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Capítan por aries_orion

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Notas del fanfic:

Los personajes le pertenecen a Masashi Kishimoto, mía es sólo la historia.

 Sabrás que no te amo y que te amo, puesto que de dos modos es la vida, la palabra es un ala del silencio, el fuego tiene una mitad de frío.

Pablo Neruda.

 

 

Sasuke Uchiha podía ser todo los adjetivos habidos y por haber, buenos o malos, bonitos u horribles. Era catalogado desde amargado e insensible hasta de príncipe y playboy, le habían adjuntado con cuanto hombre o mujer estuviera más cerca de lo permitido con su persona. Algo cansado si le preguntan. Sin embargo, su madre se había encargado de educarlo de la mejor manera posible, pero teniendo a un hermano inteligente con actitud de bufón, a veces, sólo a veces, le gustaría mandar todo a la mierda, sacar una 9mm y disparar al cerebro o el corazón de dicho hombre, que por desgracia, compartía su sangre.

 

¿Se vale soñar, no?

 

Pero el soñar no evitaba el darse cuenta de sus faltas, podía equivocarse como cualquier ser humano y el hacerlo, era una falla imperdonable para la prensa que le seguía como las abejas a la miel; algo irónico porque detesta el dulce. En fin, él sabía reconocer cuando se equivocaba e intentaba remediarlo de alguna manera, aunque prefería no hacerlo en persona. Detestaba ver la superioridad del otro, le purgaba tragarse sus palabras como el meter la pata por culpa de su veloz vida. No escuchar en su momento le costaba, la mayoría de las veces, burlas y reclamos de parte de su hermano, la advertencia de su padre y la desilusión, diversión u enojo de su madre, dependiendo de la situación.

 

Y ahora, no sería la excepción.

 

Su madre, Mikoto Uchiha, se encargó personalmente de anotar en su apretada agenda el 20 de mayo del año en curso, con letras rojas y mayúsculas, un evento de caridad de parte de su grupo de esposas casadas con hombres ricos. Un tanto idiota el nombre de dicho grupo, si le permiten agregar, pero, ¿Quién era él para juzgarlo cuando hacía y deshacía a su antojo? ¿Escuchar? Esa palabra le causaba risa. No obstante, nunca creyó que el no escuchar al bajar de su auto a su hermano acompañado de su mano derecha le causaría tal problema.

 

Ni siquiera le prestó atención a la singularidad con la que un hombre de cabellos rubios y ojos azules le saludaba. Él sólo iría a ese lugar, daría el estúpido premio al que su madre le forzó entregar y después regresaría a la oficina. Fácil, sencillo y rápido.

 

Idiota, estúpido e imbécil, eran los adjetivos más bonitos con los que se insultaba así mismo. ¿Cómo no pudo ni leer las pancartas colgadas en el lugar? Es más, ¡¿Por qué carajos no escucho al Nara?! Oh claro, la estúpida revisión del estúpido contrato con los canadienses. Quedó como el peor asno del mundo ante la estúpida pregunta que le hizo al capitán al que debía entregar el dichoso premio con el micrófono encendido.

 

¡El hombre era sordo y mudo!

 

Con un sonrojo igualado al color de los tomates se lo entregó, segundos después una joven se posicionaba tras el micrófono para traducir lo que el capitán decía con sus manos.

 

–Hermanito, sabía que eras corto para unas cosas, pero no creí que a este nivel.

 

Traducción: hermano eres un reverendo imbécil.

 

¡No se lo tenía que decir, él ya lo sabía! No pudo ni levantar la vista de su plato porque el hombre se encontraba sentado frente a él mientras sonreía y hablaba con su madre con señas. Deseo con todas sus fuerzas hacerse chiquitico en su silla cual pulga e irse brincando a su carro para poder esconderse en su casa. Cuando ya no pudo soportar más la situación, simplemente se paró y se fue.

 

Cabe decir que el motor de su preciado BMW ronroneo cual minino.

