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Gracias a él por Casiopea

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Siente el frío del plástico de la báscula bajo sus pies mientras mira el mural de diferentes partes del cuerpo que hay pegado en la pared, pero le aburre, así que desvía su mirada hacia la pequeña pecera que hay debajo del mural.

 

- Has bajado de peso.

 

No le hace falta mirar los números que apunta la aguja de la báscula, ni sus piernas delgadas o vientre totalmente plano, para saber que el medico tiene razón, y ha adelgazado. Otra vez.

 

- ¿Comes bien?

 

- Sí.

 

- ¿Regularmente?

 

- Todo lo regularmente que puedo.

 

Escucha un suspiro a su izquierda, cuando el médico le dice que puede bajarse y vestirse. Lo hace, y después se sienta en una silla de color azul acolchada frente al escritorio del doctor, mientras este escribe algo en su ordenador y le pasa una hoja impresa.

 

- Es una dieta rica en proteínas.- Le dice, cuando tiene la hoja de papel en su mano, pudiendo ver que es una cuadrante de los días de la semana y las raciones de comida que debería ingerir.- Básicamente es carne roja, cereales, huevos, pasta y poco más. Te ayudará a subir de peso.

 

- Vale.

 

- ¿Duermes bien?

 

- Sí.- La respuesta sale tan fácil y rápido que casi le asusta. Su médico le mira seriamente.

 

- ¿Seguro?

 

- Sí.

 

- ¿Cuantas horas duermes al día?

 

- Depende. Tengo un horario complicado.

 

- ¿Mínimas?

 

Las horas mínimas que podía llegar a dormir al día era ninguna, pero eso no iba a decírselo.

 

- No lo sé. Cuatro o cinco.

 

- Jonghyun...

 

El doctor aprieta los labios en una fina línea, pero no dice nada más. No, porque él no puede ayudarle si el chico no quiere, así que solo se despide de él, le dice que le espera en su próxima revisión médica el mes que viene, mientras ve a Jonghyun salir despreocupado de la consulta.

 

Esa noche Jonghyun no duerme, pero es habitual, así que no le da importancia.

 

Ni si quiera le importa el dolor de cabeza con el que esta acostumbrado a convivir, ni que el café le pone demasiado nervioso, o los mareos que siente mientras ensaya para su próximo concierto. Todo es habitual. Incluso la mirada de preocupación de toda la gente a su alrededor cuando hacen un descanso para comer, pero él niega, diciendo que no tiene hambre, que está bien, que no está cansado.

 

Por eso se sienta en el borde del escenario, con una botella de agua fría en la mano, y no le sorprende cuando Jinki aparece a su espalda, con un bol de algo en la mano.

 

- ¿Seguro que no quieres comer?

 

- Estoy bien.- Le cansa repetir tanto la misma frase.

 

- Te he traído un poco de sopa.

 

- Jinki, por favor.- Se lo pide, con la poca paciencia que tiene, porque le duele la cabeza, tiene calor, está cansado y lo último que quiere es lidiar con la pesadez de la gente.

 

El líder suspira, mordiéndose el labio inferior para no replicar que él sabe que Jonghyun no está bien, que su cara está demasiado pálida, que sus ojeras son demasiado pronunciadas, y que desde ahí puede ver como se le marcan las costillas bajo su camiseta sin mangas. Prefiere callarse, porque también sabe que el rubio no le hará caso y en lo único que desembocará eso es en una discusión, como las que tiene con Kibum cuando le echa en cara que está preocupando a todo el mundo por su inmadurez.

 

El ensayo termina, y todos se van satisfechos a sus casas a descansar, porque al día siguiente tendrán el primer concierto de su gira y tienen que estar todos con el cien por cien de sus fuerzas.

 

Pero Jonghyun apenas duerme dos horas. Y se molesta consigo mismo y con su organismo, o con su cuerpo, o con lo que sea que no le deja dormir, porque se nota cansado, después de todo el ejercicio que ha hecho ensayando, y de estar dos días sin dormir, está cansado, pero en cuanto se tumba en la cama o en el sofá, su mente se despierta, como si no quisiera dejarle descansar.

 

Sale de casa en plena madrugada, y conduce por las calles desoladas, aunque bosteza cada dos minutos y los párpados se le caen por el sueño, él sigue conduciendo sin rumbo fijo, hasta que llega a una casa que reconoce a la perfección.

 

No sabe porqué siempre termina en ese sitio.

