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Aoiya no Kami por Dark_Yuki_Chan

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AOIYA NO KAMI
(El Dios del Aoiya)

Capítulo 1: Seiiki

Las sombras estaban ya desgarrando el amplio cielo de Kyoto. La oscura silueta de un joven errante podía aun distinguirse en medio de una calle vacía, donde sólo había un edificio iluminado. El muchacho se acercó a éste - parecía ser un restaurante - atraído por la luz. "Aoiya", leyó. Una mujer joven cerraba las puertas del lugar en aquel momento, mas fue interrumpida por la voz del chico:
- ¿Su… sumimasen? (¿disculpe?)…
- ¿Eh? -. La mujer se volteó hacia el recién llegado, preguntándose que hacía un jovencito andando por la ciudad a esas horas.
- Lamento molestarla - se disculpó éste - pero al parecer me he perdido. ¿Podría decirme dónde encontrar un lugar para pasar la noche, por favor?
- Creo que todos han cerrado ya… pero, ¿Por qué no duerme aquí hoy?
- Se lo agradezco mucho, pero no quiero molestarla…
- Oh, pero si no es ninguna molestia. - sonrió la joven - Será un placer recibirle.
- ¿En verdad no le causaré problemas?
- Ie (no), en absoluto… Vamos, entre. Está haciendo frío.
- Arigatou gozaimasu (muchas gracias) -. Exclamó el joven con una reverencia, antes de seguir a la mujer hacia el interior del local. Una vez dentro, ambos estuvieron a un paso de estrellarse con un anciano de barba y bigote blancos como espuma, muy lisos, y ojos pequeños pero vivos. Cuando éste se hubo repuesto de la sorpresa, preguntó:
- ¿Quién es este joven, Omasu?
- …l es… es… eto … -. ¡Ah, demonios! ¿Dónde estaba Omasu la Oniwabanshuu? Traer un chico desconocido al Aoiya así de tranquila, ¡Y sin siquiera preguntar su nombre!
- Mi nombre es Yamashiro, señor. Yamashiro Seiiki -. Aclaró rápidamente el chico, inclinando la cabeza.
- Yamashiro, ¿Ne? (¿no?)
- Hai (sí) -. Respondió militarmente el joven.
- No tenía dónde pasar la noche -. "Aclaró" Omasu, sin detenerse en mayores explicaciones, y se dirigió al lugar donde los demás Oniwabanshuu cenaban, seguida por un muy tímido Seiiki. Okon se arrodilló sobre su zabuton mientras Misao, Shiro y Kuro se peleaban por los pasteles de arroz, bajo la imperturbable y fría mirada de Aoshi. Sin saber bien cómo, Yamashiro se encontró sentado sobre un zabuton, masticando en silencio algunas bolas de arroz tras un casi inaudible "Ikidekimasu"(buen provecho, o algo así).
Luego de la cena, que el chico agradeció hasta por los codos, una muchacha aproximadamente de su edad le guió hacia una habitación de la que podía disponer. En el camino hacia esta:
- Mi nombre es Makimachi Misao, ¿Y el tuyo? -. Preguntó la enérgica jovencita.
- Yo soy Yamashiro Seiiki, es un pla…
- Bueno, aquí estamos. - Interrumpió Misao abriendo una puerta. - …sta será tu habitación por ésta noche, Yamashiro-kun.
- Arigatou gozaimasu, Misao-san -. Se inclinó nuevamente Seiiki.
- O yasumi nasai (buenas noches). ^^
- O yasumi nasai, Misao-san.
La habitación no era demasiado amplia, pero Seiiki no necesitaba más espacio que aquél. Incluso le sobraba. Sólo tenía un atado de ropa - un kimono de dormir y un par de cambios de ropa interior - y un pequeño diario, con los implementos necesarios para escribir en él. La habitación estaba bien y la gente del Aoiya parecía muy amable y acogedora… excepto ese tal Shinomori-sama. No había pronunciado ni siquiera una palabra durante la cena, ni luego, mas no por timidez como era el caso de Seiiki. Ese hombre no parecía ser capaz de experimentar la timidez o cualquier otro sentimiento. Parecía la estatua de algún dios misterioso. Su rostro perfectamente esculpido, su porte majestuoso que inspiraba reverencia, y el aura de admiración y respeto que se tejía a su alrededor sólo aumentaban la curiosidad - y el temor - que brotaban lentamente en el interior del joven. Y aquella chica, Misao-san, ¡Con cuanto amor observaba al Señor! Si casi parecía que se derretiría como la nieve acariciada por rayos solares si Shinomori-sama posaba sus ojos en ella. Seiiki sintió algo de compasión por la muchacha, pues le parecía imposible que Shinomori-sama se fijara jamás en ella. No porque no fuera atractiva, que lo era bastante, ni porque su carácter fuese insoportable, sino porque un ser tan frío como aquél no podría sentir amor por nada ni nadie. Una persona como esa, ¿Tendría corazón? Bueno, no tenía que sacar conclusiones tan apresuradas, después de todo le habían permitido quedarse en ese agradable lugar durante la noche. En lugar de juzgar a sus anfitriones debería mostrarse agradecido con ellos, ¿ne? Hai, al día siguiente tendría que mostrarle a las amables personas que le habían dado hospedaje que no era en absoluto un muchacho malagradecido. Pensando en esto, Seiiki se quitó la ropa y se envolvió en su kimono blanco. Estiró sobre el piso el remendado futon que encontró doblado en una esquina de la habitación y se metió dentro de éste intentando sumergirse en el extraño mundo de sus sueños, que de un tiempo a ese entonces se habían vuelto verdaderas pesadillas. No logró dormir. Dentro de su cabeza resonaba incesantemente un desgarrador grito de mujer lleno de terror. Una y otra vez, la voz femenina gritando desesperada en su cerebro. Y lo que había ocurrido luego… era demasiado horrible para recordarlo…


