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Perdonar por amor y devoción | Hunhan por LYhobbit

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Notas del fanfic:

| También en WATTPAD

| Non-con, dub-con, violencia doméstica.

| Perteneciente a "1 verbo y 100 palabras" pueden dar click en el título si gustan leer algún microrrelato.

| No re-publicar o adaptar.

* Es mi primer mpreg, no me juzguen ;-; *

 

| lyhobbit; 2016 - 2017 |

Notas del capitulo:

Aquí la parte 1!!! Gracias por entrar a leer!!

Cuando una lágrima llena de escepticismo rodó sobre sus mejillas, pasó a su cuello y luego al suelo, Luhan tenía apenas unos cinco años. Vio caer a su mamá por la mano de su padre, una que llevaba furia y asco en dedos ocultos sobre una palma a la que le saltaban las venas, como si la sangre estuviese a punto de salir. Fue una escena que dolió aún sin entender del todo, sin tener un porqué, o una tonta justificación. Pues sin que su padre le hubiese tocado, Luhan lo sintió todo, es como si lo invisible le hubiese tocado algo más, algo más abstracto pero igual de real que la misma naturaleza. ¿Por qué su padre había tocado fuertemente la blanca y suave mejilla de su madre? La que él a diario besaba cuando se marchaba a la escuela y después de su regreso. ¿Qué era esa marca roja explayándose en el dulce pómulo rosáceo? Una marca que siguió viendo durante tres días más de esa semana. Y que no obstante, con aquel día vasto en lágrimas y lamentos callados al cielo gris, aquella huella púrpura aparecería en los días posteriores y que dolorosamente no sería la primera vez que la viera, porque se fueron repitiendo con cada minuto, hora, con el paso de los días, hasta pasar por su adolescencia y luego a la adultez.

 

Puño tras puño. Grito tras grito. Insulto tras insulto.

 

Su madre siempre perdonó a su padre porque le amaba, porque era devota a su cariño, porque su vida dependía de un hilo rojo del destino pintado de sangre, de dolor y lágrimas.

 

Porque eso era amor ¿cierto? Porque así es amar.

 

 

—Sehun, ya vine.

 

Suelta el universitario de ojos brillantes y cafés después de depositar su bolso sobre una mesita en medio de dos sofás a rayas cafés y beige.

 

—No te esperaba.

 

—Soy alguien imprevisto... —suelta, pero está mintiendo, Sehun lo percibe—. La verdad es que salí temprano de la escuela, lo siento.

 

—Está bien, me alegro que estés aquí.

 

La sonrisa de Luhan se expande a la par que da pasos hacia al frente, cada paso le acerca a la persona que le extiende los brazos, como si se tratase de un ave a punto de volar y estrecharle con fuerza, y finalmente, luego de tan cansado viaje, sentir el cariño de Sehun. Está con la persona que ama, quien le ama le recibe en abrazos, besos a destiempo y desesperados.

 

Sehun. Amoroso y cálido Sehun.

 

Luhan le conoció en la escuela preparatoria, hacía cerca de cuatro años atrás. Un vistazo le bastó para saber que Sehun sería algo más que un simple soslayo de pupilas distraídas o una llana conversación basada en monótonos “buenos días, hola o adiós”. Ambos fueron buenos compañeros después de aquel vistazo; día tras día el cariño crecía pese a lo que muchos dijeran sobre su estrecha relación. Luego su amistad se transformó en algo más, en eso que a Luhan le hace sentir cientos de mariposas en su estómago, en eso que a Luhan le hace ver tantas estrellas a pesar de estar a plena luz de día, en eso que a Luhan le hace ver la noche llena de ráfagas de destellos iridiscentes. Todo cambia a cosquilleos románticos cuando está con él. Siempre cuando está con él, con Sehun y nada más.

 

Con él solo puede sentir eso que es llamado amor. Tan puro, tan eterno y etéreo.

 

Aunque no todo ha sido sabor a un chocolate dulce, también han pasado por el sabor amargo, ácido, acre.

 

Luhan recuerda, días antes de salir formalmente como novios, las burlas tóxicas de las personas a su alrededor. Primero fueron sus compañeros. Ellos nunca tuvieron problemas al principio, pese a rumores y chismes. Pero alguien se había enterado de los sentimientos de ambos, y entonces, la indiferencia y los insultos acabaron siendo su día a día. Luego fueron los padres de ambos, creyeron que estaban enfermos, y que había alguna cura para esa enfermedad; nunca lograron comprender a sus hijos. En sus hogares únicamente existía vacío, soledad y a veces, muy pocas veces, deshonras en una sola palabra. Para ese entonces, Luhan ya no aguantaba vivir con sus padres, por lo que decidió vivir al lado de Sehun, quien días antes también había dejado la casa de su padre y madre, para vivir en la independencia de su juventud y así, trabajando y estudiando pudo rentar un departamento muy bien amueblado cerca de la escuela.

