Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

EN TIEMPOS DE GUERRA por __cherryblossom__

[Reviews - 2]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Este One-shot iba a ser para el Festival Baeri del precioso grupo Baeri Lovers, pero pasó algo en mi vida que me hizo retomarlo un par de semanas después, luego estuvieron mis estudios y hasta ahora lo he podido finalizar, pido perdón por ello. Por eso mismo quiero dedicar este One-shot igualmente al grupo precioso que tenemos. Ojalá les guste, lo he hecho con mucho amor.

 

*Taeyang en coreano significa sol.

En tiempos de guerra.

 

 

 

El hotel era demasiado espacio para dos personas, por eso ahora con solo una durmiendo ahí se sentía una enorme mansión solitaria, abandonada. Seung Ri estaba seguro que si no fuera por la mantención de limpieza que hacía y los retoques de color que le había dado su padre al hotel, pasaría totalmente desapercibida a ser una residencia embrujada. Que Ji Yong, su mejor amigo, fuera su vecino, también ayudaba demasiado a no sentirse solo en ese momento. Tampoco era como si Ji Yong pasara todo el día con él de todos modos, pero sabía que lo tenía solo a unos cuantos pasos, lo que le aliviaba completamente.

 

Su padre, con quien vivía desde la muerte espontánea de su madre luego de darle a luz, había tenido que ir a la guerra. Por fin, luego de tantos años de amenaza, Corea del Norte había declarado la guerra y puesto manos, armas y sangre sobre todo aquel que se niegue a sus reglas, o a quien apoye al Corea enemigo, justamente su país.

 

Seung Ri tenía 17 años recién cumplidos, y Ji Yong por poner primero la universidad no había alcanzado a cumplir con los años obligatorios de servicio militar, por ello ahora no estaban escudando al país. Pero Ji Yong ayudaba de día a los accidentados soldados que llegaban a la zona donde estaban ellos, así que se sentía realizado. Sin embargo, Seung Ri solo esperaba hospedaje, gente que fuera a quedarse en su maldito hotel. Obviamente en esos casos nadie iba, prefiriendo resguardarse en sus hogares. Estaban en tiempos de guerra, por Dios, ¿a quién realmente esperaba?

 

No podía enviar cartas a su padre, porque por seguridad no podían saber las localizaciones, así que solo recurría a los libros y leve música. Seung Ri tampoco podía darse la libertad de beber más de una copa de vino, porque debía esperar clientes… Fantasmales, pero clientes.

 

La cafeína era su mayor compañera, y no había nada más agradable que una gran taza de café caliente en una noche de lluvia. Estaba muy arropado a pesar de no ser friolento, pero era cómodo. Además, estaba tan entretenido con las ocurrencias de Sherlock Holmes, que después de un par de párrafos más, oyó el insistente timbre del hotel. Corrió sin importarle dejar a un lado el libro y perder la página. Estaba tan desesperado por algo de compañía, que se dio cuenta de su inmadura reacción en cuanto se vio tomando aire para regular la respiración antes de abrir la puerta.

 

—Bienvenid-

 

Seung Ri no alcanzó a terminar la frase cuando un soldado -a juzgar por las prendas- se desmayó en la entrada. ­­Se sorprendió y ayudó rápidamente a dejarlo por lo menos arriba de la alfombra roja que adornaba la recepción. El hombre tenía algo de sangre en su uniforme, y ahí fue cuando Seung Ri se comenzó a desesperar.

 

—¡Oh, estás sangrando! ¡Dios, ¿qué hago?! Ji Yong, llamaré a Ji Yong, espérame aquí. —Dijo, como si el inconsciente moreno le fuera a responder.

 

Ji Yong era de sueño pesado, así que cuando fue a abrirle estaba con el ceño muy fruncido y molesto. Sin embargo corrió a buscar su kit de emergencia y fue con pijama puesto a auxiliar al soldado cuando le contó. Abrió la chaqueta militar y subió hasta donde pudo la musculosa blanca típica que usaban ellos.

 

Seung Ri no tenía idea de qué estaba haciendo Ji Yong, pero veía cada vez más sangre correr.

 

—Ji Yong, quizás lo estás matando.

 

—Silencio. He salvado más vidas de las que puedes contar con los dedos. Mejor ayúdame y ve a buscar una gran cantidad de toallas y agua.

 

Seung Ri desapareció. Ji Yong examinó su pulso, vio sus ojos dilatarse gracias a su acercamiento y tanteó suavemente la zona de la bala.

 

—Debemos llevarte al hospital, ¿me oyes?

 

—No… —Respondió el accidentado. Estaba despierto.

 

—Si te saco la bala acá dolerá más, además podrías volver a desmayarte, no puedo arriesgarme a que mueras desangrado.

 

—No importa… Odio los hospitales… Solo sácala.

 

—Eres soldado y te dan miedo la agujas, qué valiente has salido. —Susurró Ji Yong.

 

El hombre sonrió débilmente y soltó un bufido por su comentario. Ji Yong rio también.

 

—¿Está bien? —Preguntó Seung Ri dejando las cosas a un lado del herido.

 

Ji Yong tomó el agua y la pasó por la herida para tener más claridad, luego lo apretó un poco con un par de toallas, el hombre volvió a quejarse.

 

—Dice que no quiere ir al hospital.

 

Seung Ri miró al moreno, quien le miraba de reojo.

 

No sabría cómo explicar exactamente lo que sintió en ese momento. Era como si hubiese encontrado algo tan espectacular que no podría dejarlo ir, podría compararlo incluso con oro o diamantes, así de hipnotizador y excepcional. Era aterrador, porque ni siquiera conocía el nombre de esa persona, pero quería protegerlo.

 

—¿Si no va podría morir?

 

Ji Yong suspiró.

 

—Si la dejo ahí claro que sí, pero si logro sacarla es difícil saberlo, por eso para mayores precauciones quería llevarlo allá, después de todo es una herida de bala.

 

—Entonces no importa lo que él diga, debemos ir.

 

—¡No! —Se apresuró a decir el soldado, tomando un brazo de Seung Ri quien estaba a punto de levantarse. —He sufrido peores heridas, solo sáquenla.

 

Ji Yong miró a Seung Ri y viceversa, el mayor de ambos negó con la cabeza y comenzó a hacer su trabajo.

 

Al tercer intento las tijeras no resbalaron y encontraron un punto exacto en la bala. Ji Yong la sacó y el hombre se quejó en voz alta.

 

—Si te desmayas te llevaré al hospital, así que más te vale que te sigas quejando o te desconcentres del dolor y nos expliques qué rayos haces acá.

 

La demandante voz de Ji Yong hizo que Seung Ri mirara al hombre también. Él se veía con algo de temor, como perseguido. Seung Ri puso una mano en su brazo y le sonrió suavemente, acariciándolo con mucha sutileza.

 

—Queremos saber cómo es que te has apartado tanto de los soldados. Por lo que sabemos todos actúan en grupos para no caer solos, si sabes a lo que me refiero.

 

El soldado tomó un respiro mientras Ji Yong comenzaba a saturar su herida.

 

—Íbamos siguiendo a un grupo en especial, las cosas se complicaron cuando empezó a llover. Cuando menos lo creí había un hombre detrás de mí que me disparó a sangre fría. Yo no podía quejarme demasiado a pesar de la lluvia, podían haber más orejas oyendo. Entonces caminé porque no encontraba a mi unidad y de un momento a otro me hallé en un camino de cemento. No quise ir a hogares familiares, porque tampoco buscaba asustar a los niños, entonces encontré este hotel y cuando abriste la puerta me sentí desfallecer. Creo que mi cuerpo esperó por un refugio y se desvaneció. Gracias por no cerrarme la puerta en el rostro, yo creo que nadie querría tener a un herido de bala en la casa.

 

—Bueno, Seung Ri no tiene demasiadas opciones. Además, nadie ha llegado a hospedarse aún. Eres el primero.

 

Ji Yong hizo un nudo cuando terminó, le limpió y dejó descansar una gaza sobre la herida por si aún llegaba a salir sangre. Luego, encima de eso, envolvió parte del marcado abdomen en un vendaje. El soldado miró de reojo a Seung Ri y sonrió.

 

—Debes comer, beber mucha agua y dormir. —Ordenó Ji Yong. —Has perdido sangre, así que ni se te ocurra salir de acá a menos que camines sin quejarte. Si quieres puedo llevarte al refugio de los soldados que han llegado, ahí hay de todo.

 

—¿Podría encontrar una helada cerveza?

 

Ji Yong dio un largo suspiro algo divertido mientras ordenaba sus cosas.

 

—Lo dudo.

 

—No tenemos habitaciones en el primer piso, así que estarían bien las del segundo. De todas formas yo te llevaré las comidas del día para que no tengas que estar saliendo y forzando tu herida. —Dijo Seung Ri algo tímido.

 

—Bueno, estarás en buena compañía acá. —Dijo Ji Yong. Seung Ri no supo interpretar bien si era para él o para el soldado. —Me iré ahora. Seung Ri sabe los cuidados básicos, ¿no? —El menor asintió. —Nos vemos entonces. —Ji Yong estuvo a punto de salir, pero dudó un poco y miró hacia atrás, donde Seung Ri pasaba un brazo delicadamente por la cintura del hombre, por donde no estaba la herida. —Por cierto, ¿cuál es tu nombre?

 

El moreno alzó la vista y demoró un poco en contestar.

 

Seung Ri miró su perfil, y lo encontró una escultura. El hombre, aparte de tener una piel tostada envidiable que llegaba a rozar lo dorado, tenía una nariz perfectamente perfilada y unos labios voluptuosamente carnosos.

 

—Me llamo Taeyang.

 

Seung Ri sonrió con disimulo y apretó solo un poco más el agarre con el otro, sin producirle dolor.

 

Sí, su toque era algo similar al calor del sol.

 


 

La manera de hablar de Taeyang le recordaba mucho a su padre, se sentía casi como un veterano de guerra. Habían situaciones muy fuertes, muertes injustas, familias sin más el sustento de padre, incluso amores entre compañeros. Taeyang le contó de un par de amigos que se habían enamorado, pero que jamás pudieron estar juntos.

 

Que las historias no tengan un final feliz es triste, sin embargo era lo más apegado a la realidad.

 

—¿Te has enamorado alguna vez? —Preguntó Taeyang.

