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LOVE WHO LOVES YOU BACK. por BBlack

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Notas del capitulo:

¡Hola, mucho gusto!

Pues bien, he decidido [después de mucho tiempo e insistencia de algunas personas] comenzar a subir mis fics por aquí. A lo cual, me doy introducción con éste. Un fanfic un tanto amarguito y dramático en sus comienzos, pero como podrán ver más adelante, las cosas irán evolucionando. 
Éste fanfic será un tanto largo e iremos con calma, por lo que no quiero comentarios tipo "¿Y esto para cuando?", tendrán sus debidas recompensas, así que no desesperéis(? 

Debo decirles [advertirles] que a mí me gusta mucho el drama. Me encaaanta el drama. Así que pueden ir haciéndose una idea de lo que encontrarán por aquí(?  

Y bueno, no soy una experta ni mucho menos; sin embargo, espero que éste proyecto ó algún otro más adelante, pueda ser de su agrado ó entretenimiento. 


Por favor disculpen los posibles errores ortográficos, no me ha dado el tiempo de echarle otro ojito aquí. Ya que es mi primera vez publicando en esta plataforma, tampoco sé con cuánto aproximadamente se hace un buen capítulo. Quiero decir, que prestaré atención a como queda con lo que normalmente considero bien de palabras para un capítulo, y si se hace demasiado corto, ya iré haciendo lo respectivo para, justamente, ir subiendo y trabajando poco a poco en la calidad del fanfic así como del capítulo. 

Sin más, les comparto ésta historia con mucho cariño e ilusión. 


¡Comencemos! ^^ 

Capítulo 1

 “Quizás… si agrego un poco más de sal estará mejor… “

Agregué la sal que creí necesaria para finalizar con éxito mi guiso, odiaba la comida desabrida y cocinar se me daba bastante bien.

Actualmente vivo con mi pareja, por lo que cocino para él. Quién no debe tardar más de 15 minutos en llegar…

También lavo los platos, aseo la casa a profundidad, limpio la recámara y  trato de mantenerme en forma para él. Mi único chico… a quien amo.

Quizás de más la impresión de ser  una sirvienta casera, que de un amante. Pero no puedo quejarme; él trabaja, yo no.  Por lo que se puede suponer, que a mi me dan las cosas sin tener que poner un pie fuera de casa.

 Aunque por dentro, pise hasta las paredes y me suba al techo con tal de limpiar a profundidad. ¡Pero no hay ningún problema, ha decir verdad, me gusta! Es ideal para entretenerme.

Llevamos viviendo juntos aproximadamente  tres años, y a diario me dedico a ayudarle con las tareas domésticas. Aunque, por supuesto, recibo mi merecida “recompensa”.  Él fue el único que me ayudó y aceptó cuando más lo necesitaba. Así que a diario siento la necesidad de mantenerlo en un lugar agradable. Tampoco es que el sea un tipo abusador, ni mucho menos.  Sólo es mi manera de demostrar mi agradecimiento para con él.

La cena estaba servida. La mesa estaba puesta y para ser un poco romántico, aunque podría considerárseme “cursi”, quise poner unas pequeñas y anchas velas rojas sobre un recipiente de cerámica con agua en el fondo.  El mantel, de color blanco, estaba impecable sobre la pequeña mesa redonda sólo para dos que arrastré desde balcón a mitad del comedor. Y para hacer aún más “romántico” el asunto, apagué las luces. Quedándome sólo con la luz de las velas y el balcón, dónde en un rato más, se mostraría la luna en todo su esplendor.

Con un poco de música y una colonia fresca, daría por terminado mi ambiente romántico y cargado de sensualidad.  Obviamente, también me había duchado y lavado a profundidad cada centímetro del cuerpo. Me había arreglado con una camisa blanca, dejando a propósito unos botones superiores sin abotonar y las mangas recogidas hasta los codos, con tirantes y unos jeans negros que se entallaban a la perfección en mis piernas y… trasero. Me puse unos botines marrón que combinaban con mi castaño cabello peinado hacía atrás en una cola de caballo. De todos modos, no tenía muchas opciones. Las rastas no eran precisamente manejables…  y menos teniéndolas  largas. Hacer algo bueno con ellas, era casi imposible.

Cumplíamos  un aniversario más; nuestra relación había ido bastante lejos. Un año después de salir, decidimos vivir juntos. Y desde entonces, no nos hemos separado. Realmente no sabría que hacer sin él…  aunque en un inicio fue difícil. Fuimos criticados, renegados y juzgados  por muchos. Hasta el punto de hacerme sentir humillado, incluso mi propia familia, quienes dijeron que nunca volviera a su casa si decidía irme a vivir con otro chico.

El sonido de las llaves entrando por la cerradura de la puerta me despertó de mi ensimismamiento.  ¡Había llegado!

Me escondí  con una sonrisa traviesa tras la barra de la cocina para sorprenderle en cuanto pasara por ahí, de camino al comedor.

