JUST FRIENDS
—Capitulo 2—
No entiendo que pasa en sus cabezas
Cristal quería, como fuera posible, llegar a la verdad detrás de ese comportamiento tan doble sentido que tenían Eithan y Liam. Llevaba mucho tiempo observándolos ya, y no podía pensar, y de ninguna forma creer, que fueran solo amigos.
Y no es como si saber si eran ambos homosexual fuera a cambiar su comportamiento hacia ellos. Eso sería estúpido, eran sus amigos después de todo. Era simplemente que no podía estar tranquila al observarlos tan relajados en su burbuja individual. Estaba presente en su pecho, siempre, esa espinita, mejor dicho estaca, de curiosidad acerca de si ellos en verdad se veían solo como amigos. O si tenían ese tipo de sentimientos hacia el otro y no tuvieran el valor para confesarse, pues temían no ser correspondidos.
En todo caso, si ese era el asunto, pues iba a ayudarlos de la forma que fuera. Y si era necesario encerrarlos en el cuarto donde guardaban las cosas de limpieza y no dejarlos salir hasta que se confesaran, lo haría sin dudarlo.
Pero primero debía averiguar si en verdad se gustaban. O solo era una grandiosa amistad sin pelos en la lengua y ningún sentimiento de amor en medio.
La pregunta era: ¿Cómo lo haría?
Liam se había dado cuenta, desde la mañana, que a su amigo le preocupaba algo.
Estaban en clase de Educación Física y el peli-negro no le quitaba la mirada gris de encima. Y era extraño porque lo vía a él, pero al mismo tiempo no lo veía. No hacia contacto visual en ningún momento.
Trato de hacer memoria y encontrar algo en sus recuerdos que pudiera estar preocupando a su mejor amigo. No estaba así cuando paso por él, si no que su expresión cambio luego cierto suceso..
Ellos habían conversado mientras caminaban, como siempre. Y de un momento a otro, Eith dejo de caminar, quedándose de pie en medio de la acera. Por supuesto, el casi rubio lo noto rápidamente, por lo que se giro y hablo.
—No te quedes atrás —Observo a su amigo levantar el rostro, pues veía hacia abajo, parpadear unas cuantas veces y luego sonreírle de medio lado. Pero esa sonrisa fue extraña, no se parecía a sus sonrisas habituales. Aun así, Liam no dijo nada.
—Ya voy.
Y luego continuaron hablando de sus cosas Otaku y las tareas para ese nuevo día de estudio.
Aparte de eso no había sucedido nada, que Liam supiera, que pudiera estar afectándole a su amigo de media coleta y ojos gris plata.
—Muy bien, holgazanes —la voz del maestro saco al casi rubio de sus pensamientos—. Me forman grupos de cinco y se preparan para hacer carreras de cien metros.
Todos los alumnos comenzaron a reunirse, solo chicos, solo chicas, chicos y chicas. Liam fue directo hacia Eith, y mientras avanzaba le hizo una seña a Cristal para que también se uniera, así como a otros dos compañeros.
—Ah, lo siento —dijo el peli-negro cuando llegaron hacia él, y Liam hiso una mueca—. Estaré con el grupo de Jonna —Un chico de cabellos rubios sonrió haciendo el gesto de «amor y paz».
La sorpresa fue tal, que todos los chicos y chicas de la clase clavaron sus miradas en ellos. Se escucharon susurros entre bromeando y enserio como: «¿Y ese milagro que se separan?», «¿Estarán molestos?», «¿Los novios se pelearon?». Cristal se hacia las mismas preguntas.
Por su parte, Liam estaba tan shockeado que no dijo absolutamente nada.
En todo el resto de la clase, no le quito los ojos de encima a Eith. Y de igual forma siento esa mirada gris sobre su persona. Y se sintió molesto por ello. ¿Por qué si no dejaba de verlo, no había aceptado estar en el mismo grupo? En ese momento podrían estar hablando entre ellos, y no viéndose cada vez que el otro se daba la vuelta.