 

Seung Ri dejó de lavar las gasas y le miró. Él apenas tenía 17 años, sin embargo había sentido un tipo de amor con un profesor. No sabría afirmar si se había enamorado por completo; la respuesta probablemente era negativa.

 

—Sí. O sea, eso creo. Fue hace dos años, cuando tenía quince. Estaba este profesor de piano que venía de Inglaterra. —Dio una pausa, esperando algún gesto –ya sea bueno o malo- de Taeyang por la disimulada confesión a su orientación sexual, pero solo supo descifrar un rostro neutro y normalizado. —Obviamente él no me correspondía. —Comentó en un bufido, como restándole importancia, pero en realidad haciendo un ademán de aceptación. —De hecho era mucho más mayor que yo, pero Dios, era perfecto... Por lo menos para mí. Tenía veintinueve años, sus ojos eran color miel y tenía el cabello claro, se dejaba leve barba y usaba lentes que le hacían lucir graciosamente intelectual, casi intimidante. Siempre tuve cierta inclinación por los hombres de cabello claro, no sé por qué.

 

El soldado asintió y sonrió. A Seung Ri no le agradó demasiado que hiciera eso. No le preguntó lo mismo, temiendo la respuesta. No quería saber si alguna vez estuvo enamorado o actualmente lo estaba, tampoco le importaba saber si tenía familia y estaba casado.

 

Podría ser el salvador del padre de una familia, quizás evitó que unos niños quedasen huérfanos de padre, y en vez de verse feliz siendo un héroe, prefería evitar todo ese tema. ¿Tan egoísta era?

 

Ayudó a Taeyang para comer, limpiaba su herida y a veces incluso el moreno pedía que le leyera un poco de la lectura que hacía perder la noción del tiempo a Seung Ri. Las noches solitarias las había remplazado totalmente la compañía de aquel soldado.

 

Normalmente hablaban de comida o música, donde ambos se habían dado cuenta que disfrutaban de la voz y melodía de Nat King Cole, lo que les hizo más cercanos. O a veces, si las noches se sentían más largas, se daban oportunidad de indagar en temas un poco más íntimos, sin llegar siempre a lo romántico. Seung Ri era un poco minucioso en eso.

 

 

Al tercer día Ji Yong fue a ver cómo seguía la herida, y luego de chequear todo bien, no pudo evitar un par de comentarios que hizo en privado a su mejor amigo.

 

—Va evolucionando bien. Has estado al pendiente, ¿no? —Seung Ri asintió, sonriente. —Lo vi feliz. Supuse que es porque estaba sanando rápido gracias a los cuidados, pero te veo feliz a ti también…

 

Seung Ri se alertó. Había pasado algo muy similar cuando comenzó a cambiar su humor gracias al famoso profesor. Su padre había sospechado que algo le ocurría, pero él siempre prefería guardar las dudas sobre Seung Ri, sin embargo Ji Yong siempre estaba ahí, preguntándole todo.

 

—Es bueno tener alguien con quien hablar. Mi padre se ha ido hace un par de meses, estuve un mes y medio solo en este hotel. Claro que no te culpo nada, pero a ti te veo solo a veces, y por supuesto que me sirve verte para no seguir sintiéndome así, pero pasar la semana hablando con las paredes no es demasiado gratificante. Disfruto estar solo, no te lo niego, pero prefiero estar en compañía.

 

—Tranquilo, que no te estoy reprochando nada. Solo quiero que tengas claro que él algún día tendrá que marcharse. Además, no debe tener ni un peso en los bolsillos para pagarte todo lo que has hecho por él. Prácticamente te debe la vida.

 

—Gracias al pago mensual que nos dan los señores Song no me preocupo por el pago. —Ji Yong asintió, se había olvidado que el padre de Seung Ri arrendaba una granja unas cuantas millas al sur. —En cuanto a su vida, cualquier ser humano hubiese hecho lo mismo. No creo que si hubiera llegado a tu casa lo hubieses tenido tirado en el piso desangrándose y muriendo de dolor. Además, no digamos que fuiste de poca ayuda, que yo lo estoy cuidando y lo he acogido, pero tú le sacaste esa bala y detuviste la hemorragia.

 

Ji Yong asintió. No tenía demasiado qué replicar.

 

—Bueno, debo irme. A todo esto, me gustaría saber de qué unidad es Taeyang. Tengo un contacto con la armada y quería preguntar si estaba en la ubicación correcta esa noche. Podría haber sido desviado por los militares de Corea del Norte.

 

Seung Ri le observó unos momentos.

 

—¿No se supone que tener contacto con la armada es ilegal?

 

—Soy médico, no lo es en mi caso.

 

—¿En qué andas Ji Yong?

 

El mayor se sonrojó levemente, fingió demencia y con un simple ‘’Nos vemos’’ se retiró, dejando a Seung Ri con la palabra en la boca.

 

Al parecer, no era el único en ocultar algunas cosas.

 


 

La proximidad que Taeyang efectuaba en él no podía considerarse normal.

 

Estaba ayudándole a ponerse de pie para que no forzara su abdomen, pero el moreno insistía en apoyarse en sus caderas en vez de sus hombros. Era una tortura para Seung Ri, porque tenía que hacer un esfuerzo de donde no tenía para evitar quedarse mirando aquellos gruesos labios que tenía tan cerca. Y a esas alturas Seung Ri estaba completamente lúcido en lo que quería.

 

Deseaba a Taeyang.

 

Aunque su consciencia podría estarle jugando una mala pasada haciéndole pensar que quizás Taeyang le estaba mandando señales de que quería lo mismo, no podía ilusionarse. Porque, ¿qué ocurriría si se daba esa maravillosa oportunidad? Si él y Taeyang terminaban queriendo lo mismo y lo hicieran, ¿después qué? Seung Ri sabía que era una época demasiado conservadora como para gritar a los cuatro vientos que por fin alguien le estaba correspondiendo el sentimiento, menos aún a su padre, un soldado recto, hecho y derecho que repudiaba lo que no era correcto, y para 1945 ser homosexual se consideraba casi un delito.

 

—Los puntos me dan mucha picazón.

 

—Eso quiere decir que está cicatrizando. No se te ocurra pasar los dedos por ahí que podrías hacerte daño.

 

—Tranquilo, no lo haré. —Respondió Taeyang, sonriente.

 

Seung Ri dio un par de pasos con Taeyang cuando el moreno ya se halló cómodo de pie.

 

—Debería prender la leña, se está comenzando a helar.

 

—Oí por el radio que se viene una tormenta. Creo que tendremos que acurrucarnos para no morir de frío. —Comentó el soldado. Seung Ri se tensó un poco y le miró con fijación. —Tranquilo, es una técnica que me han enseñado en el ejército para mantener la calidez.

 

Seung Ri asintió, sin agradarle demasiado el comentario. Y no es que no quisiera acurrucarse junto a ese marcado moreno, Dios sabe que podría pedir ese momento como deseo si fuera necesario, pero Taeyang lo decía con tanta indiferencia que era imposible descifrar si lo decía en serio o simplemente estaba bromeando.

 

Seung Ri sonrió luego sin decir nada. Ninguno hizo un comentario más hasta la mañana siguiente.

 


 

Después de una semana de la curación, Taeyang podía comer definitivamente comidas sólidas, así que Seung Ri preparó un crepe francés con banana, frutillas y miel para el huésped, junto a una taza de café para beber.

 

—Me gustan tus desayunos, pero con este te has pasado. En serio no recuerdo haber comido algo así jamás.

 

—¿De verdad? Bueno, es una receta francesa, pero es la especialidad de la casa, aunque por lo general a mi padre le gusta hacerlos.

 

—Tu padre te debe haber enseñado muy bien, porque no imagino algún otro plato igual o más rico que este.

 

Seung Ri sonrió sintiendo sus mejillas algo acaloradas. Le había contado de su padre una de esas largas noches donde las memorias a veces salían de sus labios por sí solos.

 

—Gracias. —Seung Ri miró los ojos de Taeyang, y a pesar del helado clima que se mantenía desde la noche anterior, estos reflejaban mucho calor. A Seung Ri le gustaba mirarlos, demasiado.

 

—¿Se me ha quedado algo en el rostro? Qué vergüenza. —Se afligió, limpiándose la boca con la servilleta, lo que hizo a Seung Ri despabilar.

 

—Para nada. Estaba recordando algo que me dijo Ji Yong hyung antes de irse. —Mintió.

 

—¿Ah, sí? ¿Qué es?

 

Pensó rápidamente y algo en concreto se le vino a la mente.

 

—Él quiere saber de qué unidad eres.

 

Seung Ri vio algo de sorpresa en el rostro de Taeyang, seguramente no esperaba una pregunta así.

 

—Oh, bueno…

 

—Lo que pasa es que él tiene contactos, entonces podría guiarte a esa zona para que vuelvas con tu grupo. De seguro el coronel te debe estar buscando.

 

—Bueno, han pasado un par de semanas, yo creo que me deben haber dado por muerto.

 

—Sin embargo sigues aquí.

 

Taeyang asintió.

 

—Tranquilo, sé en qué lugares exactos hará parada mi grupo. Además, aún si no lo supiera no podría decirte de qué unidad soy, tampoco a Ji Yong.

 

—Pero somos fuentes confiables. —Argumentó, y de repente se vio a la defensiva. No le agradaba ser tratado como un extraño, no por lo menos después de lo que había hecho por Taeyang. Y no es que se pasara los años sacándole en cara que le debía la vida, sino que esperaba confianza. Aunque de alguna manera sintiera que él había puesto esa línea entre ambos.

 

Además, tampoco es como si después de todo lo que estaba pasando volviera a ver a Taeyang luego de marcharse…

 

—Lo sé, y yo confío en ti, también en Ji Yong, pero los juramentos al país no me lo permiten.

 

Seung Ri dio un sorbo de su té con la mirada fija a la nada.

 

Como Taeyang ya podía moverse sin problemas, Seung Ri no se ofrecía a ayudarle en todo. ‘’Si necesitas ayuda puedes pedirla, no hay problema’’, le había dicho, pero ahora Taeyang no estaba seguro si hacerlo o no.

 

Taeyang terminó su desayuno y levantó las cosas llevándolas a la cocina para sorpresa del menor. Seung Ri se quedó sentado, esperando alguna palabra para no volver a terminar como hace unas noches atrás.

