonghyun se dio cuenta de que era realmente risueño.- Me vas a hacer sentir un veinteañero 

- Lo pareces.- Concordó Kim, y por primera vez se fijó en que Minho aparte de parecer joven, también era muy atractivo. Negó con la cabeza, alejando esos pensamiento.- Respecto a la boda, nosotros asumiremos los gastos.

- No, ya dije que yo me haría cargo.

- Insisto. No me gusta que me paguen las cosas.- Había sonado más brusco de lo que había querido, pero por suerte Minho no parecía habérselo tomado mal.

- Menos mal que he pagado la comida con antelación, entonces.

Ambos rieron, y un cómodo silencio cayó entre ellos hasta que Jonghyun lo rompió al fijarse en un cartel detrás de Minho.

- No sabía que había una galería de arte por aquí.

Minho se giró, fijándose en el cartel publicitario de la galería.

- La han abierto hace poco. Es pequeña, pero tiene una exposición expresionista muy interesante.

- ¿Te gusta el arte?.- Preguntó Kim con curiosidad.

Los ojos de Minho parecieron brillar en ese momento.

- Me encanta el arte.

Jonghyun correspondió la sonrisa emocionada de Minho.

- A mi también.

Y así comenzaron una charla sobre arte, discutieron y dieron sus puntos de vista, concordaron en algunos aspectos y en otros era totalmente dispares, y cuando se terminó el arte, hablaron de la vida, y de ellos mismos, de deportes y del clima. Hablaron de música, de viajes, de cine. Hablaron tanto que ninguno de los dos prestó atención a la hora que era hasta que Minho recibió una llamada en su teléfono.

- Lo siento. Debo volver al trabajo.- Se disculpó cuando finalizó la llamada.

Jonghyun negó con la cabeza, mirando la hora en su reloj, dándose cuenta de que a él también se le había hecho tarde.

Salieron del restaurante, y cuando llegaron a la puerta del edificio donde estaba el estudio de Minho, ambos se quedaron de pie en la entrada, sin saber muy bien cómo despedirse.

- Ya nos veremos, supongo.- Dijo Minho, después de soltar una risa divertida.

- Eso seguro, tenemos una boda pendiente.

Minho rió por última vez porque eso había sonado como con más de un significado, antes de entrar en el edificio y subir al ascensor. 

No fue capaz de concentrarse adecuadamente durante la sesión de fotos que tuvo esa tarde, porque todavía no asimilaba la sorpresa de la visita de Jonghyun, y lo interesante que le había parecido estar con él.

 

 

 

 

*****

 

 

 

 

 

No sabía en qué estaba pensando cuando compró las entradas. Aunque su conciencia le dijera que estaba mintiendo, porque cuando vio la nueva exposición de la galería de arte, había pensado en la sonrisa brillante de Jonghyun, y en lo encantado que se le veía hablando de cuadros y pintores. Así que cuando compró las entradas estaba pensando en él. Pero prefería no admitirlo. Y ahora no sabía qué hacer con las dos entradas para la exposición de ese fin de semana, porque había comprado dos, podría haber comprado una, e ir él solo, pero había comprado dos y no conocía a nadie con quién ir, y aunque Minho las hubiera comprado con intención de ir con Jonghyun, no podía invitarle. Sería demasiado extraño. Dentro de poco ellos iban a ser algo así como familia política, y no podía ir invitando al suegro de su hija a salir como si fuera una... Cita. Se sonrojó solo de imaginarlo.

No, no podía invitarle a salir. Se moriría de la vergüenza

Suspiró, metiendo las entradas en un sobre. Podía dárselas a Jonghyun igualmente, como agradecimiento por sus disculpas, y como signo de paz, porque él no le guardaba rencor a Taeyeon por la cena.  Escribió una nota, antes de cerrar el sobre, deseándoles una bonita velada a la pareja.

Le entregó el sobre a su secretaria con la dirección donde debía ser entregado. Condució tranquilamente hasta su casa, donde se encontró a Jinri sentada en la alfombra del salón con su ordenador portátil en las piernas y un refresco de dos litros al lado.

- ¿Qué haces, enana?