 

Aparca a un lado, y saca su teléfono móvil antes de llamar a la puerta y despertar a algún vecino. Marca el número que ya se sabe de memoria, y llama un par de veces porque sabe que nunca le contesta a la primera.

 

- ¿Si?.- Le contesta una voz adormilada.

 

- ¿Estás en casa?

 

- ¿Dónde voy a estar a estas horas?

 

- Ábreme la puerta.

 

Cuelga antes de que el otro pueda contestarle para decirle que es demasiado tarde, que se vaya a su casa, aunque Jonghyun sabe que siempre le abre la puerta. Escucha algunos golpes, y una maldición, justo antes de oír como las llaves desbloquean el cerrojo y el rostro medio dormido de Minho le da la bienvenida.

 

- ¿Qué haces aquí? Es tarde.- Se queja, mientras el rubio se encoge de hombros, jugando con el móvil en su mano.

 

- Visita sorpresa.

 

- Son las...- Minho gira su cabeza, mirando el reloj que cuelga en el pasillo.- Son las cuatro de la mañana, Jong. Deberías dormir sino mañana...

 

No le da tiempo a terminar la frase cuando siente que tiene que anclar su mano a la puerta para no caerse hacia atrás porque los labios de Jonghyun han chocado bruscamente contra los suyos, y su lengua parece querer saborearlo con unas ansias que pronto se le contagian, entonces empieza a importarle poco la hora que sea, o que mañana tengan que estar temprano ensayando, porque el cuerpo de Jonghyun entre una pared y su cuerpo se siente demasiado bien.

 

Y Jonghyun entiende porqué siempre termina en esa casa. Porque le encanta como las manos de Minho le tocan, su manera de besarle el cuello, o esa posesividad que tiene al envolverle la cadera con sus dedos. Le encanta como le hace el amor en cualquier parte, y como le deja agotado. Le fascina como Minho tiene la delicadeza de acomodarlo en su cama cuando ve que ya no puede más, le ordena que duerma y como su cuerpo le obedece, encontrando ese descanso que tanto ansía.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

*****

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Suspira con alivio cuando nota que dentro de la cafetería hace menos calor que afuera. Odia el verano. Se quita la gorra que lleva puesta, y busca entre las mesas una cabellera negra y lisa, que no le cuesta encontrar sentada en una mesa en la esquina.

 

- Hola, enana.- Dice con cariño cuando llega a la mesa, besando la coronilla de su hermana.

 

Sodam le sonríe con afecto, bebiendo un poco del té que tiene en su taza.

 

- ¿Cómo estás?.

 

- Ocupado, como siempre. ¿Y tú?

 

Se encoge de hombros, pasándose una mano por el pelo y pidiendo un café largo cuando el camarero se acerca hasta su mesa. Mira a su hermana, quien asiente, respondiendo un escueto "bien" a su pregunta, y Jonghyun no puede evitar observar como Sodam se aferra a la taza de té, ni como sus hombros estás demasiado tensos, o el hecho de que todavía no le ha mirado a la cara.

 

- ¿Ha pasado algo? ¿Mamá está bien?

 

- Sí, sí, está todo bien, no te preocupes.

 

- ¿Entonces?

 

- Nada.

 

Su hermana levanta la vista por primera vez desde que ha llegado, y en sus ojos puede ver el nerviosismo, casi mezclado con el temor.

 

- Sodam.- Le reprende, justo en el momento en el que llega su taza de café.

 

- He hablado con papá.

 

Por un momento se queda callado, mirando el café que le acaban de servir. La frase no debería serle extraña. No debería. Es una frase normal para la gente normal. Pero él no tiene padre, nunca lo ha tenido.

 

- ¿Qué?

 

- Papá...

 

- Él no es tu padre.- Gruñe, sintiendo la rabia crecer dentro de él.

 

- Se puso en contacto conmigo hace unas semanas, hablamos y, hace un par de días nos vimos.- Dice, como si no le hubiera escuchado.

 

- ¿Mamá lo sabe?.- Ve como se remueve en su sitio, cada vez más nerviosa, y sorbe un poco más de té.- ¿Lo sabe?

 

- Ella también le ha visto.

 

Resopla, suelta una pequeña carcajada y luego maldice. Sus puños se aprietan, empieza a dolerle el cuello y siente un pinchazo agudo en la sien. De repente las horas de sueño le pesan en cada músculo.

 

- No me lo puedo creer.

 

- Jong, es nuestro padre.

