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“Por ti me he convertido en una cosa que no hace otra cosa más que amarte” por Haku1008

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Notas del fanfic:

Inspirado en la canción “Bruta, ciega, sordomuda” de Shakira. 

 

Su cuerpo se removió perezoso bajo las sabanas, pasaban de las 11 de la mañana pero ni de broma se pararía de la cama, su cuerpo resentía aún de aquella energía perdida la noche anterior, una que había sido larga y ardua.

La puerta de la recamara se abrió y se cerró con fuerza, sin alarmarse abrió los ojos acostumbrado ya a esa impredecible presencia.

—Aun no te has levantado— dice el recién llegado con molestia, la haraganería no era algo que le viniera —Párate de una maldita vez.

—…….— El rubio le ignora, acostumbrado a su mal humor quizá, cierra los ojos con parsimonia, relajando su cuerpo, siendo vencido poco a poco por un delicioso ensueño, pero ese ensueño desaparece apenas se ve despojado de las sabanas dejando al descubierto su cuerpo desnudo y de paso las varias marcas que surcaban su piel, algunas más recientes que otras, mordidas, hematomas producto de unas fuertes manos, chupetones, y arañazos —hum, déjame en paz— replica molesto, cubriendo su rostro con los antebrazos y volviendo a retomar su intento por descansar.

—Párate de una buena vez— Ordena de nuevo aquel joven moreno, simplemente era desesperante el tener que lidiar con aquel perezoso rubio.

—Maldito amargado— murmura, no obtiene respuesta por lo que no le da importancia pero al poco siente unos dedos que se enredan entre sus hebras doradas tirando de ellas —¡¡Ahh!!

—¿A quién llamas amargado?— pregunta sosteniendo justo frente a su rostro el de aquel insolente rubio.

—¡Duele imbécil!— Dice molesto pero no hace ademán alguno por soltarse.

—Ah, siempre dices lo mismo y al final terminas pidiendo por más de este “amargado

—…….— Se ahorra los insultos, total, lo que decía el moreno era verdad. A veces se arrepentía de haberse ido a vivir con él, era amargado, gruñón y bastante bruto, ¿cómo es que había soportado por tanto tiempo? Ni él mismo lo sabía, en casa de sus padres era todo mejor; la comida, camas hechas y limpias, el cuarto siempre en orden y él no tenía que mover ni un solo musculo para ello, su madre siempre sobreprotectora y consentidora se encargaba de mandar a la servidumbre para hacerlo, si ella viera ahora la pocilga en la que vino a parar; y no precisamente porque fuese un mal lugar, el lugar era bueno, pero el estado en el que ambos varones lo mantenían era deplorable, ropa tirada por todos lados, comida a medio comer con días allí, y rara era la vez que a alguno de los dos se le antojara hacer la cama, total, también era rara la vez en que no se revolcaran para terminar deshaciéndola sin cuidado alguno.

Y encima de todo eso estaba él, aquel moreno alto, de ojos rojos que lo trataba como si fuese… ¿cómo si fuese qué? ¿su muñeca? ¿su perra en celo? ¿su juguete? ¿su amante? ¿su pareja? ¿el amor de su vida quizá? Había veces en las que no sabía cómo es que lo miraba, o que era lo que el moreno sentía por él.

—¿Qué pasa? ¿Ya no dices nada?— pregunta con satisfacción y tira de los cabellos hasta dejar al rubio con la mirada en el techo.

—Ahg…— aprieta los ojos mientras sus manos van a posarse sobre aquella que le mantiene preso…

¿Qué si ha pensado en dejarle?

 

Todo el tiempo…

 

Pero….

 

El moreno va a olfatear su cuello, se embriaga de aquel aroma tan vital para su ser, entonces comienza a repartir besos en el pecho desprotegido del rubio con calma y delicadeza, encendiendo de a poco la libido de ambos, sonríe cuando escucha al rubio suspirar y continua, los besos se tornan cada vez más húmedos, pastosos… los pezones son su siguiente objetivo, muerde el derecho apenas un poco y la respiración del rubio se agita, lo lame con calma a sabiendas de que no hace más que desesperar al otro quien suelta más suspiros calentando el aire en la habitación de forma imperceptible.

—Ah… ah…— leves gemidos escapan, su mente se nubla de tal manera que varias cosas escapan de su consciencia, por ejemplo, ni siquiera se da cuenta de en qué momento sus manos fueron a los cabellos negros sosteniéndolos con fuerza para impedir que el moreno se alejara, maldición, ya había caído de nuevo.

Un poco molesto por los tirones en su cabello decidió masticar el delicado botoncito del rubio.

—¡Ahhhh!— Se removió hasta lograr soltarse —bruto— dice molesto mientras se soba, ahora muy seguramente se hincharía —soy de carne y hueso ¿sabes?

—¿Ah? pero si a ti te encanta— Se defiende a su sínica manera.

—No, no me encanta, ya lárgate y déjame— dice levantando la voz y dándole la espalda.

—Ya estoy duro.

—No es mi problema.

—Tú también lo estás.

—… puedo arreglármelas yo solo— dice, pero detesta quitarse una erección masturbándose simplemente y el moreno lo sabe, por ello una vez le castigo de esa manera; luego  de que el rubio intentara ponerle celoso saliendo con un repartidor, le hizo masturbarse hasta correrse con él viéndolo lo cual hizo más vergonzoso (así como excitante) el castigo, y al repartidor basto con darle un pequeño susto y no volvió a aparecerse por ahí.