- ¡Mira qué vestido!.- Minho se inclinó, mirando la pantalla del ordenador dónde su hija le enseñaba un bonito vestido blanco.- Mira este.

- Son bonitos los dos.

- Son de una tienda que hay cerca de aquí. He pensado en pasar esta semana por allí para probármelos.

- ¿Iras con Amber y Krystal?

- Con Amber, Krystal tiene cosas que hacer. Ah, y con tía Yoojung, que me ha dicho que también quería venir.

- Obviamente que quiere ir.- Se quejó.

Porque su hermana Yoojung era muy entrometida. Muy divertida, entretenida, y era su hermana y la quería, pero también era muy pesada. Aunque a Sulli le encantaba pasar tiempo con ella.

- Y este viernes hemos quedado con Yuri para elegir el sitio dónde haremos el banquete.

Yuri era la organizadora de la boda. Una amiga de Taeyeon. Minho no pudo evitar rodar los ojos cuando un día Yuri se presentó en su casa con Jongin, y observó que era tan estirada como la señora Kim. Lo único bueno que tenía era que sabía hacer muy bien su trabajo, porque una boda podía parecer muy simple, pero habían algunos detalles que cualquiera pasaría por alto y que Yuri, para el agradecimiento de todos, sabía resolverlos con soltura.

Minho asintió conforme, yendo a su habitación para dejar sus cosas del trabajo y cambiarse de ropa, encaminándose hacia la cocina cuando hubo terminado.

- ¿Quieres cenar ya?

- ¡Vale!

Cenaron ligero, y ambos se tumbaron en el sofá para ver una serie en la televisión. Minho miró a su hija cuando esta se quedó dormida en mitad del capítulo, sin creer todavía que en dos meses y media fuera a casarse. Ya no sería su niña, ni una Choi. Sería Kim Jinri. No se veía capaz de asimilar eso en dos meses.

Y para su mala suerte, los días pasaban muy rápido, y cuando se quiso dar cuenta ya era viernes, y Sulli estaba casi tan pesada como Yoojung con su vestido de boda, por eso ese día había decidido ir antes al estudio, sin con eso evitaba escuchar a las dos mujeres de su familia.

Cuando entró en su estudio suspiró agradecido por la tranquilidad, se detuvo frente al ventanal e hizo un par de fotos. Se sentó en su escritorio, porque todavía era demasiado pronto para la primera sesión de fotos que tenía, y fue entonces cuando se fijó en el sobre que había encima de su mesa. Él reconocía ese sobre. De hecho era el que había enviado a los Kim con las entradas a la exposición de ese día. Frunció el ceño, y lo cogió con algo de curiosidad. Tal vez a Jonghyun no le había gustado su regalo, o Taeyeon no estaba dispuesta a aceptar un detalle por su parte.

Su ceño se profundizó cuando al abrir el sobre solo había una entrada dentro. Parpadeó confuso, mirando la nota que había caído del sobre a la mesa. En cuanto la cogió, pudo distinguir una bonita y cuidada caligrafía. 

"Gracias por las entradas. Es un bonito detalle, pero me gustaría compartir contigo la perspectiva de la exposición. Pasaré a buscarte a la seis y media.

Kim Jonghyun."

Tuvo que leer la nota cuatro veces para asegurarse de que no estaba alucinando. No, no lo estaba. Jonghyun le había invitado a salir. ¿O le había invitado él?. No lo tenía claro.

El día se le hizo infinitamente largo, para cuando llegó a su casa agradecía que Sulli se hubiera quedado con Amber porque estaba muy, muy nervioso, y tuvo que repetirse frente al espejo bastantes veces que eso no era una cita, que Jonghyun estaba casado. Pero algo en su cuerpo no quería interiorizarlo, porque sentía que la inquietud no quería abandonar su estómago y su corazón se empeñaba en trabajar más rápido de lo normal. No recordaba la última vez que estuvo tan inquieto por encontrarse con alguien.

