Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Sobreviviendo a mi suegra por desileo

[Reviews - 8]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

¡Hola a todos!
Bienvenidos nuevamente a este fic, donde conocerán finalmente quién es la madre del Inquisidor.

Una figura encapuchada estaba sentada detrás de una carroza de un mercader, cantando una canción que el enano no entendía, aunque el dialecto se le hacía familiar. Sin poder resistirse, preguntó.

─Es una bonita canción, ¿cómo se llama?

La figura calló al escuchar la pregunta y de manera tosca respondió.

─Dedícate a conducir, enano. No te sirve de nada saber el nombre.

Intimidado por la respuesta, el mercader no quiso adentrarse más en el tema. Si la Inquisición no le hubiera pedido traer a esa persona tan temible, él jamás lo hubiera recogido. Parecía todo un criminal con todos esos tatuajes blancos en su cuerpo, además de esa enorme espada que pareciera más pesada que su portador.

Para sorpresa del enano, la figura comentó al aire.

─Siempre se la canté a mi hijo. Por algún motivo siempre le gustó esa canción.

El enano prefirió no responder, temeroso de que pudiera romper el repentino buen humor de su pasajero. Viendo hacia el camino, calculó que en un día llegarían a su destino.

-------------------------

Dorian intentó leer el libro que tenía en la mano, pero su mente estaba tan nerviosa que le fue imposible ver lo que el libro contenía. Hace algunos días se había enterado que la madre de su Amatus llegaría a la Inquisición, provocando que en él surgiera una enorme inquietud.

Él deseaba que la progenitora de su novio lo aceptara, pero sabía que no era una  persona fácil de llevar, por no decir que era Tevinterano, lo cual ponía las cosas mucho más difíciles para él.

Rindiéndose de leer, salió de la biblioteca y se dispuso a caminar por Feudo Celestial, con la esperanza de encontrar un poco de paz en su caminata, por desgracia, se topó con Solas al bajar las escaleras.

El elfo comentó hacia el mago.

─Te sientes nervioso, no te culpo, los elfos dalishianos no tienen fama de amables, mucho menos con tu gente, por lo que si fuera tú me plantearía seriamente el irme un tiempo de vacaciones a Orlais.

Dorian pensó lo irónico que era la situación, pues el hombre era un elfo y siempre despreciaba a su gente. En un intento de que Solas lo dejara en paz respondió.

─No me siento nervioso, solamente necesito estirar las piernas un poco. Quedarse sentado durante tanto tiempo acalambra las piernas.

El elfo ocultó su risa y respondió.

─Si tú lo dices, aunque esas palabras parecen que intentan convencerte más a ti que a mí. Te aconsejaría que le pidieras la opinión del Inquisidor, tal vez él pueda decirte cómo actuar frente a la mujer.

A pesar de que el humano quería ignorar el consejo de Solas, sabía que debía hablar con Dacio sobre eso, pues ¿qué hijo no conoce lo que hace feliz a sus padres?

Resuelto, comenzó a buscar a su Amatus, lo encontró después de recorrer todo Feudo Celestial en un cuarto recién equipado, acomodando los últimos detalles de éste.

Con suma delicadeza, habló con su amante.

─¿Arreglando los últimos detalles, Dacio?

El elfo se sobresaltó viendo directamente hacia su amante, pareciendo un poco incómodo. Antes de que Dorian pudiera preguntar, el Inquisidor respondió.

─Sí, aunque he de admitir que me siento nervioso. No sé si será lo suficientemente cómodo y…

Comenzando a sospechar lo que realmente le molestaba a su Amatus, completó por él.

─Si tu novio le va a agradar.

Soltando un suspiro pesado, Dacio comenzó a explicar su situación.

─Sabe que me gustan los hombres y no tiene problema en que seas mago, pero no creo que vea con buenos ojos que tenga un novio Tevinter y no, no es por las creencias de los elfos. En realidad ni siquiera se crió en un pueblo dalishiano, aunque no cuenta mucho esa historia. Solo sé lo básico y no es nada bueno. Él se unió a ellos para que yo pudiera tener protección y tener una infancia con otros niños de mi edad sin ser juzgado.

Interesado por ese comentario, Dorian intentó adentrarse un poco en el tema pero uno de los espías de Leliana los interrumpió; el mago se preguntó si la maestra espía tenía el objetivo de cortar todos los momentos de tranquilidad que tenía con el Inquisidor.

El agente se inclinó ante Dacio e informó.

─Su madre ha llegado a la Inquisición, si gusta le está esperando en la puerta de Feudo Celestial.

El elfo fue rápidamente hacia la puerta de Feudo Celestial, diciendo escuetamente a Dorian.

─Por favor, sé amable y procura mantener tu humor sarcástico a raya y espérame en la biblioteca, en unos momentos llegaré para presentarlos.

Dorian solamente pudo ver a su Amatus partir por la puerta, sin saber muy bien si iba a sobrevivir a dicha visita.

-------------------

Dacio corrió todo lo que sus piernas le permitían, derribó a uno de los duques invitados de la Inquisición; mas no le importó pues su madre había llegado y aunque jamás iba a admitirlo, lo extrañó mucho.

