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Alice Human Sacrifice por Yami Red eyes

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Notas del fanfic:

 

Hola, hola. Creo que todos hemos escuchado esta canción de Vocaloid, a mi me parece interesante, sobre todo por la historia original de Alicia en el pais de las maravillas, que tanto me gusta.

 

Esta categoría no la había intentado; de hecho casi me aviento todas las "advertencias de AY" y esta de "Muerte de personaje" no la había hecho en mis fics.

Sí, admito que he matado personajes, pero no de las parejas principales hasta ahora.

(Debería estar actualizando las demás en vez de echarme más trabajo xD)

No es apto para sensibles.

Notas del capitulo:

 

Para quién no conozca la canción: https://www.youtube.com/watch?v=6ZAd8OHYTvY

 

Gracias por leer.

 

En algún sitio había un pequeño sueño llamado Astral,

Nadie supo nunca quién lo había soñado o de dónde provenía,

Solo que era realmente muy pequeño y frágil, a punto de extinguirse.

Un día, afligido por su existencia, pensó:

“No quiero desaparecer de esta forma. ¿Qué haré para que se fijen en mí?”

El pequeño Astral pensó y pensó, hasta que encontró la solución:

“Si logro que las personas permanezcan dentro de mí, ellos construirán un nuevo y glorioso mundo para mí. Mi mundo de las maravillas”

 

 

La primera Alicia estaba llena de valor,
con espada en mano se adentro en aquel país,
incontables fueron las pérdidas que causo,
dejando detrás solo un sendero carmesí.

Esa Alicia en el bosque se perdió,
y en castigo a sus pecados encerrada se quedó.
Arboles cubrieron toda forma de escapar,
nadie sabe si vivió o murió ¿dónde estará?

 

 

 

-Alice uno -

 

 

 

Las campanas de la institución sonaron fuertemente, era el cambio de materia, por lo que los alumnos de preparatoria debían dirigirse al aula del respectivo profesor que correspondía a su siguiente actividad.

Atem Aknamkanon, — un atractivo moreno de ojos amatista y peinado en tres colores todo en punta—, iba caminando por las instalaciones acompañado de sus amigos. Tenía —como siempre— el buen humor del hábito, llevaba su mano izquierda metida en el bolcillo y peinaba sus cabellos con sus dedos de la derecha; sonreía como una estrella de cine y se pavoneaba como un modelo profesional; todas las chicas caían derretidas a su paso; él era bastante agradable de mirar.

Charlaban y bromeaban animadamente, estaban tocando el tema de las salidas de viaje en sus próximas vacaciones, por lo que no se dieron cuenta del cuchicheo de fangirls a su alrededor.

Repentinamente una chica, de estatura alta y cabello castaño corto, se le acercó muy nerviosa.

— Su-superior Atem, —la chica le extendió una carta mientras hacía reverencia. Todos la observaban intrigados sin intervenir—E-Esta carta es para usted, po-por favor, recíbala. —la dejo entre sus manos, Atem quedó sorprendido y descolocado por lo repentino; después sonrió gentilmente mirando cómo la chica corría por el pacillo sonrojada hasta las orejas.

— ¡Vaya, otra chica bonita para este desgraciado! —su mejor amigo, Joey Wheller, un tipo ruidoso y rubio, le había hecho el cumplido a su modo.

— Si siques así, no nos dejarás nada para nosotros—Tristán Teylor, otro amigo de su círculo, lo abrazó por el cuello. —Me da envidia que tengas tantas fans. Cuéntanos tu secreto o preséntanos una.

Atem sonrió de lado.

— ¿Secreto? —pensó unos segundos, después respondió divertido— No hay ningún secreto, Tristán, solo sean ustedes mismos. —se hizo el inocente.

— Vamos, todos sabemos que eres agradable, Atem, y muy atractivo—su último amigo, un chico pelinegro de ojos esmeraldas llamado Ducke Devlin, recibió la atención de todos. —Para poder tener la suerte que tú tienes, debemos volver a nacer.

— Jaja no seas dramático.

— Nah, así no se vale—Tristán se quejó, cruzándose de brazos.

— Ni que lo digas, debo conseguir a alguien o solo me quedará la opción de seguir siendo el perro de Kaiba. No saben lo difícil que es tratar con él. —Joey comenzaba a resignarse.

Había atracción entre el magnate Seto Kaiba y el rubio atolondrado, eso desde hacía mucho tiempo, pero Joey era muy terco en querer escoger a alguien menos “peligroso” que el retorcido Kaiba para toda su vida. Ya antes lo había rechazado y Kaiba siempre regresaba a hacerle maldades para dejarle claro que algún día se desposarían.