 

—¿Podrías ayudarme a cambiar la gasa? Ayer lo hice yo, pero me ha dolido un montón. —Dijo Taeyang, y Seung Ri no hizo nada más que asentir.

 

 

Taeyang no podía hacer ejercicio esos días, así que Seung Ri solamente se explicaba que el moreno tuviera sus músculos tan marcados por pertenecer al ejército, o quizás era genético. Lo que sea, era impresionante.

 

Limpió la zona, esperó a que secara y luego puso una gasa limpia. Acarició un poco los bordes para que se adhiriera bien, sin poder evitar tocar un poco más de piel que de la venda.

 

—No me importa realmente que me metas mano, pero podríamos tomar una copa antes.

 

Seung Ri le miró y permitió por primera vez que alguna broma de Taeyang no le afectase para mal. Sonrió y bajó la camiseta.

 

—Ji Yong no me permite darte alcohol. —Respondió, como nunca lo hacía. Le gustó mucho ver una sonrisa en los gruesos labios del otro.

 

Taeyang se acercó y no dejó de observarle con galanteo.

 

—Pero puedes besarme. —Susurró.

 

Seung Ri pensó en un millón de formas para que ese momento fuese interrumpido; Como que de repente llegara Ji Yong a visitarle para saber de él y del estado de Taeyang. O que de milagro tocaran a la puerta nuevos huéspedes que acapararan toda su atención y tiempo. O que apareciese su padre informando abruptamente que la guerra había terminado y podrían respirar en paz.

 

Sin embargo el silencio reinaba en el hotel. No se oían más que las respiraciones ajenas y seguramente los raudos latidos de sus corazones. Todo se redujo a ellos con aquella insinuante frase que dejaba en claro toda intención de Taeyang ahora. Seung Ri podría sonreír con calma porque le estaban correspondiendo, pero había sido todo tan rápido que no vio venir las miradas que le daba el moreno y menos sus palabras.

 

Tragó grueso y dio una larga pero silenciosa inhalación.

 

—¿Puedo Seung Ri? ¿Dejarías que te bese?

 

Seung Ri se acercó un poco más, casi juntando sus narices. Podría haber sido instinto o no, pero Taeyang también ayudó en cerrar un poco el espacio entre ambos. El menor movió un poco sus labios, como intentando tantear los abultados del otro, e hizo lo que deseó hacer casi desde el primer día. Besó a Taeyang.

 

Coló una mano en la nuca del moreno para hacer más presión y con los dedos de la otra delineó la pronunciada mandíbula intentando tener el mejor acceso posible a su boca. Taeyang apretó las caderas de Seung Ri ejerciendo presión de aquella zona sobre sí mismo.

 

Seung Ri había esperado demasiado por ese momento, así que estaba totalmente consciente de que olvidar el sabor de los labios de Taeyang iba a ser muy difícil después.

 

Se mordieron, saborearon y hasta que el oxígeno los abandonaba, se separaban por segundos, pero ni siquiera la falta de aire ya podía despegarlos.

 

 

 

Seung Ri se levantó contento esa mañana. Se había dormido a un lado de Taeyang, pero el moreno no estaba más en el cuarto. Se aseó en su habitación y luego fue a buscarle. Él estaba tomando desayuno.

 

—Hey —llegó tras él intentando darle un cálido beso en los labios, rememorando un poco lo último que estaban haciendo antes de dormir, pero este corrió la cara terminando sus labios en la mejilla —, ¿pasa algo? —Preguntó sentándose en el asiento de al frente.

 

Taeyang se tomó su tiempo en contestar.

 

—Lo que hicimos anoche…

 

—Fue hermoso. —Interrumpió, no queriendo oír lo que ya creía.

 

Taeyang cerró un segundo sus ojos.

 

—Estuvo fuera de lugar. —Dijo, y a Seung Ri se le vino el mundo encima.

 

—¿Cómo?

 

—Eso —dijo en un tono tedioso, poniéndose de pie y dejando su desayuno a medio comer —, creo que no debimos hacerlo. Digo, solo nos besamos, pero no está bien, ¿entiendes? Además… Me iré en un par de días más. Mi herida va mucho mejor.

 

Seung Ri a pesar de lo que le estaba informando quería decirle que no le deje. Se había acostumbrado mucho a la presencia de Taeyang, ¿cómo podía dejarlo ir ahora? Estaba muy dolido, no recordaba ni siquiera con el rechazo de su profesor haber sentido algo así de fuerte. Quería llorar, encerrarse en el cuarto y no saber nada de nadie, pero al mismo tiempo no quería dejarlo ir.

 

Prefirió callar, como siempre.

 

Salió a comprar unas cuantas cosas sin siquiera avisar, a esas alturas ya ni se acordaba que podrían llegar clientes al hotel en cualquier minuto. Dio unas cuantas vueltas por el pueblo e hizo las compras necesarias. Dedujo que podría haber estado un buen rato afuera, porque alcanzó a ver a Ji Yong caminar para ir a comer su almuerzo.

 

—Hey, ¿qué haces acá?

 

Seung Ri levantó las bolsas y le sonrió con pocas ganas.

 

—¿Cómo estás, hyung?

 

—Bien, todo bien. Pero veo que tú no. ¿Ha pasado algo?

 

Había un sentimiento de soledad colando tan fuerte ahora, como si de repente le hubiesen hecho un hueco en medio del corazón y no lograra poder sentir nada bueno. Ji Yong le quitó suavemente una de las bolsas y la cargó él.

 

—Sí, ha pasado mucho.

 

Ji Yong le llevó a su casa y se acomodaron en el sofá.

 

—Cuéntame.

 

Seung Ri se dejó desplomar.

 

Ji Yong una vez le había dicho que era complicado conocer a alguien que le comprendiera en un cien por ciento. Siempre existiría algo diferente, algo que los hiciera ser tan diferentes y distantes que en algún momento iban a sentir que quizás no estaban correctamente destinados, que por alguna razón el amor no era suficiente y la razón de su encuentro sería fugaz. Hermoso, pero fugaz.

 

Aún se acordaba cuando Ji Yong no dejaba de sugerirle salir con alguna de sus amigas. Seung Ri en ese entonces tenía catorce años, estaba tan confundido con su sexualidad que confesárselo -así sea a su mejor amigo- era difícil. No se sentía atraído por las mujeres. Vale, las encontraba lindas, pero no les provocaban un deseo sexual o simples ganas de besarlas, no les apetecía en ningún sentido de la palabra.

 

Cuando Ji Yong le contó que era bisexual y que incluso ya se había enamorado de un hombre, entonces Seung Ri supo que solo había hecho el papel de tonto. Nadie más iba a entenderle a la perfección como lo haría Ji Yong. Y así ha sido hasta ese momento.

 

Le contó de sus sentimientos, del beso, de la reacción de Taeyang esa mañana y lo doloroso que había sido presenciarlo.

 

—No es alguien que merezca tus lágrimas.

 

Seung Ri no estaba de acuerdo en eso, pero tampoco es como si estuviera en condiciones ni tuviera las ganas de replicarle a Ji Yong.

 

—Yo creí que estábamos bien. De verdad pensé que él me iba a corresponder.

 

—Y lo hizo, pero te ha hecho daño también. Quizás es un hombre que no ha descubierto su verdadera orientación sexual aún, lo cual no lo justifica para nada, porque ha jugado con tus ilusiones.

 

—O quizás solo se ha sentido solo. Como sea, me dijo que se irá en un par de días.

 

Ji Yong miró a los ojos de su mejor amigo y se reflejó en ellos hace unos cuantos meses atrás. Él también había pasado por algo similar, pero Seung Ri no lo sabía.

 

—Lo vas a superar, cariño. Ahora ve y llega con la cabeza en alto, que no te vea deprimido. Te aseguro que eso le dolerá en el ego un montón.

 

Seung Ri sonrió. Si algo había aprendido con Ji Yong, es que sus técnicas siempre resultaban ser de las mejores y efectivas.

 

—¿Podría quedarme aquí unas cuantas horas más? Realmente no tengo ganas de verlo, luego me iré.

 

—Quédate todo lo que quieras.

 

Sonrió a su amigo y luego de comer le vio irse.

 

Estuvo a punto de irse también a los pocos minutos, pero entró en pánico cuando recordó que Taeyang iba a estar ahí. Claro, como si se hubiese olvidado de ese insignificante detalle.

 

Ahora que se encontraba solo, se preguntaba si llegaría el día en que se acostumbraría a la ausencia de Taeyang. El hombre no había sido justo con lo que había pasado entre ambos, desechar algo así como así tan fríamente y déspota no había sido lindo. Era injusto, pero por Dios, le gustaba demasiado como para dejarle ir.

 

Quizá por primera vez se sentía realmente enamorado.

 

Entró al hotel una hora antes de que llegara Ji Yong a su hogar para evitar ser una molestia para él y estorbarle más de lo que ya había hecho. Cerró la puerta, y lo que menos se imaginó, ocurrió.

 

—¡¿A dónde has estado?! —Preguntó Taeyang con exaltación.

 

Seung Ri frunció el ceño y se encaminó a la cocina, dejó las bolsas en la mesa y recién volteó a prestarle algo de su atención al moreno, decidido a aplicar el consejo de Ji Yong.

 

—Comprando.

 

—¿Y te has demorado cinco horas en ello? Vamos, dime la verdad.

 

—¿Por qué tendría yo que darte explicaciones a ti? Creo que has dejado las cosas bastante claras.

 

—Vamos, no seas infantil.

 

—¿Infantil? ¿Crees entonces que es infantil tomar tus palabras en serio?

 

—Algo como eso, sí. —Respondió Taeyang sintiéndose inmaduro. —Yo… Me preocupé. Te fuiste en la mañana y no habías aparecido hasta ahora. Pensé que algo te podría haber ocurrido.

 

—Si aun así pasara algo, creo que no tendría por qué darte preocupación.

 

—No digas eso. Lo sé, soy un imbécil, pero no un hijo de puta insensible.

 

Seung Ri apretó la mandíbula. De hecho, sí había pensado todo el día que era un hijo de puta insensible. De todas maneras Taeyang no la estaba poniendo fácil. No creyó que estuviera replicándole cosas así, se supone que no le interesaba estar con él, que lo del beso había sido un error y el arrepentimiento había salido a flote esa mañana. No se suponía que Taeyang estuviese actuando de esa manera.

