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Perdonar por amor y devoción | Hunhan por LYhobbit

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Notas del capitulo:

Holi, actu pronto porque tengo sueño xD.

Espero les guste!! gracias a la linda personita que dejó su lindo comentario!!!<3 <3

—Luhan, debemos hablar.


—¿Eh, de qué? —suelta atemorizado.


Tiene miedo, es perceptible a la vista de su pareja, y éste solo ríe orgullosamente, rodando los ojos. No es una risa como la que suele dar cuando Luhan teme perderlo o cuando le implora perdón o es perdonado—es más, está muy seguro de que Luhan jamás le abandonará. Muy seguro.


—Luhan, Luhan, Luhan —repite divertido mientras menea la cabeza, negando—. ¿Cuánto has gastado en tus estudios universitarios?


—No, no entiendo —responde el de ojos asustados. La pregunta le absorbe el cerebro, no concibe una lógica a la pregunta.


—Pienso que deberías dejar la escuela, tu carrera no servirá para nada, gastarás más pagando por ella y recuperarás lo invertido en mucho, mucho tiempo —Entra y se sienta sobre el sillón, Luhan solo le mira contrariado.


—Pero…


—Ganaré más que tú, además ya estoy a poco de culminar mi carrera, y pues… a ti todavía te falta mucho, no es que seas tonto, pero el estudio simplemente no es lo tuyo —explica arrogante.


Luhan quisiera llorar en este momento, sus manos se vuelven puños, y los labios le tiemblan ¿es que acaso Sehun no se ha dado cuenta de todo los sacrificios que ha dado? Luhan muchas veces tuvo que abandonar sus estudios porque Sehun se lo pidió, porque el dinero escaseaba cuando más lo necesitaba, y finalmente accedía a darle todo el dinero que su abuela le enviaba cada seis meses—ella aún le ama, ama tanto a su único nieto que quiere verlo siempre feliz. Luhan no está del todo abandonado como Sehun le hace sentir—. Tantas veces Luhan tuvo que suspender su carrera porque Sehun tenía otros gastos extra—como alcohol y visitas a lujosos bares junto a sus amigos de la universidad; o eso le decía por la madrugada, cerca de las 3:00 am.


—No puedo hacerlo, yo… quiero terminar mis estudios, tal vez no es la carrera mejor pagada, pero me gusta —exterioriza con el deseo de hacerle entender, razonar. Pero sinceramente, hace mucho tiempo que Sehun dejó de hacerlo.


—¿No confías en que yo te puedo hacer feliz con todo lo que gane? ¿Te has cansado de mí, y por eso quieres conocer a otros?


—No, eso no es, te amo Sehun, pero…


—¿Pero? —le mira sin desviar la mirada. No le intimida, no es que le esté amenazando; Luhan claramente percibe miedo en él.


—Sí, confío en ti.


—Gracias Hannie —vuelve la tranquilidad —¿Entonces? —cuestiona de oreja a oreja.


—Lo haré, la dejaré.


Luhan se acerca hacia su pareja, y el otro le atrae con sus manos. Las caricias inician, los besos salvajes y mordiscos ariscos hacen su aparición en la piel de Luhan. Sehun sorbe como si lo único que necesitara es tener a Luhan para nadie más que él. Y terminan haciéndolo. La sesión carnal da inicio, las ropas son quitadas sin paciencia y a desesperación. Luhan salta sobre el miembro de Sehun, y éste toca todo lo que puede. Sujeta las caderas de su pareja con tal fuerza que Luhan llega a sentir un poco de dolor por las manos jugando en su cuerpo. Siente los pellizcos y rasguños; pero no le importa, porque así es amar, así es hacer el amor. Sehun sigue obligándole a entrar más y más, aun cuando el límite los haya encontrado, límite que Sehun quiere traspasar para sentir el paraíso al que Luhan solo le hace llegar. Adora los gemidos y jadeos expulsados en los labios de Luhan, tan erótico entrecerrando los ojos, subiendo y bajando, respiraciones discontinuas; lentas y rápidas, más y más rápidas—y brutales—. Y finalmente le llena el interior, gritan con lujuria y perdición. Pero Sehun quiere otra vez, y aunque Luhan ya está cansado, lo vuelven a hacer, lo tiran al piso y a Sehun eso le enloquece, entra rápido y fuerte. Chocan tan exageradamente, que la melodía entre carnes húmedas resuena y las pieles tiemblan como si fuesen ondas en el agua. Luhan no dice nada, solo gime de placer, de un placer un tanto forzado porque le duele, duele tanto la manera en que Sehun le toma los cabellos, como si quisiese arrancarlos de su cabeza; le duele porque le golpean los glúteos como si quisiesen marcarlo similarmente a un animal u objeto; le duele porque entran a un punto en el que Sehun ha dejado de respetar, y siente la fricción tan brutal, porque su interior ya no aguanta más y expulsa el líquido blanco de Sehun junto con aquella sustancia carmín de olor a hierro, ambas salen y se resbalan por sus muslos. Pero no le importa porque es una mezcla de amor; porque no importa su dolor mientras haga feliz a Sehun.