 

- No.- Replica, lleno de ira.- Yo no tengo padre. Tal vez sea el tuyo, porque tú eras demasiado pequeña cuando pasó todo, pero yo no lo voy a olvidar.

 

- Él está mal.

 

- Me da igual. Yo no tengo padre.

 

- Está enfermo, Jonghyun.

 

- ¿Y qué?

 

Aprieta los labios, cuando nota que ha elevado demasiado el tono de voz, y la atención de la pareja de la mesa de al lado está sobre ellos. Ve como Sodam sujeta con fuerza la taza en sus manos y como sus ojos se vuelven demasiado brillantes. Se maldice interiormente, porque no le gusta ver a su hermana llorar, pero no puede con esto. Es superior a él.

 

- Tengo que irme.- Dice, porque prefiere huir a decir algo de lo que se arrepienta.

 

- Jonghyun.

 

- Sodam, en serio. Tengo cosas que hacer.

 

Su hermana asiente, despidiéndose de él y Jonghyun siente que puede respirar mejor cuando sale de la cafetería.

 

Cuando llega a su casa, todavía tiene el estómago revuelto, tanto que se salta la comida al mediodía, y cuando llega la hora de la cena, va a la cocina, quedándose ensimismado mirando la nevera, porque sabe que tiene que comer algo, ya que está empezando a marearse y al día siguiente tiene otro concierto, pero no puede, porque el nudo que tiene en la garganta le hace tener arcadas, y sabe que tampoco va a poder dormir esa noche, y probablemente tampoco las siguientes, así que coge una botella de vino, una copa y se sienta en el sofá.

 

Descorcha la tercera botella cuando empieza a notar que todo le da vueltas, pero no le importa, y a duras penas consigue llenarse la copa otra vez sin tirar ni una sola gota fuera. Bebe, porque no hace más que recordar las palabras de Sodam, y no quiere. Quiere olvidarse. Olvidarse de su padre, del hecho de que ha vuelto, olvidar todo lo que ha hecho, todo lo que tuvo que pasar cuando era un crío, y sobretodo olvidar la infancia que tuvo.

 

Solloza cuando está a punto de dar un sorbo a la bebida, y de repente se siente cansado de todas sus emociones, de todas las horas de trabajo y de todo con lo que tiene que lidiar. Las lágrimas surcan sus pálidas mejillas sin descanso, y llora mas fuerte cuando la copa se le escurre entre los dedos y cae sobre la alfombra del salón, rompiéndose y manchando todo. Se tumba sobre el sofá, hundiendo la cara en cojín para acallar los sollozos que le desgarran la garganta.

 

Lo siguiente que siente es una melodía repetitiva dentro de su cabeza. La reconoce al cabe de unos segundos, como la melodía de su tono de llamada. Abre lo ojos, y vuelve a cerrarlos acto seguido porque el sol entra directo por las ventanas y siente como si las pupilas fueran a fundirse dentro de sus párpados. Se levanta del sofá, haciendo sonar las vértebras de su cuello y brazos en el proceso, cuando se sienta lo primero que nota es el fuerte olor a vino que ha dejando la mancha en la alfombra y su estómago se retuerce, haciéndole correr hacia el baño para poder vomitar. Las arcadas siguen convulsionando su cuerpo aún cuando ya ha desechado todo el alcohol de su organismo, se apoya contra la pared fría del baño cuando su estómago le da un respiro, justo en el momento en que su movil vuelve a sonar. Se levanta a duras penas, con la boca pastosa y sabiendole a ácido, cuando responde a la llamada de su teléfono.

 

- ¿Dónde estás?.- La voz de Jinki le ataca antes de ni si quiera poder abrir la boca.- Hace media hora que deberías estar aquí.

 

Jonghyun parpadea, y separa el móvil en de su oreja para poder mirar la hora, y situarse en el porqué Jinki está echándole la bronca. Entonces recuerda que debería estar ensayando.

 

- Estoy de camino.- Carraspea, porque su voz ha soñado ronca y pastosa.

 

- Date prisa.

 

- Vale.

 

Cuelga la llamada, avanzando rápidamente hacia el baño para enjuagarse la boca y darse una ducha rápida. Se mira en el espejo justo antes de salir, y el aire se le clava en el pecho cuando ve su reflejo. Su cara es un desastre. Sus ojeras son tan violáceas que de lejos podrían ser negras, su tez nunca había sido tan pálida y sus labios apenas tienen color. Parece enfermo. Suspira, cogiendo una gorra, unas gafas de sol y una máscara. Reza para que nadie pregunte por su aspecto.