Se sobresaltó, tuvo que llevarse la mano al pecho y apoyarse en el espejo porque el timbre le había dado un susto terrible. Miró el reloj, viendo que ya eran las seis y media. Ni si quiera quería saber porqué Jonghyun sabía dónde vivía. Suponía que se lo había dicho Jongin. Salió de su habitación, yendo a la entrada, y cuando abrió la puerta se encontró con la misma sonrisa dulce que había visto la primera vez que le vio, solo que esta vez estaba seguro de que su camisa era de color azul claro.

- Hola.- Saludó tontamente.

Jonghyun rió, y en ese mismo segundo se sintió estúpido porque se estaba comportando como si fuera un crío de la edad de su hija.

- Hola. ¿Estás listo?

Asintió, y agradeció que Jonghyun tuviera ese ambiente familiar y esa aura cálida que le hacía sentirse cómodo, porque gracias a eso fue capaz de relajarse y hablar como una persona normal de su edad y no como si estuviera pasando la pubertad , aunque estuvo a punto de olvidarse de que ya había abandonado la adolescencia cuando vio a Jonghyun tan varonilmente concentrado mientras conducía. Si hubiera tenido una cámara cerca, le hubiera hecho una sesión de fotos solo con un volante en la mano.

La exposición fue maravillosa, casi tanto como la compañía, porque le pareció bastante más interesante sus conversaciones con Jonghyun que cualquier cuadro que estuviera ahí, y tal vez fue por eso que se le hizo demasiado corta, y cuando se quiso dar cuenta ya habían llegado al ultimo cuadro que se exponía. Lo observó él solo, porque Jonghyun había tenido que atender una llamada. Era un cuadro precioso, y simple; solo había retratado una puesta de sol sobre el mar, y era espectacular ver como los colores del sol parecían fundirse contra el agua. Cuando fue al mostrador a preguntar por el precio, también le pareció asombroso. Asombrosamente caro. Volvió a observar el cuadro, con una sonrisa resignada esta vez porque no podía permitirse comprar el cuadro, pero al menos esperaba que tuviera un dueño que supiera apreciar su belleza.

- Qué bonito.

Se giró cuando volvió a escuchar la voz de Jonghyun a su lado. Asintió, con una sonrisa suave y los brazos cruzados sobre su estómago. Observó el cuadro durante un par de minutos más, hasta que decidió que para su desilusión, era hora de volver a casa.

- ¿Vamos?.- Le preguntó a Jonghyun.

El trayecto de vuelta fue silencioso. Y Minho se sorprendió por la sensación de desazón que le embargaba mientras se acercaban a su casa. Era como si ya echara de menos a Jonghyun, aunque eso no tuviera lógica para él. Tal vez solo era la sensación de querer estar con alguien, porque últimamente su vida social solo se había focalizado solamente en el trabajo, y en algunas salidas con su primo Taemin, pero independientemente de eso su vida amorosa había sido nula los últimos meses, y Minho no se había dado cuenta las muchas ganas que tenía de estar con alguien y compartir su tiempo con él. Con alguien como Jonghyun, alguien igual de bueno, considerado y dulce que él. Y Minho se dio cuenta, desgraciadamente, que Taeyeon tenía mucha suerte por tenerle.

- Ya hemos llegado.

Minho salió de su ensoñación cuando escuchó la voz de Jonghyun. Miró el edificio dónde vivía y luego se volvió hacia el mayor con una sonrisa sincera.

- Gracias por invitarme.

- Bueno, realmente has comprado tú las entradas, yo solo compartí una contigo.

Minho rió por lo bajo, mirando sus manos entrelazadas en su regazo, preguntándose si era normal esa conexión que sentía con Jonghyun y que no quería que terminase. O si era habitual sentir que tenía el estómago revuelto y el corazón en la garganta y que por eso no era capaz de levantar la vista y mirarle. O si era usual sentir como el calor dentro del vehículo estaba empezando a sofocarle, porque estaba comenzando a notar el aroma de la colonia de Jonghyun y sentía que le ardía la cara.

- Que pases una buena noche.- Le deseó, saliendo del coche.

Cuando entró en su casa, agradeció una vez más que Sulli no estuviera en casa, porque sino se hubiera extrañado al ver la sonrisa tonta que tenía en la cara, y con la que durmió toda la noche.

 

Notas finales:

La segunda parte la subiré mañana.


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