—Bueno, si así lo quieres…— dijo divertido y comenzó a quitarse la ropa —pero… puedes cambiar de opinión.

—……— El rubio se giró para observarle, maldita sea, era tan perfecto, tan antójale, apenas verle desnudo le daban ganas de que lo penetrara… no, no podía caer tan fácilmente, se mordió el labio ¿cuánto más podría aguantar esta vez antes de ceder?

—Ven— le invitó.

—……— Cerró los ojos, pero el cosquilleo en su entrepierna le recordó que había un problema que debía solucionarse pronto.

—Ven— volvió a decir el moreno con calma.

—… ve a buscar una puta— soltó tajante, odiaba que le manipularan.

—Sabes que una puta no me complacería como tú lo haces— dijo comenzando a subir a la cama y caminar a gatas hasta quedar cerca del rubio —sólo tú me pones duro y sólo tú me puedes ayudar a deshacerme de esto.  

—No soy tu juguete— soltó molesto y para evitar la cercanía se levantó de la cama caminando hacía el baño pero el moreno alcanzó a detenerlo antes de que lograra entrar, girándole bruscamente para quedar de frente.

—Nunca te había visto así.

—……— Y mirar en sus ojos era de nuevo su perdición… sin más saltó sobre él, aferrándose con brazos y piernas, yendo directo por su boca para besarlo con furia y pasión, el moreno le recibió gustoso posando sus manos sobre sus nalgas para ayudarle a sostenerse y de paso, tocar una de las partes del  cuerpo del chico que más le enloquecían.

—Voy a cogerte tan duro y tan profundo que no podrás ni levantarte.

—Hazlo entonces— le provocó y no pasó mucho en que obtuviera las consecuencias por ello.

Aun cargándolo el moreno le penetró de una sola estocada, disfrutando de la estreches y el recibimiento del interior del rubio, ayudándole sin perder tiempo para que su cuerpo comenzara a subir y a bajar entre sus brazos. Por su parte el rubio se penetraba al vaivén que el mismo marcaba, uno llenó de deseos y ganas poco saciadas a pesar de las varias veces que lo habían hecho ya anteriormente.

—Ahhhh…. ahhhhhhh— gritaba y su espalda se curvaba de puro placer.  

Para el moreno penetrarlo era siempre delicioso, arañaba la espalda del rubio, le sostenía tan fuerte que sus manos se quedaban marcadas en la delicada piel blanca, lamia por aquí y por allá, mordía, golpeaba las nalgas con alguna resonante nalgada de vez en cuando y le besaba de esa manera tan vulgar que sabía volvía loco al rubio …

Sus ritmos eran los de dos bestias en celo que no tardaron demasiado en explotar sus deseos…  agitadas respiraciones a la par que sus cuerpos sudorosos y agotados… con cuidado ayudo a bajar al rubio, le tomó de la cintura posesivamente juntando sus cuerpos y fue a violar su cavidad bucal, el rubio pasó sus brazos alrededor de su cuello y se dejó hacer, encendiendo de nuevo sus ansias por sentirlo dentro suyo otra vez… ansias que no eran muy diferentes a las del más alto…

De manera forzada terminó el besó y volteando al rubio rudamente le empotró de cara contra la pared.

—¡¡Ahh!!

—… Solo tú, recuérdalo siempre— le susurró con afán y de nuevo le penetró, el gritó de placer del rubio bien pudo haberse escuchado por todo el edificio pero poco les importaba; después de todo no era, ni sería, la última vez que ocurriera; enlazó sus manos con las ajenas mientras continuaba penetrándolo con fuerza, cada vez más y más profundo, tocando aquel punto que desquiciaba tanto al otro, llegaron más gritos abiertos, sin censura o alguna clase de pudor… el rubio se retorcía contra la pared, por la posición en que el otro le mantenía su miembro se encontraba entre él y la pared oprimiéndole con cada embestida.

—¡¡¡¡¡¡Mmnnnn!!!!!!!!! M-me v-ven-go

—Aún no— dijo, y para asegurarse de ello le tomó de nuevo de los cabellos jalándole hacía la cama sin dejar de penetrarlo, su mano se cerró en la base del miembro del rubio quien soltó un alarido de dolor, le colocó en cuatro y él continuo de pie, siguiendo con el vaivén de caderas, embistiendo con tanta fuerza que las nalgas del rubio comenzaron a ponerse rojas. El rubio se quejó, quería correrse pero la mano del moreno se lo impedía, sentía dolor y placer, probablemente su relación era así, exactamente de la misma forma…  

El moreno al fin se corrió dentro y liberó al rubio quien de inmediato también pudo venirse y caer rendido.

 

 

 

 

Su cuerpo reposaba agotado sobre la cama, ¿qué hora sería? Por el color rojizo de los rayos que se colaban por su ventana supuso que bastante tarde, su cabello rubio estaba en completo desorden y aun no se daba un baño, consiente estaba de que quizá estaba cayendo cada vez más bajo por él, pero… ahora ya no tenía voluntad propia, su voluntad, probablemente, ya le pertenecía completamente a él y sólo a él, convirtiéndole en una especie de objeto, en no más que una cosa… el problema estaba en que, le gustaba ser su objeto… maldición, estaba perdido, ya no había cura para ese amor que le embrutecía y le embargaba cada poro de la piel y que, progresivamente le quitaba las ganas, el deseo, las ansias, el interés y el gusto por todo lo que no fuera el moreno. 

Ambos eran un hermoso desastre, destinados a colisionar de una manera u otra, y a enfermar de irracionalidad y caer en ésta cada vez un poco más.  


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