Cerró su laptop finalmente, ahogando un gritito junto a un bufido. Siempre que leía esa frase que le mandaba cada noche, sentía cómo todo dentro de él se revolvía y sólo le frustraba. ¿Sinceramente? Quería creer en esas palabras, pero algo dentro de él le decía “No, JongIn. ¿Quieres estar llorando todo el día, otra vez?” Y sinceramente, era lo que menos quería. Aunque también, tenía esa tan pequeña parte que le repetía, en un débil, muy débil susurro “entrégate a su amor, sabes que es buena persona”. No sabía a qué idea aferrarse, por lo que cada noche, terminaba tirado en su cama al estilo plancha, cerrando sus ojos con fuerza y tratando de no llorar. Tenía que ser fuerte.
Quizás sabía que era bueno, porque cada noche que él no podía dormir de tanto estrés en su trabajo, se quedaba contándole cosas estúpidas y otras que le hacían soltar risas nerviosas y algún que otro rubor. Lo sabía, porque cada vez que despertaba el primer pensamiento que podía tener era “¿cómo se encontrará? Espero tenga un buen día, que no aguanto más por poder hablarle”
Tanto como el último que tenía era un “Lo adoro. Lo adoro, adoro, adoro”.
Pero luego, todo eso se veía derrumbado por el sentimiento no saber qué era exactamente lo que sentía. Y que esa persona no sintiera eso mismo que él.
Tenía miedo, sí. Pero temía más hablarlo con el causante de todos esos sentimientos. Y sentía que en cualquier momento, estallaría de estrés culpa de eso.
Esa persona. . .Había hecho que su vacío sea un poco menor, que sufriera menos.
Recuerda que el primer mensaje que le envió fue un “Nini, no sé qué te puede estar ocurriendo, pero aquí me tienes. Aquí tienes a Park ChanYeol a tu servicio.” Ese instante sintió tantas cosas; tristeza, porque no sabría cómo responder eso. Además, esa había sido una etapa muy difícil para él y no podía pensar con claridad.
Felicidad, porque podía apoyarse en alguien.
ChanYeol era un ángel, en un sentido bastante literal. .
Con facilidad había logrado pasar por todas las frías y oscuras barreras que tenía el corazón de JongIn para volverlo bastante cálido, para abrazarle a la distancia cada vez que lo precisaba. Para mandarle un simple “Descansa Nini, te quiero” Y a la par una hermosa paletita de colores que adoraba.
La inseguridad que tenía, también hacía que la gente se aburriera, cansara de él fácilmente, pero su mayor “podría soportar todo eso y más” por su hermoso niño pequeño. Quizás las cosas estaban destinadas a ser así. Quizás también lo supo desde que ChanYeol le mandó un “¿amigos?” y él, con un temblor, tecleó en respuesta “amigos”. Sabía que al recibir ese mensaje, el otro debía de haber estado saltando y gritando por toda las casa, ya que ChanYeol se había denominado como “el fan número uno de mi Nini”, lo que hizo que una carcajada saliera de sus labios, aunque la acalló al instante.
A veces —es decir, la mayor parte del tiempo— Era doloroso pensar que quizás nunca conocería a la persona que hacía que su corazón latiera un poco fuera de lo normal y le hacía sonreír como bobo siempre. . .Ya sea desde unos pequeños mensajes. Park ChanYeol le hacía revolver todo su interior, y no comprendía, para nada, el por qué. Pero se sentía bien así. Con ese sentimiento de ser cuidado y poder cuidarle. Estaba todo bien así, siempre lo estaría.
Definitivamente, era un tonto “enamorado” que no se daba cuenta de lo que era.