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El amor es blanco (YeHyun - KyuSung) por KYUNNIE-SJ

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Notas del fanfic:

Espero sea de su agrado

¿Nunca les ha pasado ir a la cama y quedarse dormidos mirando a la persona que más aman al mundo? Yo sí, todos los días. Antes de ceder y dejarme abrazar por los brazos de Morfeo, me quedo observando a la persona que, no obstante todo, logró hacer una brecha en mi corazón y llenarlo con su amor.

Después de haberse vuelto parte de Super Junior y haber soportado apenas los primeros seis mese, a costa del resto del grupo que no lo quería porque ya éramos demasiados y no necesitábamos un miembro de más, Kyuhyun comenzó a recibir amor incondicionado de los demás chicos.
La primera vez que lo vimos, en el salón en el que el manager nos había reunido porque tenía que “darnos una sorpresa”, Kyuhyun había mantenido la mirada al piso pero cuando forzó una sonrisa, mi corazón saltó un latido. A pesar de que no fuera sincero y se sintiera intimidado, esa sonrisa me había impresionado. Porque era inocente. Pura. Y aunque si hubiera querido que él desapareciera porque amenazaba mi posición de main vocalist, deseaba con todo mi ser que me sonriera realmente.
Cuando nos saludó tímidamente, me había quedado embobado a mirarlo. Tenía una voz hermosa, casi angelical. Y pensé que estaba alucinando porque alrededor de él había visto una luz blanca que le daba un aire etéreo.
Cambié de opinión después de que logró hacer que todos lo aceptáramos. De angelical, además de la voz, no tenía nada. Era un pequeño diablillo, un maknae listo y pérfido que manipulaba a sus hyung a su antojo. Pero al mismo tiempo era tierno y hacía aegyo cada vez que podía, y cuando hacía travesuras y no quería que lo reprendiéramos.
La segunda vez en la que creí ver una luz blanca alrededor de Kyuhyun fue casi después de un año desde que había llegado. Pasó el día en que me dí cuenta de que él ya no era simplemente un dongsaeng y un miembro del grupo. No. Cuando ocurrió el accidente en el que estuvieron involucrados Leeteuk, Shindong, Eunhyuk y Kyuhyun, me dí cuenta de que lo amaba… amo al maknae.

Me encontraba en el dormitorio cuando nos llamaron y avisaron del hecho. En ese momento pensé que ya no lograría respirar. No podíamos perder al maknae de ese modo. No podía aceptar que Kyuhyun muriera sin saber lo que yo sentía por él. No por un capricho egoístico, si no porque esperaba poder remediar a los sentimientos que había encerrado en su corazón por los primeros seis meses y ver desaparecer esa nube de tristeza que cada vez que lo miraba a los ojos, veía claramente.
Cuando llegamos al hospital, me paré en frente a la sala en donde lo estaban operando. No me importaba quién entraba, quién salía, quién me preguntaba algo… Todo a lo que pensaba era ver a Kyuhyun, ese maknae que todos amábamos, salir de ese cuarto y dirnos que se encontraba bien. Pero no fue eso lo que sucedió. El doctor salió y nos dijo que estaba en coma, que estaba muy mal y que tenía muy pocas posibilidades de volver a hablar una vez que hubiera abierto los ojos. Si se despertaba.
Se me había caído el mundo encima y lamentaba las veces en las que habíamos hecho sufrir a Kyuhyun, impidiéndole de expresarse y de hablarnos con sinceridad. Sí, lo habíamos aceptado como parte integrante del grupo, pero él todavía no se sentía cómodo con nosotros. Sabía que a la posibilidad de no poder más cantar, Kyuhyun se habría sentido morir por dentro. No podía pasar. Quería volver a oír su risa, su voz cada vez que nos tomaba del pelo.
Cuatro días después de la operación, Kyuhyun se despertó y con mucho cuidado le explicaron la situación. Su madre nos informó que estaba devastado.