Pero de repente, escuché un ruido sordo. Quizás… al estar a oscuras, ¿se había golpeado con algo al entrar?  Me reí para mis adentros, imaginando la situación y su cara cargada de enojo. Pero desde luego, si recordaba la fecha, supondría que todo esto era un juego o plan mío e iría a buscarme.

Otro golpe sordo. ¿Se habrá golpeado otra vez? la risa hacía mella en mis labios. Cubrí mi boca de nuevo de manera traviesa.

-¡Joder, Kai!

Oh, creo que está enfadado.

-¡Kai!

Salí de mi escondite en cuanto  escuché su segundo grito pletórico y me encaminé hacía la entrada. 

Ahí estaba él, sacudiéndose las rodillas.

-Kai, por el amor de Dios, ¿pero qué coño haces?, ¿te das cuenta de lo peligroso que es que apagues la luz del recibidor?, casi me doy un golpe en la cabeza.   Su voz sonaba un poco áspera, por no decir ruda. Tenía una leve ronquera y me preocupé de inmediato al pensar que podría estar teniendo síntomas de resfriado. ¡Pero si le había dicho que usara el suéter!, ¿tan difícil era hacerme caso?

Me acerqué a él un poco, para ayudarlo a enderezarse por completo, con una mirada reprobadora.  ¡Pero tenía que ser tan necio! Como pillara un resfriado a ver quién le atendía, por que yo había sido claro con los cuidados desde el principio y…

¿Eso es…? No puede ser… ¿alcohol?, entonces, ¿había olvidado nuestro aniversario he ido a beber?

-¿Y bien?, ¿vas a decirme por qué todas las luces de mi casa están apagadas a ésta hora?

Lo había olvidado. Definitivamente. Siempre en nuestro aniversario, solía hacer esa clase de cenas románticas o “juegos en la oscuridad” que tanto le gustaban. Incluso él sabía que si las luces estaban apagadas era por eso o por que había salido fuera y volvería más tarde. Pero me tenía frente a sus narices. Así que esa posibilidad, estaba descartada.

-Te hablo. –Dijo, posando su mano sobre la pared, tratando de mantenerse en pie.-  ¿Qué?, ¿no puedes responderme?  Soltó una risita sarcástica de la nada. Liberando también su aliento a… licor.

Pero si no sólo lo había olvidado, ¡venía ebrio!

De inmediato me volteé y caminé hacía la cocina con los brazos cruzados. ¡Genial, todo para nada!, ni los preparativos, ni la cena, ni el aseo, ni la ropa nueva que tanto me había esmerado en comprar y que fuera de su agrado. ¡Nada!

-¡He!, ¡He!, que te hablo.

Volví a girar, furioso, mirándolo con desprecio. Tomé la pizarra que dejaba siempre sobre la barra y escribí tan rápido como pude:

“¿Sabes qué día es hoy?”

Se lo mostré.

-¿Tú te piensas que tengo visión nocturna o algo así?

Prendí la luz de inmediato y volví a tomar la pizarra con rudeza, a dos manos.

-¿Que día es…?

Lo miré más enfadado aún.

-¿Qué día es?, pues martes, ¿no?

Como siguiera así, le estamparía la puta pizarra en todo su sedoso cabello. ¡No podía creer que lo hubiese olvidado! Lo miré aún con más desprecio, cruzándome de brazos.   De repente, pareció reparar en todo.

Que las luces estaban apagadas hasta ese momento. La decoración, la mesa del balcón, el mantel blanco, las velas, una cena. Ah, y en Kai, en mí. En mí y mi ropa nueva… puesta sólo para él. Arreglado sólo para él.

Abrió los ojos como platos.

-¡Pero si te ves divino!, ¡seguramente hoy es nuestro aniversario!, ¡venga, comamos! –dijo acercándose escandalosamente, a lo que yo me alejé hacía atrás de manera rápida.

“¿Seguramente?”, ¿ni siquiera estaba convencido él mismo?

-¡Dios, pero mira todo lo que has hecho!, ¡lo has puesto todo tan maravilloso! Y tú. Te ves de verdad encantador. –acarició una de mis mejillas con sus pulgares y me mostró sus dientes, con ese asqueroso aroma a alcohol. Giré la cara, indignado, mirando a cualquier lado que no fuera él.

-Oh, por favor, no te enojes. –Tomó mis mejillas entre sus manos y me hizo mirarle a los ojos.  - Lo he olvidado por que he tenido mucho trabajo, lo sabes. Pero recuerda que a finales de éste mes, iremos de vacaciones. ¿No es lo que querías?, ¿ir a la playa conmigo?, ¿solos los dos? – levantó y bajó ambas cejas repetidas veces, sonriendo con pillería.  A lo que volví mi cabeza a un lado, bruscamente. – Por favor, Yuta-kun, perdóname, te lo compensaré, ¿está bien? –dijo, comenzando a repartir besos por mi cuello. En ese momento lamenté tener la cabeza de un lado. Ya que dejaba mayor acceso a mi sensible piel.