 

En varias ocasiones, Luhan llegaba golpeado —ya le estaban esperando afuera, unos quince minutos antes de salir y retornar a casa—. Un ojo morado, la nariz sangrada, cabellos revueltos y uniforme sucio se apreciaba con tan solo verlo a la lejanía.

 

Luhan, ellos te lo hicieron ¿cierto?

 

“No te preocupes, no me duele”

 

“¡¡Por qué mientes, maldita sea!!”

 

“Está bien, en unos días sanaré, y ellos no podrán…”

 

“¡Ya cállate! Odio que seas débil”

 

Luhan ahora ya no es débil, ha cambiado mucho, ha cambiado demasiado por el amor que le tiene a Sehun, su único amor.

 

 

La primera vez que el amor fue doloroso, fue luego de una cita al cine. Habían ido tantas veces a ese lugar, Sehun le compraba rosetas de maíz con extra de mantequilla, una soda de fresa y gomitas de limón. Pero esa vez, algo cambió…

 

Luhan fue al baño, como siempre. Tal vez, ese día tardo un poco más de lo normal, ya que se había encontrado a un amigo de la infancia, tardaron mucho conversando —¿tal vez 5 minutos?—. Y Sehun miró algo por lo que después Luhan se arrepentiría. Se despidieron de manos y luego un abrazo, y ¡oh sorpresa! Sehun abrió la puerta en ese preciso instante.

 

—¿Qué haces? —preguntó con una falsa y forzada sonrisa.

 

—Él es un viejo amigo de la infancia, él…

 

—¿Te folló? —lanzó Sehun cruzándose de brazos, riendo aún.

 

—Mejor me voy, supongo que esto deben arreglarlo en pareja —dijo el ex-compañero de Luhan y salió de los sanitarios, muy intranquilo a decir verdad.

 

Finalmente la puerta fue cerrada y ellos dos se quedaron solos, sin nadie que les pudiese interrumpir.

 

—¡¿Sehun, qué ray-

 

Un estruendo hizo eco en las cuatro paredes, un golpe que Luhan jamás olvidaría; posiblemente sí, pero se lo obligaría su amor. Sehun echaba llamas por donde quiera que le viese. Por reflejo, llevó ambas manos a la mejilla punzante, y allí frotó suavemente, el miedo se esparció en su rostro, los rasgos dolientes y a punto de romper en llanto no fueron suficientes para ablandar el enojo en su pareja, ni siquiera un mínimo.

 

Solo quedaba en su mente asombro, y ese asombro se volvió incertidumbre.

 

—¿Q-Qué- —no podía hablar, su lengua había perdido las palabras, como si todo eso se hubiera borrado en un lapso demasiado efímero. Le costó entender el porqué, buscó alguna justificación, algo con lo que pudiese perdonarlo. Perdonar esos celos y malos entendidos, pues él no había hecho nada malo, ¿acaso se le podía llamar traición a un simple reencuentro entre amigos?...Que ahora ya no tenían nada que ver.

 

—Fue tu culpa, no debiste hacer eso.

 

—¿H-hacer qué? —preguntó con los ojos abiertos, expulsando un lago de congoja.

 

Sehun no pudo decir nada más, tan solo se viró y justo antes de salir, Luhan por fin entendió todo.

 

Así es el amor…

 

—Sehun…solo te amo a ti, jamás te traicionaría… —imploró su perdón sin que se diese cuenta del grave error, porque Luhan no era quién debía disculparse. ¿O cuál había sido su equivocación?

 

—Lo hice porque te amo Luhan, no quiero perderte nunca…

 

Caminó hacia el chico tratando de apagar el fuego agudo en su mejilla, y le abrazó, le abrazó fuerte, sin lastimarle como lo hubo hecho hace unos minutos. Le besó, le acarició afanosamente la mejilla y luego salieron del lugar, como si nada hubiese pasado.

 

Luhan se mentalizó olvidar esa primera vez, nunca pensó que debía intentar olvidar otras más.