 

Iba a subir a su habitación, pero la mano del soldado le hizo detenerse.

 

—No vuelvas a irte.

 

Seung Ri bufó.

 

—No eres mi padre. No tienes ningún derecho a decirme qué hacer.

 

—Me preocupo por ti.

 

—Gracias, pero no quiero que lo hagas.

 

—Es inevitable.

 

—No es mi culpa.

 

—Claro que lo es. —Dijo Taeyang. Seung Ri le miró confundido. —Eres tan… lindo, Dios. No sé qué me has hecho, pero desde el primer día que no quiero volver a las malditas unidades, y sé que tú también lo notas Seung Ri, esta herida no es nada a lo que he tenido que vivir, estoy más que sano gracias a ti. Y no quiero, no quiero separarme de ti.

 

—¿Entonces por qué has dicho todo eso en la mañana? ¿Crees que has sido dulce de alguna forma? Me sentí como la mierda, Taeyang. Ni siquiera quería volver a verte. —Mintió, aunque de cierta manera se sentía más aliviado de no callar -como siempre- y debatirle.

 

—Lo sé, es que…

 

—¿Es que qué?

 

Un silencio se formó, Seung Ri pegó un resoplido. Subió las escaleras hasta su cuarto y ahora nadie le estaba deteniendo. Más bien, le estaban siguiendo.

 

No cerró la puerta, Taeyang lo hizo.

 

Hubiese dicho algo para continuar, pero había quedado sin aire al sentir aquellos fuertes brazos rodearle por detrás. Su espina dorsal se enderezó y la piel se le erizó sin poder creer lo que estaba pasando. Taeyang comenzó a darle besos por el cuello, y cuando menos pensó, ya tenía sus labios pegados a los suyos.

 

—Perdón. —Murmuró Taeyang pegado a su boca.

 

Seung Ri asintió y le rodeó el cuello con los brazos. Se volvieron a besar, ahora con mucha más intensidad.

 

Seung Ri pensó que si Taeyang volvía a lamentarse por lo que había pasado con ambos aquella noche, entonces que se lamentara por algo que en serio le dejara pensando varios meses. Así que, se soltó del cuello del moreno para empezar a explorar su cuerpo.

 

Pero a la mente de Taeyang se le vino una amarga y dura realidad. Tomó a Seung Ri por las muñecas obligándolo a detenerse. Le besó rápidamente otra vez y miró sus ojos.

 

—Tenemos que hablar.

 

El rostro del menor de ensombreció un poco.

 

—Oh vamos, podemos hablar después. —Dijo, soltándose del agarre. Taeyang le había seguido y ahora no iba a escapar.

 

Taeyang estaba derritiéndose de nuevo y comenzaba a ceder ante las caricias que Seung Ri efectuaba en él, especialmente cuando los dedos acariciaron sus pezones y los apretaron ligeramente.

 

La habitación se sentía cálida y confortable a pesar del frío invierno que yacía en esa zona de Corea. Taeyang no había visitado ningún día la habitación de Seung Ri. Todo estaba completamente ordenado a excepción del libro de Sherlock Holmes que Seung Ri releía cada vez que tenía oportunidad, este yacía en su mesa de noche. Pero lo más maravilloso de todo ni siquiera era la vista que tenía a esa altura, sino la compañía.

 

Entre beso y beso se fueron desnudando de a poco, tomándose todo el tiempo del mundo en estudiarse mutuamente hasta que las prendas terminaron por completo en el suelo. Taeyang se acostó para que Seung Ri se montara sobre él, pero el menor no pudo evitar contemplarle desde ese ángulo: Su cuerpo se veía más tonificado y musculado aún, mucho más de lo que había podido ver cuando le ayudaba a limpiarse la herida, obviamente. La cicatriz resaltaba sobre su tostada piel por el color rojizo de los puntos quirúrgicos. Seung Ri se relamió los labios y fue de cuclillas a buscar los contrarios nuevamente.

 

Durante un largo rato se dedicaron a besar la piel ajena sin prisa, explorando y palpando los cuerpos en extensas caricias. Seung Ri llegó al abdomen de Taeyang y besó cada parte de ella, incluyendo su reciente cicatriz. Taeyang estaba comenzando a recordar el motivo que lo había llevado a ese hotel con aquellos tiernos toques, de nuevo, hasta que Seung Ri bajó su mano y tomó su erección, dejándole con los pensamientos borrados.

 

—Dios, Seung Ri. —Gimió.

 

Taeyang ya se sentía a mil a pesar de que Seung Ri recién comenzaba a mover su mano. Él ya había imaginado a Seung Ri en uno y mil escenarios sexuales diferentes desde que le conoció. El chico era demasiado guapo como para perderlo de vista, y vaya que había resultado toda una dulzura en cuanto conoció su reservada pero aún juvenil personalidad.

 

Seung Ri estaba dando besos en su pelvis sin dejar de bombear su miembro, y luego de entretenerse en recorrer con sus labios y lengua el interior del muslo de Taeyang, se situó frente a su gruesa y dura extensión. Taeyang mordió su labio cuando la lengua del menor le tocó. Seung Ri disfrutó de darle besos y lamer cada centímetro de su pene, desde la punta hasta la base. Taeyang estaba cada vez más impaciente, y aunque se sentía condenadamente bien, necesitaba más.

 

Nublado por el placer posó su diestra en la cabeza de Seung Ri, tironeando muy suavemente de sus cabellos.

 

—Seung Ri… —Gimoteó.

 

Y su súplica había hecho un efecto positivo a la intención, porque cuando observó a Seung Ri, este, sin quitarle la mirada, cogió la base con su mano y dejó que la calidez de su boca le cubriera todo lo que podía. Había un ritmo constante sin llegar a lo frenético que estaba llevando a Taeyang al cielo.

 

No tardó demasiado en explotar dentro en la boca de Seung Ri gritando su nombre, quien se relamió los labios para luego tumbarse a su lado y dejarle descansar.

 

Taeyang no recordaba la última vez que le había costado tanto recuperarse de un orgasmo. No sabía si podría ser producto del tiempo que no había tenido sexo y tener a merced una maravilla como Seung Ri había parecido un sueño, o el chico increíblemente sabía lo que hacía. O quizás ambas, aunque Taeyang no quería preguntar de dónde había aprendido esas buenas maniobras con la boca.

 

Rodó a tomarle posesivamente por la cintura y apegarlo junto a él mientras le besaba con hambre. Seung Ri no tardó en responder los afectos. Pensar en Seung Ri con alguien más le hacía sentir enfermo, loco. No era que fuera posesivo siempre, de hecho desde bastante adolescente se destacó por ser muy libertino con sus ex parejas, sin perder el respeto por supuesto. Pero Seung Ri poseía algo que no le había ocurrido nunca antes. No quería que nadie le mirara con lujuria, no quería que nadie más lo tocara, ni siquiera podría aceptar saber que alguien tiene o ha tenido pensamientos obscenos con él. Simplemente era de él y de nadie más.

 

—No puedo detenerme aquí y seguir como si nada, aunque quisiera. —Dijo con sinceridad en el blanco hombro del menor, rozando sus labios ahí. —Debo hacer algo antes, pero no quiero darnos ilusiones diciéndote que volveré, porque nadie más que el destino sabe eso.

 

Taeyang sintió el caliente aliento de Seung Ri en su torso gracias al fuerte y cansado suspiro que dio.

 

—Sé que no es habitual lo que estamos haciendo, y sintiendo… —Dijo, poco convencido de que Taeyang sintiera lo mismo, pero no se lo guardó. —Me gustaría que me expliques qué es lo que nos impide formar algo. Quiero saber el motivo de nuestra separación, algo que realmente me haga comprenderte y no pensar que me has dejado porque me rechazas.

 

Taeyang cerró los ojos un momento y dejó caer su cabeza en el cuello de Seung Ri. Una explicación diciéndole la verdad era demasiado fuerte, Taeyang no podía soportar la idea de que Seung Ri le odiara, porque era muy probable que luego de contarle su historia este lo hiciera. Y sinceramente tampoco quería mentirle, así que no sabía qué hacer.

 

Lo único que le quedaba era seguir negándole a contar la verdad, no tenía más opción.

 

—No puedo… Me odiarías, y te juro por lo que quieras que no deseo por nada del mundo que eso ocurra.

 

Taeyang pensó que Seung Ri seguiría pidiéndole explicaciones, pero pareciera como si se hubiese cansado. A comparación del semblante de hace un segundo, ahora estaba como rendido, y eso le preocupaba.

 

Le acarició un muslo e hizo un camino de besos en el hueso de su mandíbula. Seung Ri se estremeció un poco entre sus brazos y Taeyang pudo darse cuenta que ambos comenzaban a endurecerse de nuevo.

 

—Vamos, háblame por favor. —Pidió un poco jadeante.

 

—Quizá sea la única parte de ti que no me guste en este momento. Eres muy terco, pero eso te hace buena persona, porque si no compartes tus secretos menos lo harás con los de tus amigos. Ellos de seguro confían mucho en ti.

 

A Taeyang le hubiese gustado responderle con palabras que sí, pero la verdad es que no era un hombre de demasiados amigos.

 

Sonrió al menor.

 

—Tú puedes confiar en mí también. —Dijo aún en su cuello.

 

Seung Ri se apartó y le miró con una expresión dudosa.

 

—¿Realmente puedo?

 

—Por supuesto que sí. —Se apresuró a murmurar acercándose a él de nuevo, rozando sus labios. —Puedes confiar y creer que no me estoy yendo porque te rechace. Dios, sería un gran mentiroso si te dijera eso.

 

Seung Ri le sostuvo la mirada por un par de segundos más y entonces asintió. Empujó con suavidad el cuerpo casi encimado de Taeyang para una mejor fricción. En un largo y más apasionado beso dejó que el moreno le tocara las piernas y los redondos glúteos con sus amplias manos.

 

Hace unos años, incluso después de haberle confesado su orientación sexual a Ji Yong, Seung Ri no había pensado en ningún momento su posición cuando tendría relaciones con otro hombre. De hecho, ni siquiera había pensado alguna vez en hacerlo realmente con otro tipo. Cuando tenía fantasías con su profesor, este siempre era el que le hacía mamadas o viceversa, pero nunca había fantaseado con que él metiera su miembro dentro de su trasero, aunque tampoco había imaginado que él era quién lo metiera. Jamás había hablado con Ji Yong de eso, y se arrepentía absolutamente porque ahora sabría qué hacer.