¿De verdad lo había olvidado?, pero… el nunca lo olvidaba. Siempre traía regalos, salíamos o me daba alguna sorpresa cuando no acordábamos nada. 

-Anda… no arruinemos esto.  –Comenzó a acariciar con mimo mi espalda.  -No arruinemos la preciosa cena que has preparado para mí.

Continuó recorriendo mi cuerpo mientras besaba mi cuello, provocando que cerrara los ojos de vez  en cuando. –Además… muero por saber el postre.- Dijo, tomando mi trasero y apretándolo con brusquedad .  Mientras me regalaba una mordida en el cuello.

A lo que sonreí con complicidad y entrelacé nuestros dedos; dejando que me llevase a la mesa.

Me senté frente a él, comenzando a degustar la cena, con una pequeña sonrisita en mi rostro. Era verdad. Akira había estado teniendo demasiado trabajo en la oficina, salía realmente temprano de casa y volvía a altas horas de la noche. Ni siquiera venía en el transcurso de la tarde a comer conmigo. Solíamos comer juntos a diario, hasta que esta temporada de trabajo comenzó. A partir de ello, tampoco podíamos pasar “demasiado tiempo juntos”, siempre venía cansado y no quería nada más que dormir. En un inicio me preocupé de ya no ser atractivo para él ó haberlo cansado. Después de todo, vivir con una persona que no puede hablar, tiene una gran responsabilidad y es bastante difícil. Y sumándole a ello un aniversario, era comprensible que no lo recordara…

-¿En qué piensas, Kai?

Sonreí y moví la cabeza de un lado a otro dándole a entender que no pasaba nada.

-Tu comida me encanta, amor, gracias… -dijo inclinándose ligeramente sobre la mesa para acariciar mi mejilla con mimo.

Sonreí satisfecho, aunque lo olvidara, éste hombre siempre sabía como arreglar sus metidas de pata; no podía sentirme enojado por demasiado tiempo con él.

-Tu curry es realmente bueno, no sé cómo puedes prepararlo de manera tan delici… oh, espera.

El teléfono de Akira sonó de pronto, interrumpiendo el buen momento que comenzaba. Últimamente su teléfono no dejaba de sonar, incluso las pocas veces que venía a comer, sonaba sin parar hasta que atendía. “Es del trabajo”, me decía y se iba.

Pero a estas horas, no podía irse, ¿cierto? Nadie trabajaba a las 12 y algo de la noche. No en su trabajo. Salí al pequeño balcón tras él, si se pensaba que podría escapar de mí en este momento, estaba demasiado equivocado, era nuestro momento.

Me posé junto a él, mirándolo con curiosidad. Si no podía hablar, lo presionaría con la mirada hasta que volviera dentro. No era la primera vez que lo hacía y a decir verdad, me resultaba bastante bien.

-Si, si, lo sé… -volteó a mirarme de pronto, sonriendo de medio lado e hizo un pequeño gesto con los dedos, pidiendo tiempo. 

Lo miré con el entrecejo fruncido. No, sabía cuánto aproximadamente era el tiempo que me pedía siempre que hablaba y también sabía que podía tardar mucho. No estaba dispuesto, no en este momento.

Me crucé de brazos y continué mirándolo intensamente.

-Es el jefe, cariño, me habla por unos papeles que olvidé entregarle. –Dijo, tapando la bocina del teléfono para que no pudieran escucharle del otro lado.

Su jefe era muy… persistente. Le llamaba a horas descomunales pidiéndole cosas, y muchas veces iba. Solté el aire retenido en mis pulmones, sin sonido alguno, y miré al suelo.  Pateando una pequeña hoja seca que habría caído de algún árbol.

-Descuida, no iré-. Me sonrió, volviendo a tapar la bocina. –Pero… ¿podrías ir por un abrigo a la habitación?, ha comenzado a enfriar un poco.

Lo miré con el rostro completamente iluminado y asentí. Corriendo hacía adentro por algo que  le calentara un poco, no sin antes abrazarlo y dejar un pequeño beso en su mejilla.

¡Sin duda hoy era estupendo!, tal vez mis planes no eran tal como los había planeado en un comienzo, pero no podía estar tan mal. ¿No?

No me dejaría desanimar por cualquier cosa.

Cuando tuve el abrigo en mis manos, corrí abajo nuevamente para entregárselo.

-No, amor, por supuesto que no.

¿Qué?, ¿amor?, ¿acaso había notado de espaldas lo que traía en las manos y me pedía por otro?

-No, ya sabes que no… -rió. –Humm… tal vez.  ¿Qué te gustaría? 

Seguía hablando por teléfono, entonces… ¿a quién había llamado “amor”? No podía ser el jefe, por supuesto. ¿Ó acaso…?

