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Extracciones por La Mascarada

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Notas del capitulo: D. Gray Man no pertenece. Estos fanfics están inspirados en un homenaje de Cortázar a Pizarnik. ¿Opinión, please? =)

 

Hada

 

Cuando caigo en su sueño, soy una pesadilla que sostiene un paraguas rosado y baja tarareando una canción robada a una opereta rusa. Vuelo suavemente hasta posarme en su rostro.   

 

Tiene los labios semi abiertos en una sonrisa. Yo muerdo esa carne suave hasta arrancarle sangre. Mis colmillos la perforan y dibujan marcas rojizas, como las que dejan los mosquitos. 

 

Me voy hacia sus mejillas y de un salto me zambullo en su cabello, en el cual me baño, restregándome y bailando, dando brincos al cielo. 

 

Ruedo hasta su mano que está floja y a mi lado. Me arrodillo en sus palmas, juntando el centro de mi cuerpo entre sus dedos. Clavo mis uñas en sus cutículas. Hago el amor con sus huellas digitales.

 

Ella cierra su puño y yo veo estallar estrellas.

 

Me vuelvo un polvo dorado, retorcida entre sus carnes, pigmentando su cabellera. 

 

Hay sangre mía, sólo un poco en su centro, formando una línea delgadísima en el monte de Venus.

 

Adiós, muñeca. Hazme un favor y respírame.

 

Oh...Sí.

Inútil atracción

 

Soy yo de nuevo, pequeña liebre adorada. Con una luz maldecida en las manos, caminando sobre los cuerpos caídos de tus amigos.

 

Vengo incierta, a librarte de la tortura.

 

He leído sobre el tiempo y he acariciado tu figura en los dibujos de los templos griegos. Recité odas a tu resplandor.

 

Tienes los ojos cerrados y quizás ves mi cuerpo recortándose de la sombra e hincándose ante ti.

 

Tu cabello es menos oscuro que el mío. Sigue siendo del color de la mierda y desde que no te bañas, también hueles a excremento, sudor y sangre. Pero mi lengua saluda tu mentón y baja por tu cuello, despertándote, gimiente, confusa y dolida, como casi siempre. En tu pequeña celda ambigua a un pasillo.

 

Mis dedos recorren tus brazos. Masajeo tus muñecas ateridas por el hierro de las esposas. No debes tener miedo. No haré nada que no te hayan hecho con anterioridad.

 

Ellos, que son tan crueles.

 

Toco tu vientre descubierto por tu ropa hecha jirones. No temas, cosa tonta. Mis hermanos duermen. Los violadores no vienen hoy.

 

Serás profanada, pero por mí. Rhode Camelot.

 

Silencio por tu parte. Ese silencio de presa acorralada que llora a raudales copiosos por dentro. Siempre me recibes de ese modo, mi pequeña musa católica.

 

Tus ancas robustas están cada día más pequeñas, consumidas. Las tomo entre mis manos. ¿Sientes el tacto de mi bolsa, repleta de monedas de oro? Frías, frías, rozando tu sexo húmedo.

 

 


 

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