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Un deseo a la Luna. por Ale Usami

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Notas del fanfic:

Primero que todo, los personajes obviamente no me pertenecen T.T Ya quisiera que si. 

En segundo lugar, este fic tiene obvias dedicación, a esa persona que me soporta, que amo con todo el corazón, mi mejor amiga <3 espero que le guste porque.... lo escribí gracias a ella. 

SekaRoma <3 corazón mío, espero que te guste <3 

El anhelo de un pequeño.

 

Esperó con una ilusión, con el brillo en los ojos de un niño emocionado. Pidiendo a las estrellas se le conceda su deseo, anhelando desde el fondo de su corazón que cada uno de sus sueños se hicieran realidad. Estaba dispuesto a cambiar todos sus juguetes preferidos por estar al lado de la persona que admiraba, el que le robó el aliento con solo estar de pie, en el hielo, siendo apreciado tras la pantalla de un viejo televisor, en compañía de sus amigos.

 

Sí, le daría sus patines favoritos, y si el dinero no le alcanzaba, buscaría la forma de acercarse, y poderse parar a su lado en el podio, permitiéndose patinar sobre el mismo hielo que las cuchillas de sus patines habrían tocado.

 

Señora luna, usted que me oye y lo ve, permita que en algún momento, mi camino se cruce en el suyo”

 

Fue su petición, palabras sueltas en confidencialidad con la luna, aquella que aparece más tarde, cuando todo se calla y la noche se silencia. Un niño, inspirado por las silueta de un joven patinador, ansioso por empezar su carrera y marcar una nueva línea de tiempo en su vida, donde alcanzaría los platinados cabellos de su ídolo, y los acariciaría con amor, si es que llegase a atreverse tan siquiera a verlo directamente a los ojos.

 

Aquel deseo inocente, sin saber el momento, fue escuchado por la luna, las estrellas y el mismo Dios, permitiéndole una única oportunidad de alcanzar su meta. Y cuando la consiguió, todo fue como un sueño del que jamás deseaba despertar.

 

Ahora, cuando ambas miradas, la anhelada y la anhelante se juntaban, Katsuki Yuuri no podía dar fe a lo que vivía. Todas sus emociones revueltas en su estómago y mente, impidiéndole moverse, manteniéndose en su lugar mientras Viktor Nikiforov, aquel al que siempre había admirado desde lo alto de un pedestal que él mismo construyó, le acariciaba el dedo en donde descansaba su anillo. Tan casual, de una forma demasiado sutil que le provocaba espasmos.

 

Diciendo con la mirada todo aquello que las palabras no llenaban, acercándolo cada vez más a la locura, a la demencia. El solo sentir los dedos de Viktor abrir paso por la piel de su brazo, deslizándose con suavidad desde la muñeca hasta el codo, formando círculos que lo embelesaban en un estremecimiento y pasión, en un vórtice sin fin. Cada vez sintiendo su mano más cerca, en su hombro, en su mejilla, en sus labios donde se detuvo, acariciándolos a la vez que cerraba los ojos, para entregarse completamente a las sensaciones.

 

Yuuri era acariciado por Viktor, por la persona que había amado desde pequeño y que ahora estaba solo para él, correspondiéndole las emociones y sentimientos. Viktor estaba ahí, por él, para él y solo él. Lo había llevado a su lado mediante un milagro de aquella alcahueta que esa noche sería el más fiel testigo de su amor.

 

Las manos de Viktor, manos que se extendían en sus coreografías y entregaban pasión a sus movimientos, acunaron el rostro de Yuuri, acariciándole las mejillas con el dedo pulgar, pasándolo de vez en cuando a sus labios, que eran fijamente observados por sus orbes, queriendo adentrarse a ese mundo totalmente desconocido.

 

A paso lento, como si fuera a desvanecerse aquella oportunidad en cualquier momento, Viktor se acercó a Yuuri, y el moreno pudo sentir cómo empezaba a respirar el vapor que Viktor expulsaba, sintiéndolo embriagante, envolvedor, pasional.

 

Abrió la boca, dejando que los labios de Viktor se asentaran cual miedosa mariposa sobre una flor, no quería moverse y perder la magia, por lo que aceptó aquel tortuoso contacto. El labio superior de Viktor, en compañía con el inferior, atraparon los labios de Yuuri, al fin uniéndose en un verdadero beso, el que iba a dar paso a muchos más, y más.