Me acerqué un poco más para poder escuchar con claridad, cuando mi pie tropezó contra la parte baja de la puerta corrediza y salí impulsado hacía afuera con el suéter en las manos.

De inmediato volteó a verme, un poco pálido.

-¿Estás bien, cariño?

Asentí sonriendo mientras le extendía el suéter con las manos. ¿Quién era?, desde luego no podría saberlo. Quizás… ¿había escuchado mal?

-Llamaré mañana y llevaré el papeleo yo mismo, no debe preocuparse. Si me disculpa, estoy en algo… confidencial. Que descanse.

Volteó mirándome nuevamente, sonriente. –Disculpa, el trabajo es aún mayor. Quizás esta semana llegué aún más tarde, pero te prometo que valdrá la pena. Iremos de vacaciones sí o sí a fin de mes. –

“Sin problemas” dije sonriente con lenguaje en señas para mudos. Él también sonrió y suspiró tranquilo, abrazándome.

Se acercó tomándome de la nuca y besando suavemente mis labios.

-Con esto se me ha ido al apetito, aunque tu comida es deliciosa, ¿podríamos pasar al postre?- dijo de manera sugerente, acercándose a mi oído y mordiendo el lóbulo de mi oreja, a lo cual, me estremecí.

Asentí con la cabeza, mientras le miraba fijamente.

De pronto, sus labios atacaron los míos de manera posesiva y rápida. Sus besos eran lascivos. Besaba con brusquedad, buscando por todos los medios, poseerme. Tiré fuertemente de la camisa en su espalda, comenzando a sentirme un poco cálido. Sus labios no paraban de devorar con lujuria los míos, ya enrojecidos por el contacto con sus dientes y el frío.

Tomó mi trasero a dos manos y envolví mis piernas en su cintura, sujetándome de su cuello con los brazos.  Caminó escaleras arriba, hacia la habitación, mientras acariciaba con sus pulgares mi trasero, provocándome ligeras y placenteras cosquillas. Me recostó sobre la cama colocándose encima una vez hubimos llegado. Volvimos a juntar nuestros labios, besándonos con profundidad, como siempre hacíamos. Jugando con nuestras lenguas en la boca del otro. El beso comenzaba a tornarse sexoso, altamente lascivo. Comencé a desabrochar la camisa de Akira lentamente mientras él hacía lo respectivo con la mía, dejándome sólo con los tirantes puestos. Dejé al descubierto su pecho y lo abracé fuerte, para sentirlo sudoroso contra el mío. Pasé las manos por su cuello y detrás de sus orejas  con calma, acariciándolo con la punta de mis dedos, con amor, con demasiado cariño… mientras mordía su labio inferior. Pude escuchar un ligero siseo de excitación por parte de Akira, quién colocó su miembro ya endurecido sobre el mío, aún con el pantalón puesto y comenzó a rosarlos entre sí con un ligero vaivén.