 

A fuerza de voluntad Taeyang se separó de sus labios y miró a los ojos confusos de Seung Ri.

 

—Está bien si no quieres hacerlo. —Dijo en un tono neutro.

 

Claro que quería hacerlo, pero no sabía cómo carajos actuar.

 

—No es eso… —Contestó abrazando más fuerte el moreno cuerpo del mayor, dándole señal a que no se fuera a separar. —Yo… Jamás lo he hecho.

 

Taeyang se sorprendió.

 

—Pensé que había pasado algo con tu profesor.

 

Seung Ri sonrió. Alguna vez él también había pensado que eso podría ocurrir si su coqueteo diario surgía efecto, pero no pasó y al final su profesor le había rechazado sin siquiera haberle podido robar un beso, y después de un par de días su padre le había dicho que el hombre había renunciado.

 

—Yo estaba muy dispuesto a hacer lo que sea con él, sinceramente. Pero él se fue antes de que cualquier cosa ocurriera.

 

Taeyang sintió un hormigueo intenso y molesto en el estómago. Por supuesto que sentía celos, pero su lado más codicioso se alegraba de saber que Seung Ri aún era virgen.

 

—Ya veo… —Taeyang le dio un beso en el cuello siguiendo de unos cuantos más, formando una fila invisible. —Aun así, si no deseas seguir comprenderé.

 

Si Seung Ri hubiese estado lúcido seguramente no habría seguido, porque Dios sabe lo difícil que le sería olvidar cada segundo de ese momento. Su memoria era tan jodida que olvidaba cosas como fechas de cumpleaños o deberes escolares, pero aquello que le causaría angustia y soledad en un futuro, lo recordaría como si hubiese ocurrido hace solo unos segundos.

 

Besó a Taeyang arrebatándole las palabras que estaba a punto de volver a decir y lo embriagó a besos, con su saliva mezcló ambas lenguas en un juego sin ganador. Taeyang le acarició los muslos otra vez hasta que el menor se relajó y dejó su anatomía a su merced.

 

Taeyang lo amó en cuerpo y alma, y Seung Ri jamás se había sentido más cerca del cielo como esa noche.

 


 

El hambre exorbitante le había despertado, su estómago rugía cual león enfurecido lo que le hizo sonreír aún con sus ojos cerrados. Taeyang tenía una respiración fuerte al dormir, así que supo de inmediato que no estaba a su lado, quizá se hallaba en la cocina.

 

Un fuerte impacto se oyó en la planta baja y los escalones del hotel eran fuertemente invadidos por pisadas robustas. Seung Ri se despabiló en medio segundo poniéndose rápidamente los pantalones e ignorando la punzada dolorosa en su trasero producto de la actividad de anoche. Cuando su puerta se abrió dejando ver a Ji Yong y Seung Hyun -un ex compañero de la universidad de Ji Yong que ahora formaba parte del servicio militar de Corea del Sur-, su corazón se aceleró.

 

Seung Hyun fue al baño y al armario buscando desesperadamente algo. Seung Ri frunció el ceño mirando a Ji Yong.

 

—¿Qué mierda pasa?

 

—Taeyang —dijo Ji Yong, y Seung Ri por primera vez en años que le veía tan vulnerable, como si fuese un niño intentando explicar algo con palabras que desconocía —, ¿dónde está? —Terminó diciendo, no muy convencido.

 

—Me acabo de despertar, hyung. ¿No está abajo desayunando? ¿Puedes explicarme qué pasa?

 

Seung Hyun de repente volvió de alguna parte fuera de la habitación y se acercó con semblante ensombrecido.

 

—No está, se ha ido. —Anunció con su peculiar voz grave.

 

—¿Se ha ido? —Preguntó Seung Ri, después miró a Ji Yong con algo de asombro. —¿Taeyang?

 

Ji Yong asintió. Seung Ri casi se encimó contra él, tomó de sus hombros con una fuerza que pensó jamás usar contra su hyung, y le enfrentó.

 

—¡Dime qué carajos pasa, Ji Yong!

 

Seung Hyun dio un paso largo y separó con suavidad al menor de Ji Yong. Estaba al tanto de la relación de Taeyang con Seung Ri, así que no podía actuar con agresividad contra el menor. Volteó a mirarle de frente para poder explicarle.

 

—Necesito que me prestes atención, Seung Ri. —El nombrado tenía sus ojos lagrimosos pero no dejaba caer ni una lágrima. Seung apretó la mandíbula y suspiró. —Taeyang no es quien decía ser.

 

Seung Ri frunció más el ceño, confundido.

 

—¿Cómo?

 

—Él en realidad se llama Dong Young Bae… Y pertenece a la armada de Corea del Norte.

 

Habían unos cuantos soldados más dando vueltas por el hotel buscando al hombre con el que había pasado la mejor noche de su vida. Los ruidos de pisadas iban de allá para acá, y a pesar de haber más gente de la que nunca imaginó sin su padre, Seung Ri estaba en un tipo de trance del que realmente no sabía si quería salir. Intentaba procesar las cosas, pero no le cabía nada en la cabeza en ese momento, y a pesar de no tener dolor, sentía que le iba a explotar. Sintió a Ji Yong sobarle la espalda, o quizás era Seung Hyun, no lo sabía.

 

Había curado una herida al enemigo, salvó la vida de un enemigo, hospedó como un amigo más al enemigo, le había entregado su cuerpo al enemigo, su primera vez y su corazón. Y lo peor de todo no era nada de ello, lo peor, lo que le hacía sentir terriblemente mal, era que ni siquiera podría decir que se arrepentía, porque no lo hacía ni siquiera un poco.

 

Si su padre se enterara seguramente lo echaría de la casa y le desearía la muerte. Pero aun así Seung Ri no se arrepentía.

 

—Ven, vamos a sentarnos. —Dijo Ji Yong con voz aterciopelada, como si le hablara a un bebé dormido. Sintió un tirón en su brazo y de un segundo a otro ya estaba sentado a un lado de Ji Yong y frente a la intensa mirada de Seung Hyun.

 

—¿Estás bien? —Preguntó el soldado.

 

A Seung Ri le sorprendió la preocupación de Seung Hyun. En el pasado no se habían llevado muy bien por cosas que jamás entendió. Cuando le consultaba a Ji Yong este siempre decía que lo dejara, que Seung Hyun era un tipo raro, y claro que le había creído, el hombre a veces le fulminaba con la mirada, y a él sinceramente no le interesaba meterse en líos con alguien como Seung, menos por algo que no tenía idea.

 

Le miró de reojo y asintió en silencio, no por miedo, sino por confusión.

 

No, no estaba bien. Había descubierto hace unos minutos que se había ilusionado de un hombre más que imposible. ¿Cómo se supone que tuviera un futuro con alguien del país enemigo? Ellos repudiaban todo lo torcido, informal y poco varonil. Pero había algo que no tenía mal tampoco a Seung Ri, algo muy importante: Taeyang le había hecho el amor, y no sabía si era por ser su primera vez y no diferenciar, pero había sido tan gentil y suave que el dolor en la mañana ni siquiera había sido excesivo. Esa noche le había besado en todos los lugares posibles, como guardando en su memoria cada parte de Seung Ri, y se sintió tan amado, tan bien, que estaba convencido de que ello no podía significar nada.

 

—¿Ya han revisado todo el hotel? —Preguntó Seung Ri de repente, sin expresión.

 

Ji Yong y Seung Hyun se dieron una mirada rápida. Seung salió de la habitación a preguntar y Ji Yong se quedó a su lado. El mayor sobó el brazo de Seung Ri y le miró.

 

—Lo siento mucho. —Se disculpó Ji Yong.

 

Seung Ri entendía el por qué. Si Ji Yong no hubiese consultado a Seung Hyun por un soldado con las características físicas de Taeyang entonces hubiesen dado por muerto al hombre, pero la conducta de Taeyang era sospechosa también, quedarse demasiado tiempo y no querer reunirse con la base, no querer ir a informar su estado a los cuarteles cercanos y no visitar los hospitales. Ahora todo tenía sentido para él y para su mejor amigo.

 

—Me gustaría estar solo hyung, debo hacer un montón de cosas y ni siquiera me he bañado aún.

 

Ji Yong iba a protestar, tenía un presentimiento extraño, no quería dejar solo a Seung Ri, pero no podía llevarle en la contra tampoco, lo que menos quería era convertirse en un amigo paranoico y traicionero. Lo que había hecho -a pesar de hacerlo por el bien de Seung Ri- había estado un poco fuera de lugar, después de todo era la vida personal de su mejor amigo y él la había invadido.

 

Asintió en silencio, le dio un abrazo esperando que entendiera las disculpas y el apoyo que le quería trasmitir, y luego se retiró cerrando la puerta por fuera.

 

Seung Ri rompió en llanto cuando el hotel se sumió en un silencio ensordecedor a comparación del ruido constante que había hace unos segundos. Un dolor muy fuerte y profundo le coló cuando Seung Hyun le dijo de Taeyang… Young Bae, pero no quería que los demás le vieran llorar, jamás le gustó eso así que lo había ensayado tanto que podía aguantar algo de tiempo antes de quebrarse por completo.

 

Se acostó en la cama y se arropó hasta la cabeza para no sentirse invadido por el exterior.

 

 

Podría haber llorado horas, pero realmente no tenía idea. Quedarse dormido en plena lagrimeada no era jamás una buena combinación, al despertar siempre dolía la cabeza y quitarlo con naturalidad era un martirio. Ahora mismo se cortaría la cabeza, pero no podía.

 

Recordar que Taeyang le había traicionado y se había largado luego de acostarse con él le hacía sentir desesperado, pero no había nada que podría hacer como para volver el tiempo atrás. Se estiró con cansancio y de repente su mano vagó debajo de la almohada que había usado la cabeza del moreno la noche anterior; había un papel.

 

Extrañado se sentó en la cama y con el ceño fruncido lo abrió.

 

‘’ Seung Ri,

 

Pedirte perdón seguramente te haría odiarme más, pero realmente siento haberte mentido. Es de lo único que me arrepiento, espero que me creas.