¡Se suponía que eran mejores amigos! ¡Si algo le pasaba, incluso si no era algo malo, tenía que confiar en él y decirle que estaba ocurriendo!
William quería romperle su varonil y atractivo rostro.
—Oye —una voz a su costado lo saco súbitamente, otra vez, de sus pensamientos. Eran cristal—. ¿Sucedió algo entre ustedes? —cuestiono notablemente preocupada.
Liam la observo unos segundos, luego bajo la mirada.
—No que yo sepa… Estoy tan confundido como tú.
Cristal observo hacia atrás, pues a sus espaldas se encontraba Eithan. Sin duda alguna el de media coleta observaba a Will, pero de alguna forma no lo hacía. Era raro.
De todos modos, vio en esa situación una buena oportunidad para curiosear.
—¿Estás seguro? Él no te quita los ojos de encima. Es obvio que pasa algo y ese algo tiene que ver contigo —el casi rubio levanto la vista—. ¿Dijiste algo extraño? ¿Él dijo algo extraño? ¿Hicieron algo extraño? —Insinuó con una sonrisa —Liam pensó en ello, recordando su conversación de la mañana antes de que Eith se quedara de pie en la acera.
No, no había nada. Pues esa plática era de la tarea de Historia. Eith no podía molestarse por hablar de eso, ¿Verdad? Sacudió la cabeza, pensar en eso era una tontería incluso más idiota que la vez que casi incendian la casa de Liam, cuando tenían ocho, por poner una vela bajo la cama de este para que no se apagara.
—No, nada de eso.
La chica puso los ojos en blanco.
«¿No? —ella dio un bufido mental—. Pero si ustedes siempre están diciendo y haciendo cosas raras».
Como sea, en esa situación y con todos sus compañeros presentes no podría preguntar las cosas con las que quería interrogar a su amigo. Dio un largo suspiro.
—¿Y porque no has ido a hablar con él? Quizá sea algo malo lo que le ocurre.
—No es nada malo —aseguro el chico. Cris alzo las cejas—. Sin duda esta afectándole, pero no es algo malo. Si lo fuera, sé que él me lo diría… siempre lo hace.
—¿Y qué crees entonces que sea?
—No lo sé —susurro.
La castaña lo observo durante unos segundos, luego le dio unas palmaditas en la espalda.
—Pues averígualo. Si no quiere decirte, oblígalo. Eres su mejor amigo después de todo.
Liam volteo a verlo, y ella noto que sus palabras habían tenido el efecto deseado. Vio decisión en sus verdes ojos.
—¡Pues claro que lo soy! ¡Ahora me va a escuchar ese idiota!
Cristal, con una sonrisa en los labios, observo a su amigo casi rubio ir directo hacia su amigo peli-negro.
—Ahora mismo me vas a decir que rayos de pasa —Will ordeno, plantándose frente al oji-plata.
Eithan lo vio directo a los ojos por primera vez, y Liam pudo notar en su mirada gris que no entendía de que hablaba su amigo más bajito.
—¿Qué?... No me pasa nada.
Liam casi, casi le creyó. Su expresión de: «No tengo idea de que hablas» era muy convincente.
—No te hagas, Eithan. Algo te está preocupando desde la mañana y me vas a decir que es.
—De verdad no se dé que hablas. No me preocupa nada —lo peor de todo, pensó Liam, es que su expresión y el tono de voz que usaba demostraban que era cierto, estaba confundido con las palabras de su casi rubio amigo.
Ahora el confundido era el oji-esmeralda.
—Pero… no quisiste estar en mi mismo equipo, y no dejas de verme de forma extra.
Entonces algo hizo «click» en la mente de Eithan.
—Aaahhh, eso —Liam puso los ojos en blanco.
—¡Sí, eso! —respondió molesto—. Ahora mismo me lo explicas.