Tomó mi cintura con una mano, acariciando un costado de mi cuerpo de arriba hacia abajo, pasando su mano caliente sobre mi pezón derecho, endureciéndose en seguida. Me estremecí, echando la cabeza hacia atrás, debido a la excitación que los roses sobre mi entrepierna también endurecida ya, recibían. De pronto, una mordida en el cuello, me hizo entreabrir los labios y tomar con fuerza los costados de Aki. Estaba más que excitado, el frío había desaparecido por completo de nuestros cuerpos.
Abrí las piernas, dejando que Akira me quitase el pantalón y los tirantes, arrancando junto con él mi ropa interior y quitándose la suya también. Se agachó al borde de la cama,  jalándome de los tobillos hasta la orilla de ésta. Subiendo mis piernas sobre sus hombros y metiéndose mi erección por completo en la boca mientras sus manos se posaban en mi cintura. Un inmenso placer recorrió mi espalda y calentó mi cabeza cuando sentí esa húmeda entrada tragar mi miembro, volviendo a sacarlo y a meterlo de nuevo. Una ligera arcada se escapó de la garganta de Aki, quién se detuvo un momento, humedeciendo un poco más mi miembro con su saliva, la cual comenzaba a recorrerse por mis testículos, llegando a mi trasero. Pronto volví a sentir esa inmensa oleada de placer al entrar mi miembro en contacto con su boca. Nunca antes Akira había hecho algo así, normalmente quien hacía las felaciones era yo. Supuse que sería una manera de disculparse por lo ocurrido anteriormente, si era así, estaba más que perdonado. Uno de sus dedos comenzó a acariciar mi entrada, extendiendo la saliva que allí había y adentrándose, interrumpiendo mis pensamientos. Un segundo dedo me hizo posar con fuerza mis manos sobre las de él, a ese ritmo no duraría mucho, y es que su lengua se había ensañado con mi glande, lamiéndola y succionándola. Un tercer dedo un tanto más brusco, me hizo girar los ojos al sentirle tan dentro, exactamente en ese punto que pocas veces había conseguido tocar en mí y me hacía sentir tan inmenso placer.  Arañé sus manos con fuerza, tratando de decirle que faltaba poco para terminar. Levantó la vista, sacando mi miembro de su boca y sonriéndome al ver la cara de loco que debía tener en ese momento. Cerré los ojos para disfrutar un poco más de sus dedos golpeando certeramente en ese punto. Pronto los sacó de mi interior, haciéndome abrir los ojos para volver a cerrarlos al sentir esta vez algo un poco más duro, algo un poco más grande y caliente… aseguró mis piernas sobre sus hombros con sus manos, tomándolas fuertemente y poniéndose de pie, volviendo las estocadas un tanto bruscas en mi interior. Me movía de arriba hacia abajo en la cama, rosando mi espalda contra las sábanas, podía escuchar los ligeros jadeos provenientes de la boca de Akira, en cada una de sus penetraciones. Soltó mis piernas, doblándolas automáticamente sobre mi pecho, al posar sus manos a los costados de mi cabeza. Volviendo la penetración más profunda y certera, al lograr alcanzar de nuevo ese punto en mi interior, sus labios me dejaban sin aliento. Mordía los míos con dureza, con fuerza, hasta rasgarlos ligeramente.  El sudor se apoderaba de nuestros pechos, el esfuerzo al estar en esa posición y el placer, entrecortaba nuestra respiración. Las estocadas se volvían cada vez más rápidas, haciéndolas sentir un poco más profundas, una sensación placentera acompañada de escalofríos comenzaba a recorrer mi baja espalda. Me abracé fuertemente al cuello de Akira, quién daba las últimas y rápidas penetraciones. De pronto una, particularmente fuerte, me hizo echar la cabeza nuevamente hacia atrás. Él tomó con fuerza mi pecho mientras mordía con fiereza mi labio inferior. Un gemido ronco salió de su boca en cuanto sentí algo caliente en mi interior, inmediatamente Akira volvió a dar otra estocada tan fuerte como la anterior mientras su mano se apoderaba de mi miembro, subiendo y bajando rápidamente sobre él. La sensación devastadora de aquél esperado orgasmo me invadió por completo, arqueando mi espalda y estirando las piernas a más no poder. Con los ojos cerrados y la boca entreabierta.

Volví mi espalda sobre el colchón una vez la sensación hubo terminado, sintiendo como ese caliente miembro salía de mi interior y Akira se quitaba un momento de encima de mí para dejarme bajar las piernas de nuevo. Se acercó a mis labios, dando un apasionado beso, para luego sonreírme, levantarme y recostar mi cabeza sobre la almohada. Metiéndose él al lado mío y abrazándome, volviendo a hacer cariñitos sobre mi mejilla y oreja. Lo miré, sonriente. Sin duda había sido fantástico… y pensando en eso, me quedé dormido poco a poco.

Me di media vuelta entre las sábanas, un poco confundido y buscando a Akira al lado mío. Sonreí al escuchar la llave del baño abierta, seguramente estaría tomando una ducha. Así que volví a recostarme alegre sobre la cama al venirme todos esos recuerdos a la mente. De verdad que había sido fantástico. ¿Y si repetíamos?, tal vez no sería mala idea entrar a la ducha con él…

El teléfono de Aki comenzó a sonar sobre la mesita de noche. De verdad, ¿no podían dejarlo solo ni un momento?, ¿qué era eso de llamar a estas horas de la noche?

De repente, a mi cabeza vino el recuerdo…

“Amor”, estoy seguro de que eso había dicho. Pero él no sería capaz… Akira nunca me había faltado el respeto, ni había sido grosero conmigo ó mentiroso. Por supuesto, la idea de que se tratara de infidelidad, era casi nula. Tomé el teléfono sin pensarlo dos veces, fuera quién fuera, lo averiguaría.

-¿Aló?

Aparté el dispositivo de mi oído para ver lo que decía en la pantalla.

“Jefe”.

-¿Akira?, cortaste sin más hace un rato, no me dejaste ni responder al menos.

Oh, no, estaba en problemas. Si era su jefe, pensaría que no querría contestarle y seguramente lo reprendería en cuanto lo viera, lo correcto sería colgar. Sí, eso haría.

-Quiero tu cuerpo.

¿He?

-Quiero que pases todas las noches de esta semana conmigo. Ya se cumplen seis meses, así que eso es lo que quiero.

¿Qué..?, me senté en la cama, repentinamente. ¿Seis meses…? ¿Pero quién era..?, ¿cómo se atrevía a llamar así a Akira y pedirle que pasara tiempo con él?, ¿acaso no sabía que él ya tenía una pareja? Seguramente sería eso, ¡sin duda!

-Ya lo hemos hecho antes. Deja a ese pequeño e inválido novio tuyo. Esta semana, Aki… no es mucho. ¿Debes estar cansado, no es así? De que no pronuncie nada al momento de hacerlo tuyo. De comer su asquerosa comida de la que tanto te quejas… de que te espere en casa a diario con esa estúpida sonrisa de la que hablas y que no nos deje pasar más tiempo juntos.