Porque para Luhan esto sigue siendo hacer el amor en una forma más apasionada y menos delicada. Y agradece el que Sehun le haya tratado no tan sanguinariamente como la noche de anteayer, en donde incluso, bofetadas colisionaron en sus mejillas, dejando las grandes manos marcadas en su rostro; en donde lagos de sangre rodaron por su nariz y labios. En donde a pesar del cansancio, tuvo que aceptar otras 3 o 4 rondas de sexo hasta finalmente saciarle por completo.


Pero así es amar, así se siente ser amado.



Mirando el televisor, un programa absurdo sobre japoneses, Sehun llama a Luhan. Cada grito va aumentando; 1, 2, 3. La paciencia aún continúa, ¡gracias a Dios! Canta Luhan, quién sale con una bandeja en su manos. La comida está lista, se ve tan maravillosamente detallada y adornada—un tazón carísimo de porcelana que su abuela le regaló, los fideos tienen un agradable color a crema, las verduras finamente picadas y la carne sutilmente guisada. Huele tan deliciosamente bien.


—¿Qué tipo de comida es esta? —se vira hacia donde Luhan se detiene, justo después de soltar la primera línea.


—Es lo que te gusta, fideos con…


—¡Cállate! ¡Esto es una jodida mierda! —se levanta exasperado —¡Esto no se parece en nada a una buena comida!


Mira el plato caer—su favorito—, estropearse en cientos de fragmentos, el caldillo se explaye por sobre la alfombra en color rojo tinto y los demás ingredientes quedan ahí, amontonados, burlándose también de él.


—Pero…


—¿Pero, has dicho pero?


Sehun camina hacia él, intimidante. Los temblores en Luhan dan inicio y se suelta a llorar; es obvio, Luhan tiene miedo, pero no lo quiere entender, aún no.


—No, tus lágrimas patéticas no harán que el dinero invertido en esta porquería a la que le llamas “comida” —enfatiza con el sarcasmo pintado en su semblante más tranquilo —regrese.


—Me esforcé, yo…


—No digas nada, me largo a buscar una buena comida —antes de salir, se vira hacia un Luhan con unas lágrimas mojando más y más sus mejillas, caen y caen como una tormenta en el más cruel de los veranos. El afligido espera unos segundos, y se hace a la idea de que su pareja irá hacia él, a abrazarle, confortarle. La congoja cubre gran parte de su cuerpo, y de alguna manera, Sehun se siente un poco mal; pero… nada fue su culpa, hace eso porque lo ama, lo hace por su bien—. Cuando regrese, debe estar limpio, como nuevo —finaliza para terminar azotando la puerta.


Pero está bien, Luhan no se queja. Es un dolor pasajero, pronto volverá a sonreír. Pronto lo hará.


Así que, animándose más de lo que ya no puede, busca las cosas para limpiar.


Y está bien, nada tendría por qué estar mal. Es amor.


Y le agradece tanto a Sehun por amarle, por ser amable y por no golpearle en esta ocasión para hacerle ver sus jodidos errores. Como una vez en que ambos discutieron tan solo porque la comida estaba tan fría—a tan solo 2 minutos de haber salido del horno de microondas—. Intentó hablar con él, pero Sehun ya estaba bastante molesto, la ira se sentía en el aire con tan solo un respiro. Claro que Luhan pidió y sollozó por una oportunidad, porque siempre hay oportunidades como las que él da. Pero no, no las hubo para él. Le tomaron los cabellos, lo lanzaron contra la pared, tan fría y áspera, y allí le siguieron decenas de bofetadas, un rubor inclemente se ilustró en sus mejillas. Luhan ya no podía estar más de pie, así que se desvaneció hacia el pavimento, y allí los golpes no cesaron. Patadas y puñetazos fueron directo a su estómago, brazos, piernas; él se cubría, ocultaba su yo avergonzado, lloraba y suplicaba en el interior, porque su voz estaba quebrada, sus cuerdas bucales dejaron de funcionar, se paralizaron. Luhan ya no recuerda más, solo que al día siguiente despertó en la cama, Sehun volvió a la casa con un ramo de rosas rojas, dos osos de peluche, y el arrepentimiento clamado en 3 palabras: “Te amo, perdóname”.


Y le fue tan fácil perdonarlo, en menos de un segundo le dijo “Sí”.


El tiempo no esperó, y se entregaron al amor, pese a que el cuerpo de Luhan aún sentía punzadas y las heridas no cerraban, estaban abiertas, la sangre no coagulaba por completo, estaba tan fresca.