- Yamashiro-kun - Llamó Omasu, golpeando suavemente la puerta - Yamashiro-kun, el desayuno está listo… ¿Yamashiro-kun? Voy a entrar -. La muchacha abrió la puerta, algo asustada, mas se serenó al ver cómo el tímido chico que había hallado la noche anterior ante la puerta se encontraba sumido en un sueño profundo. Le agradaba verlo dormir tan bien, pero no pudo dejar de notar la angustiada expresión de su rostro dormido. El sonido de la puerta abriéndose acabó de despertar a Seiiki, quien abrió lentamente sus ojos y bostezó. Poco a poco, la borrosa silueta que tenía ante sí se transformó en aquella amable mujer que lo había recibido.
- Ohayoo gozaimasu(buenos días), Omasu-san -. Saludó el joven con una falsa sonrisa. La Oniwabanshuu le observó durante algunos segundos, preguntándose que hacía un jovencito tan tímido y bien educado como aquél viajando por Kyoto sin ninguna compañía. Y esa horrible expresión de dolor…
- Yamashiro-kun, el desayuno ya está servido.
- ¡Oh! Gomen (lo siento), enseguida estoy listo.
- De acuerdo -. Respondió la mujer, abandonando el cuarto y cerrando la puerta tras ella. El chico se vistió - Vaya, sólo había tenido tiempo de tomar un traje, que mala suerte - arregló la habitación lo mejor que fue capaz y se dirigió luego al sitio donde sus anfitriones deberían estar desayunando, mas halló sólo a la más joven de todos. Los demás habían iniciado ya sus quehaceres diarios.
- Konnichiwa, Misao-san.
- Konnichiwa. ^^
- Sumimasen, no fue mi intención retrasarme.
- No te preocupes, no hay ningún problema -. Ambos jóvenes desayunaron juntos, en silencio, hasta que éste fue quebrado por la voz de Misao:
- Y dime, Yamashiro-kun, ¿Cuántos años tienes?
- Eh… Quince, ¿Y usted?
- ¡Eso no se le pregunta a una dama!
- Gomen…
- Bueno, no importa. - *Este chico se lo toma todo demasiado seriamente* - Yo tengo dieciséis.
- Sou ka (ya veo)…
*Vaya, sí que es callado… me recuerda a Aoshi-sama…* -. Misao suspiró. Aoshi-sama… Bueno, estaba poniendo una cara demasiado triste, y no quería incomodar a Seiiki, por lo que eliminó la expresión desanimada de su rostro y preguntó:
- ¿Y por qué viajas, Yamashiro-kun?
- ¿Eh?
- Pregunto que por qué estás viajando tan sólo.
- Ie… por nada…
- ¿Cómo "por nada"? Tu acento me dice que no eres de aquí, y nadie viene caminando sólo hasta Kyoto por turismo.
- Es que… en realidad no quiero hablar de eso…
- Ah, bueno. Gomen.
- No se preocupe -. Sonrió el joven. Era un muchacho muy cortés, demasiado tímido, quizá, pero un buen chico…
- Oe (oye), Yamashiro-kun…
- ¿Hai?
- Por favor, no me llames "usted", ¿De acuerdo?
- Hai.