— Ánimo amigos. Todo llega a su tiempo. —Atem sonrió amable. La vida siempre traía sus sorpresas y era lo que deseaba que no olvidaran, pues como lo había dicho, todo llegaba a su tiempo...

 

Así que el día en la escuela pasó con normalidad.

De regreso a su hogar, Atem ayudó a una señora de avanzada edad con las bolsas de las compras; salvó a un gato de ser tragado por perros y compró unas flores para el altar de su madre. Todos los días le llevaba flores, aunque ella estaba ya en el reino de los cielos, Atem sabía que se preocupaba todavía por él.

— Ya llegué.

— Te tardaste; justo iba a llamar a tu celular.

El señor Aknamkanon era un tipo estricto, pero amaba a su hijo con toda su vida, trataba de ser un hombre modelo para él.

— Es que me demoré haciendo algunas cosas.

— ¿Otra vez haciéndote el héroe? No quiero que te demores tanto; recuerda que la calle es peligrosa.

— Lo sé, lo sé—dejó sus cosas en una mesa, se sentó en la sala y prendió la televisión.

Su padre se acercó ofreciéndole una soda, este último no dudó en tomarla—Atem, saldré esta noche, me toca patrullar. —era policía.

— Sí, está bien, padre.

— Pero quiero que me hagas un favor. Trata de no meterte en problemas que no te corresponden.

El chico de 17 años lo miró expectante, pensaba que esa conversación ya había quedado clara, por lo que puso un semblante escéptico.

El mayor exhaló por la reacción de su único hijo.

— Solo hazlo por tu bien estar. No lo hagas por mi.

Atem suspiró.

— Padre, ya te lo había dicho, yo solo protejo a los débiles.

— Lo sé, lo sé—lo tomó por los hombros—Escucha, hijo, todos deseamos ser héroes en este mundo, hacer las cosas bien y poder tener la satisfacción de ayudar a los demás, quizás pensando que si haces bien te irá mejor; pero recuérdalo, nosotros no tenemos super poderes, ni magia que haga arcoíris, la realidad es peligrosa. Una pequeña rama de árbol podría significar el final. ¿Entiendes? Hay otras maneras de ayudar a la gente sin tener que arriesgar tu pellejo.

Atem tenía un fuerte sentido de justicia, las palabras de su padre —sobre el tema—siempre eran muy difíciles de comprender, ya que si él veía una injusticia en el momento que se producía, no dudaba en interponerse.

No hacer nada por alguien que necesite ayude significaba darle la espalda a la familia, a la humanidad que compartía sus ideales, y a la vida misma; se le había creado una moral muy fuerte, en donde él mismo se decía que si abandona a algún débil, no sería más que escoria en este mundo, y por tal motivo siempre saltaba a las peleas.

Después de todo se le daba muy bien la defensa personal, conocía casi todas las formas de ataque, e incluso matar con el arte del cuerpo a cuerpo.

— No quiero hablar de nuevo sobre eso, padre. Yo solo soy un precursor del cambio. Deseo hacer un mundo mejor, quiero entrar en la historia de la humanidad y dejar mi grano de arena para bien.

— Sí hijo, eres muy noble, pero haciéndote el valiente no lograrás nada. Atem, un día podrías lamentarlo.

Ambos se llevaban muy bien, tenían una conexión bastante intima. Uno podía intuir lo que el otro pensaba o necesitaba; así que casi no había conflictos en casa más que charlas adultas. Preferían no alterarse por las conversaciones para terminar el día tranquilamente.

— Como digas, padre. —respondió aburrido, solo le decía lo que quería escuchar.

— Bien, nos veremos mañana. Hay comida en el refrigerador.

— Sí.

El día pasó con normalidad, Atem hacía sus deberes escolares mientras veía un poco de televisión, especialmente las noticias; aunque odiaba ver la violencia del mundo, informarse sobre las maldades lo hacían anhelar ser más un ejemplo a seguir, para cambiar la sociedad en la que vivían.

Justo cuando estaba cambiando de canal, fue que escuchó el llamado desesperado de  alguien pidiendo ayuda en la calle, era una mujer siendo asaltada

El adolescente, por instinto, apresuró a contestar el grito de auxilio.

— ¡Montoneros! —golpeó a un agresor.

Atem el valeroso, se colgaba la “capa” de justiciero y daba una lección a los “malos” con maestría y habilidades sorprendentes; dos contra uno y el chico de preparatoria estaba muy bien entrenado para enfrentar a cualquiera.