Besos húmedos, caricias suaves, orgasmos solemnes.


Quizá, esa fue la última vez que lo hicieron con delicadeza; quizá las siguientes también lo fueron. Porque Luhan no sabe en qué momento “ser suave y apasionado” pasó a ser sinónimo de “ser violento y enteramente salvaje”, y lo era porque así era el amor.



El manto azul se ha cubierto de negrura. Las estrellas no brillan en el cielo como suelen hacerlo, solo se pueden contemplar nubes grises y oscuras ocultándoles su luz, el halo de la luna apenas puede ser percibido. Tal vez lloverá, cuando el cielo se muestra de esa manera, es cuando las nubes estallarán contra la ciudad, limpiando los suelos, mojando parques y ciudades. Luhan a veces compara su vida con esas noches, y pese a que la oscuridad pinta su hogar, no teme en absoluto, o eso piensa él. Sehun es como el cielo, a veces oscuro, a veces demasiado luminoso, y así le ama.


Cuando Luhan mira el reloj, ya son más de las 4:00 am; Sehun aún no ha llegado. Sehun siempre le está haciendo pasar esos temores, el preguntarse si algo le ocurrió a su novio es parte de sus noches de insomnio, siempre preocupado e intranquilo. Respira hondo y a veces, clama plegarias al Dios de la bondad, ora porque le cuide, que no le pase nada, justo como lo hace ahora, entre susurros. Luego de unos minutos, se oyen pasos y la llave entra por el cerrojo, Luhan termina agradeciendo. Pero la noche no termina, sus noches son una pesadilla, pesadillas de amor. Cuando Sehun entra a su habitación, Luhan finge estar durmiendo y se cubre más con los cobertores. Entonces Sehun se acuesta, y duele su corazón. Luhan ya sabe distinguir el olor varonil de su pareja antes de que éste se vaya a la escuela y luego al trabajo. Por las noches ese olor cambia drásticamente, no es solo alcohol, como Sehun le dice. No es solo alcohol; son mentiras, son traiciones, una esencia que no pertenece a Luhan.


Sehun estuvo con alguien más, Sehun siempre está con alguien más.


Luhan siente tanta angustia de pensar que ya no esté nunca con Sehun. Teme perderlo.


Y aun así, pese al olor a sexo de extraños que emana todo su cuerpo, Sehun es tan cínico para besarle, para intentar hacerle el amor, a pesar de verle dormido, cansado y golpeado—hace no mucho, en realidad.


—Sehun ¿me amas? —murmura melancólico, con los ojos tan parecidos a aquella noche que se colma de nubes grises ocultando un poco de luz y que quieren estallar porque aunque sabe la respuesta de Sehun, quiere oírlo de sus labios.


—Sí, te amo.


Es un alivio escucharle seguro, es un alivio sentir sus manos despojándole sus ropas, oír sus besos marcándose en su piel. Es un alivio todo, desde que empiezan a penetrarlo suave hasta que el delirio y frenesí terminan regado en su interior —siempre con la mezcla escarlata y blanca deslizándose al exterior hasta manchar, a veces, las sábanas cándidas—. Y Sehun quiere poseerlo otra vez, porque le quiere demostrar cuánto lo ama. Y está bien, es perfecto, porque así los olores de desconocidos se irán para siempre de su Sehun—aunque vuelvan esas esencias al día siguiente y él tenga que despojar esos hediondos olores a nada más que sexo—. Y acepta una ronda más de coliseos carnales, de una brutalidad etérea marcándose en su albino cuerpo. Lo acepta, acepta todo.


Porque le ama demasiado.


Porque Sehun es amable y bueno, porque ahora lo trató muy bien y no lo golpeó, sus manos no chocaron en sus labios, en su nariz o en su rostro. No le despertaron para que le hicieran algo de comer, como hace un día—Hace 24 horas atrás, Sehun le levantó con frialdad, y los alimentos otra vez no fueron lo que él quería, porque porquerías en la mesa es siempre lo que obtiene. Así que le abofeteó tan fuerte como pudo, le tiró al suelo y le hizo chillar de dolor golpeándole sin compasión, rompiéndole una costilla, labios y fracturándole su nariz; y a pesar de la violenta actitud, Luhan le perdonó yendo al doctor y mentir por su amor, diciendo que había sido un accidente al caer al fondo de las escaleras.


Y no se ha dado cuenta y no lo hará, porque tiene una venda en los ojos, sus oídos están cerrados, su nariz ha enfermado, ha perdido la voz, y su cuerpo moreteado está acostumbrado a aquel amor enfermizo.


Y para Luhan todo estará bien, porque es por amor y devoción.

Notas finales:

Espero les haya gustado!!!, la parte 3 viene pronto si una personita lo pide;-; -- De verdad que no muerdo u_u --

 

Los veo prontooooo!!<3


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