—Ella es mi novia—.
Y faltaron escasos segundos, dentro de los cuales, el corazón herido de Lee Taemin terminó por desmoronarse al escuchar lo que Choi Minho habría tenido que decir.
Un Taemin ingenuo que añoraba un beso, uno de labios prohibido que ahora sabía tenía a quien pertenecer, Sonrió felicitando a su amigo, tragando su orgullo lastimado; mostrando la primera de muchas sonrisas falsas que vendrían en el futuro, comenzando a firmar su propio dolor al aceptar una relación que había dejado su pobre corazón desarmado.
Sin embargo, con el paso de tiempo el herido corazón incomprendido aprendió a lidiar con aquel dolor punzante. Choi abrazando o besando a su novia era algo que Taemin podía ver cuando una cámara no estaba cerca, y que bien sabia, odiaba.
Las sonrisas en un rostro risueño no aparecieron más.
¿Cuánto había pasado desde aquella palabra retumbando en sus oídos? ¿Un año? ¿Dos?
Un rostro sin emoción comenzó a ser presente, sonriendo frente a una cámara y apagándose cuando no habría a quien complacer, sin embargo a cambio de esa sonrisa abundante siendo perdida, había aparecido otra, en labios de quien Taemin había añorado por años y quien sabría, no podría tener, incluso si lo soñaba, cada sueño terminaba igual, con Minho alejándose, con su amistad rompiéndose.
El acercamiento entre ambos fue poco, rompiéndose con el pasar de los días, y las miradas cómplices por alguna travesura ya no habían aparecido más, incluso el hablarse el uno al otro no podría continuar si no fuese porque el Chico alto buscaba y extrañaba la plática, Taemin aprendió a ignorar, a comprometerse en cosas que no deseaba para ocupar su mente, y de pasó, mantener su pesado y quebrado corazón al margen de cualquier situación dolorosa.
Comenzando una revolución para quienes le conocían, dejando una etapa y entrando a otra, a una donde el mismo se exigía perfección, donde se recalcaba que un adulto no tiene sentimientos de niño, donde solo hay trabajo que atender y solo se puede ser feliz cuando se duerme.
La ropa que anteriormente había adorado, aquella con colores ya no estaba, ahora su armario estaba compuesto en tonos neutros, los cuales él habría pensado como indicados, ¿un adulto debe vestir bien, verdad?
Y después del trabajo venia más trabajo, mucho más del que un cuerpo mal alimentado podría soportar, uno que se negaba al cuidado que personas externas intentaban dar con desespero, incluyendo a un buen amigo que poco había entendido.
Taemin estaba cambiando, tal vez no de un día a otro, era un proceso, uno que avanzaba preocupantemente día con día, que se aceleraba cuando era forzado y retrocedía cuando las lágrimas de importancia y celos estaban inundándole.
Pero, ¿Dónde estaba la persona que podría ver bajo su máscara?
¿Dónde?
Una persona sincera que le pudiera brindar amor, una persona sin ataduras y que estuviera libre para poder amarle, la persona que su corazón anhelaba, ¿Dónde estaba? ¿Dónde podría encontrar a un Choi Minho que lo pudiera amar sin prejuicio?, uno como el que conocía en sus sueños justo antes de que se volvieran grises.
Y más que eso, ¿Dónde estaba la máquina del tiempo que había soñado?
La que le iba a regresar al momento en que su corazón había decidido amar a alguien; quería regresar el tiempo y darse una reprimenda, decirse a sí mismo que depender de alguien daña, que no debe ver más a Choi porque un día el vendrá diciendo esas cuatro palabras dolorosas.
La pregunta repentina resonó en la cabeza de Lee.
¿Dónde está el límite entre gustar y amar?
Mas sin embargo la respuesta no llegó a su mente atormentada, nunca lo hacía, y nunca vendría, pues para él, una persona complicada, encontrar un significado a ello podría dejarle varado en punto muerto, donde solo una cosa inundara su mente. No podría definirlo, solo era el sentimiento de necesidad hacia Minho.
Cerró los ojos al sentirse nuevamente estúpido, la pregunta venia y se iba como quería, y aún después de tantos años no podía encontrar una respuesta que fuera convincente para su repentina y confundida mente sin sentido.
Se encontraba en la van, esperando que el resto del grupo entrara y pudieran marcharse rumbo al aeropuerto, y de alguna manera u otra, habría terminado recordando todo aquello, viendo cuan débil aun es y cuan bajas pueden estar sus defensas aun cuando ha luchado tanto por subirlas.
La puerta se vio abierta y por esta, Kim jonghyun hizo su igreso, sentandose a su lado sin mostrar mayor interes y concentrandole unicamente en el parato entre sus manos, y pocos segundos despues la puerta nuevamente fue empujada un poco, dejando que Lee Jinki mostrara una sonrrisa para él antes de tomar asiento.
Quizó apartar la mirada cuando vio una mano perfectamente reconocible tomar la puerta por el extremo, pero sus ojos no obecedecieron y una vez esta fue corrida, una mirada dio de lleno con la suya, una sonrrisa bastó para que un corazón razgado se sientiera aliviado.
Taemin se reprendió justo en el instante en que se dió cuenta de que habia devuelto esa sonrrisa sin desearlo, ocultando su rostro para que el evidente sonrrojo no fuera percivido, y tuvo suerte, pues el alto solamente dejó de mirarlo para ver a Jinki y contestar lo que era preguntado.
Lo miró de lejos, ocultando pacientemente su mirada hasta cuando pudo mirar sin verse obvio. La van avanzó y con ello los gritos de fans fueron dejados atrás.
Ya no habria el porque tener la más minima mascara para complacer.
Y lo único que pudo hacer fue mirar, mirar furtivamente como debería de parmanecer hasta que el amor irracional fuera agotado.
Taemin nunca ha rogado por nada en su vida, nunca se ha rebajado a ello, pero silenciosamente pedía que Choi le dijera que lo quería. Que se preocupaba por él, qúe lo mirara como lo hacia con ella. Algo.