 

 

Hoy Luhan está muy feliz. Sehun y él van a festejar su segundo año de novios—el año pasado no pudieron; Luhan no podía salir de casa por una costilla rota—. Lo festejarían en un lugar caro y fino. La felicidad en los labios de Luhan crece como un cielo azul cuando mira el establecimiento, despliega un aura viva y placentera. Lámparas colgando del techo con decenas de cristales irradiando iridiscencias; flores y rosas emanan su dulce fragancia floral; formas y figuras abstractas, como si fuesen caleidoscopios tallados sobre las mesas, asientos de roble y barra de bebidas; cuadros y pinturas que una vez vio en la televisión y fueron subastadas por cientos y miles de dólares cuelgan de las paredes blancas con líneas en oro puro.

 

Algunos comensales, miran de reojo a la pareja entrando. Solo allí, en aquel par de jóvenes, lo único que miran es felicidad, es amor y cariño; sin embargo, no lo envidian, ninguno de ellos lo hace ni lo haría.

 

—Señor, ¿qué va a pedir?

 

El mesero abre los ojos en par, después de ver el rostro de Luhan.

 

—Espagueti a la bolognesa y vino tinto —responde Sehun, mirando al mesero con disgusto—. ¿Va a atenderme o a mirarlo? —lo enfrenta, volviendo su mirada a su pareja, quien hace desaparecer su sonrisa en cuestión de segundos.

 

—Sehun, tranquilo —clama sereno, entonces cruza su iris con las de Sehun. Baja la mirada cuando Sehun le mira con más enojo, y ese enojo se vuelve en algo más.

 

—P-Perdón —musita, aún con la cara inclinada.

 

—Está bien amor, todo está bien.

 

—L-lo, lo siento, enseguida le traigo su orden, ¿y qué traigo para usted? —pregunta el empleado a Luhan.

 

—Solo dele ensalada de verduras sin aderezo y carne blanca.

 

—Pero…Sehun, yo también quería…

 

—Tú solo quieres ensalada, carne y agua ¿está bien, amor? —le repite firme, sonriéndole; una sonrisa que Luhan conoce perfectamente.

 

—S-sí.

 

El mesero se aleja del lugar, evitando mirar a la pareja que apenas llegó; porque siente lástima del joven con el rostro empapado de heridas, tapadas apenas con maquillaje barato y poco eficiente. No debería ser curioso o chismoso; pero posiblemente, la persona que le ha hecho esos hematomas es su propia pareja.

 

—Odio cuando otros te miran, ¿ya ves? Por eso me molesta sacarte a pasear.

 

—Está bien, solo te amo a ti, no me interesa la mirada de los demás, solo la tuya —Luhan toma las manos de su pareja, juega con ellas a entrelazarlas como si fuesen una fuerte cadena, une los meñiques como si un hilo rojo los estuviese atando con fuerza y, entonces ambos recuerdan los cientos de promesas en su juventud, cuando aún estaban en el colegio.

 

—Aun así, no me gusta, solo quiero verte yo.

 

Sehun a veces es bueno, otras es muy violento, muy grosero y posesivo. Pero es porque lo ama demasiado. Y Luhan es feliz por ello. Porque solo así, Sehun demuestra el amor tan inmenso que tiene hacia él. No obstante, Luhan no se ha dado cuenta de cuánto han cambiado los dos en el transcurso de su relación—Antes se miraba en el espejo y sus mejillas aguardaban los besos translúcidos regados de Sehun luego de haber hecho el amor. Luhan deseaba tanto que los labios de Sehun se marcaran permanentemente. Ahora sus mejillas y la mayoría de su piel se encuentran plagadas de besos salvajes, de toques más fuertes y toscos, se marcan después de hacer el amor, porque… ellos todavía se aman, ¿o no? Porque hacer el amor no siempre tiene que ser suave y delicado. Su amor ahora funciona como si fuese un hermoso tatuaje; duele al principio, las manchas rojas se expanden por su piel, a veces los ríos carmín se deslizan bajo su nariz. Y él se siente orgulloso de tenerlas pegadas a su cuerpo por casi 5 días, desvaneciéndose en apenas una sombra borrosa. Y que, sin embargo, éstas regresan el mismo día de su partida, y que vuelve a ver a la siguiente semana, y a la siguiente, y siguiente… así hasta ser el espiral de amor doloroso qué es.

 

Dulce y tierno Sehun.

 

¡Cuánto le ama!

Notas finales:

Gracias por leer!!!!!!!!!!, esperen por la parte 2!! ya está lista ¬w¬

¿Review de amor, amorcito, amorcito corazón~~? ;-; no muerdo~~ ;^;

Los veo~~~ !!!


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