 

Mi verdad es que no soy de acá y jamás perteneceré a este país. Mi lugar está junto a personas que creen que con guerra y muerte se resuelve todo. Me he dado cuenta con el pasar del tiempo que el poder por medio del temor no es poder, es cobardía. Pero nada más puedo hacer que servir a mi país si es que quiero mantenerme con vida. Por eso, Seung Ri, he decidido marcharme para terminar estos años que me quedan de servicio militar y luego escapar del país que me ha tenido de rehén desde que nací. Contigo aprendí a amar libremente sin sentirme repudiado, aunque mis acciones te hayan demostrado lo contrario.

 

Verte dormir es de lo más maravilloso que me ha pasado en la vida, y te puedo prometer por lo que más quieras que quiero volver a verte así todos los días que me restan de vida. Por eso te prometo por medio de esta carta que haré todo lo posible para volver a verte y pedirte perdón de todas las formas que se me ocurran. Eso no significa que tenga plena seguridad en mí y dé por hecho que me perdonarás, ojalá sea así, pero tú tomas tus propias decisiones y las respetaré siempre y cuando sientas que es lo mejor para ti.

 

Quizás sientas que es demasiado rápido el que leas esto, y puede que no me lo creas tampoco, pero siento que te amo. La noche que hemos pasado ha sido la segunda cosa más hermosa que me ha pasado en la vida.

La primera sin duda fue conocerte.

 

Te amo, y jamás te olvidaré.

 

Hasta pronto. ‘’

 

Seung Ri se sentía tan vulnerable como un cachorro en medio de perros adultos. Arrugó el papel con vigor y lo tiró a algún lugar de la habitación que no le importó mirar. Se encogió con las piernas dobladas hasta el tórax y las abrazó intentando darse algún tipo de amparo. Estaba tan solo en ese momento que se odió a sí mismo por no tener una vida más apegada a su edad.

 

Se encerró dos días completos donde veía de lejos a Ji Yong pasar frente a su hotel con triste y nostálgico semblante, bebió la mitad de una botella de whisky sin importarle que su padre le fuera a descubrir y regañar cuando descubriera la botella vacía, vomitó y lloró como nunca hizo en algún otro momento.

 

Cuando estuvo decente y mentalmente un poco más preparado para saber lo que Ji Yong le tenía que decir, fue a la puerta de su casa un día domingo, día que definitivamente lo iba a encontrar ahí.

 

Estuvo a punto de tocar la puerta de no ser porque alguien más la abrió por dentro.

 

—Oh… Seung Ri.

 

—Hola Seung Hyun.

 

Seung se terminó de acomodar la gorra típica militar y le dio un par de palmadas suaves en el hombro. No parecía nada serio antes de salir de la casa, cuando sus oscuros ojos se posaron en él su ánimo pareció cambiar a uno más afligido. A Seung Ri no le gustó eso, pero lo dejó pasar.

 

—Ji Yong está adentro. Que tengas un buen día. —Dijo el hombre antes de caminar y perderse en el camino.

 

Seung Ri entró en silencio, y si no fuera por sus pisadas, seguramente Ji Yong no hubiese tenido idea que había alguien más en la casa.

 

¿Se te ha quedado algo amor? —Gritó su mejor amigo desde la cocina, haciendo café a juzgar por el olor.

 

La sorpresa del apodo amoroso se dejó ver en el rostro de Seung Ri. Había sido un iluso o egoísta al no darse cuenta de la relación que tenía Ji Yong con Seung Hyun, probablemente las dos.

 

Ji Yong salió vistiendo una bata, y apenas miró a Seung Ri, su rostro se volvió completamente rojo. Seung Ri sonrió y se sentó en el comedor. Ji Yong seguía en el mismo lugar, casi anclado ahí.

 

—Bueno, se me apetece un café y unas cuantas explicaciones por favor.

 

Ji Yong no pudo evitar reír. Asintió y desapareció de nuevo en la cocina.

 

Seung Ri se alegraba de ver a su amigo feliz con alguien a su lado, ahora le interesaba saber qué tanto quería Seung a su casi hermano, eso era muy importante, y no le importaría tampoco que Seung le tuviera un poco más de respeto de ahora en adelante. Después de todo, las influencias vienen de los amigos.

 

Ji Yong llegó con el par de cafés y varias cosas para comer. De no ser porque ahora entendía el hambre voraz que Ji demostraba al devorar cada pedazo de pan o pastel, creería que le habían encerrado días sin nada de alimento.

 

—No has comido nada. —Dijo Ji Yong algo avergonzado.

 

—No tengo mucha hambre, estoy bien con el café.

 

Ji Yong asintió. De repente Seung Ri se sentía el mayor de la relación. Ji Yong parecía tan pequeño, que si no le conociera podría pensar que iba en la escuela aún. Parecía más joven de alguna manera, y Seung Ri se preguntó si era el efecto que hacían los días largos que pasaba con Seung Hyun o porque debía darle ahora muchas explicaciones cual niño excusándose de su mala conducta frente a su padre.

 

Ji Yong dio un largo suspiro y apretó sus labios.

 

—No sé por dónde empezar.

 

Seung Ri sonrió, ver así a Ji Yong le daba mucha ternura.

 

—Me gustaría saber hace cuánto que sabes lo de Taeyang.

 

—Lo supe esa misma madrugada. Cuando Seung Hyun me dijo solo esperamos refuerzo para atraparle.

 

—¿Y somos amigos?

 

Ji Yong abrió los ojos como si Seung Ri le hubiese dicho que había asesinado a alguien.

 

—Por supuesto Seung Ri. ¿Por qué me preguntas eso?

 

—Es que yo pensé que como amigos nos contábamos todo. Me estoy refiriendo a Seung Hyun, Ji Yong. ¿Cuándo se supone que me ibas a decir que estás con él?

 

Ji Yong se rascó la nuca y mordió su labio inferior, aún sin abandonar su semblante infantil.

 

—No teníamos algo hasta hace un par de semanas solamente. O sea, pasaban cosas, pero no teníamos un nombre.

 

—Ya, y eso es excusa para no contármelo.

 

—No es una excusa, en serio es la verdad. Él se me confesó unos días antes de irse al servicio militar, así que no podía hacer nada más que esperar. Por eso cuando estábamos estudiando juntos y te veía conmigo él se ponía un poco pesado.

 

—Estaba celoso. —Dijo Seung Ri. Ji Yong asintió. —¿Y le dijiste que solo éramos amigos?

 

—Bueno, en un principio le dije que te adoraba, lo que lo puso peor, pero lo hice sin ninguna intención. La verdad es que desde que lo conocí jamás pensé tener una oportunidad con él. ¿Has visto bien cómo es? Un sueño de hombre. —Seung Ri rodó los ojos. —Mi punto es que no tuvimos tiempo de ser nada, pues la guerra se declaró en a mitad de su último año, y hasta hace dos semanas atrás que nos volvimos a ver. Pedí hablar con el capitán de la base más cercana y resultó ser él. Ambos nos sorprendimos. Al principio fue incómodo, porque no sabíamos si besarnos o mantener la distancia aun estando en privado.

 

—Y supongo que se besaron.

 

Ji Yong asintió y se sonrojó como antes.

 

—Él era mi contacto para saber de Taeyang. No reconocía el nombre, por eso te pedí que le preguntaras a qué unidad pertenecía, y como no tuve respuestas, decidí describírselo físicamente.

 

Seung Ri asintió. Bueno, ahora por lo menos no sentía que estuviese apartándose de su mejor amigo. Aun cuando ambos estuvieron absorbidos en sus mundos, estaba el pensamiento del otro presente.

 

Habló con Ji Yong un poco más, ignorando por completo el tema de la carta. Amaba a su casi hermano, pero no podía decirle nada de Taeyang, porque estaba seguro que no creería ni una palabra de lo escrito y le diría cosas como que no se ilusionara con simples palabras en un papel. Quizá estuviese equivocado en hacerlo, pero no quería mostrarle la carta a Ji Yong, eso era tema de él y Taeyang solamente.

 


 

Dentro de todo lo que pasó, Seung Ri se pudo establecer a un ánimo más neutral luego de dos meses. La guerra estaba casi terminando, Ji Yong le había dado positivas noticias del estado de su padre gracias a Seung Hyun, y el hotel actualmente tenía 5 parejas hospedadas, así que el trabajo lo distraía todo el día.

 

Pensaba menos en Young Bae, pero aún seguía sin irse de su mente. Había leído la carta más veces de las que leyó Sherlock Holmes, así que pensar en el moreno por su verdadero nombre ahora le resultaba natural.

 

Hablaba con Ji Yong por lo menos una hora al día dentro de lo que podían con sus horarios. Su mejor amigo estaba en una relación más seria de la que se imaginó con Seung Hyun, aunque todavía no había tenido oportunidad de hablar con el hombre.

 

Ji Yong le había dicho que los sábados y domingos Seung se quedaba secretamente en su hogar, pero ese fin de semana a Ji Yong le tocaba un turno de noche, así que Seung Hyun se iba a quedar solo el sábado desde las nueve de la noche hasta las nueve de la mañana. Seung Ri tenía la oportunidad perfecta de conversar con él.

 

Su trabajo terminaba a las once de la noche, así que luego de bañarse y relajar un poco el cuerpo, fue a la casa de su mejor amigo.

 

Seung Hyun salió con una camisa blanca con los primeros tres botones desabrochados y unos pantalones caqui con el cinturón colgando. Su cabello negro yacía algo despeinado y en sus labios descansaba un cigarro apagado.

 

—Hola Seung Ri. Ji Yong no está, le tocó turno de noche. —Dijo, el cigarrillo se movía endeble en su boca.

 

Seung Ri sonrió suavemente al oír un tono entristecido en su profunda voz.

 

—Lo sé, Seung. —Aún no tenía la confianza suficiente de decirle hyung, así que respetuosamente le llamaba por su nombre. —Yo quería hablar contigo en realidad.

 

Las pobladas cejas de Seung Hyun se elevaron en asombro. Seung Ri comenzaba a comprender aquel encanto infantil que Ji Yong siempre destacaba cuando hablaba de él.

 

—Oh, ¿conmigo? —Seung Ri asintió. —Bueno, entonces pasa.

