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Un único deseo por Amelia_Badguy

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A penas se despertó sintió que algo vendría, lo sentía, siendo que sacó las pastillas del compartimiento de su nave y tomó varias de un golpe. Nunca le había importado dañar su sistema reproductor de un simple omega por causas de los supresores, después de todo lo que más ansiaba en el mundo era hacer desaparecer aquella naturaleza de su cuerpo, aunque claro, a Nappa le diría otra cosa.

Le diría que simplemente estaban ahí para tomar las esferas, para dominar el universo, pero no podía ser el amo del universo si cada tres malditas veces al año entraría en ese estado de celo.

Sintió el golpe de entrar a la atmosfera del planeta Tierra, siendo que cuando sus naves finamente aterrizaron salieron de su interior, siendo que Nappa como "saludo" destruyo una ciudad de aquellos terrícolas como si nada, pero también serviría para llamar la atención de Kakarotto, pensó.

— Debes tener más cuidado, Nappa, las esferas podrían haber estado aquí y tú podrías haberlas destruido — Le dijo en modo de gruñido mientras flotaba sobre el gran cráter que había dejado esa ciudad, buscando con su rastreador una energía que fuese a ser la de Kakarotto.

Dieron con una energía que se veía lo suficientemente decente y fueron a aquella dirección volando, pero ahí sólo se encontraron con un sujeto verde y un niño que parecía querer esconderse detrás de él, pero algo le llamaba la atención de aquel niño.

— ¿Es el hijo de Kakaratto? — Preguntó con simpleza mientras miraba a aquel niño, que temblaba cada vez más de miedo. Podía olerlo en él, Kakaratto había tenido un hijo beta, a pesar de que seguramente la madre del mocoso sería una simple humana, su hijo había logrado ser un beta lo cual le molestaba un poco, haciendo que gruñera.

Él simplemente se sentó en una piedra, iba a esperar a Kakaratto en aquel lugar, siendo que dejo que Nappa jugara con aquellos insectos que habían llegado a pelear con ellos.

Ellos no le importaban en lo más mínimo, sólo le importaba aquel alfa que había quedado con vida, ver su poder, saber si podía derrotarlo, pues la verdad aunque nunca lo admitiera, su condición natural siempre fue un complejo para el orgulloso príncipe de los Sayayin, que siempre había buscado superar lo que significaba ser un omega, porque a pesar de que ya no hubiera Sayayin, era algo que él mismo tenía, su lucha interna que parecía no tener fin realmente.

Miró la lucha de aquellos sujetos con los Saibaman, aquellos seres con los que el entrenaba cuando era un niño parecían ser demasiado para aquellos terricolas, que lucharon duro, para morir unos cuantos insectos, siendo que después de aquello Nappa comenzó a pelear.

El sujeto verde murió para proteger a aquel niño, siendo que sólo quedaba aquel beta, como lo llamo en su mente, y el enano calvo, que estaban bastante heridos en realidad.

Pero fue entonces cuando su rastreador lo sintió, sintió una energía más poderosa y alzo su vista, para ver a aquel guerrero vestido con un traje naranjo.

Sin poder evitarlo su mente le dijo que sería un buen alfa, aquella voz que había acallado toda su vida le decía aquello, pues aquel hombre, con aquel gesto serio, parecía ser un verdadero alfa, como los que alguna vez había alcanzado a ver en su planeta antes de que este fuese destruido por Frezzer, pues él sabía bien que lo del meteorito había sido una mentira, nada más que una simple mentira que aquel alienígena invento para que ellos no se rebelaran, pero hubieran sido idiotas de hacerlo.

Sí, parecía realmente un buen alfa, aunque no tuviera su cola, eso muchas veces le quitaría el interés a los omegas, pero ahora no. Kakaratto tenía toda la atención de Vegeta sobre él.