 

Los héroes siempre vencen. —se repetía mentalmente mientras salvaba al inocente del mal.

 

Mientras se lucía dando puñetazos, haciendo llaves inglesas y sacando dientes; Astral lo observaba desde un techo cercano con mucha atención.

“Woh, los humanos son interesantes” —aplaudió esa valentía y decisión. Aquel chico era el perfecto prospecto para su plan de supervivencia. —“Él debe ser mío”

Le brillaron los ojos amarillezcos; resaltaban mucho ya que él era todo blanco como el papel, brillando celestialmente en colores celestes.

 

Al siguiente día, en la escuela.

 

Atem solo había recibido una pequeña cortada en la ceja, nada de qué alarmarse, mas a su club de fans les había parecido “rebelde” y sexy, caian desmayadas al verlo pasar.

 

-En el aula-

 

— Buenos días profesor—hicieron una reverencia (todo el grupo) al ver entrar a su instructor de matemáticas

— Siéntense, este día se incorpora un nuevo alumno; su nombre es Yugi Muto. —miró hacia la entrada. —Por favor pasa.

Astral llegó hasta Atem y contempló cómo se había quedado embobado con la llegada del nuevo chico. Yugi sonrió a sus compañeros y comenzó a presentarse, pero Astral no entendía lo que estaba ocurriendo con la repentina aceleración del corazón de su joven elegido y esa excitación de su mirada, lo dejó a un más intrigado.

“Los humanos poseen reacciones muy peculiares” —se miró a si mismo, estaba demasiado trasparente, no podía seguir perdiendo el tiempo.—“Alicia debe despertar”

Atem estaba embelesado con el nuevo estudiante, puso toda su atención en ese pequeño que se parecía a él pero más bajo y lindo. Estaba perdido entre sus sueños de conquista que ignoró su sexto sentido tratando de alertarlo de algo.

— Alicia—El sonido de una voz suave en el viento lo había llamado; impulsado por la curiosidad se viró desde su asiento para visualizar los pupitres de atrás; fue como en cámara lenta que se encontró cara a cara con el humanoide albino, flotando entre sus compañeros y mirándolo penetrantemente con esos ojos amarillos. Astral, el sueño.

De inmediato un escalofrío recorrió su espalda y un terror lo invadió, pero era demasiado tarde.

— ¡¿Qué demonios es eso?! —susurró.

Astral le sonrió diabólicamente, por la impresión se metió en su boca abierta, tan rápido que solo había parecido un estornudo repentino.

Nadie había visto ningún movimiento, ni al ser extraño flotando sobre ellos, ni que los ojos de Atem habían cambiado a vino resplandeciente.

— El país de las maravillas. —se miró las manos, estaba muy cómodo siendo el sueño de su Alicia.—Ha comenzado.

Alzó la vista, todos le daban la bienvenida a Yugi.

 

Yugi Muto, creo que me perteneces.

 

Yugi era muy parecido a él pero de estatura más baja; sus ojos amatista y sonrisa gentil lo hacían parecer adorable. Las miradas no pasaban desapercibidas por donde pasase y eso no le había gustado para nada a la primera Alicia.

 

-El descanso, cafetería-

 

—Yugi—Atem hizo una reverencia y le tomó una de sus manos para besarla.

Yugi se sonrojó, pues todo mundo los estaba viendo. —O-Oye, no hagas eso. —pidió con amabilidad y nerviosismo.

— Mi nombre es Atem Aknamkanon y estoy a sus pies desde este momento.

— Ah...emm…gracias.

— Nunca había visto tanta belleza en otro ser humano, hasta ahora.— besó su mano.

Yugi rio nervioso.

—Gracias, pero no tienes que hacer eso. Con un hola me basta—se rascó la cabeza. Atem no dejaba de mirarlo, de perderse en ese bosque de colores en los iris de Yugi, podría hacer lo que sea con tal de permanecer ahí por siempre.

Repentinamente el círculo de amigos dell moreno llegó animado —como siempre—, y al ver a su amigo en esa posición, casi se les cae la quijada; no era algo que Atem hiciera normalmente.

— ¡Atem!—Joey se acercó a su mejor amigo para comenzar a bromear con él, en el transcurso Yugi se sonrojó al verlo; había sido algo que no pasó desapercibido para el moreno, pero solo afiló la mirada y guardó silencio. —Amigo, ¿en dónde te habías metido? — Joey le soltó una palmadita.

— No he salido de la escuela. Estoy algo ocupado. —respondió belicoso.