 

Las manos de Yuuri se acercaron a los hombros de Viktor cuando lo sintió aferrarse a su cintura, el beso iba demandando cada vez más, por lo que no le fue impresión el ver cómo empezaban los movimientos de boca, y lengua. Yuuri era adulto, debía dejar de lado aquellos pensamientos y entregarse por completo a la pasión, sin ver nada más que el placer otorgado.

 

Por su propia cuenta, empezó un vaivén con la lengua, rozando los labios de Viktor y pidiéndole que haga lo mismo en su boca, sin esperar por mucho tiempo. Había cosas que Viktor entendía a la primera, sin necesidad de segundas explicaciones, y esa era una de ellas. La lengua del ruso paseó por el contorno de los labios de Yuuri para luego introducirse en su cavidad hasta tocar la contraria, donde empezó una danza pasional repleta de emociones y nuevas sensaciones. A esas alturas Yuuri ya no quería abrir los ojos, la vergüenza empezaba a dominarlo y tenía que hacerla desaparecer.

 

Pronto, la mano que acompañaba su cintura, se elevó hasta su espalda, donde acarició con deseo, formando pequeños círculos imaginarios, encendiendo el botón de pasión en Yuuri, olvidándose completamente de todo lo que había estado pensando, su punto débil había sido encontrado y ya no habría marcha atrás.

 

Desconociéndose a sí mismo, Yuuri se empujó en conjunto con Viktor a la cama, sin despegarse del beso ni de las caricias, manteniendo rigurosamente el enlace de sus cuerpos, impidiéndose abrir los ojos para no desenredar sus pasiones.

 

Viktor se sorprendió, pero le gustó el impulso, después de todo, si no lo hacía Yuuri terminaría haciéndolo él mismo.

 

Al igual que la primera mano que terminó en su espalda, la segunda se entrelazó a los cabellos oscuros de Yuuri, apreciando la suavidad en ellos y sintiendo el aroma a shampoo, sí, seguían húmedos por el previo baño que tomó, pero aquella humedad sobre su caliente piel contrastaba tanto, que sintió incrementar su deseo.

 

Un gemido saliente de la boca de Yuuri le hizo abrir los ojos, la camisa del moreno en algún punto de sus acciones había terminado completamente alzada, y la traviesa mano que lo había hecho descansaba sobre su abdomen, acariciándoles los flancos con total devoción, jugueteando con el borde elástico del calentador. Se separó un poco, solo para ver lo que había hecho del patinador japonés, Yuuri abrió los ojos al sentir la lejanía, y lo único que consiguió en Viktor, fue confirmarle que ya había perdido el control.

 

Sonrojo en todo su rostro, los labios hinchados, sus ojos brillantes de la pasión, su cuerpo expuesto, sin duda, los ojos de un enamorado hacen ver a esa persona la más hermosa de todas. Viktor se lanzó con un nuevo repertorio de caricias y besos que emocionaron al japonés, recibiéndolo con los brazos abiertos.

 

Esta vez no dudó en lo que estaba haciendo, introdujo uno de sus dedos por el elástico del calentador y el bóxer, tocando la piel bajo ellos y sintiendo que se encontraba en una transformación de frío a cálido. No quería asustarlo, y por ello, solo se limitó  a esa zona, bajando cauteloso la pretina para abrirse más espacio sin que Yuuri notara el cambio. ¿Pero cómo iba a hacerlo? si Yuuri se encontraba absorto en el mar de sensaciones placenteras que las manos y boca de Viktor le brindaban.

 

La camisa en algún momento empezó a ser estorbosa, obligándole a Yuuri a deshacerse de ella sin reparo ni miramientos, solo se levantó y la lanzó por algún lugar de la habitación. Y aunque Viktor ya lo hubiera visto desnudo en las aguas termales, tenerlo frente suyo, en la soledad de una habitación, con los instintos primitivos aflorando en su ser, le hacía sentir que era la primera vez que lo veía.

 

Necesitaban contacto piel con piel, y el rozar su pecho fue suficiente para erizarlo por completo. Viktor dio un salto de fe, esperando no cometer un error al bajar más allá de la cadera el pantalón de Yuuri, deseando que todo siga tal cual estaba y todo se quedara en buenos términos.

