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Amor Yaoi
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Tentación por Naomiyaoi38

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Notas del fanfic:

Ok, este fic está basado en la trama de un one shot que publiqué bajo el mismo nombre hace cosa de un años más o menos (qué rápido paso el tiempo, ¿no?), y del cual desde entonces deseaba convertirlo en un fic largo (de hecho ese one shot es ahora este prefacio con sutiles cambios). Además creo que era hora de «equilibrar» un poco andar con tantas tramas heteros regresando a la oscuridad (? de una trama yaoi larga.

En fin, al igual que la última vez aclaro que esta historia está inspirada en el tema Mouling Rouge de Kamijou. Parte de la sensualidad de la letra me hizo imaginar esto. https://www.youtube.com/watch?v=Aii0595JD6E Y, al igual que siempre, ya conocen cómo actualizo. Paciencia y verán que mi lema es «lento pero seguro» (? para terminar mis fics, ah.

Los personajes no me pertenecen.

La intensa, casi ensordecedora música electrónica de aquel club nocturno retumbaba en sus oídos, pareciendo reverberar al ritmo de aquellas embestidas en su interior las cuales le hacían vibrar.

Jadeó quedamente intentando contener cualquier sonido que brotara de él, a pesar de que nadie pudiera escucharle. Después de todo quién habría de escuchar sus gemidos, cada impúdico sonido que brotaba de sus labios, estando en aquel pequeño y oscuro cuarto al cual había sido arrastrado.

Se mordió el labio conteniendo un gemido cuando un duro y palpitante miembro le penetró con mayor fuerza, incesantemente y sin piedad. Apoyó su frente contra la pared contra la cual se encontraba acorralado, perdido y sin escapatoria, ante la bruma de intenso placer que azotaba cada terminación nerviosa de su ser, opacando cualquier sentimiento de culpa anterior al saber que aunque era un hombre comprometido se encontraba allí; con los pantalones bajados y un aspecto lujuriosamente desaliñado dejándose follar por un hombre al que apenas había conocido hacía una semana en el bar del hotel. ¡Era un bastardo! Eso era. Realmente nunca creyó hacerle esto a la mujer que decía amar, y menos en aquel viaje de compromiso a París estando a un par de meses antes de casarse.

¿Cómo había caído ante esto? ¡Todo era culpa de aquella maldita criatura! De aquella vil criatura llena de seducción y manipulación.

—Tu sangre se agita por mí. Tu ser se estremece por mí. Desde esa noche solo deseas ser mío, ¿no es cierto, Zero? —ronroneó aquel hombre con un dejo de seductora malicia, apretando con mayor firmeza sus caderas, con tal fuerza que Zero tenía la certeza de que mañana tendría marcas en su pálida piel. Marcas que no sabría cómo explicar a su prometida—. Quiero hundir mis colmillos en ti. ¿Quieres que beba tu sangre, Zero? —inquirió rozando con sus colmillos el cuello de Zero, lamiendo con oscura gula la zona de su tatuaje a la vez que su mano se deslizaba hacia su necesitado miembro, masturbándole, jugando ocasionalmente con el húmedo y sensible glande.

Se estremeció y sus piernas se tornaron casi trémulas mientras se aferraba a la pared con ambas manos, arqueando el cuello ante esos colmillos, ansiando aquello y odiando al mismo tiempo cuánto lo necesitaba.

—Sí, K... Kaname —jadeó presionando su cuello contra aquella boca, cerrando sus ojos y sumiéndose en el cercano éxtasis. Sin importar cuánto pugnara por mantenerse firme a finalizar aquella locura, en cada ocasión terminaba de la misma manera.

Percibió una sonrisa contra su piel, y seguidamente un par de colmillos atravesaron su carne. El dolor le recorrió, convirtiéndose en una vorágine de placer. El orgasmo estalló en él mientras profería un grito ahogado intentando aferrarse con mayor firmeza a la pared, sintiéndose casi desfallecer.

El vampiro bebió de él, y aquella dolorosa y a la vez placentera sensación se mezcló con los espasmos del orgasmo que aún le recorrían, permaneciendo en las garras del vampiro quien seguía penetrándole, ahora de una manera rápida y errática hasta acercarse a una sucesión de embestidas cortas y profundas y el hombre alcanzó su liberación, retirando sus colmillos de él para luego lamer largamente la herida de su cuello.

Zero permaneció trémulo, respirando pesadamente. Abrió los ojos y un gesto de resignada y furiosa frustración se dibujó en él. Ahora debía regresar con Yuûki, con aquella inocente mujer que decía amar. ¿Cómo podía ser capaz de seguirla enfrentando? Ella no se merecía eso, su traición. Mas, quería seguir aferrándose a la idea de que a pesar de todo esto tendría un fin. Cuando su viaje terminara y regresara a Japón todo acabaría y podría simplemente olvidar esto, ¿cierto?

—Siempre terminas tan dócil después del sexo, aunque al principio incluso me maldigas —ronroneó Kaname contra su oído a la vez que salía de él y este sintió la humedad escurrir de su interior.

Un nudo de culpa y rabia se formó en él. ¡Todo era culpa de aquella oscura criatura! De esa criatura y de su maldita debilidad ante ella.

—Eres un bastardo. Deberías estar muerto —espetó molesto e indignado.

Repentinamente, el vampiro le volteó, dejándole ahora frente a frente con este. Zero contempló la sutil tonalidad canela de su piel, la tenue sonrisa que adornaba su rostro, aquellos cabellos castaños ligeramente cortos y ondulados y aquellos ojos borgoña que refulgían intensamente en esos momentos. Aquellos ojos los cuales le atemorizaron y atraparon la primera vez que les vio.

—¿En serio quisieras eso? Lo dudo. Lo que en verdad deseas es que te haga gritar cuando te posea, que te haga mío. Y yo quiero que seas mío, Zero. Quiero tu sangre, quiero tu ser, te quiero a ti —comentó con un tono sereno pero cargado de un dejo de posesividad mirando con suma intensidad a Zero haciendo que su sangre se agitara. Cuánto odiaba que una mera mirada, unas meras palabras por parte de aquella criatura y su ser parecía pugnar por rendirse ante este.

Un gruñido escapó de él y cerró los ojos inspirando pesadamente mientras la rabia, la frustración, y la culpa se acrecentaban en él. …l no podía seguir cayendo ante esto. ¡No podía permitirlo! Sin embargo, en el instante en el cual el vampiro reclamó su boca apegándose contra él su voluntad se tambaleó nuevamente a la vez que un ápice de actitud le inundaba al saber en el fondo que a pesar de todo y aunque no quisiera aceptarlo aquella criatura representaba una tentación la cual resquebrajaba su moral, tambaleaba su fuerza y le sumía en una oscuridad que no dejaba de anhelar. Y aquello, el ser consciente de esto fue el principio del quiebre de su ser al tener la certeza de que sin importar la agónica tentación, de que sin importar el doloroso caos en su ser él definitivamente él habría de alejarse, él tenía que alejarse de esa criatura y de aquella corrosiva oscuridad que esta representaba.

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