 

Sus súplicas no son escuchadas, y al menos una docena de personas le preguntan si se encuentra bien. Él responde que sí a todos. Pero después de varias horas ensayando, su afirmación acerca de su estado se vuelve más dubitativa, porque empieza a encontrarse realmente mal. Siente un sudor frío por todo su cuerpo, las manos se le adormecen y nota la boca reseca.

 

Minho se acerca a él, sujetándole por el brazo, porque ni si quiera ha notado que su cuerpo tiembla como una hoja y ha empezado a tambalearse.

 

- Jong, ¿estás bien?

 

Niega por primera vez con la cabeza, porque nota que ni si quiera es capaz de separar la boca para hablar. Ve a Minho hablar, le ve porque es incapaz de escucharle, como si su oídos hubiesen dejado de funcionar, y está a punto de decirle que siente que va a vomitar, que está demasiado mareado, cuando todo a su alrededor se vuelve negro, desmayándose sobre Minho.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

*****

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Cuando era pequeño, siempre había creído que la vida de un famoso era fácil.

 

Ahora no lo cree tanto.

 

Aunque puede que solo sea su vida, que es una mierda. Porque tampoco es como si viera a sus compañeros haciendo este tipo de cosas.

 

- Kim Jonghyun.

 

Se levanta cuando escucha su nombre, y sigue al hombre que le ha llamado hasta la consulta. Cuando entra se fija en que más que una consulta de un médico parece un despacho. Las paredes están pintadas de un verde claro, tiene un sofá blanco a un lado y en el centro un escritorio con una par de sillas en el mismo color que el sofá. Sabe que no está exactamente en un hospital, pero no puede evitar que todo esto le huela a enfermedad.

 

- ¿Cómo estás?

 

- Bien.

 

- Tengo entendido que no te apetecía mucho venir.

 

Jonghyun se encoge de hombros, porque los muchos años que ha pasado frente a las cámaras le han ensañado que a veces no es bueno ser del todo sincero, y no creer que sea bueno decirle al doctor que no, que efectivamente lo último que quería hacer en ese día era visitar un loquero, pero que su mánager ha insistido tanto después de ver cómo se había desmayado, que el hecho de tener que estar ahí le suponía un dolor de cabeza inferior al que tendría que soportar si no hubiera aceptado ir al psicólogo.

 

- Tu médico me ha dicho que tienes un pequeño problema con la comida y con el sueño.

 

- Vaya, si que le han dicho cosas.- Comenta irónico, haciendo reír al doctor.

 

- Preferiría que me contases algunas cosas tú mismo.- Dice el psicólogo, tecleando algo en su ordenador.- ¿Cuántas comidas haces al día?

 

- Normalmente dos.

 

- ¿Comida y cena?

 

- Sí

 

- ¿No desayunas?

 

- No.

 

- Supongo que tendrás un horario ajetreado.- Comenta el doctor con una sonrisa agradable pero que a Jonghyun le crispa porque siente como si estuviera en un interrogatorio.

 

- Sí.

 

- ¿Por eso te cuesta dormir?

 

- Supongo.

 

- ¿Siempre contestas con monosílabos?

 

Jonghyun se queda unos segundos callado, y luego se encoge de hombros, recostándose en la silla.

 

- Solo a veces.

 

- ¿Te cuesta más dormir o mantanerte dormido?.- Pregunta, volviendo al interrogatorio. Jonghyun bufa interiormente.

 

- Ambas

 

- ¿Vives solo?

 

- Sí.

 

- ¿Y tu familia?

 

- Mi madre y mi hermana viven a unas calles de mi.

 

- ¿Y tu padre?

 

- Murió.- Miente.

 

- ¿De qué?

 

- No lo sé.- Responde sin mucha importancia, cuando el doctor clava su mirada en el. Por un momento Jonghyun se pregunta si sabe que le está mintiendo.- Falleció cuando yo era muy pequeño.

 

- ¿Tienes pareja?

 

- No.- Contesta casi de forma automática, y un segundo después le viene a la cabeza la imagen de Minho y esa pseu-relación que tienen.- No tengo.

 

- ¿Tienes algún tipo de relación sentimental con alguien?

 

- ¿Importa?.- Replica el cantante, arqueando una ceja de forma inquisitiva.

