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Luna de Verano ; (chanbaek) por Sou-Tan

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Supongo que,


entonces,


tú eres la luna de verano


yo


el sol de invierno.


 


 


 


 


 


 


Chanyeol era el perfecto prototipo de un profesor sobrio y disciplinado. Ese tipo de profesores que parecen máquinas que se encienden al comenzar el día y se apagan cuando cierra la universidad; los profes que uno no se imagina bebiendo en un bar divirtiendose con sus amigos, ni saliendo a una cita romantica en el parque, ni teniendo pasatiempos raros como coleccionar rocas de colores bonitos. Sus alumnos lo veían como el profesor Park, el que impartía matemáticas. Incluso, una vez escuchó en los pasillos murmurar a una alumna que no podía imaginarselo como un niño; como si el título "profesor" viniese sellado en su acta de nacimiento.


 


Mientras daba un rápido cruce en una esquina, pensó que su infancia, su adolescencia y su adultez no se diferenciaban mucho. Y hubiese suspirado con desinteres si un fuerte golpe no lo hubiese lanzado dos metros más allá. Su bicicleta le aplastó la pierna izquierda por un momento, y al ser las diez de la noche lo único que le dejaba ver eran las pocas farolas de la ciudad y varios carteles de neón, sumado a eso, las luces delanteras de un auto le produjeron mareos.


 


Por suerte, el dolor que sentía era causado por el golpe y no por ninguna herida.


 


Se levantó como pudo, escuchando gemidos lastimeros provenientes del auto que, hacía pocos segundos, impactó contra él. Acomodó sus lentes, bastante aturdido, y pudo reconocer la figura de un hombre joven saliendo del auto por la puerta del conductor.


 


— Oye, ¿estás bien? Bueno, digo, lo siento por lo de antes...ya ves, no fue mi intención — balbuceó el extraño, incluso más desconsertado y Chanyeol estaba 99,99% seguro de que se había golpeado la cabeza con el volante.


 


— Ya lo creo que no fue tu intención matarme — respondió secamente Chan, recogiendo su bicicleta estropeada del suelo.


 


La tenía desde que estaba en secundaria y ahora estaba totalmente estropeada. Chanyeol se tomó el tiempo de suspirar calmadamente, se acomodó las gafas, metió bien su camisa dentro de sus pantalones de vestir y puso en su lugar el abrigo; todo esto ignorando olimpicamente al aturdido chico que intentaba hablarle, pero Chanyeol no estaba enojado; ser profesor había desarrollado en él una capacidad inhumana para ser paciente.


 


Y siendo como era, lo único que deseaba Chan era volver a casa, tomar su cena y dormir sus horas correctamente.


 


Pero hoy Buda no estaba de su lado.


 


— ¡Espera! — gritó el extraño.


 


Chanyeol se giró a verlo, ya se veía pequeño porque había caminado un tramo considerable.


 


— ¿Qué sucede? — la voz de Chanyeol era gruesa y grave, asi que no tenía que alzarla mucho para ser escuchado.


 


— Acabo de arrollarte...— comenzó el tipo.


 


— De eso ya me dí cuenta.


 


—Lo que quiero decir — dijo irritado — es que lo menos que puedo hacer por ti es llevarte a casa.


 


— No, gracias. Con una disculpa bastaría.


 


Chanyeol se giró tranquilamente, caminando rápidamente porque sus horarios estaban totalmente atrofiados. Un leve tic comenzó a surgir en su ojo derecho y sus nudillos estaban casi blancos.


 


Un auto rojo apareció a su lado, la luz de adentro le dejó ver que el cabello del hombre era color vino, algo hizo click en su mente y la palabra "inusual" brilló como las luces de neón en su cabeza.


 


— Oye, no hay nadie en las calles, bueno, nadie que sea muy agradable o sobrio. Piensalo, vamos, te llevo a casa — El joven tenía una cara de mortificación.


 


El auto se movía suavemente a su lado, la soledad de la noche y los edificios rodeandole, a Chanyeol le gustaba un poco la noche y como un niño curioso por las maravillas del mundo, miró atentamente el rostro gatuno de su inevitable compañía.


 


Los humanos eran una especie increíble, pensó, y dedujo que no se iba a librar del chico hasta que aceptara.


 


— Deten el auto y hazte a un lado.


 


— Espera, ¿qué?


 


— No voy a subir si tu conduces, lo haré yo. Probablemente estés ebrio o drogado.


 


El chico pasó al asiento del copiloto y dejó que Chan subiera a su auto y comenzara a conducir hasta su casa. Él se presentó como Baekhyun, y no estaba borracho ni drogado, sólo cansado y estresado por un día horrible de trabajo. En medio del viaje Baekhyun encendió la radio y se puso a fumar, a Chan no le gustaba Big Bang y el humo de cigarrillo le daba tos; pero extrañamente ese episodio inusual en su inquebrantable rutina le pareció divertido.


 


Cuando Chanyeol se detuvo frente a su casa, Baekhyun sonrió con culpa.


 


— ¿Mañana a que hora sales del trabajo?


 


— Ni te conozco, no te diré eso.


 


Baek se rió sarcasticamente.


 


— Exactamente, pero igual me trajiste hasta tu casa.


 


— Salgo a las 6:00pm.


 


— Ok. Mañana traeré tu bicicleta nueva.


 


Chanyeol asintió, incómodo con la idea tener que verlo de nuevo, pero sus habilidades para tratar con las personas no eran muy buenas, y su primer impulso fue asentir con la cabeza aún cuando quería decir que no en voz alta. Se bajó del auto y le señaló la herida sangrante en su frente porque Baek no parecía darse cuenta de que un chorrito de sangre manaba del golpe en su cabeza, y se dejaba llegar hasta su mejilla.


 


— Sangras.


 


— Oh, gracias. Te veo.


 


— Si, adiós.


 


Después de que el auto se alejó, Chanyeol entró a casa y tomó su cena con una sensación desconcertante en el pecho, como si una de las piezas de su perfecto rompecabeza hubiese sido retirada de su lugar.


 


Cuando se acostó en su cama y se quitó las gafas, se dijo a si mismo que tal vez con dormirse temprano al día siguiente la rutina volvería a ajustarse.


 


Tal vez.


 


Esas palabras ni siquiera estaba en su vocabulario. Si o no.


Blanco o negro. No gris.


 


Se echó a un lado y cerro los ojos después de ver la luna llena de verano adornando la vista de su ventana.


 


Chanyeol era quizá el mejor profesor de matemáticas en la universidas de Seúl con tan solo veintiséis años, pero estaba bastante equivocado en el cálculo de que podría vivir para siempre como un vegetal sin vida. 


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