El joven frotaba el piso con un paño una y otra y otra y otra y otra (...) y otra vez, aunque hacía varios minutos que éste brillaba. Seiiki no podía conformarse con eso, ¡Debía cooperar de verdad! El Aoiya debía relucir como una laguna durante el verano, no podía ser perezoso. Además, repetir tantas veces aquel movimiento hacía que se desconectara de todo, que olvidara el lugar en que se encontraba y que olvidara su propia existencia… que olvidara el horrible crimen que había cometido. Cuando la conciencia regresó a él, vio su mano quieta sobre el trapo. *¡Diablos, holgazán, ya estás distraído otra vez!* Bueno, igual el pasillo estaba ya bastante limpio. Ahora, la habitación. Seiiki golpeó la puerta sin obtener respuesta.
- ¿Sumimasen? - Silencio - ¿Hay alguien dentro? - Silencio - Con permiso, voy a entrar -. Abrió la puerta pensando que seguramente sería otro cuarto vacío como el que le habían prestado, mas estaba equivocado. Había algunas cosas que hacían evidente que la alcoba estaba ocupada, pero el chico no se fijó en ninguna de ellas. Lo que hizo que se detuviera en seco y su respiración se cortara fue la figura del hombre sentado en medio de la habitación.
- Shinomori-sama… Gomen kudasai (perdóneme) -. Seiiki bajó la vista atemorizado. ¿Por qué éste hombre le producía aquél extraño temor? …l no había hecho nada malo, había golpeado la puerta y preguntado hasta el cansancio, ¿Por qué el Señor no respondía?
- No hay problema -. Respondió Shinomori. Vaya, conque sí tenía voz y sabía usarla. Una voz profunda y serena que, al igual que esos ojos de esmeralda, le producía al chico una sensación de bienestar y temor unidos.
- Gomen kudasai, Shinomori-sama *¿Por qué lo llamo así?* No quise molestarlo. Regresaré luego.
- No es molestia. Puedes limpiar ahora.
- Hai -. Seiiki no se sentía con la bastante fuerza para contradecir a ése hombre, por lo que, a desgana, comenzó a frotar el piso de su habitación con él dentro. No es que Shinomori-sama le estuviese vigilando ni mucho menos, de hecho, no parecía prestarle la más mínima atención, pero estar en el mismo sitio con aquél ser tan misterioso le incomodaba. ¿Qué estaba haciendo ahí sentado sin moverse? Tenía las piernas cruzadas, las manos sobre las rodillas y los párpados caídos sobre sus ojos de hielo. Si hubiese sido otra persona, posiblemente Yamashiro hubiera olvidado enseguida su presencia, pero tratándose de Shinomori-sama aquello era imposible. ¿Cómo olvidar aquellos ojos verdes, aunque estuviesen ocultos tras los pálidos párpados? ¿Cómo aparentar que no existía aquél majestuoso ser, aquél dios en cuerpo de hombre? Sólo podía limpiar lo más rápido posible y largarse, largarse de allí cuanto antes. No soportaba estar tan desprotegido ante el esplendor de Shinomori-sama. ¡Maldición, aun le faltaba demasiado por asear! Pudo haberse ofrecido para ir de compras, lavar la ropa, barrer afuera, ayudar con la preparación de la comida, servir en el restaurante, cualquier cosa. Pero no, al estúpido de Seiiki tenía que ocurrírsele asear la casa, ¿ne? Se merecía aquella horrible tensión, aquella fuerza que retorcía los nervios de su espina dorsal. ¡Se lo tenía bien ganado! Ah, si habría bastado con decir "gracias" y luego largarse…
Entonces un sonido hizo que Seiiki se sobresaltara. Shinomori-sama se estaba levantando y se… ¿Se iba? ¿Así, sin más? Sí que era grosero el Señor, pero de cualquier forma, ahora Yamashiro se sentía más tranquilo. Al menos no tendría que soportar la torturadora presencia del Silencio hecho Hombre ahí, tan cerca de él. Podría estar a solas con su trabajo y sus pensamientos. A solas con aquel horrible recuerdo que lo había obligado a huir de Osaka…