— Sí, se nota—dijo pícaro, después se dirigió hacia Yugi rascándose la cabeza, le ofreció un apretón de manos el cual fue correspondido—Vaya que modales los míos, me llamo Joseph Wheller, un gusto.

El corazón del nuevo estudiante se aceleró alegremente—El gusto es todo mío, soy Yugi Muto. — Ambos se miraron íntimamente y se sonrieron.

—Tristan Taylor—llegó el más rebelde para saludarlo también; de ese mismo modo Duke los había seguido.

La amistad entre ellos había nacido; pronto Yugi se incorporó como un miembro más del círculo del moreno. Pero a Atem simplemente le molestaba que le hablasen a su nuevo prospecto y sobre todo, odió a Joey.

Habían estado llevándose bien durante tres meses, sin embargo la compañía de los demás ya no era grata para el moreno de ojos vino. Solo podía vivir respirando todo lo que tuviese que ver con Muto, comenzó a alejar a los demás de él y tomar mañas poco éticas.

Pensaba siempre en Yugi, se masturbaba fantaseando en él y su nombre susurraba sus labios imperceptiblemente, creció una insana obsesión que aumentaba peligrosamente.

Primero robó su goma de dos colores, después Atem se adentró a tomar sus lápices y pertenencias. Yugi no entendía como desaparecían sus cosas tan rápido, pero no se quejaba mucho, el colmo fue cuándo su suerte favorito desapareció un día; debía comenzar a prestar atención a su entorno.

—Yugi, traje esto para ti—le regaló una carta rara coleccionable. Lo había investigado tanto que Atem ya sabía que sus personajes favoritos eran los guardianes elfos de la literatura.

—Wohh, muchas gracias, Atem. Justo era el que me faltaba. —le dio un casto beso en la mejilla; lo cual fue lo que detonó sus deseos y sueños íntimos por él.

Astral lo sabía, provocaba más sentimiento de celos y deseos en él. Los sueños se volvieron lujuria.

Yugi solo pensaba que tenía una ligera atracción por él, pero no se convencía de dar algún paso por Atem; además, después de unos días,  se había dado cuenta que le gustaba definitivamente el rubio.

 

-Parque-

 

— ¡Joey!— se habían citado, Yugi estaba vestido con su mejor atuendo casual preparado para ese encuentro, saludó ilusionado al rubio

—Yug, amigo, lamento haber llegado tarde—tomó aire al recargarse en sus rodillas. Se rascó la cabeza disculpándose después de 15 minutos.

—No te preocupes, Joey, esperaría una eternidad por ti.

—Jaja, que cosas dices. —se sonrieron, iban para el cine. Ambos chicos habían salido mucho en ese tiempo. Mucho más que Atem con Yugi.

 

Maldito, Joey—Atem los espiaba. Registraba en su mente cada movimiento y reacciones. Cualquiera lo sabría, ese par se atraían.

 

De regreso a su casa, Atem pasó desapercibido el bullying que hacían unos chicos grandes hacia un pequeño niño; un robo hacia un anciano, un acoso sexual en el autobús y las flores de su madre.

Ya hacia un tiempo que el altar de su madre estaba desatendido; las últimas flores marchitas ya apestaban, el polvo cubría la fotografía, junto con los adornos y vela extinta.

Azotó la puerta al entrar.

— Atem, ¿otro mal día? — su padre notaba el cambio, parecía que su hijo estaba siempre enojado.

— ¡No tengo nada, déjame tranquilo! — siempre se encerraba en su cuarto, pero esta vez su padre fue persiguiéndolo.

— Atem, hablemos.

—¡No, déjame solo!

— Atem, soy tu padre y amigo, ¿Ya lo olvidaste? — lo tomó por el hombro, pero el estudiante lo alejó con un fuerte golpe. —Agh—se tocó el lugar dañado.

— ¡No me toques! — siguió su camino hasta sus aposentos, azotó la puerta y puso el pestillo.

¿Drogas? No parecía consumirlas, no había un descuido en su aseo personal u ojos rojos ¿Alcohol? Nunca olía a ninguna bebida ¿Problemas con chicos brabucones? Pfs, era más fácil que Atem fuese el abusivo. ¿Qué le estaría pasando a su hijo?

— ¡Atem, abre la puerta! ¡Abre!—  su padre fue a sus aposentos preocupado por la situación de hace meses, de nuevo lo había ignorado. —¡Atem! —  el chico puso música a todo volumen

 

¡Me las vas a pagar Joey! —rompió todas las fotografías donde aparecía el inocente rubio, sonriendo, burlándose de la preferencia de Yugi hacia él, algunas las quemaba para parecer que sufría lentamente mientras los golpes de su padre se hacían cada vez más furiosos sobre la puerta.