 

Un vaso de whisky reposaba sobre la mesa de centro de Ji Yong, una cajetilla de Marlboro estaba a un lado y el encendedor al otro. Seung ofreció a Seung Ri un vaso de whisky también, pero los recuerdos de su borrachera aquellos horrendos días donde sufrió por Young Bae se le vinieron a la mente, haciéndole sentir un poco de náuseas. Se excusó con su corta edad y estuvo bien con una taza de café.

 

Seung Hyun se sentó luego de dejarle la taza humeante al frente. El hombre simulaba un porte sombrío a simple vista, pero tenía un encanto masculino que realmente hacía desviar los ojos un rato en él. No era su tipo, pero era realmente guapo, debía reconocerlo ahora que le observaba más en detalle.

 

—Te escucho.

 

La voz de Seung Hyun era una de las cosas que hacía a las mujeres derretirse, según Ji Yong, pero hacían a su mejor amigo volverse loco. Ji Yong le había estado contando algunas cosas que el mayor decía en sus actividades sexuales, Seung Ri fue un amigo de verdad y dejó que el hombre le contara el orgullo que sentía con tener a un hombre como Seung Hyun, aunque realmente no le gustaba entrar en demasiados detalles. Suponía que algún día le tocará a él hablar de la sensual voz de su futura pareja con Ji Yong, y esperaba que le oyera tan atentamente como lo estuvo haciendo él.

 

—Vale. —Seung Ri carraspeó, aclarándose la garganta. —Estoy al tanto de tu íntima relación con Ji Yong. —Seung Hyun le miró y asintió, prendiendo el cigarro que había mantenido en sus labios. —Pero me gustaría saber qué tan serio vas tú con él.

 

Seung dejó de lado el encendedor cuando el cigarrillo ya estuvo encendido. No le sorprendió la pregunta de Seung Ri.

 

—Nuestra relación es algo muy formal y seria para mí.

 

—Me parece estupendo entonces. Quiero decirte que puedes tomarte esto como te plazca, pero si llegas a herir de cualquier forma a Ji Yong hyung, créeme que a mí no me importará morir en el intento, pero de que te mataré, sí, lo intentaré aunque falle.

 

Seung Hyun sonrió.

 

—Gracias.

 

—No te hagas el gracioso.

 

—No, te lo digo en serio Seung Ri. Gracias por hacerme testigo de lo mucho que quieres a Ji Yong. Ahora cuando vaya a mi trabajo sé que no estará solo y desprotegido. Ji Yong es un hombre adulto, pero para mí es… demasiado preciado, moriría si algo le ocurriese.

 

Seung Ri le quedó mirando sin saber qué decir. Seung Hyun prosiguió.

 

—Yo estoy enamorado de Ji Yong después de un par de meses de conocerlo. Yo no sé lo que me hizo, pero no podía dejar de mirarlo ni un segundo en aquellos años de universidad. No podía aguantar alejarme de él en mi último año y luego entrar al servicio militar, no lo vería por dos años seguidos ni un solo día, así que me llené de coraje y le confesé mis sentimientos. Desde ahí empezó nuestra historia como… algo. Antes solo éramos amigos, pero yo ya le amaba. De hecho, no sé si te acuerdes, pero cuando te conocí realmente quería matarte. —Ambos rieron. Seung Ri sí se acordaba. —Él se refería a ti casi como su novio, y eso me hacía hervir la sangre. Luego supe que eras como un hermano para él y me calmé, pero hasta no ver con mis propios ojos que tú no estabas interesado en él, no te había dejado de tener rencor.

 

—¿Cuándo me dejaste de odiar?

 

—Cuando te dije lo de Dong. Tu rostro no pasó desapercibido para mí, y de seguro tampoco para Ji Yong.

 

Seung Ri asintió en silencio.

 

¿Tanto se había notado? Obviamente la noticia le había caído como balde de agua fría, pero no sabía que había sido tan drástico en sus expresiones.

 

Carraspeó, estuvo a punto de ponerse de pie para despedirse, pero Seung Hyun volvió a hablar.

 

—Yo sé lo que es perder a alguien que amas. —Seung se acomodó en el asiento y dio una calada profunda a su cigarro, luego exhaló. —Sé que duele, cuesta y es una herida tan profunda que es imposible de olvidar. Pero con el tiempo se va haciendo el dolor cada vez más soportable, a tal punto de poder vivir con ello. Los días no serán iguales, pero aprenderás a lidiarlos para hacerlos los más normales posibles.

 

Seung Ri de repente sintió una confianza extraña con Seung Hyun. Quizá porque estaba describiendo con exactitud lo que vivía en la actualidad, él lo entendía perfectamente. Seung podría haber estado hablando de alguna ex pareja o incluso la pérdida de algún familiar, pero era exactamente lo que sentía Seung Ri también. No quiso indagar en el dolor de Seung, porque el que  personalmente ya estaba pasado era más que suficiente.

 

—Fue casi un mes, pero estar con él se sintió tan bien… No me había pasado jamás. Ji Yong hyung siempre dice que necesito experiencia, pero sé que no me pasará lo mismo con ninguna otra persona.

 

Seung Ri pegó un pequeño saltito cuando Seung posó la diestra en su pierna, apretándola ligeramente. No esperaba para nada algún gesto parecido, pero estaba más que claro que Seung no tenía otra intención más que reconfortarlo, así que no lo alejó.

 

—No somos mejores amigos, pero quiero que sepas que puedes confiar en mí tanto como en Ji Yong.

 

Seung Ri sonrió y asintió.

 

Seung Hyun podría haberle dicho que se olvidara de Young Bae por ser del país enemigo, podría haberle dicho que estaba enamorado de un tipo asqueroso que lo único que quería era posesión de su patria y dominarlos cual títeres, o matarlos. Podría haberle dicho un montón de cosas en contra de Young Bae que probablemente en algún momento hubiese oído de Ji Yong para que odiara al hombre y se olvidara de él más rápido por medio del rencor. Pero no había sido así. Seung Hyun le estaba confortando y prestándole un hombro sobre el cual llorar, y lo más importante, es que le estaba ofreciendo su completa amistad.

 

Ahora tenía la posibilidad de dejar las tensiones atrás y ser un amigo para Seung Hyun, el hombre que sin duda Ji Yong se merecía.

 


 

Las cosas cambian mucho luego de cinco años.

 

Seung Ri ya no era un menor de edad, por ejemplo. Seung Hyun había salido del ejército para poner en práctica su carrera universitaria conviviendo hace dos años junto a Ji Yong. El padre de Seung Ri se había retirado definitivamente de sus servicios así hubiera más guerra, y ahora su tiempo se resumía total y absolutamente en el hotel que iba de mejor a excelente cada día. La guerra se había acabado con la rendición inesperada del presidente de Corea del Norte, y aunque no estaban en acuerdos de paz, ahora no era imposible quedarse observando aquella dirección ex enemiga sin que les apuntaran al cerebro con un revólver.

 

Seung Ri estaba en su tercer año de Pedagogía Infantil haciendo turnos de prácticas en una facultad con niños con discapacidad. Se había dado cuenta que adoraba a los niños cuando a Seung Hyun le habían dejado a cargo su pequeña sobrina de 4 años, Jennie. Seung Hyun le había pedido a Seung Ri si le podía cuidar a Jennie durante las horas de trabajo de él y de Ji Yong, así que Seung Ri había aceptado. Él estaba en su último año escolar en ese entonces así que tenía bastante tiempo. Jennie era una pequeña y dulce niña, pero traviesa a más no poder. Sin embargo, a Seung Ri lo había flechado en un instante. Jennie era muy curiosa, y Seung Ri de repente se vio enseñándole un montón de cosas que ella lograba entender perfectamente, cosas que Seung había intentado, pero jamás había entendido con él cuando se las había explicado. Fue entonces cuando descubrió que tenía una nueva pasión en su vida a parte de Sherlock.

 

Había elegido la facultad de los niños con discapacidad porque encontraba que los niños regulares era demasiado fáciles para él interactuar, Seung Ri quería nuevos desafíos y riesgos. Ahí también se podía dar cuenta si solo funcionaba con niños sanos o también podía con niños con más discapacidad de entendimiento.

 

Hasta ahora tenía muy buenos resultados. Había un pequeño, Taehyun, que le habían diagnosticado autismo desde los dos años. Cuando Seung Ri llegó, Taehyun se divertía solo apilando juguetes u objetos que podrían permanecer en largas filas hacia arriba. Según sus padres jamás había articulado ninguna palabra desde temprana edad y se rehusaba a hacer contacto con los niños de su alrededor. A Seung Ri le costó a tal punto de pensar en rendirse, pero Ji Yong le había dado fuerzas de no hacerlo. Un día, Taehyun repitió una palabra que Seung Ri le estaba diciendo de una divertida canción de niños. Poco a poco el pequeño comenzó a abrirse a él, pero solo a él, Seung Ri debía ser muy cuidadoso en sus palabras y gestos. Sin embargo había descubierto que Taehyun comprendía todo lo que él le decía, había aprendido a decir más de cuatro palabras seguidas y gracias a la presencia de sus padres ahora tenían comunicación familiar. Taehyun seguía asistiendo a las sesiones con Seung Ri, pero ahora mucho menos que antes, e incluso a veces Seung Ri dejaba que como progreso y prueba, comenzara a interactuar de manera individual con los niños de la facultad. Taehyun ahora ya era mejor amigo de un niño de casi su misma edad, Mino.

 

Gracias a sus visitas diarias, ya sean de práctica y cortesía, a Seung Ri le habían creado su propia oficina. Ahí estaba en esos momentos analizando algunas historias de un par de niños en particular, pero entonces Somin, la recepcionista de la facultad, tocó a su puerta.

 

—Disculpa Seung Ri, hay alguien que te ha venido a ver. —Dijo ella una vez asomada la mitad de su anatomía.

 

Ji Yong a veces le iba a ver en sus ratos libres, pero Somin ya le conocía así que le diría por su nombre si fuese él. Su padre también había ido, solamente a regocijarse de orgullo por lo que estaba logrando su hijo. Podría ser Seung Hyun quizás, él jamás había ido.

 

—Claro, dile que pase. Gracias.