Y ante esas palabras, todos, de alguna forma u otra, prestaron atención y trataron de escuchar perfectamente la respuesta del más alto.
—Ah, pues… —comenzó—. Es que si estábamos en el mismo grupo, significaba que iba a estar por delante de ti, ya sabes que soy más rápido —Liam asintió. Eithan hablaba de forma muy relajada—, por ello cambie de equipo, porque si estaba por delante de ti, no podría verte el trasero.
Todos los chicos pusieron los ojos en blanco, y algunas chicas se sonrojaron. Cristal por su parte, se sintió estúpida por estar preocupada por ese idiota.
—Entonces —dijo el oji-verde—. ¿Todo este tiempo ha sido eso? ¿Has estado viéndome el trasero?
Eithan asintió.
Sus compañeros esperaron la bomba. Eso era, sin duda alguna, una especie de declaración. Una muy extraña, pero lo era… algo así.
—¡Joder, cabrón! —dijo la voz del casi rubio. Los chicos y chicas parpadearon repetidas veces, pues el tono de Liam sonó ¿Aliviado? —. Si solo era eso lo hubieras dicho antes. ¡Me tenias preocupado! —sonrió alegre—. Puedo enseñártelo la veces que quieras.
—¿¡QUE!? —gritaron todos, sin poder creerse la reacción del más bajo.
Tanto Eithan como William observaron a sus compañeros, quienes desviaron la vista y se hicieron los locos.
—Como sea —hablo el peli-negro—. No eso es solo eso, es que también tengo como ganas de apretarlo con ambas manos. Desde que te di la nalgada en el pasillo no dejo de pensar en ello.
—¿Y porque no me dices, idiota? Serás tonto. A ver… —se acerco completamente a su amigo oji-gris, lo tomo de las manos y las guio hacia su trasero—. Vamos, hazlo.
Obviamente, Eithan no perdió la oportunidad. Estrujo el trasero de su amigo, y este a su vez poso sus manos en los hombros del peli-negro. Todo bajo la vista de sus campaneros y profesor. Quienes algunos no sabían dónde meterse, otros desviaron la vista asqueados, otras se lamentaron de no tener sus celulares para poder gravar el momento de esos dos, y otras lloriqueaban internamente pensando que era un gran desperdicio pero deseando ser alguno de los dos.
—¿Qué tal? —cuestiono Will con una sonrisa.
—Firmes —también sonio—. A la próxima déjame apretarlos por debajo de la ropa.
—Claro —acepto alegre.
Cristal no podía creer lo que veía y escuchaba. ¿Es que esos dos no podían leer el ambiente? ¡Pues claro que no! ¡Los dos estaban muy metiditos en su burbuja individual! Bueno, como sea, eso confirmaba sus sospechas. Esos dos estaban saliendo y no le quedaba duda alguno a nadie de los presentes. Fue rápidamente hacia ellos y los separo. Los chicos la observaron, confundidos.
—¿Es que ustedes no tienen vergüenza verdad? —Negó con la cabeza—. Dejen los coqueteos descarados para cuando estén solos. Nadie quiere saber acerca de sus manoseos y cosas de novios.
—¿Coqueteos? —cuestiono Eithan.
—¿Novios? —dijo William.
«Ay, no —pensó la castaña—. Si se atreven a decir lo que estoy pensando, los voy a golpear hasta hacerlos puré».
Liam y Eith se observaron a los ojos, y luego clavaron sus miradas gris y esmeralda en su amiga.
—Pero si nosotros somos mejores amigos —dijeron al unisonó y con una hermosa sonrisa en sus labios.
Cris puso los ojos en blanco, a la vez que un tic súper nervioso le aparecía el ojo izquierdo. Empuño las manos con fuerza y las alzo dispuesta a molerlos a golpes. Pero al ver sus expresiones sinceras y las sonrisas inocentes en sus rostros, lo único que hizo fue suspirar derrotada.
—No entiendo que pasa en sus cabezas.