 

- Si interfiere en tu modo de vida, sí, importa.

 

- Mis relaciones sexuales no interfieren en mi vida.

 

- Bien.- El psicólogo se toma unos minutos para terminar de escribir en su ordenador, antes de volver a preguntar.- ¿Fumas?

 

- No

 

- ¿Consumes algún tipo de droga? ¿Cocaína, heroína, cannabis...?

 

- No

 

Y aunque lo hiciera, no se lo diría.

 

- ¿Alcohol?

 

- Solo cuando tengo algo que celebrar.

 

- ¿Sientes estrés en tu trabajo?

 

- Según la época, pero ahora mismo no.

 

- ¿Cómo has llegado hasta aquí?

 

- En coche.- Responde, sin entender muy bien a qué viene la pregunta

 

- ¿Vas a irte en coche también?

 

- Sí.

 

- ¿Alguien de tu familia tiene antecedentes psiquiátricos?

 

- No que yo sepa.

 

- ¿Es la primera vez que vienes a un psicólogo?

 

- Sí

 

- ¿Cómo es la relación con tus compañeros?

 

- Buena

 

- ¿Te sientes a gusto con ellos? ¿Te apoyan?

 

- Sí. Siempre.

 

- ¿Desde hace cuánto tienes problemas para dormir?

 

- Desde hace muchísimo tiempo, siempre me ha costado dormirme.

 

- ¿Qué haces en tu tiempo libre?

 

Jonghyun suspira, pasándose una mano por el pelo.

 

- Leo, compongo, veo la televisión. No sé, lo normal.

 

- Ya.

 

- ¿Faltan muchas preguntas?.- Cuestiona esta vez el rubio.

 

El doctor sonríe con algo de pesar, dejando de escribir.

 

- No, solo son preguntas rutinarias para establecer un perfil.

 

- ¿Y ya lo ha establecido?

 

- Sí, Jonghyun. Ya hemos terminado.- Termina diciendo, porque ve al cantante cada vez más reacio a contestar.

 

- Genial.

 

- Te recetaré unas pastillas para dormir. Tienes que tomártelas media hora antes de ir a la cama. Respecto a la comida, estaría bien que hicieses más de dos comidas al día.

 

- Me extraña que mi médico no le haya dicho ya que tengo una nueva dieta.- Comenta con ironía.

 

- Lo hizo, pero sé que no la estás siguiendo. Aquí tienes la receta.- Contesta, tendiéndole un papel.

 

- Bien, adiós.

 

- Nos vemos el mes que viene.- Se despide el psicólogo

 

Jonghyun no le responde, porque no va a volver ahí, ni el mes que viene, ni los siguientes.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

*****

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

No recuerda ciertamente qué están celebrando, pero lo celebra. A lo grande.

 

Ríe cuando ve a los chicos del equipo de sonido quitarse las camisetas, subidos en la barra de la discoteca, mientras los demás les tiran sus copas de alcohol por encima. Se carcajea, tose un poco y bebe lo que le queda en el vaso hasta el final, para luego acercarse hasta donde esta el camarero y pedir otra.

 

Ha bebido demasiado, lo sabe cuando al coger la copa que le sirven, la mitad se le desparrama por la mano, dejándole los dedos pegajosos, pero no le importa, porque está celebrando, no sabe si su ultimo concierto en la ciudad, o su primer concierto de la gira mundial que tienen por delante, pero está celebrando algo.

 

- ¡Jonghyun!

 

Se gira cuando escucha su nombre por encima de la música, encontrandose con uno de los chicos que forman su cuerpo de baile.

 

- ¿¡Qué tal!?

 

- Bien, ¿¡y tú!?

 

- Genial.

 

Ambos ríen, y chocan sus copas en un brindis que no tiene lugar.

 

- La fiesta está en lo más alto.

 

Jonghyun mira a su alrededor, y se da cuenta de que el chico tiene razón, porque el espacio reservado que le ha dejado la discoteca es un auténtico lío de cuerpos bailando, gritando, saltando y riendo. Puede ver a Taemin, haciendo movimientos raros con su cuerpo, riendo sin parar, y a Minho saltando encima de un bafle.

 

- Y lo que queda todavía.- Responde, porque sin duda no parece que la fiesta vaya a terminar pronto.

 

- Ya ves, porque mira que he conseguido.

 

Jonghyun enfoca su vista hacia lo que el bailarín le extiende en la mano. Con la poca luz que hay le cuesta reconocerlo, pero pronto puede reconocer un par de pastillas.