Llegando al patio, comenzó a buscarlo con la mirada, terminando en una figura que tenía una capa encima, ésta ocultaba su rostro ya que tenía la capucha puesta. Reconociéndolo al instante, el inquisidor corrió y abrazó a la figura que fue tomada por sorpresa por el enorme abrazo que recibió con tal fuerza que  la capucha cayó.

Tardó unos momentos en identificarlo, pero finalmente respondió al abrazo y comentó.

─Te extrañé tanto. Me tenías tan preocupado.

El Inquisidor se sintió un poco culpable por eso, por lo que bromeo.

─Y por eso viniste hasta la Inquisición, para patear el trasero de tu hijo irresponsable que no para de meterse en problemas.

Se retiró un poco para ver a su madre que, a su parecer, no había cambiado nada. Su cabello era completamente blanco al igual que sus tatuajes que surcaban todo su cuerpo. Su piel y ojos eran exactamente igual a los de él, sin embargo, en vez de un bastón, portaba una espada que alguna vez en su infancia intentó cargar, teniendo resultados desfavorables.

Antes de poder seguir con su conversación, Leliana se acercó a tan peculiar familia y ocultando su asombro comentó.

─Es bueno ver que su…madre ha llegado con bien. Mi nombre es Leliana y soy la maestra espía de la Inquisición.

Su madre contempló por unos segundos a Leliana, hasta que finalmente respondió.

─Mi nombre es Fenris. Sé que es una sorpresa que sea un hombre, pero jamás pude convencer a Dacio que me dijera de otra forma. Siempre fue muy terco.

La maestra espía se rio por ese comentario, esto hizo que el Inquisidor sospechara que le estaba dando la razón de manera muda. Antes de poder defender su situación, Leliana comentó.

─Si me disculpan, tengo asuntos que atender. Si necesita algo, puede pedirle a cualquier persona de la Inquisición lo que sea, por ser la “madre” del Inquisidor no le negarán nada.

La mujer dio una leve inclinación y se fue, dejando a los dos elfos solos. Aprovechando el silencio que se había establecido entre los dos, y antes de que le pidiera conocer a su novio, Dacio comentó.

─Ven, quiero presentarte a todos mis compañeros de viaje, no te preocupes, solamente son nueve y entre ellos mi novio. Vamos.

El Inquisidor jaló a su madre antes de que pudiera replicar sobre ese plan, dejándolo totalmente a su merced. Viendo la cercanía, decidió primero presentar a Blackwall, por lo que puso marcha hacia el establo, esperando que el hombre no se hubiera ido a alguna otra parte.

Para su alivio, el guarda gris estaba trabajando en su caballo de madera, por lo que aprovechó y se acercó mientras decía.

─Blackwall, que bueno que te encuentro, quiero presentarte a mi madre.

El hombre levantó la vista con una sonrisa en su rostro dispuesto a saludar a la madre de su Inquisidor, pero al encontrarse con un elfo su sonrisa se aflojó un poco diciendo.

─Es una grata sorpresa que la… madre de nuestro Inquisidor esté aquí, aunque siempre pensé que una madre debía ser…

Resignado, Fenris completó.

─Mujer.

Sabiendo lo que se aproximaba, Dacio se adelantó a cualquiera de los dos antes de que su madre o compañero se burlaran de él.

─Larga historia, pero los estoy presentando para que se conozcan. Blackwall es un guarda gris, se unió a la Inquisición luego de que Leliana me mandara a buscarlo para saber más sobre los guardas grises desaparecidos. Mi madre se llama Fenris, no creció en el clan Lavellan por lo que es solo Fenris y él me crió solo.

Dacio se calló por unos momentos, esperando la siguiente pregunta que pudiera seguir de cualquiera de los dos. Finalmente, Blackwall respondió.

─Como sea, lo importante es que has hecho un grandioso trabajo para educar a nuestro Inquisidor. Debería estar orgulloso de todo lo que ha logrado, aunque he de añadir que su acento no parece élfico, más bien se parece mucho al de Do…

Pronto, el Inquisidor interrumpió al guarda, temiendo que revelara lo que más temía en esos momentos por lo que rápidamente comentó.

─Bueno, ha sido un largo viaje para él y todavía necesito presentarle al resto de la cuadrilla, así que nos retiramos y te dejamos continuar con tu caballito de madera. Nos vemos luego Blackwall.

Tomó la mano de su madre y salió del lugar como si su vida dependiera de eso, provocando que a mitad del camino para ir a la taberna, Fenris se detuviera bruscamente y enfrentara a su hijo.

─¿Qué fue eso, Dacio?

Haciéndose el desentendido, Dacio vio con su mejor mirada de inocencia mientras respondía.

─No sé de qué estás hablando, madre. Yo simplemente me fui porque me pareció que estábamos acaparando demasiado tiempo de Blackwall. Ven te presentaré a Cassandra, fue la fundadora de la Inquisición.

Fenris lo observó con mirada sospechosa, sin embargo, se dejó guiar hasta donde su hijo le había dicho, lo que sacó un suspiro de alivio por parte del Inquisidor. Tan solo esperaba poder ocultar el verdadero origen de Dorian.

Sabía que era prácticamente imposible, pero siempre podía haber un milagro.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).