Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Y me acuerdo de tí...(Camus x Milo x Aioria) por Pandy

[Reviews - 2]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo: Bueno, está inspirado en una canción de X-tina en español, uds. saben ....antes yo era bien cursi jajaja como sea, se los dejo y espero que les guste guuush o.u~ x cierto, dedicado a ese que no le puedo corresponder aunque ha sido very cookie conmigo (=
Y me acuerdo de ti
Aioria x Milo x Camus

 

 

 

-¡Venga, una sonrisita!- rogaba el fotógrafo ante la aparente calma en el rostro del de piel canela. -¡Milo! Por favor…-
-¿No se suponía que eran fotos con rastros melancólicos…? ¿Para que quieres que sonría?-
-Hay sonrisas melancólicas Milo…- dijo el fotógrafo, dándose por vencido esa tarde.- Terminamos por hoy, mañana continuaremos al medio día…por favor, practica esas sonrisas Milito…o de lo contrario, esas fotos reflejarán otra cosa…- regañó el sujeto.
-No puedo fingir ese sentimiento, Harry… ¡por que soy inmensamente feliz!- dijo emocionado, retirándose las ropas que adornarían la sesión fotográfica.
-Se nota…desde hace mucho, ni una sola lagrimita ha rodado de esos ojitos y no sabes cuanto me alegra…- finalizó, metiéndose en su estudio.
-Sí, a mí también me alegra…- contestó a la nada el peliazul, colocándose la gabardina y tomando sus cosas.

 


 

-Buenas noches Milo…- dijo el pelirrojo, poniéndose de pie y yendo a recibir a su novio.- ¿Cómo te fue?-
-Perfecto…- le sonrió para después depositar un pequeño beso en sus labios.- ¿Cómo te fue a ti mi amor?-
-Muy bien, mañana firmaremos la sociedad corporativa con la otra compañía, estoy muy entusiasmado…aunque por otra parte, como vicepresidente, se aumentarían mis responsabilidades y yo…- abrazó al peliazul por detrás y le susurró en el oído.- Yo no quiero dejarte solo, Milo…-
-No lo harás…- acarició las manos de Camus, subiendo las propias, hasta rozar la otra piel.- Solo son gajes del oficio…y me aguantaré no hay de otra…-
-Te amo Milo…eres muy comprensivo a pesar de que ya van varios viajes y…-
-Shh, vamos a cenar… ¿quieres?-
-Sí, pero no me dio tiempo de preparar la cena…-
-Vamos fuera entonces…después de todo, tiene semanas que no salimos…vamos, ¿quieres?-
-Claro que si…- le sonrió al moreno y coqueto se relamió los labios.- Y después… ¿Qué haremos?-
-Lo que hacemos todas las noches Pinky…- se rió suavemente, acompañado de la risa de su novio.

 


 

-¿Qué desean ordenar?- preguntó el mesero, sonriéndoles a los dos más guapos en el restaurante.
-Yo quiero una langosta a la mantequilla, por favor…-
-Filete miñón…- dijo Milo, para después voltear hacia Camus.- ¿Qué?-
-Nada, nada Milo…- sonrió divertido ante la mueca de enfado que mostraba el peliazul.- De verdad Milo, no fue nada…-
-Cállate Camus… ¡casi me ofendes!-
-Vamos, no hagas drama Milo…sabes por que puse esa cara.-
-No, no lo sé…explícamela.-
-Tú sabes…-
-No.-
-La última vez que comiste el filete así…bueno, te dio…-
-¡CIERTO! ¡Mesero, Mesero! Quiero cambiar mi orden…- susurró apenado, ante la evidente carcajada que provenía de la boca de Camus.

 


 

-Que delicioso estuvo todo…muchas gracias por traerme Milo, tienes buen tino a la hora de elegir restaurante…-
-No fue difícil, la otra vez vine con Harry, Luigi y los muchachos…por eso es que sé que aquí se come muy bien…-
-Jaja…ay Milo, yo…- enlazó sus manos con las del moreno.- Yo no sé que haría sin ti…-
-¡Para Camus! Me haz dicho cosas como esa toda la noche… ¿Qué pasa? Hasta me siento algo extraño…-
-Tampoco se que pasa…-sonrió desviando la mirada.- Iré al baño, no tardo…-
-¿No quieres un poco de compañía?-
-Ganas no me faltan Milo pero… ¡que haríamos si nos descubren! Yo creo que…-
-Ya, corre o te haces aquí mismo…-
-Milo…-
-¿Qué?-
-Te adoro por ser como eres…-
-¡Dije que era suficiente Camus!- gritó, torciendo su boca.- Gracioso…- dirigió su mirada hasta el punto donde desapareció Camus por una puerta. Suspiró resignado y revoloteó con sus dedos el agua, que se comenzaba a asentar. Cerró por un breve momento sus ojos, hasta que sintió un roce en su hombro, abrió sus ojos poco a poco, volteando hacia atrás…- Camus, ¡vaya que eres…!- se petrificó ante ese par de esmeraldas que lo veían risueño.
-¡Milo, tanto tiempo sin verte!- le sonrió tiernamente.- Vine unos días a la ciudad, te dejo mi número de teléfono por si algo se te ofrece… ¿está bien?-