Ya se estaba haciendo tarde y Seiiki aun continuaba en el Aoiya. Debía haberlo abandonado hace horas, pero se estaba retrasando. Es que el lugar era agradable, la gente amable y cordial, estando allí se sentía miembro de una cálida familia, y no quería que aquel sentimiento le abandonara tan pronto. Una familia. ¡Ie, que tontería! No podía darse el lujo de pensar en sus anfitriones como en su familia, de pensar en nadie como su familia. Si él no había tenido una tendría que haber sido por alguna razón, y especialmente ahora… Ie, no podía quedarse. Sería un peligro para todos si permanecía allí por más tiempo, debía marcharse todo lo rápido que pudiera sin dejar de parecer amable. Pero tenía tantos deseos de quedarse… ¡Oh, esos pensamientos de nuevo! ¡No podía quedarse, y fin de la discusión! …l representaba un peligro en potencia para las amables personas del Aoiya, y nunca se permitiría hacerles daño. Ie, había prometido no volver a dañar jamás a nadie. Además, ellos no querrían que permaneciera ahí más tiempo cuando se enteraran de lo que había hecho. Su crimen era demasiado horrible para ser perdonado.


- ¿Cómo, ya te vas?
- Hai.
- No tienes por qué marcharte tan pronto, Yamashiro-kun -. Dijo Misao con algo de tristeza. Le agradaba el silencioso muchacho.
- Es que no quiero ser una molestia. Ya han hecho bastante por mí.
- ¡¡Pero si ya te dije que no estás molestando!! -. Exclamó la chica hecha una fiera. ¿Hasta cuando seguiría Seiiki con ese sentimiento de estar sobrando?
- Domo arigatou, Misao-san, demo… (pero)
- ¡¡Nada de "demo…"!! ¡¡Tienes que quedarte, no puedes rechazar nuestra hospitalidad de esa forma tan grosera!!
- No estoy queriendo ser grosero, demo…
- ¡¡Otra vez con el "demo"!!
- Sumimasen… es que quizá a alguno de los demás sí le incomoda mi presencia…
- A nadie le molesta que estés aquí, ¿ne, Aoshi-sama?
- Claro que no -. Respondió el Okashira, recibiendo la taza de té que Misao le ofrecía. Los demás Oniwabanshuu estaban aún atendiendo el restaurante, y como Seiiki no quería quitarles tiempo, fue a agradecerle y a despedirse con Misao, para que ella transmitiera el mensaje a los otros… claro que no sabía que la chica se encontraba en compañía de Shinomori-sama.
"Claro que no." ¿Eso significaba que desde la joven Misao-san hasta el respetable Shinomori-sama le aceptaban? ¿Quería decir eso que sí, que había encontrado un lugar por fin? ¿Hallaría en el Aoiya verdaderos amigos, un consuelo para su tristeza? ¿Podrían ellos ayudarle a redimir su horrendo pecado? Ie, aquello era ya pedir demasiado. Pero le aceptaban. Quizá, sólo quizá, quedarse ahí no era una idea tan mala después de todo. Quizá él podría volver a tener una vida normal a pesar del enorme error que había cometido. Tal vez, si jamás volvía a ver una espada, podría olvidar el enorme dolor, borrar el desgarrador tormento de su corazón… tal vez…

CONTINUARÁ...

By: Dark yuki-Chan

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