 

 

 

*

 

Un par de semanas después, su padre le comunicó sobre la junta de alianza con la empresa Kyubi, su representante era nada más y nada menos que el capitán al que había insultado sin querer. Se encerró en su casa por el resto de la semana, el día de la junta duchado, enfundado en un traje azul marino y camisa blanca, se adentró a la empresa. Se posiciono delante del hombre para hablarle, sorpresa para todos los presentes, en el lenguaje de señas.

 

La primera impresión que te he dado no es la correcta, así como mi forma de actuar el día del evento, te pido disculpas por ello. Me presento de nuevo capitán, soy Sasuke Uchiha.

 

Un gusto Sasuke, soy Naruto Namikaze.

 

Aquella presentación dio paso a una amistad peculiar, Sasuke nunca había conocido a una persona como al rubiales, demasiado efusivo para su gusto, pero divertido ante las ocurrencias de este. Varias veces le metió en problemas con la ley y el alcohol, hasta peleas callejeras tuvieron, todo porque Naruto no podía quedarse sentado cuando unos hombres molestaban a una chica. Ahí comprobó el entrenamiento del hombre. También, fue acreedor de su confianza al decirle el porqué de su estado.

 

Una bomba había caído cerca de donde su escuadrón se encontraba, él, por ser el capitán iba liderando, llevándose la peor parte del estallido. Perdió la audición del derecho y casi el noventa por ciento del izquierdo, fue tal su depresión que dejó de hablar, pero gracias a su familia y hermanos pudo aprender el lenguaje de señas. Sasuke no presionó en ningún momento a Naruto a hablar, pues debería hacerlo cuando este se sintiera cómodo o lo deseara.

 

Su amistad evolucionó tan naturalmente que cuando menos lo espero, ya sentía celos por cuanta fémina se acercaba a Naruto, este con un pequeño rubor en las mejillas intentaba alejarlas o simplemente seguirles la corriente. Demasiado ingenuo para su propio bien. Varias veces deseo poder gritarles que se alejaran de su hombre, pero era una atribución no dada por el hombre militar. La aceptación de sentimientos diferentes a los de amistad asustaron tanto a Sasuke que se encerró en su hogar por días, el teléfono fue apagado y la puerta obtuvo cerradura nueva.

 

Cuatro días con siete horas después, tenía a Naruto sobre su cuerpo arrancándole el aire a sus preciados pulmones. Bastó sólo ese demandante ósculo, acompañado de una mirada cargada de sentimientos asfixiantes, para que la puerta fuera nuevamente cerrada con llave, un camino de prendas por el pasillo se creara para que su cama terminará revuelta como si el diablo hubiera brincado por horas en ella.

 

Tener a Naruto entre sus piernas fue la vorágine de sensaciones más apabullantes como corrosivas que nunca antes habían recorrido libremente por su cuerpo. Un volcán no le hacía justicia al calor dado por su capitán; amo y delineó cada cicatriz, pliegue y relieve de Naruto. De sus labios bebió como un condenado en el desierto.

 

Cinco días no fueron suficientes para conocerse a fondo.

 

Ahora, dos años después de relación, se moría de los nervios ante la figura que le esperaba al final del camino, enfundado en el característico traje de gala militar.

 

¿Estaría mal agradecer a su acelerada vida por causar un desplante? ¿Estaría mal soltarse de su padre para correr hacia los brazos del hombre más callado, pero expresivo que haya conocido?

 

–Sasuke, te amo.

 

Tres simples palabras no causaron el paro de su corazón, sino el escuchar por primera vez su nombre ser pronunciado por aquella voz tan rasposa y profunda a causa de su desuso.  Sonrío e ignoro al juez, centrándose en la persona que sostenía sus manos temblorosas.

 

Porque valía cada estupidez que hizo por él, cada beso y mirada.

 

¿Estaría mal agradecer a quienes aventaron la bomba a su capitán?

 

¿Estaría mal sólo besarle por el resto de su vida? 

 

 

Notas finales:

Chan, chan, chan~

Por primera vez escribo algo para esta pareja que adoro tanto, ojala les guste.

Nos vemos en la siguiente locura

Yanne. xD

 


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