 

“Son una molestia para poder hacer nuestro sueño realidad” —Astral le llenaba de ideas que no eran propias de él, algunas extremas. —“Acaba con él también”

Tomó una navaja que usaba para hacer sus maquetas de arquitectura y con ojos maniáticos, se dirigió a la puerta para dejarlo entrar, ocultando muy bien el objeto tras su espalda.

— ¡Atem! ¡¿Qué te está ocurriendo, hijo? Estoy muy preocupado por ti…— quiso acercarse, pero el estudiante retrocedió dejándole ver que no quería el contacto fraternal.

— Papá—ocultó su mirada tras una espesa sombra.

— Sabes que puedes decirme lo que sea ¿Qué te pasa hijo mío? Solo quiero ayudarte.

— Papá, perdóname, pero…no podré ir con ustedes todavía.

— ¿Ir? ¿De qué estás hablando?

— Por favor…dile a mamá, que también la amo. —mostró la navaja, su padre se petrificó al momento, pero fue muy lento para reaccionar. Atem le saltó en sima y con suma destreza, le cortó la garganta.

—¡A-te-m…!

Astral estaba muy feliz.

“Oh, conque ese es un punto débil de los humanos, que curioso color, me gustan los sueños de ese color” — sonrió anchamente.

Atem miró a su progenitor retorcerse hasta la muerte sobre un charco de su propia sangre. El mirarlo “irse” le provocó cierta paz, ahora podía concentrarse en Yugi, y alejar a todo aquel que deseara intervenir entre su sueño y él.

 

Eres mío, Yugi, eres mío…

 

Recordó al molesto rubio, pero una idea había golpeado su mente; ya sabía cómo deshacerse de él. Así es que dejo su orgullo guardado en un cajón y marcó un número privado.

 

-Al siguiente día-

 

Joey había recibido un mensaje de texto de parte de su mejor amigo. Atem lo había citado en la parte trasera de la esuela y el rubio acudió sin ninguna sospecha.

—Joey—Atem parecía otro, su aura era sanguinaria, parecía estar a la defensiva.

—¡Viejo, que tal!

La sonrisa amigable del moreno se hizo ancha, comenzó a hablarle sobre trivialidades, videojuegos, farándula, y cosas de la escuela.

Ambos amigos se sentaron en la sombra que daba el edificio de gimnasia, sobre el pasto recién cortado, charlaban my animadamente como en los viejos tiempos, hasta que Atem sacó un nuevo tema.

—Solo necesito que lo firmes, serás mi aval para poder sacar ese coche de la agencia hasta que mi padre pueda darme el dinero. No te preocupes Joey, yo te pagaré.

—Viejo, sabes que no tengo dónde caerme muerto, pero no abandonaría a un buen amigo. Solo no se tarden en pagar, por favor.—firmó sin leer el contenido. Joey confiaba demasiado en las personas.

—No te preocupes, estarás lleno de bendiciones. —afiló la mirada al tener las firmas que necesitaba.

 

Esa misma tarde Joey iba a verse nuevamente con Yugi; esta vez él iba muy arreglado, capturando las miradas de todos con su belleza innata; el ramo de rosas rojas que cargaba daban una clara idea de que se dirigía a una cita importante.

— ¡Yugi! — pudo verlo sentado en una banquita del parque; los ojos de Yugi se iluminaron en cuanto lo divisó.

Se abrazaron fuertemente, ese día Joey iba a declarársele para comenzar una relación de pareja.

—Yugi, hay algo que quiero decirte.

—Puedes decirme lo que quieras—su sonrojo era notorio, sus ojos brillaban más que las estrellas y su corazón bombeaba sangre de la ansiedad.

—Yugi, ha pasado algo de tiempo desde que salimos y yo…yo quiero que tú y yo…

—Sean unos perdedores—Seto Kaiba había interrumpido, ambos chicos voltearon.

—¡Tú!

—No soy “Tú”, soy Seto Kaiba, Wheller, y he venido para llevarte.

—¿Qué? ¿De qué estás hablando?

—Oficialmente, estamos casados. —Enseñó los papeles, documentos que reconocía, esos se los había dado su mejor amigo a firmar.

 

¿No eran de un auto? —Los ojos melados casi se salen de su cuencas, estaba paralizado, pálido y confundido, decepcionado también; Atem, su  mejor amigo de años, lo había vendido.

Seto se acercó y le dio un suave beso en los labios. —Se que te gustará, Wheller, pararás de ladrar en cuanto tu amo te acaricie.

—¡Enfermo!