 

- ¿Qué es?

 

- LSD.- Ve al chico sonreír a través de la oscuridad, y vuelve a mirar hacia las pastillas.- Me las ha dado un amigo y son geniales.

 

- No sé si yo...

 

Antes de terminar la frase, una de las pastillas ya está en su mano, mientras el bailarín ríe, palmeandole el hombro.

 

- Vamos, Jong. No te pasará nada por tomarte una. Te aseguro que te mejorará la noche.

 

Jonghyun se queda en la barra, mientras sigue bebiendo de su copa, pero no con las mismas ganas que antes, porque la pastilla todavía sigue en su mano, quemándole, cosquilleando entre sus dedos, y se pregunta si no será verdad lo que le ha dicho, que no pasará nada por tomarsela, que seguramente nadie lo notara, y tal vez, es lo que necesita para olvidar del todo.

 

Mira alrededor, observando que nadie concretamente se fija en él, que todo el mundo va a su aire, disfrutando de su propia fiesta, y luego baja la vista hacia la pequeña pastilla azul que sujetan sus dedos, y se dice que por una vez, no pasará nada, así que se la mete con cuidado en la boca, la deja pegada al paladar y luego sorbe un poco de bebida para tragárselo.

 

Las siguientes horas le pasan difusas por la mente, y por más que lo intente, no recuerda como ha llegado a estar bailando entre un tumulto de gente, ni que de entre todas esas personas, Jinki haya decidido bailar pegado totalmente a él, pero no le importa, lo disfruta. El cosquilleo que siente en sus extremidades, en su nuca y debajo de la lengua le dice que lo disfrute al cien por cien. Por eso, cuando siente una presión en los labios, y abre los ojos para ver y sentir como Jinki está besándole, él le corresponde. Porque quiere disfrutar por una vez. Cuando se separan, Jonghyun ríe sin ningún motivo, y Jinki ríe con él. Y vuelven a besarse, cada ver más frenéticos. Pero Jonghyun siente como el cosquilleo agradable que siente en los brazos y las piernas, se le traslada hacia el estómago, convirtiéndose en algo molesto.

 

Se separa de los labios de Jinki, porque de repente le cuesta respirar, y siente que todo le da demasiadas vueltas. Escucha a Jinki llamarle, y decirle lo feliz que está, lo mucho que lleva esperando por eso, callando esos sentimiento. Y Jonghyun se pregunta de qué está hablando, porque él no entiende nada, porque sus oídos parecen haber dejando de funcionar y siente que en cualquier momento su mente va a apagarse como cuando se desmayó días atrás.

 

Está a punto de decirle a Jinki que se calle, que está a punto de vomitar, que esa pastilla que se ha tomado junto con todo el alcohol le ha sentado mal, que quiere dormir, pero su boca se bloquea, el estómago se le retuerce y una arcada sube hasta su garganta, justo en el momento en el que ve a Minho, parado entre toda la multitud mirándole fijamente. Y, en ese momento, hubiera pagado lo que fuera para que el lugar estuviera un poco más oscuro, y así evitar ver la mirada de decepción con la que Minho le miraba.

 

Se separa abruptamente de Jinki, demasiado brusco porque tiene que sujetarse a una columna cercana para no caerse, y atraviesa la multitud de gente con la mirada fija en la espalda de Minho, quien pronto sale del local.

 

El viento le desestabiliza, y los oídos le zumban cuando sale de la discoteca, mira hacia todos los lados hasta que reconoce la chaqueta roja de Minho, y corre tras él.

 

- ¡Minho!.- Grita en medio de la calle.

 

El menor se gira pero no se detiene, solo vuelve a su camino, andando cada vez más rápido, como si estuviera huyendo de él. Escucha la voz de Jinki llamarle a su espalda, pero su mente en ese momento solo se concentra en la espalda del rapero, en las ansias que siente de repente por detenerle.

 

- ¡Minho!

 

Corre a duras penas, con las piernas temblorosas y tropezándose cada dos por tres, pero consigue llegar hasta el rapero, cogiéndole por el brazo para detenerle.

 

- Sueltame, Jonghyun.

 

- No, no. Espera.

 

- No quiero esperar, no quiero nada de ti.

 

- No, yo... Puedo explicártelo.

 

- ¿El qué? ¿Vas a explicarme que te has tropezado y has caído sobre la boca de Jinki?.- Bufa sardónico.