 

Yuuri se sorprendió, debía admitirlo, pero no le negó nada. El sonrojo en sus mejillas le hacía entender que fue un movimiento presuroso que no le desagradó, quizás la vergüenza sentida le había hecho saltar entre sus brazos, pero la pasión seguía encendida como llamas en sus ojos.

 

Al ver tal aprobación, Viktor se permitió deshacerse completamente del calentador, lanzándolo a un lugar que, a la mañana siguiente, causaría vergüenza. Asimismo actuaron los instintos de Yuuri, obligándolo a meter la mano debajo de la playera de Viktor, pidiéndole en silencio que se la quitara, él también merecía sentirlo en todo su ser, en el estado más puro de su naturaleza.

 

Viktor no se lo negó, al instante la camisa desapareció y lo acorraló nuevamente entre la cama y su cuerpo, besándolo como si hubieran pasado años desde su último roce de labios. Esta vez ambas pieles se juntaban, el calor de sus cuerpos entremezclados, el sudor por sus acciones, los poros que emanaban hormonas recibidas por el contrario, excitándolos.

 

Yuuri se permitió recorrer toda la piel de Viktor, con sus dedos, con la palma completa, apreciando lo suave que era, lo bien cuidada que se sentía, sí, Viktor no solo mostraba una piel suave y tersa a la vista, lo era de verdad.

 

Cuando Viktor hizo otro de sus movimientos, Yuuri se sorprendió. Rozó su entrepierna, provocando fricción entre su erecto miembro y la parte trasera del japonés. El sentirlo tan despierto por el juego previo hizo elevar un gemido naciente desde el fondo de su garganta, que terminó por excitar mucho más al ruso.

 

Las manos de Yuuri se entrelazaron por detrás de la cabeza de Viktor, agarrándolo desde los cabellos para profundizar el beso que había empezado, llenándolo de locura pasional y deseos infernales por fundirse completamente en él. Viktor, al sentir el pecho de Yuuri comprimirse ante sus caricias, se alejó, notándolo sonrojado y excitado, emocionado hasta no saber cuál era su límite. Si, verlo así solo le hacía reafirmar aquello que descubrió la primera vez que comprendió que sus emociones iban más allá de un simple gustar.

 

Ya completamente desnudos, y con Yuuri deseoso de sentirlo en su ser, Viktor empezó su preparación, si quería demostrarle cuánto lo amaba debía preocuparse por hacerlo bien. Dilató su entrada con un dedo, el que hizo a Yuuri cerrar con fuerza los ojos y sentir el frío y dolor entremezclados. Acalló sus miedos con un beso que se expandió por todo su cuello, provocándole marcas que definirían ante la vista de cualquiera que el japonés ya tenía un dueño.

 

Un juego previo antes de ingresar el segundo dígito y permitirle a Yuuri no sentir incomodidad. Sí, para amar con el corazón se necesita paciencia, mucha paciencia.

 

Sintió el segundo dedo dentro de él, acompañando al primero, y lo aceptó. La sensación se volvía conocida y ya no le incomodaba que estuvieran en su interior, pasó lo mismo con el tercer dedo, esta vez robándole un suspiro.

 

Viktor, cuando sintió las cadera de Yuuri moverse ante sus preparaciones, supo que podía dar el siguiente paso. Sacó sus dedos y alineó su ferviente deseo a la entrada de Yuuri, mirando directamente a sus ojos antes de hacer lo que marcaría al moreno para siempre como suyo.

 

Introdujo con lentitud su miembro, notando cómo lo apretaba y cedía su paso, Yuuri ahogó un gemido de dolor, y Viktor detuvo sus movimientos cuando estuvo a la mitad del camino. Decidió acariciarlo hasta que se acostumbrara, después de todo tenían toda la noche para brindarse placer, primero que todo debía asegurarse que Yuuri disfrutara como él lo estaba haciendo.

 

Acarició los cabellos pegados a la frente de Yuuri, deslizó su mano hasta su mejilla y le brindó una sonrisa de amor, sintiéndose completamente seguro de las palabras que dejaría salir en cualquier momento de su boca, si habían llegado hasta ese punto, entonces era el momento indicado.

 

-Yuuri, te amo.