Kaiba dio una orden y unos guardias tomaron al rubio a la fuerza para meterlo en el lujoso auto negro.

—¡No! ¡Suéltenme! ¡No!

—¡Joey! ¡Suéltenlo! — un guardia solo lo detuvo, no le costó trabajo ya que Yugi no era muy fuerte.

—Jajaja, que este día sea recordado. —Kaiba se cruzó de brazos irguiéndose en soberbia—Seto Kaiba ya no es el soltero codiciado, está felizmente casado, y el nombre de su esposa es Joseph Wheller— gritó  a los cuatro vientos para finalizar con fuertes carcajadas. —No se metan en mi camino, jajaja.

Subió al auto después del rubio y de ellos no se volvió a saber más.

—Joey…—Yugi derramó lágrimas por su partida, nunca sabría lo que en realidad había ocurrido.

La pérdida lo hizo vulnerable, su tristeza sobrepasaba un cielo nublado; Atem pensó en acercarse oportunamente.

— Yugi, ¿estas ben?

— S-Sí, Atem , solo que…no puedo creer que Joey era casado y yo…yo…— volvió a derramar sus lágrimas, el pecho del moreno le sirvió de consuelo.

— Ánimo, Yugi, apuesto a que no te has dado cuenta de mis sentimientos por ti.

— ¡Atem! — se sorprendió, no era el momento para esa revelación.

— Te quiero Yugi. Déjame ser tu Alicia en tu país de maravillas; las maravillas que juntos construiremos,

Nada perdía con intentar estar con Atem, después de todo se encontraba destrozado.

— Yo…déjame pensarlo, Atem.

—  No te preocupes, Yugi, esperaría una eternidad por ti.

Yugi se sonrojó, quizás sí estaban destinados, esas eran exactamente las palabras que siempre le decía a Joey cuando llegaba tarde a sus citas; grave error.

Pasaron dos meses juntos, Atem era el novio sobre protector y perfecto, pero no sabía dar el espacio que a veces necesitaba Yugi.

Yugi ya no estaba del todo a gusto con él, sobre todo porque Atem había recibido varias visitas de la policía preguntando por su padre; respuestas que el estudiante evadía o cambiaba la versión. Para el joven Muto eso le comenzaba a dar mala espina.

Y varios agentes de policía desaparecieron en ese tiempo. Se abreiron investigaciones sin mucha fuerza.

 

“No son útiles para nuestro mundo” —lo convencía Astral, Atem simplemente se dejaba envolver por las ideas retorcidas.

 

-Colegio-

 

Yugi caminaba por los pacillos, algunas chicas lo miraban enamoradas; sabían que era el novio de Atem y eso les gustaba, hacían tan hermosa pareja.

— Hola Yugi—Tristán lo saludó, le dio un abrazo por la espalda cargándolo por unos cuantos segundos. Lamentablemente, unos ojos color vino habían presenciado el contacto.

—¡Tristán, ya bájame!

— !Deja a mi novio, Tristán! —Atem había golpeado al más alto.

— Viejo, no tenías que ser tan rudo.

— ¡Sólo, aléjate de él! —se llevó a su novio lejos de las miradas ajenas y confundidas.

—Atem, él solo estaba saludando.

—No quiero que nadie te toque, Yugi. No me agrada. —lo besó hambrientamente, la pasión se le subía cada que lo besaba, el elixir de Yugi era afrodisiaco.

—Ya…ya basta Atem, me lastimas. —las caricias eran rasposas y desesperadas, en ese abrazo parecía estrujarlo sin dejarlo respirar. Masajeó su virilidad con violencia, las sensaciones eran desagradables. —¡Atem!

No cedía.

—!Atem, ya!—pequeñas lagrimitas rodaron de los ojos amatistas del más bajo.

—!Ya suéltalo, Atem!—Duke los había separado con fuerza; tomó del brazo a Yugi para alejarlo.

— No te metas Duke. Yugi es mi novio.

— Pero no seas salvaje, ¿no ves que lo lastimas? — hizo que notara la sangre de los labios del más bajo. Atem no parecía haber tenido algún efecto pero aun así se disculpó.

— Perdóname Yugi, a veces me dejo llevar.

 

“Tocó a Yugi, igual que Tristán, no sirven en nuestro país de las maravillas” — citó Astral, convenciendo a Atem de actuar.

 

Y así fue que las personas que se acercaban a Yugi estaban desapareciendo, todos a su alrededor notaron ese detalle y prefirieron ya no hablarle por temor a ser encontrados en una barranca mutilados. Yugi tenía un ojo puesto de la policía sobre él y todo comenzaba a cansarle.