Cuando nos dieron el permiso para visitarlo, luego de que lo transfirieran en un cuarto para él solo, la primera vez que entré ahí casi pierdo la vida. No, no había ningún omicida y tampoco una loca seasang. Estaba solo él sonriendo. En ese momento ví la luz blanca y el hecho de que tuviera la bata blanca del hospital y la tez pálida no ayudaba: para mi, era un ángel.
Los días pasaban y con ellos, también su recuperación. Del accidente quedaron solo recuerdos indelebles: sus cicatrices. El se avergonzaba de ellas y hasta ahora las odia, pero para mi no son un problema. No afectan en algún modo su belleza. Y además, son un perfecto modo para recordarme de que es humano y no un ángel descendido a la tierra a iluminarme la vida.
Desde ese maldito día me prometí que habría cuidado de él y que nunca lo habría abandonado. Le habría dado todo el cariño y todo el apoyo del que necesitaba para seguir adelante. Pero no me le declaré. Tenía mucho miedo de que me rechazara y de volverme solamente una mancha negra en su diario, un ser despreciable que había que poner en una esquina, escondido. Me quedé a su lado como podía, sin pretender nada en cambio.

Más los años pasaban, más nos volvíamos amigos, más hermanos y empecé a captar señales de su parte. Indicios de que él sentía lo mismo que yo. Pero ninguno de los dos hizo algo para poner en claro la situación y así, en ese periodo, llegó la noticia de que me habría enlistado en el ejercito ese mismo año.

El día en el que decidí que habría informado a los miembros del grupo, incluso los que no estaban, salimos a cenar – Heechul, Hangeng y Kibum participaron por medio de una videollamada -. Kyuhyun vino vestido de blanco. No entendía si sabía el efecto que ese color me provocaba cuando estaba relacionado a él. Traté de mantenerme concentrado, pero cuando terminamos de comer avisé mis “hermanos” de mi decisión y noté que los ojos del maknae estaban velados de lágrimas, tristeza y abandono. Esperé el momento adecuado para hablarle, pero salió del restaurante antes que todos y no volvió al dormitorio. Entendí que tal vez se había ido o donde sus padres o donde alguno de los chicos de la Kyuline.

El día del enlistamiento se acercaba y Kyuhyun mantenía las distancias y cuando me fui al campo militar, lo ví venir hacia mi. Estaba vestido nuevamente de blanco. Me había mirado a los ojos y susurrando me había dicho las dos palabras que yo habría tenido que decirle años atrás: “Te amo.”

No me permitió darle un beso en la mejilla; solo quería tenerme en sus brazos. Cuando nos separamos, me dijo que me habría esperado. Y eso fue lo que hizo por los dos años de servicio porque, aunque salía con los otros chicos de vez en cuando, él nunca se había acercado a mi más de lo debido. Pero la cosa era buena para los dos.

Cuando salí del campo por la última vez y me encaminé hacia mi casa, encontré Kyuhyun y los otros chicos que me esperaban. Cogí al maknae por las espaldasy con la mirada seria, repetí sus últimas calabra antes de que me fuera: “Te amo.” Él estaba vestido de blanco.
La primera vez que hicimos el amor, fue maravilloso y me sentí la persona más feliz al mundo porque estaba haciendo mio mi ángel. En el momento en que ambos llegamos al ápice, ví Kyuhyun que me sonreía y luego de unos segundos, susurramos cuanto nos amábamos.
Y ahora, a distancia de unos años, no encontrábamos todavía el uno en los brazos del otro, después de haber hecho el amor como si tubiera sido la primera vez. Exploraba con mis manos su piel, tan blanca y suave que me recordaba un malvavisco. Otra vez pensé que el color de nuestro amor era blanco. ¿Por qué? Porque nos había seguido día tras día, obstáculo tras obstáculo y era puro e inocente como la mirada de Kyuhyun, brillante como su sonrisa.
“Hyung~~~”, murmurò el más pequeño – no tanto -, el ángel entre mis brazos.

                                                                          
“Mh?”, respondí acariciándole el lugar en el que tenía la cicatriz más grande.

“¿Sabes que pensé la primera vez que te ví?” Me preguntó sonriendo tímidamente.

“No. ¿Qué?”

“Que eras un ángel. Porque tu sonrisa era capaz de hacerme sentir feliz como nunca antes, como si estuviera tocando al cielo con un dedo”, admitió ruborizándose levemente. Sonreí ante sus palabras. Estábamos hechos el uno por el otro.


“BabyKyu, ¿sabes qué pensé yo de ti?”

El sacudió la cabeza. Levanté su barbilla y le dí un beso en los labios. “Que eras un ángel descendido a la tierra”, le dije. “Un ángel perfecto que me habría traído solo felicidad.”

 

Él no respondió. Nos bastó abrazarnos para entender lo que callábamos.

 

Nuestro amor es blanco. Blanco como el paraíso, como la pureza, como la inocencia, como el placer.


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