No se cuando comencé a mirarlo más de lo que debía, cada vez que nos cruzábamos en las instalaciones de la mafia, cuando íbamos a beber.
No se en que momento desee que esas manos que de vez en cuando acarician mi cabello tocaran todo mi cuerpo y me hicieran sentir el calor de estar vivo... No se cuando comencé a querer saber si sus labios tenían algún sabor en especial, quizá de ese curry que tanto le gustaba.
Pero ahora podía asegurar que lo amaba, adoraba a ese singular hombre, amaba su voz, su actitud, prácticamente todo lo que viniera de él... Pero que estúpido fui al pensar que podría adueñarme de ese hombre, de monopolizar la única razón por la que en verdad no he acabado con mi vida.
Que estúpido fui al pensar que todo sería igual, había escuchado de triángulos amorosos... Y puedo decir que son un asco.
Aquella noche habíamos ido a beber como de costumbre, Ango con su actitud de amargado, Odasaku siendo comprensivo y algunas veces hasta inocente, me permití beber aquella noche como una excusa por si todos estos sentimientos explotaban de mi pecho en cualquier momento, por fortuna nunca pasó.
Él primero en marcharse fue Ango, argumento que estaba cansado por el día y no evite hacer algunas bromas sólo para tocar su fibra sensible, quien le siguió fui yo, me sentía lo suficientemente borracho para por lo menos tomar su mano como un capricho, de tal modo que lo espere a las afueras del bar, pero su presencia nunca apareció, no se cuanto tiempo estuve en la obscuridad sintiendo el frío congelar la punta de mi nariz, cuando estaba por marcharme un peculiar sonido llamo mi atención, cauteloso en caso de que fuera un enemigo me acerque, deslice mi cuerpo por detrás de algunos contenedores de los locales... Y fue ahí cuando lo vi... Odasaku besaba a Ango con tal deseo que puedo sentirlo en mi cuerpo, sus manos bordeaban su cadera mientras devoraba sus labios... Dolor, fue lo único que pude sentir ese momento, pero lo que dio el golpe de gracias fue escuchar esas dos palabras que yo también moría por decir.
"Te amo", Odasaku las murmuraba mientras abrazaba contra su cuerpo a quien hasta hace unos momentos consideré mi amigo...
El tiempo me golpeo como si fuera un látigo, no se cuanto tiempo me quede ahí estático rodeado de basura, ah, yo pertenecía a ese lugar, había sido demasiado ingenuo... Pensar que podía siquiera acercarme al nivel de los humanos, pensar que alguien podría convertirse en el refugio de este desdichado ser.
Odasaku... Era un hombre bueno, no podía odiarlo, simplemente mi corazón se negaba ello... Él merecía ser feliz aún si yo me destruía por dentro.
Evite todo lo que pude encontrarme con mi amor no correspondido y si nos cruzábamos intentaba mantener mi mascara de bufón... Se que no podía engañarlo, nunca pude esconderme de esa mirada color cielo, pero nunca me dijo nada.
Dolía, me dolía escuchar sus palabras amables dirigidas a mi persona... Me dolía sentir esa caricia típica para despeinar mi cabello... Me dolía ver como él era feliz y para eso no me necesitaba a su lado.
La llegada se ese grupo criminal fue como un alivio para mi, estar ocupado derramando sangre era lo único que lo sacaba de mi mente pero cada vez que volvía a la soledad de mi habitación me daba asco a mi mismo.
MIMIC... Fue la maldición que tuvimos que cargar, aquella noche no me atreví a decirle a Odasaku que la historia de Ango y el reloj eran puras mentiras, no me apetecía ver el dolor en esa mirada que podían cautivar mi alma, aun cuando tenia en mi poder la opción de hacerlo... Me negué. Maldición Sakunosuke hubiera preferido no conocerte.
Robo, asesinato, todas las investigaciones apuntaban a algo... Un traidor, pero no cualquiera, sino al agente de información Sakaguchi Ango.
La ira comienza a crecer por mi cuerpo, traiciono a la mafia, me traiciono a mi... Traiciono a Odasaku, al hombre que supuestamente amaba, él tenia lo que yo tanto anhelaba... Y lo tiró, como si fuera una vuelta de hoja.
Odasaku me llamo para solicitar mi ayuda, aparenta normalidad... Pero lo conozco, siento la desesperación y dolor en esa ronca voz, Odasaku, no te hagas esto... No me lo hagas a mi.
No necesito un estúpido papel para ir detrás de él y apoyar su alocado plan, siento mi lado más retorcido reír y disfrutar de lo que pasa, pareciera una novela clásica de drama,el caballero busca a su dama, sólo para tener un desgarrador final.
Llegamos a tiempo para evitar que esos soldados pudieran seguir con su juego, tras derribar a esos hombres escucho la historia de como llegó a esa situación... Mis hombres no pueden verlo pero en el fondo de ese cielo veo una tormenta.
El soldado parecía tener más agallas, como me hubiera gustado que en verdad hubiera podido llevarme con él, durante mi actuación Odasaku pensaba en mi, era egoísta pero me sentía dichoso a su vez, cuando dejaron a al enemigo totalmente fuera de combate volvimos a lo que estábamos, también tuve que contarle un poco de lo que había estado investigando, sin embargo lo veía ansioso, la causa, la pequeña caja que traía en sus manos.
Por él hice uso de una de mis múltiples habilidades, su mirada fue suficiente para saber que lo asombre... Pero de nueva cuenta la vida me dejo caer un balde de agua helada al ver el contenido... Sabía que Sakunosuke podía verlo también desde su posición. No quería girarme y ver su expresión, no soportaría verlo de ese modo. Ango maldito infeliz... Donde sea que estés... Esperó entiendas que has roto a un hombre que podía salvarnos.
Sabía que no podía creerlo, y aún cuando yo estaba seguro de mis palabras intentaba darle argumentos que le dieran un poco de paz, si podía calmar su ser aunque fueran unos segundos lo haría.
Odasaku... En ese momento tuve miedo, sentía que si te dejaba ir en este momento no te volvería a ver, te veías tan frágil ante mis ojos, quería ser egoísta y pedirte que dejaras esto... Pero mi estúpido corazón hablo por su cuenta y te pidió seguir buscando a Ango...
Quería creer que si eras feliz también lo era, pero ahora que te estas sumergiendo en la obscuridad por este amor, creo que lo mejor hubiera sido no conocerte.