 

- No, yo...

 

Jonghyun intenta tragar saliva, pero su boca esta seca, intenta que su mente funcione, que sus piernas dejen de temblar, y se pregunta cuándo a empezado a sudar tanto, cuándo su corazón parece a punto de salirse de su pecho.

 

- Déjame hablar.- Pide, mirando a Minho suplicante.

 

- Bien, habla.

 

Respira con dificultad, siente las gota recorriéndole todo el cuero cabelludo hasta el cuello, y nota que tiene que abrir y cerrar las manos para poder tener un poco de sensibilidad en los dedos.

 

- Yo... Yo...

 

- ¿Vas drogado?.- Pregunta Minho de repente.

 

- ¿Qué? No.- Lo niega también con la cabeza, pero el mareo se vuelve más profundo, su respiración más errática, y cuando Minho le sujeta la cabeza, he inclina su rostro hacia la luz de una farola, él no puede hacer nada para evitarlo porque se siente sin fuerzas.

 

- Joder, Jonghyun.- Escucha a Minho maldecir mientras le suelta.

 

- No, Minho.

 

- ¡Deja de decir que no! Tienes las pupilas tan dilatadas que apenas se te ve el iris.- El menor niega, se sacude el pelo y da un par de vueltas sobre si mismo como si se sintiera desesperado, mientras Jonghyun solo es capaz de estar ahí, apoyado contra la pared para no caer al suelo.- No puedo más con esto.

 

- Minho.

 

- Lo he intentado, sabes.- Dice, mirándole con pena, mientras niega con la cabeza.- He intentado ayudarte porque pensé que lo conseguiría, que algún día superarías lo que sea que estás pasando, pero no puedo. Esto está acabando conmigo.

 

- Minho, tú... Tú me ayudas. De verdad. Soy yo... Yo... Cambiaré.

 

- ¿Cambiarás el qué?.- Jonghyun se queda en silencio, maldiciendo porque su mente no es capaz de hilar una respuesta.- ¿Lo ves? Ni si quiera sabes qué estás haciendo mal porque no te dejas ayudar, nunca escuchas a nadie.

 

- Minho.

 

Su voz sale rota. Tan rota como él. Y solo ahí se da cuenta de que ha empezado a llorar, que su garganta se está deshaciendo en sollozos y que apenas puede respirar.

 

- Mírate, Jonghyun. Vas tan borracho que seguramente mañana no recordarás nada. No comes, no duermes, te aislas de todos, y nosotros no hacemos más que preocuparnos por ti. Yo me preocupo por ti. Tanto, que a veces me olvido de mí mismo. Y estoy cansado de esto. Estoy harto de que seas tan egoísta que ni si quieras te das cuenta.

 

- No, no. Solo... Dame una oportunidad. Te juro, te lo juro.

 

Suplica, aunque ni si quiera sabe exactamente qué es lo que está pidiendo, solo sabe que no quiere ver a Minho negar con la cabeza como hace en ese instante, mientras se aleja de él. Le llama, casi desgarrandose la garganta, mientras intenta retener a Minho, porque no quiere que se vaya, pero en cuanto se despega de la pared sus piernas flaquean, cayéndose de bruces contra el suelo, y la arcada que tenía atascada en la boca del estomago le sube, haciéndole vomitar todo el alcohol que había ingerido, mientras sus ojos siguen expulsando lágrimas y se pregunta en qué momento se ha quedado tan solo. Tan roto.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

*****

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Le pitan los oídos; eso es lo primero que puede reconocer en cuanto su conciencia se despierta. Lo segundo que reconoce son las náuseas que tiene.

 

Su espalda ya no se resiente cuando se arquea para vomitar en el lavabo. Últimamente ese es el único 'buenos días' que tiene. Se enjuaga la boca y la cara, y luego se encamina hacia la cocina para ponerse algo frío en los ojos porque los tiene hinchados. Las botellas de vino vacías ya casi no le caben en la bolsa basura, pero eso es lo menos que le importa cuando oye cómo llaman a la puerta.

 

- Hola, cariño.

 

Suspira, dejando entrar a su madre, y prefiere andar por el pasillo sin mirarse en el espejo que tiene en la entrada porque realmente no quiere ver qué aspecto tiene en ese momento.

 

- Hola, mamá.

 

- ¿Cómo estás?

 

- Bien.- Miente. Porque es más fácil mentirle que explicarle toda la verdad; todo lo mal que hay en él.- ¿Y tú?