 

En realidad, nada estaba bien.

 

-Aioria yo…-
-Calla Milo, sé que ha pasado tiempo y no quiero arruinar nada…luces tan feliz con tu novio…que lástima que yo…nunca…- bajó el rostro.- Como sea, cualquier cosa…si quieres charlar…aquí voy a estar, solo hasta el sábado…nos vemos Milo, fue un placer volver a verte…- el castaño se alejó sonriente, dejando a un confundido Milo, petrificado en su asiento…sin poder decir nada, sin siquiera poder reclamarle tantas cosas.
-¿Por qué tenías que aparecer ahora?- se llevó las manos a la cabeza, signo de total desesperación.
-Ah bueno…si quieres me regreso al baño – contestó la conocida voz detrás de él, algo confundida.- ¿Te sucede algo?-

 

Miedoso de que se diera cuenta de la situación, le sonrió despreocupado, inventando una pésima excusa. Y por supuesto, escondiendo la pequeña tarjeta entre sus dedos.

 

-No pasa nada Camus, solo un leve dolor de cabeza…-
-Te dije que no bebieras tanto Milo…-
-Tonto…- bromeó con él, fingiendo una sonrisa. ¿Pero como fingir en una situación como aquella? ¿Cómo reaccionar cuando el amor de toda tu vida se presenta, así como así…quebrantando tus sueños y metas? – Vamos Camus, estoy que me muero…-
-Si Milo… ¡pero no me fastidies en la madrugada!-
-¿Cara de que me vez Camie…?- le contestó, luciendo notablemente irritado.
-Perdóname Milo…- dijo, sorprendido.
-No, perdóname tú a mí…- se arrojó a los brazos del pelirrojo, sollozando levemente. El francés no sabía que ocurría con Milo, pero una leve idea se asomaba en su cabeza.

 

Y la misma idea lo aterró todo el camino a casa.

 


 

-Dormilón, despierta…tenemos mucho trabajo el día de hoy…- sacudió levemente el cuerpo del peliazul, pero al no encontrar respuesta lo dejó descansar en el sillón, donde ambos habían quedado profundamente dormidos.

 

El pelirrojo se dio una rápida ducha, se secó con velocidad para dar paso a su traje debidamente planchado y al mandil que ocupaba cada mañana al preparar el desayuno, así evitando ensuciarse. Lo preparó todo rápido, comió de igual manera y se dirigió al lado de Milo, con cepillo en mano.

 

-Milo, ya casi me voy…- susurró en su oído.- Te recuerdo que hoy tienes que estar con Harry al mediodía y sino llegas, se pondrá como loco…- el peliazul bostezó un poco y abrió sus ojos pesadamente.
-No quiero ir Cam…-
-¿Y esa campaña publicitaria no es importante? Según tú…-
-Ya, ya…me despierto…- se inclinó hasta quedar sentado sobre sus rodillas.- ¿Quieres que te ayude con el cabello?-
-Por favor…-

 

Cepilló lentamente el largo cabello pelirrojo, por unos minutos antes de que el celular de Camus sonara, repiqueteando en su pantalón.

 

-Disculpa Milo. Habla. Sí, está bien… ¿pero no hay otra fecha? Ah, perfecto… ¿y no puede enviar a alguien más? ¿Segura? Bueno Fleur, entonces el boleto que sea hoy a las cuatro de la tarde, bien, adiós.-
-¿Quién era?- preguntó Milo desilusionado.
-Milo, eres un despistado… ¡hasta dije Fleur en voz alta!-
-Lo siento, ando…distraído…-
-Salgo de viaje a Bogota hoy en la tarde, discúlpame…apenas y me dará tiempo de comer contigo…-
-No te preocupes por eso Camus…- le sonrió.- Voy a ducharme, te veo a las 2:30 en el café en plaza central ¿de acuerdo?-
-Bien…- contestó y jaló de un brazo al peliazul antes de que este se diese la vuelta, robándole un significativo beso.- Te adoro…-
-Yo también…-

 

¿Podría estar completamente seguro de eso?