 

Más pronto que tarde, los ojos de Yuuri se abrieron, dejando escapar el brillo de lujuria y dolor en el que se habían visto envueltos. A las memorias del moreno regresó aquel niño japonés, quien con una simple ilusión apreciaba al joven patinador deslizándose con gracia sobre el hielo, deseando algún día al menos estrecharle la mano.

 

Hacer más de lo que tenía previsto, y empezar a ser consciente de ello, le mareó, le perturbó. La lujuria del eros quedó en segundo plano, y ahora Yuuri podía ver con claridad quién era la persona que tenía frente suyo, besándolo, acariciándolo, diciéndole que lo amaba.

 

Solo bastaron esas palabras, que Viktor hablara para comprender que, hace mucho tiempo ya lo tenía a su lado, amándolo. No pudo evitar el deseo de llorar, y fue demasiado tarde cuando quiso detener sus sollozos, solo supo reprimirlos con sus manos, pidiendo de la forma más piadosa que Viktor no lo viera así.

 

Su corazón le apretaba, tenía miedo despertar y ver que solo soñaba, que jamás lo conoció. Viktor había llegado a su vida de una forma tan efímera que temía en cualquier momento verlo desaparecer y formar parte de uno de sus anhelos, solo eso. No contuvo sus miedos, y los dejó escapar como un lastimero gemido que alertó a Viktor, quien lo miraba asustado, confundido y sobre todo, nervioso.

 

-Y-Yuuri, lo siento.

 

Escucharlo disculparse hizo a Yuuri cerrar los ojos con fuerza, negar con la cabeza y arrastrarlo a un fuerte abrazo desde su cuello.

 

-No, no, no, no Viktor, no te disculpes por nada, nunca—Le pidió mientras lloraba—Solo me di cuenta, que te amo de verdad.

 

Sí, se había dado cuenta con quién estaba haciendo el amor, quién lo iba a amar como nunca nadie lo había hecho, quien le decía que lo amaba con total devoción, y eso le devolvió a la realidad. Sus caminos se habían cruzado, tal cual una vez le pidió a la reina de la noche.

 

“Gracias, señora luna”.

 

Viktor sonrió, y sus ojos escocieron ante el anhelo de también llorar. Se aferró al cabello de Yuuri y terminó por fundirse en su interior, ganándose un largo gemido de su boca. Lo abrazó como habiendo encontrado el tesoro más grande de todos, aquel que el mundo entero codiciaba, un amor tan puro que no conocía fronteras, y que crecía aunque ya se encontraba en sus límites.

 

-Te amo demasiado, Yuuri, demasiado que duele y me mata.

 

-Entonces—Murmuró Yuuri acercando sus frentes en un contacto íntimo, más íntimo que el propio acto en donde participaban—Moriremos los dos.

 

Las embestidas empezaron de parte de Yuuri, moviendo sus caderas al sentirse acostumbrado a la intromisión. Viktor le siguió el ritmo, sintiendo cómo lo apresaba entre sus paredes, provocándole el mejor de los placeres. Ambos eran inexpertos en el tema, uno más que el otro, pero al menos, entregaban todo de sí.

 

Sí, a Yuuri le dolía, pero era un dolor que se mezclaba con la pasión y el deseo, así que lo soportaría, y en algún momento solo sería el placer puro quien le erizara el cuerpo. Viktor era para Yuuri aquella estrella que había anhelado todo ese tiempo.

 

Y Yuuri era para Viktor, aquel pincel que dio color a su vida, y dibujó una luz al final del camino.

 

“El amor nos vuelve locos” Alguna vez escuchó por ahí “Y si eso es verdad, me declaro demente” Fue lo que pensó.

 

FIN.

 

 

Notas finales:

¿Y bien? ¿Qué tal? T.T llevo siglos sin escribir, y recién anoche, tirando a la madrugada me entró inspiración gracias a mi mejor amiga. 

Espero que haya sido de agrado, el lemon no es específicamente un lemon hard porque sencillamente no puedo hacerlos T.T soy pésima para esos puntos, pero al menos espero haberlo hecho empalagoso. 

Muchas, muchas gracias a toda aquella persona que le dio una oportunidad y lo leyó. Soy Ale Usami y me despido con un besote resonante

Nos vemos en la próxima :3


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