 

Seung Ri ordenó los papeles para terminar de leerlos luego y prestar ahora su atención a la visita. Se preguntaba para qué lo iba a querer Seung Hyun, quizás de nuevo tendría a Jennie a su cargo, la sola idea le comenzó a dar felicidad. Ya se imaginaba a la niña revoloteando de allá para acá en la facultad, haciéndose amiga de todos los niños que pudiera, ella era muy sociable.

 

Pero el pensamiento era demasiado bueno como para comenzar a emocionarse.

 

De todas maneras las emociones por Jennie se deterioraron al momento en que vio entrar y cerrar la puerta a aquel hombre que pensó no volver a ver jamás. Seung Ri sintió de repente una rabia enorme, y en vez de llorar, quería golpearle. Empuñó sus manos marcando las venas de sus muñecas y los músculos en sus brazos a través de la blanca camisa, se puso de pie e hizo un sonoro ruido golpeando la mesa.

 

—Tú no tienes nada que estar haciendo acá.

 

Quizás sí había intentado olvidar a Young Bae por medio del rencor, aunque ningún consejo de aquello había oído de Ji Yong. Los meses que se la había pasado llorando a escondidas de todos no los iba a recuperar, tampoco iba a cicatrizar aquel sentimiento roto que Young Bae había dejado tras su huida en medio de la noche y la gran mentira que había ocultado a todos, especialmente a él. Después de querer tener en sus brazos nuevamente a Young Bae, pasó a odiarlo, a tenerle rabia por no haber podido confiar en Seung Ri, por haber tomado su virginidad, confianza y amor, y luego dejarlas botadas así como así. Esperaba jamás volver a verlo, porque no sabía cómo iba a reaccionar. No quería verlo porque le daba odio pensar que podría caer en un segundo a sus pies de nuevo, le daba terror volver a entregarle su vida para que luego hiciera exactamente lo mismo y botarlo.

 

Young Bae ahora tenía el cabello más largo y peinado hacia atrás, había dejado el pequeño mohicano para dar pie a una nueva apariencia que sinceramente a Seung Ri le parecía igual de perfecta para él. Aún tenía rapado a los lados, pero no era un mohicano hacia arriba. Se veía bien, muy bien.

 

El moreno dio un par de pasos hacia el escritorio de Seung Ri, dubitativo a la reacción del menor.

 

—Seung Ri…

 

—No oiré. Vete, hiciste suficiente hace cinco años, no quiero saber nada de ti.

 

La voz de Seung Ri era más elevada que la de Young Bae, lo que le hacía parecer el mayor de ambos. Seung Ri apretó la mandíbula y se forzó a comenzar a mantener la calma. No tenía ningún resultado enojándose, aunque tenía todo el derecho del mundo. Se sentó nuevamente y desvió la mirada hacia algún otro lado que no sean los ojos marrones de Bae.

 

—Por favor, solamente necesito cinco minutos para que entiendas mi posición.

 

Iba a decirle que no, que se fuera por donde entró, que no pensara nunca más en él y que no vuelva a buscarlo jamás de nuevo, de verdad iba a hacerlo, pero no se atrevió. El solo pensamiento de que Young Bae se fuera a algún otro lado sin la esperanza de volver a estar juntos le hacía sentir celos. Imaginar a Young Bae formando una familia u estando con alguien más le hervía la sangre.

 

Lo odiaba.

 

—Que sean rápidos, estoy en mi horario de práctica.

 

Young Bae asintió y tomó rápidamente asiento frente al menor. El olor masculino y ya conocido del moreno había colado tan rápido en las fosas de Seung Ri por la celeridad de la acción, que tuvo que hacer un esfuerzo enorme para no inhalar con vigor y rememorar cosas del pasado, cosas que se debían quedar ahí, atrás.

 

—Yo… Supongo que debería comenzar pidiéndote perdón y diciéndote lo arrepentido que estoy de no haber hecho bien las cosas. Dejé que todo se me fuera de las manos con tal de salvarme… con tal de salvarte a ti también. —Seung Ri le miró, Young Bae estaba observándole tan fijamente como si fuese una escultura de arte del que se había enamorado. —No podía decirte quién era por obvias razones, pero tampoco podía dejar que supieras mi verdadera identidad porque no podían saber de ti. La ciudadanía de acá no lo saben, pero si escondías en esos días a un soldado de Corea del Norte y te descubrían, te podrían haber dado una sanción enorme, incluso estuvo en la mira la pena de muerte por traición a la patria. No podía dejar que salieras afectado con el hotel de tu padre y todo tu futuro por culpa mía.

 

Seung Ri frunció el ceño.

 

—¿Cómo sabes tú eso?

 

Young Bae suspiró, visiblemente disgustado ante su conocimiento.

 

—En Corea del Norte las autoridades no se guardan nada, porque saben que hay una confidencialidad en sus soldados. Bueno, no se guardaban, supongo que después de que Kim Il-sung se rindiera nadie dice nada de lo que realmente pasa dentro.

 

Seung Ri se tomó su tiempo de reflexionar algunos detalles. Se aclaró la garganta y volvió a atacar.

 

—Sin embargo jamás dije que si hubiese sabido tu identidad desde un principio, hubiera dejado que te quedaras.

 

Young Bae sonrió con pesar.

 

—Claro que lo hubieses hecho, porque estaba herido, estuve a punto de morir y en mi estado con el clima de esa noche hubiese muerto ya sea por hemorragia o por hipotermia. Tú no hubieses permitido que le ocurriera eso a nadie. Te leí lo suficientemente bien como para poner mis manos al fuego por lo que acabo de decir.

 

Seung Ri apretó los puños de nuevo ahora apoyados en sus rodillas. Tenía razón.

 

—Nada justifica tu huida. Tú no sabías que vendrían por ti esa madrugada.

 

—No, ciertamente no tenía idea antes. Te dejé un momento por ir a bañarme y luego volver a acurrucarme a tu lado. No sabes lo mal que deseaba quedarme ahí contigo para siempre. Pero unas luces abajo llamaron mi atención, me extrañó la hora que era y que estuvieran vivas iluminando siendo día de semana. No quise salir al balcón para no darte el frío de la noche, así que salí y bajé por las escaleras pensando que podrían ser huéspedes en espera de un ambiente tibio, sin embargo antes de llegar a la puerta, justo por la ventana que está al lado de la casa de Ji Yong, oí alteraciones. Escuché a tu amigo hablar con paranoia y una grave voz le pedía calma, esa misma voz dijo que estaba esperando refuerzos para allanar el hotel y así atrapar al infiltrado sin errores. No hay ningún hotel más a mucha distancia de acá, así que por conclusiones evidentes tuve que irme.

 

A Seung Ri se le hizo un nudo en la garganta. Si Young Bae le hubiese dicho las cosas desde un principio muchas cosas se pudieron haber evitado. De hecho, estaba seguro que aunque hubiese sabido su nacionalidad, le habría ocultado en alguna parte a como dé lugar. Young Bae no le había hecho nada malo, entonces, ¿por qué iba él a entregarlo?

 

—¿Qué hay de la carta? —Preguntó, tomando un poco de aire para no romperse.

 

—Uh, esa carta… —Young Bae dijo, como si se alegrara de oírla. —La comencé a escribir a los tres días de conocernos, pero la terminé justo antes de irme. La habré roto… no sé, ¿unas veinte veces quizás? Pero después seguía escribiendo lo mismo. La rompía y botaba porque en algún segundo me venía el coraje de decirte todo de frente, pero la posibilidad de que me echaras era para mí tan enorme que luego me sentía mal. No solo escribí esa carta porque te amo, sino también porque te debo mi vida.

 

Seung Ri no quería pensar en las palabras dichas en presente. Young Bae no podía amarle aún, él había vuelto para disculparse, para dejar esa parte de su vida conclusa y ya.

 

—Bueno, he comprendido. Creo que ya no tienes nada qué estar haciendo acá.

 

Young Bae dio un suspiro fuerte y sonoro.

 

—Claro, no es como si hubiese vuelto para decirte que quiero que me des otra oportunidad porque ni siquiera he intentado sacarte de mi corazón, no he vuelto para decirte que aún te amo. —Seung Ri apretó los dientes sin responder. —Oh, vamos Seung Ri. ¿Es en serio? No me interesa esperarte cinco o diez años más, pero por lo menos dime si hay una posibilidad de que me perdones.

 

—¿Habrá alguna diferencia si te digo que sí o que no?

 

—Por supuesto. Si me dices que no entonces tomaré mis cosas y me iré para siempre, no quiero ser un estorbo en tu vida. Por el contrario, si me dices que sí, entonces le confirmo mi estadía en el hotel a tu padre hoy mismo e intento ganarme tu cariño tal y como se debe.

 

A Seung Ri se le fue en aliento por un minuto, podría jurar que su corazón estuvo a punto de salirse del pecho. Young Bae no iba solamente a disculparse con él si es que le daba esperanzas de que en un futuro podrían intentar una relación, sino que iba a conocer y ganarse a su padre. Obviamente lo haría por el nombre de un amigo, pero de todas maneras el hombre estaba dispuesto a intentarlo.

 

Seung Ri no quería ilusionarse, pero la disposición de Young Bae le decía que lo hiciera, que se ilusionara porque no habría nada en lo que hiciera Young Bae de ahora en adelante para que se decepcionara.

 

—¿No tienes nada más para decirme? —Preguntó Seung Ri a la defensiva, Young Bae frunció el ceño confundido. —Porque antes de decirte que sí, no quiero que tengas ningún secreto del que después debas disculparte de nuevo.

 

Young Bae lo pensó un poco y luego su rostro se iluminó. Caminó hacia Seung Ri y le dio un beso de felicidad. Había sido un toque que Seung Ri le había permitido, pero que no estaba dispuesto a cruzar más allá de la línea aún. El moreno se apoyó en su frente con una sonrisa pegada en los labios.

 

—Prometo que no te arrepentirás, mi vida. Gracias por esto, muchas gracias.

 

Seung Ri se lamió los labios y no le apartó, pero hizo que se miraran a los ojos.

 

—Solamente no vuelvas a decepcionarme.

 

Young Bae volvió a besarle fugazmente para luego abrazarlo, volviendo a sentir ese toque que había extrañado tanto.

 

—No lo haré, mi amor. Te amo.

 

Seung Ri le devolvió el gesto y enterró su nariz en el cuello del mayor.

 

A pesar de todo, él aún lo amaba también.

Notas finales:

Gracias por leer. ♥


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).