 


 

-¿Qué te pasa Milo? Tu rostro luce no muy apropiado para las fotos, con la luz resalta más esa tristeza en tus ojos, vamos…sonrisa melancólica…- pidió el fotógrafo, mientras encuadraba su cámara.- A propósito, antes de continuar…un muchacho vino y preguntó por ti, era muy guapo de ojos verdes y…-
-¿Ojos verdes?- preguntó/afirmó Milo.- ¿Se fue pronto?-
-No, estuvo como diez minutos esperándote pero como no llegaste, le dije que viniera a la hora de la comida…- se asustó ante la imagen destruida de Milo, que caía de rodillas en el suelo y se mostraba tan frágil como tiempo atrás.- ¡Milo! ¿Quieres decir que es él…?- solo hizo falta un sollozo proveniente del peliazul para confirmar su pregunta.

 


 

Se acomodo lentamente el cuello de la camisa, mirando fijamente su imagen en el espejo. ¿Cuánto tiempo tenía que no se veía de aquella manera? ¿Tan sufrida, tan acabada…tan emocionada? Sacudió su cabeza ante la descabellada idea, ya no podía amarlo a él por que amaba a su pelirrojo francés… ¿amor? Pues era lo más cercano a esa protección, seguridad y cariño que le brindaba Camus.
 
Se dio una última ojeada en el espejo y salió confundido de su apartado. Suspiró y tomó un cigarrillo de la máquina que los expendía. El olor del humo penetrándole los pulmones no era tan familiar en un principio pero pasados unos minutos el mismo humo salía y entraba a ellos como un buen amigo. Entonces, la puerta se abrió despacio y unos ojos esmeraldas refulgían en el lugar.

 

-Milo…- susurró quedamente.
-Hola…- haciendo acopio de toda su fuerza de voluntad, contestó, seguro…tratando de no aparentar ser el manojo de nervios en el que estaba convirtiéndose.- ¿Qué te trae por aquí?-
-La pregunta es tonta Milo…tú, tú eres lo que me trae aquí.-
-Aioria, quiero dejarte algo en claro; Yo amo a…- aunque se arrepintiese después, aunque fuera la mentira más vil que podría darle, no podría entregarse así como así, tan fácil…no, no cuando fue él el culpable de todo ese amor. Pero no resultó sencilla su labor de dejarle claras las cosas pues sus labios húmedos se unieron con los del peliazul, no siendo rechazados en ningún momento.

 

La pasión que emanaba de sus bocas no era ni tantito comparable con lo que Milo sentía al lado del pelirrojo. El ardor en sus labios y el escarceo en su garganta, eran signos inequívocos de que lo amaba con toda su alma. Que lo adoraba como su fuera su Dios. Que lo extrañaba más que a nada en su vida…y que lo necesitaba, que necesitaba esos tóxicos labios para perderse de nuevo, para vivir su pasión otra vez.

 

Se separó de él con suavidad, pero evadiendo torpemente la mirada que le dirigía Aioria.

 

-Fui un cobarde Milo…-

 

Fue lo que dijo el castaño, el peliazul no contestó…solo quería escuchar. Escuchar esas tontas excusas que de seguro daría para después caer en sus brazos ciegamente.

 

-Por ser tan cobarde te perdí…-

 

Un sollozo quiso escapar de la garganta del de ojos turquesa. Pero se lo impidió, tomando aire…

 

-Milo yo…no debí dejarte. No. No debí dejar que te apartaran de mi lado…y lo sabes, pero yo no podía hacer nada…nada.-

 

Agacho la cabeza y se sentó torpemente, ocultando su faz que se oscurecía por el recuerdo de lo último que había vivido a su lado. Con tan solo recordar que hubo un tiempo es que fue pleno y feliz.

 

Un nudo se le formó en el estómago.

 

-Y sé que soy un tonto por buscarte hasta ahora y tratar de impedir tu felicidad al lado de ese muchacho pero yo te amo, jamás te dejé de amar. No fue mi culpa que nos separaran tus padres…y los míos. No fue nuestra culpa Milo y yo…solo te pido la oportunidad de ser feliz. No te estoy pidiendo que lo dejes pero yo…yo nunca aprendí a vivir sin ti…-

 

-¡Y entonces por que me buscaste tanto tiempo después! ¿Por qué Aioria? ¿Por qué me haces esto…? Ahora que alguien me espera en casa, ahora que alguien me cuida, me quiere… ¡me ama! Ahora que estaba todo normal, que me va muy bien… ¿por qué?- soltó todo de golpe y la agonía del dolor se apoderó de él poco a poco, provocando que fuertes sollozos escaparan de su boca.- Vete por favor…-