Pero Yugi no era tonto; todo había comenzado con la unión de Atem como su novio y era obvio que era él quien había acabado con todos. Incluyendo a Ducke y Tristán, seguramente habría hecho algo para apartar a Joey también.

Si embargo ¿cómo podía quitárselo de encima?

Muto fue a verlo a su casa.

 

-Casa Aknamkanon-

 

—¡Oh! Yugi, te esperaba—lo abrazó y besó con la pasión de mil afrodisiacos.

—Atem—solo se dejaba hacer, mientas era guiado hasta la sala.

La casa estaba desordenada, había un mal olor por todas partes y las moscas en la pared daban la sensación a carnicería. No había que ser un genio para saber que Atem era peligroso; esperaba no equivocarse en lo que haría.

El moreno estaba ansioso, lo recostó en el sillón y se perdió en su cuello; masticándolo y humedeciéndolo con su saliva. Yugi aguantó un par de arañazos y pellizcos de las manos activas del moreno bajo su camisa.

—Atem, para, tengo que hablar contigo.

—Mhnm…solo un poco más—beso sus labios demandantemente, acarició su lengua con la de él e invadió aquella cavidad. Atem se volvía loco.

—Atem, quiero hablar, por favor.

Los ruegos no tenían efecto; Astral observó el acto con mucho interés; el “sueño” de Atem  tenía cierto placer entre ese bosque de cadáveres escondidos tras las paredes. El sueño de la reina Alice se volvía realidad, aunque se encontrara en un laberinto de mentiras sin salida.

—¡ATEM! —por fin lo detuvo con una fuerte cachetada.

—¿Qué pasa?

—Ya no quiero ser tu novio, lo siento, pero esto ya no es agradable para mi, para ninguno de los dos. —se levantó bajándose la camisa. Todo su cuerpo estaba marcado por las violentas caricias y mordidas de él, las cuales Yugi odiaba. —Perdóname, pero es mejor así. No estamos conectados uno al otro. De verdad, lo siento.—salió corriendo, Atem aún no procesaba aquella información y se quedó sin palabras o acciones.

 

—Yu-gi…—susurró, algo raro sentía en su pecho, algo que le ardía como quemadura por dentro; ¿Qué era? ¿Frustración y celos?, ¿terquedad y dominio? O todo junto.

 

“No, no debemos dejar que se vaya. No sabe lo que quiere, no lo sabe. En este país nadie sabe nada más que lo que disponga la reina. Alice, ve por él, o córtale la cabeza como a todos los que no sirven” —fue lo último que escuchó de Astral

 

Rápidamente se levantó y fue tras Yugi. Pero Yugi ya no se encontraba en su radar, seguramente había tomado el camión

 

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- Dos días después-

 

Yugi corría desesperadamente por las calles japonesas. La noche indicaba que eran alrededor de las 11, el frío se sentía hasta por el rincón más hondo de Domino, la ciudad.

—¡No, Dios, No! ¡Aléjate!

Su mala suerte lo llevó a una casa abandonada, ahí fue que se escondió tras un sillón viejo y polvoriento. Su sudor era frío y sus pupilas dilatadas no daban para más horror; trataba con todas sus fuerzas detener sus temblores o sollozar, pero era inútil.

Unos pasos se acercaban lentamente. Sabía quién era…

 

Atem había citado a Yugi en un restaurant a eso de las 8:30 p.m. Solo para hablar y aclarar la situación, pero al momento de que Yugi pisó el establecimiento, el horror le dio un fuerte golpe en la cara.

Atem estaba ensangrentado, parado en medio de todos los cadáveres de comensales; había arreglado una hermosa mesa, con velas, flores y vino tinto. Era la única que no estaba manchada de carmesí.

 

Yugi, mi amor, bienvenido—había saludado dulcemente. Sostenía un pica hielo con mucha fuerza; objeto que dejó visible tras su espalda al hacerle reverencia—Bienvenido al país de las maravillas. Mi conejo blanco.

 

Yugi no perdió más tiempo, el pavor lo había hecho caer de espaldas al suelo, pero rápidamente se levantó y huyó aterrorizado.

 

¿A dónde vas?Atem hizo una voz inocente ¿Estas tarde para una cita? —lo miró insano, miró el reloj  y fue tras de él.

 

 

—Conejo blanco, —escuchó la voz del hermoso moreno—El reloj se ha detenido, Alicia está a punto de abrazarte, quiero explorar ese "agujero del conejo"

Yugi gimió por el miedo, sabía que Atem quería poseer su cuerpo y quizás matarlo a puñaladas; puso sus dos manos sobre su boca para no emitir más ruiditos.