Mis manos comenzaron a temblar, seguidas de todo mi cuerpo. No podía ser… mi Akira… mi Akira no sería capaz de eso, ¡él no me sería infiel ni me dejaría por otro!… no podía ser.

-Supondré que ya estás somnoliento, pero comenzamos el lunes. En el hotel Royal, a las 10. No lo olvides, querido. ¡Ah! Y por favor, no olvides confirmarme.

¡No, no no!, averiguaría quién era él y lo alejaría de Akira a base de golpes si era necesario, ¡no!

-Sí, me parece bien.

De pronto, una voz grave y ya muy conocida para mi, sonó a mi espalda.

Akira, de pie y con sólo el pantalón del pijama puesto, me miraba con un brillo extraño en sus ojos.

-¡Eso es genial, Aki!, ya verás que vamos a divertirnos… mucho. –De nuevo, la voz al teléfono repiqueteaba contra mi oído.

Vi el teléfono y a Akira alternadamente, ¿qué..?

Akira de pronto se acercó a mí, arrebatándome el teléfono de las manos y poniéndolo contra su oído.

-Lo estoy esperando. – Y colgó, sin dejar de mirarme ni un segundo.

Mis ojos se abrieron como platos… no, esto era un sueño, ¿cierto?

-Kai… Kai… confiaba más en ti. No pensé que te fuera eso de espiar en las cosas de los demás y meter las narices donde no te llaman, querido. –Comenzó a caminar hacía la cama de manera lenta, como un león acechando a su presa.  –Pero desde luego, era de esperarse. Siempre has sido una molestia.

Mis ojos se abrieron aún más de ser  posible. ¿Quién era este hombre…? 

-Siempre has sido un gran dolor de cabeza. Teniendo que aguantar tus caprichos, aprendiendo lenguaje para mudos, teniendo que comer tu asquerosa comida. Todo este tiempo… ¿y sabes por qué?  -Se acercó más a mí y de pronto dio un golpe con ambas manos sobre el colchón.

Me levanté de la cama por el otro extremo rápidamente con la vista borrosa, cubriéndome con la sábana. 

- ¡Solo por un culo!, ¡sólo por un jodido trasero en el cual entrar!

Lo miré fijamente, esperando otro movimiento brusco por su parte.

-Pero ya no será más así… -Posó una rodilla sobre la cama, mirando al suelo.

-Encontré a otra persona, Yutaka. Es lindo… -comenzó a caminar de nuevo, rodeando la cama, en mi dirección.  –Es inteligente, es independiente, hace el amor como nadie más… sin duda está experimentado. No hace tonta y asquerosa comida… y lo más importante. Él si habla.

Lágrimas corrían por mis mejillas. No sabía en qué momento habían comenzado a salir, pero  podía sentirlas frías sobre mi piel.

-¡No llores! – gritó pletórico tirando con rudeza de mi cola de caballo. –Posé mi mano sobre la suya, pretendiendo hacer el agarre menos fuerte. Sujetando con la otra mano la sábana que cubría mi cuerpo. – ¡Deja de llorar!  Una patada en el estómago me hizo caer de rodillas al suelo. Presionando sobre mi estómago fuertemente, sentía ganas de toser, pero no había aire alguno que pudiese sacar. De ninguna manera había visto venir esa clase de repentino ataque. Mi visión se hizo aún más borrosa de un momento a otro; aún podía sentir el agarre en mi cabello, jalando fuerte para volver a incorporarme. Miré a medias hacía arriba, justo sobre mí, estaba la cara de Akira, quién me miraba con una sonrisa desquiciada en el rostro rojo.

-¡Siempre has sido una molestia!-. Nuevamente, una patada, esta vez en mi espalda, me hizo ir hacía adelante, golpeando mi cara con el borde de la cama.

-¡LEVÁNTATE!  Otro tirón del cabello, haciendo que me pusiera de pie a duras penas.

Me sentía mareado y confundido. ¿Dónde estaba mi amable Akira?, ¿el de la sonrisa pura y sincera?, ¿con el que había compartido una cena hacía tan solo unas horas?, ¿con el que acababa de acostarme?, ¿de verdad debía golpearme así?, ¿era tan molesto para él? Supongo que sí… por que se sació a gusto con mi cuerpo y gritó que me odiaba y despreciaba cuanto quiso hasta que quedó cansado. Ni siquiera pude defenderme, no pude ni meter un solo dedo. La confusión y la impresión al tratar de asimilar todo lo que me estaba pasando, me dolía mucho más que los golpes externos…

 

Lo oídos me zumbaban, la piel me ardía y dolía. Sentía que la cabeza me iba a reventar de un momento a otro, no podía al menos mirar bien de lo hinchados que debía tener los ojos. Akira, sentado a un lado mío, recargando su espalda en la base de la cama, cansado y con algo de sangre en el cuerpo, escupió hacía un lado. Y me tendió algo con las manos.  ¿Qué era…?