 

-No, Milo yo… ¡entiéndeme! Hasta ahorita me pude librar de tu hermana… ¡Hace un rato que me ha soltado! Tiene poco tiempo esto Milo, fue muy duro dar contigo…desde ese día tú nunca te comunicaste conmigo, ¡como si yo no existiera! Entonces…pensé que te había olvidado de mí…-

 

-¿Cómo olvidarme de la persona que amé como a nadie jamás?- dijo, echándose a correr fuera del estudio, con las manos en el rostro…escondiendo sus tristes lágrimas.

 


 

-¡Hey! Pensé que ya no vendrías y ordené ant… ¡Milo! ¿Qué te sucede?- se incorporó con rapidez, tomando entre sus brazos la imagen indefensa y frágil de Milo.- Niño…mi niño… ¿Qué te sucede? Dímelo, por favor…-
-Ai-Aioria…- susurró contra el pecho del pelirrojo. Entonces lo entendió todo a la perfección. Jamás lo había dejado de amar, como se pavoneaba diciéndole…mentiras.
-Milo…- acarició su cabello, la gente alrededor los miraba asombrados, morbosos.- ¡Que ven ustedes!- gritó, dejando un billete sobre la mesa y alejando a Milo de la multitud, introduciéndose en su auto.- Ya, tranquilo…por favor Milo…si por lo menos me quieres un poquito, cálmate…- pidió, tranquilamente esbozándole una sonrisa tranquilizadora.- Ya, ya…-

 

El tiempo pasó volando para ambos…y llegó la hora del viaje de Camus, él cual no pudo interrumpir por petición del mismo peliazul.

 

-Vamos Camus…estaré bien…- se despidió de él, besándolo con suavidad en un principio, volviendo salvaje el beso en unos cuantos segundos.- Te voy a extrañar…- susurró, despidiéndose con la mano, mirando a Su Camus partir.

 

¿Suyo? No, él sería de la persona que lo amara igual o más que su corazón pudiese soportar. Como esas mariposas en el estomago del peliazul al recordar el beso con Aioria, así…así.

 


 

Besó con suavidad la boca del peliazul, devorando esos insaciables labios una y otra vez, entregándose mutuamente a esa sensación de pasión que antes les fue negada.

 

Regocijándose con su cuerpo, acarició la acanelada piel del peliazul, delineando lenta y fotográficamente el abdomen de Milo, que subía y bajaba con su respiración agitada. Cerró sus ojos con fuerza, ante esas manos que exploraban su hombría sin saciedad, y esa lengua que resbalaba constantemente en su vientre, provocándole un cosquilleo en la zona. Sonrió entre jadeos, cuando sintió ese dedo invasor en sus entrañas…

 

Y luego, sus rodillas siendo dobladas…sus muslos siendo abiertos sin piedad por sus rudas manos y el latiente miembro acercándose peligrosamente a su entrada, por primera vez.

 

Se aferró con sus manos a las sábanas, ante la primera estocada.

 


 

-Milo, te dejaron un mensaje…- dijo el castaño, entrando apenas en el departamento y oyendo el singular sonido de la contestadora.
-Sí, voy…- contestó el peliazul sonriente, con sus turquesas llenas de un vivaz brillo, especial…feliz. Apretó el botón y escuchó atentamente, cada palabra…el sentimiento en esa voz…la voz de Camus.

 

-Milo, supongo que haz de estar ocupado, bien…te aviso que no pienso volver en mucho tiempo, quizás jamás lo haré…quiero que seas feliz, como siempre lo quisiste ser…conmigo lo fuiste un tiempo pero con él…con el siempre lo serás. Te amo más que nada pero…tu prioridad ahora es él…siempre ha sido tu prioridad y por mucho tiempo lo hiciste aun lado y no es justo, por que no fue culpa de ninguno…ahora que se te permite la oportunidad de amarlo…hazlo, yo no te lo impido. Ya después hablamos y ¡quiero que seas feliz Milo! Por favor…si es que me quieres, aunque sea un poquito…nos vemos.-

 

-Camus…- susurró el peliazul agradecido, llevándose una mano a la boca.- Claro que te quiero Pinky, nunca te me vas a olvidar…pero eso de andar tomando decisiones por mí…no me gustó nunca…- río contento y se echó a los brazos del castaño que lucía extrañamente conmovido.
-Gracias…-susurró el ojiverde hacia el teléfono.

 

FIN


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).