Envió a Nappa a pelear, para ver las habilidades de aquel alfa, de Kakaratto le dijo su mente, pero cuando Nappa iba a hacer claramente derrotado el mismo lo asesino sin siquiera detenerse a pensar que aquel había sido el hombre que lo había cuidado toda su vida y que le había dado aquellos supresores que tanto necesitaba, sólo lo asesino, como si nada le importase, para luego ver a aquellos dos insectos y a aquel Sayayin.

La lucha fue dura para ambos, de aquello no cabía duda, siendo que no podía evitar estar disfrutando de aquello, de aquella pelea que estaba teniendo con Kakaratto, donde ambos resultaban heridos por igual, pero sin más decidió utilizar un recurso extra.

Creo una Luna falsa para poder verla, siendo que se transformo en aquel mono gigante, aquella forma que siempre tomaban los Sayayin para conquistar algún planeta.

Riendo de esa manera comenzó a pelear con Kakaratto, aunque tenía lastimado uno de sus ojos, no le importaba, siendo que lucharía igual. Pelearon hasta que lo atrapo entre sus manos y comenzó a romper cada hueso del cuerpo del hombre.

Podía escuchar a aquel alfa gritar y algo en su mente le decía que no lo hiciera, era el único alfa que quedaba para él, el único Sayayin omega que había en el universo, siendo que para cuando finalmente iba a aflojar su agarre lo sintió.

Sintió como su cola era cortada. No podía sentir las presencias como lo hacían Kakaratto y los otros insectos, aquello lo tomo por sorpresa, siendo que antes de darse cuenta había vuelto a su tamaño normal y su cola no estaba.

Pero esta vez fue el hijo de Kakaratto, aquel beta cualquiera, que se transformo en el simio gigante y comenzó a atacarlo, siendo que apenas podía moverse por los ataques, pues estaba demasiado cansado como para parar la furia del mocoso en aquel estado que se veía que no sabía controlar, pues a su padre también le estaba causando daños.

Jadeó con fuerza cuando pudo cortarle la cola y él con el mocoso terminaron en el suelo, siendo que sin más se lo quito de encima y llamó a su nave, debía irse de ahí. No podría hacer mucho más herido, si el mocoso despertaba era capaz de matarlo, pensó jadeando, mientras se arrastraba hasta su nave que llegó ahí.

— H-Hueles bien — Se sorprendió al escuchar aquel pequeño murmullo lastimero que estaba dando Kakaratto, que tenía todos sus huesos quebrados, bueno, la mayoría realmente.

No pudo evitar mirarlo y sentir como su cuerpo comenzaba a calentarse un poco.

¡Maldición!, estúpida condición, pensó, mientras se arrastraba hacía la nave, intentando ignorar lo que su cuerpo le decía, que se quedara con aquel alfa, era un alfa fuerte, con el cual estaría bien procrear.

Como pudo se metió a su nave, pero había olvidado a aquel insecto calvo, que le estaba apuntando con una bolsa de energía, siendo que maldijo, sino cerraba la maldita puerta de la nave y tomaba sus supresores entraría en celo únicamente por ver a Kakaratto, ¡que idiotez! ¡Entrar en celo solamente por aquello no era posible se decía!

— Krillin... dejalo ir... — Ambos, el sayayin y el nombrado, se sorprendieron por aquella petición que hacía Kakaratto en el piso, pero él simplemente aprovecho para irse de ahí de una vez.

Llegaría a curarse, pensó, se curaría, tomaría sus pastillas y luego mataría a Kakaratto, aunque una parte de su mente no lo quería matar... era un buen oponente y un buen alfa, se decía molesto y gruñendo.

Él no vio como Kakaratto o Goku, como le decían sus amigos en la Tierra, estaba tendido en el piso a penas jadeando, mientras pensaba en Vegeta. Aquel hombre, aunque realmente despiadado... tenía un olor que le era agradable, que hacía que quisiera morder su cuello y de cierta forma protegerlo también.

No entendió aquello y cuando Krillin le preguntó por qué lo había dejado ir, simplemente contesto que porque quería otra lucha con Vegeta, aunque la verdad era que lo había dejado ir, porque Vegeta olía bien.


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