-Vístete y vete.

¿Irme…? ¿Vestir a estas horas?

-No quiero volver a verte.  –Se levantó y caminó fuera de la habitación. Me levanté lentamente y me puse las prendas que había usado esa misma noche durante la cena. 

Irme…

Como me fue posible, también me coloqué los botines marrones y caminé por el corredor y las escaleras hasta llegar abajo, mis piernas temblaban.

Irme de su lado…

Abajo se encontraba Akira, tomando un vaso de agua, mirándome fijamente. Se acercó.

Me cubrí la cara con los brazos tan rápido como pude.

-No es eso, no voy a golpearte. ¿Ves esto aquí? –Dijo, enseñándome un rollito de pequeños papeles en su mano. –Es dinero, ve a un hotel, a casa de un amigo ó a donde quieras, me da igual. Pero no vuelvas a acercarte a mi vida nunca más ó lo sabré y acabaré contigo como me contuve todos estos años de no hacer.

Acabar conmigo…

-¿Has entendido?-. Levanté la mirada y lo vi a los ojos de manera interrogante.

Aki…

-Ah, esto es solo por “tus servicios”. Rió nuevamente, con esa nueva sonrisa, esa que yo no había visto. Esa llena de maldad…

Y abriendo la puerta, me sacó de la casa, quizás, de manera demasiado brusca…

No podía creerlo.

Aki…

 ¿Qué haría?, ¿A dónde iría? El cuerpo me dolía aún y estaba casi seguro de que mi labio no había dejado de sangrar, así como mis ojos de llorar. Pero sin importar, caminé; caminé sin rumbo fijo. Quizás por una hora o más… con un solo pensamiento en la mente.

Akira…

Me detuve cuando, sin saber donde estaba; el frío comenzó a calar mis huesos, afectando y volviendo aún más dolorosas varias heridas que hasta ese entonces no sabía que tenía. En ese momento, me encontraba en un barrio bastante sucio, donde predominaban bares, pubs y prostitutas, así como gente sospechosa. Quienes me miraban como buitres, susurrando cosas entre sí y se golpeaban ligeramente con el codo, incitándose entre ellos. Aparté la mirada de una rubia chica de minifalda que estaba de pie junto a un oscuro callejón, a quien un hombre de aspecto bastante rudo y cabello blanco, procedió a tomar su trasero con fuerza y besarla descontroladamente, como si quisiera marcar su territorio, para luego mirarme.  Caminé más rápido pasando de largo ese lugar, llegando al inicio de otro callejón oscuro.

De pronto, sentí un pequeño empujón en la espalda. Me di vuelta en seguida.

-¿De donde vienes?, ¿eres un mensajero?

¿Un qué?

 Lo miré con miedo, sin duda su apariencia era de temer. Un hombre alto y tatuado, de largo cabello negro, rapado por la mitad de la cabeza.

-No creo que lo sea, Miyavi. Velo, se ve muy bien vestido para ser uno de nosotros, ¿no crees?- Dijo otro más allá, de cabello rubio y ropa particularmente grande, recargado en la pared.

-¡Exactamente! –dijo otro más, apareciendo detrás de mí con una apariencia más temeraria que la de los otros dos.

-Entonces, lindo. ¿De dónde vienes?, no parece ser que seas mensajero. ¿Acaso vienes a robar?, ¿ó eres un policía en cubierto?, ¿vienes a vender porquerías en nuestro barrio?

Los tres habían comenzado a caminar alrededor mío, asechándome, muerto de nervios. ¿Cómo les decía?

-No hablas, ¿he?, ¿te comió la lengua el ratón? –Dijo nuevamente el rubio de maliciosos ojos cafés, riéndose, empujándome  y haciéndome caer de rodillas al suelo, otra vez.

-Si vienes a vender drogas, mejor vete. Aquí tenemos todo lo que necesitamos.

Los miré, temeroso, tembloroso. Con los ojos llorosos otra vez… no, por favor, no. No de nuevo.

-Si no quieres problemas, es mejor que nos entregues todo lo que traigas.

Levanté las manos, rindiéndome. No llevaba nada conmigo, todo lo había dejado en casa de… él.

Aki, ayúdame…

-¿Qué te esperemos, dices?

-¿A qué vamos a esperar?, ¡quítale el dinero ya el polvo ya!

Mis ojos miraban temeroso de uno a otro. ¿Qué me esperaran?, ¡yo no había querido decir eso! Yo quería que tomaran todo y se marcharan.

-¡Dame lo que tengas, ahora! El rubio se acercó, mostrándome un pequeño metal afilado que sostenía desde un mango negro. Asustado, lo miré a los ojos, levantando aún más mis manos. ¡De verdad quería decirles!

Y los vi, sus ojos cafés.

Cafés claro como los de Akira… mi Aki.