 

¡Está enfermo!

 

Atracción, dolor, ansiedad, fuego, pasión…Atem experimentaba un mar de emociones agudas en su ser. Amor, eso era lo que deseaba de Yugi, deseaba poseer a Yugi, deseaba encerrar a ese conejo para él solo, jugar y hacerlo suyo para siempre.

 

“Córtale la cabeza” —Astral le echaba porras a su estilo.

 

—Yugi, no tengas miedo, solo quiero hablar. —estaba ya muy cerca de él, quizás no lo había notado, pero Yugi se moría de terror. —Te amo, Yugi, esto no debe terminar así. Solo sé mío, solo entrégate a mi sueño. Construyamos un nuevo mundo.

Un ruido lo había delatado, entonces Atem empujó el sillón con el pie muy fácilmente, exponiendo por fin a su “conejo”.

—Ah, ahí estas. —sonreía de oreja a oreja.

Yugi corrió nuevamente, pero esta vez Atem había cogido un palo y lo lanzó hacia sus pies en movimiento; provocó que Yugi cayera de cara al suelo.

—¡Ahh!

—Eres mío. — se acercó a un indefenso Yugi, el palo le había herido el tobillo. Ya no había mucho que hacer.

Yugi se arrastró hacía atrás en el suelo hasta que su espalda chocó con la pared.

Los ojos de Atem reflejaban locura, las sirenas de policía se oían acercarse a lo lejos, pero nada del exterior podría alterar su “país maravilloso”.

Al contrario, los iris de Yugi se contrajeron, temblaban en tensión formando pequeñas ramificaciones oscuras, como un pequeño bosque que dejaba ver mejor el color de sus iris.

—Ah, eres hermoso, Yugi. —estaba ya a dos pasos de él.—Nada se compara a tu belleza.

—¡ALEJATE! ¡ALEJATE DE MI!

—Pero si nosotros nos amamos, yo te amo, y tú me amarás.

—¡YO NO!, ¡¿QUIÉN ERES TÚ?! ¡¿QUE COSA ERES TÚ?!

La policía había llegado, el lugar era iluminado por las luces rojas y azules de las patrullas; de repente la voz de un hombre por un altavoz pedía que salieran del lugar con las manos en alto.

—Yo sé que eres importante para mi mundo, no puedo mandar cortarte la cabeza. Pero quiero sentir tu piel profunda con la mía, quiero que mi carne se hunda en la tuya. —estaba dispuesto a someter a Yugi con el pica hielo; sea el método que usase, esa noche Yugi tenía que ser suyo, así tuviese que enterrarle el objeto profundamentel para hacerlo dócil. — Eres mi sueño, Yugi, eres parte de mi.

Atem comenzó a reírse de lo bien que lo pasarían, del amor que ambos tendrían, incluso de una vida juntos en un hermoso castillo de naipes.

Pero Yugi tenía otros planes.

Recobró el poco valor que le quedaba y sacó un pequeño revolver con el cual le apuntó.

—Alicia se perdió en el bosque de sus pecados—dijo Yugi repentino—Y encerrada se quedó. Los iento Atem, la reina del cuento seguirá escondida en el bosque.

El disparo hizo eco en el lugar…

El polvo se levantó…

Los policías entraron…

Y las risas no volvieron a escucharse jamás…

Nadie sabe si vivió o murió.

 

 

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Domino City.

 

Astral estaba profundamente pensativo por lo que había ocurrido la noche anterior. Contempló el atardecer que moría con ese viejo día y las luces artificiales iluminaban la ciudad.

 

“No cabe duda que los humanos son interesantes”—había recobrado algo de su fuerza, pero no era suficiente.

 

Unas luces moviéndose entre una parte de la ciudad habían captado su atención.

Volando se dirigió hacia ese espectáculo. Parecía un estadio de baseball inundado de gente joven; miró sobre el escenario; había un atractivo chico castaño con corte en capas, quién cantaba con mucha energía y felicidad.

—¡DESPIERTA TU CORAZÓN! —la audiencia retumbó la tierra con su grito de euforia al finalizar el coro “Wake up your heart”

Astral estaba fascinado, sus ojos brillaron y ancharon de par en par.

 

“Tú eres perfecto para ser mi nueva Alice”

 

Las cosas que había hecho Astral pasarían a la historia en los archivos criminales de la humanidad; así el pequeño sueño no moriría jamás, o eso era lo que pensaba...

 

 

Notas finales:

 

Fin de Alice uno.

 


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