 

Y me perdí…


-¡He dicho que me des lo que tengas! –un golpe por parte del mismo Rubio me dejó casi inerte en el suelo, seguido por patadas por parte de los otros. Dejándome inmóvil de nuevo. Incapaz de moverme. Golpes sordos, dolor punzocortante, olor a óxido.

Luego de ello sólo sentí como hurgaban en mis bolsillos, en la camisa y hasta en los zapatos. Logrando sacar el rollito de billetes que Akira me había dado antes.

-¡Los tirantes, quítaselos! Deben ser caros.

-¡La camisa, vamos!

-La camisa está llena de sangre, es un asco, no tiene remedio.

-¡Entonces los pantalones!

-Miyavi, basta. Jamás hemos robado pantalones. No llegaremos tan bajo.

-¡Entonces los zapatos!

-¡Qué asco, está escupiendo sangre!, vámonos, con suerte no nos habrá reconocido.

Sentía que el estómago iba a reventarme de un momento a otro, mi vista nuevamente era borrosa. El dolor en todo el cuerpo era insoportable. Y al tratar de colocarme de lado, se hizo aún más insoportable. Aquél sabor a óxido subía por mi garganta y comenzaba a faltarme el aire. Traté de ponerme de pie, volviendo a caer enseguida con un ruido sordo.  

¿Éste era mi fin? Sí… quizás lo era.

Akira, ¡por favor!, ven por mí…

 

Y de pronto lo vi a él, corriendo hacía mí. Arrodillándose a mi lado y hablándome con fuerza. ¿Quién era…? ¿Era un ángel?, quizás la muerte…

 

                                                                                   

Salía de un bar lejano a mi casa. Había encontrado hacía unos meses un barrio de mala muerte donde vendían tragos a un muy accesible precio. Y como era de costumbre, había salido a beber antes de mi día libre.  El alcohol lo era todo para mí. Me hacía sentir lleno,  alegre, confundido e incluso amado a veces. Pero eso sólo cuando algunas chicas alegres del bar se acercaban a hacerme un poco de compañía.

Salí a la calle, soltando un ligero gruñido al estirarme y bostezar, sonriendo. Realmente había bebido bastante, pero no lo suficiente para estar ebrio. Ahora sólo tenía que tomar un taxi e ir a casa a dormir tranquilamente.

-¡Qué asco, está escupiendo sangre!, vámonos, con suerte no nos habrá reconocido.

¿Escupir sangre? 

De pronto visualicé frente a mí, a lo lejos, a tres chicos que salían corriendo despavoridos. Jaja la juventud era increíble, yo también solía correr cuando iba al instituto y participar en competencias, ahh... era fascinante.

 Un momento, ¿alguien había dicho sangre? Estaba seguro de haberlo escuchado.

Agudicé la mirada y detuve el paso, tratando de observar la situación adelante, bien como para que hubiera un cadáver ó algo así y yo fuera pasando tan tranquilo. Bien Takashima, como piensen que fuimos nosotros, nos irá estupendo en prisión. 

Comencé a caminar de nuevo, lentamente. Frunciendo el entrecejo para ver aún mejor.

Un chico de apenas 22 años y con el cabello muy largo se levantaba con la camisa y la cabeza ensangrentada y volvía a caer a peso muerto sobre el asfalto. El mucho ó poco alcohol que mi organismo pudiera tener, desapareció en seguida en cuanto vi aquella imagen. Corrí despavorido hasta ese cuerpo inerte, que tenía los ojos entre abiertos debido a la hinchazón.

-¡Oye, espera!, ¡resiste!, ¡llamaré a una ambulancia!, ¡por favor resiste!, ¿cómo te llamas?- Tanteé su estómago, notando que subía y bajaba rápidamente, pero de manera débil.  Presioné sobre sus costillas, el joven cerró fuertemente sus ojos y posó  su mano sobre la mía para que disminuyera la fuerza del contacto. Seguramente estaría fracturado ó algo así. El chico trataba de toser e incorporarse, sujeté con una mano su nuca, llenándome de sangre en seguida. Mientras que con la otra buscaba en los bolsillos de mi pantalón el teléfono y pedía por ayuda.

-Espera, por favor resiste. La ambulancia viene en camino.

Y sus ojos, que hasta ese momento seguían estando ligeramente abiertos, se cerraron por completo.

 

 

 

Notas finales:

¿Logrará sobrevivir Kai?
Ó mejor dicho... ¿lo hará completo y sano? 

¡Tampoco crean que esto será solo así! :'D en realidad soy puro amor por dentro(? 

 

¡Muchas gracias por tomarse la molestia [perder el tiempo, en realidad.] de leerme!
Espero que les haya gustado, se haya hecho entretenido ó interesante para ustedes. Si desean una continuación, leeré sus comentarios gustosa y trataré de subir el siguiente capítulo inmediatamente. 

Una vez más, gracias por leer. ¡Nos vemos! ^^ 


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