 

- Bien.- Su madre se sienta en la barra del bar de la cocina, mientras él prepara café, aunque no le apetezca tomárselo.- ¿Has hablado con tu hermana?

 

- Sí.- Afirma, sacando una taza de una estantería.

 

- ¿Te dijo...? ¿Te dijo lo de tu padre?

 

- ¿Qué padre?.- Cuestiona serio.

 

- Jong...

 

- ¿Sacarina o azúcar?

 

- Jonghyun.

 

- ¿Sacarina o azúcar, mamá?

 

- Azúcar.

 

Jonghyun asiente, como si la conversación no fuera con él, sirviendo dos tazas de café, pasándole una a su madre junto con el bote donde guarda el azúcar. Beben en silencio, y la tensión y la mirada culpable de su madre está empezando a devolverle el estómago. No sabe si tiene algo más que vomitar.

 

- Está enfermo.- Termina diciendo la señora Kim, sin poder soportarlo más.

 

- No me interesa.

 

- Jonghyun, escucha...

 

- No quiero saber nada de él, ¿es que nadie lo entiende?. Ni si quiera sé cómo has podido ir a verle.

 

- Porque en esta vida tenemos que saber perdonar, Jonghyun.

 

- Ah, vale.- Dice, con falsa comprensión.- Entonces tengo que olvidar todo lo que nos hizo.

 

- Está arrepentido.

 

- Más tendría que estarlo.

 

- Jonghyun, por favor. Solo quiere hablar contigo.

 

- ¡Pues yo no quiero! No quiero hablar con él porque lo odio. Lo odio desde el primer día que te puso la mano encima, desde el día en el me pegó por primera vez y lo odiaba aún cuando tenía que esconder a Sodam de él. Lo odio.

 

- Está bien.- Le susurra su madre, acariciándole las mejillas con cariño para secarle las lágrimas que está dejando caer.- Está bien, cariño.

 

No, nada estaba bien.

 

No lo está cuando su madre abandona su casa un tiempo después y él lo primero que hace es descorchar una botella de vino, y ya ni si quiera se toma la molestia de cojer un vaso, sino que bebe a morro directamente de la botella, y cuando nota que el alcohol ya no le hace efecto aún habiéndose bebido más de la mitad, decide cojer el bote de pastillas que el psicólogo que visitó hace unas semana le había recetado para poder dormir, y se toma un par, porque en ese momento nada le gustaría más que perder la conciencia y olvidarse de toda su infancia, de todos los golpes que vio, de los que recibió y los que tuvo que dar para defenderse.

 

Le gustaría olvidar también todas las noches que pasó en la cama de Minho, y en la sensación que le ha producido el hecho de que el menor le ignora, que ya no se preocupa más de él. Y tal vez, ahora se da cuenta irónicamente de que lo que dicen es verdad, que nunca se valora lo que se tiene hasta que se pierde. Le gustaría no recordar que se siente abandonado por él. Que lo ha dejado solo. Que fue Jinki quien lo recogió la noche en la que lo jodió todo, que a la mañana siguiente el mayor le hizo el desayuno con una sonrisa aunque él se había pasado toda la noche lloriqueando el nombre de Minho entre sueños.

 

Pero su mente no le deja olvidarse de nada.

 

Llora, tan fuerte, que ni si quiera es consciente de que ha dejado caer la botella de vino hasta que esta se estrella contra el suelo. Su lamento es tan profundo, que tampoco se da cuenta de en qué momento ha abandonado su casa, y se ha puesto a conducir sin rumbo.

 

Su lucidez sólo vuelve a él cuando tiene la puerta de la casa de Minho frente a él, y se pregunta, cómo aún estando en esas condiciones, termina ahí.

 

Sorbe la nariz, y parpadea con cansancio. Hace unos minutos que ha dejado de llorar, y siente la cara pegajosa. Mira su móvil, cuestionándose si debería llamar a Minho para que le abra la puerta como habría hecho anteriormente, pero sabe que no le contestará, así que decide picar al timbre directamente. Durante unos segundos, se plantea la posibilidad de que Minho no esté en casa, de que tal vez debería darse la vuelta e irse a la suya, pero el ruido amortiguado de unos pasos le hace quedarse estático frente a la puerta, totalmente expectante.

 

Escucha un suspiro por parte de Minho. Lo escucha, porque ni si quiera es capaz de levantar la vista del suelo para ver la cara del menor.

 

- Jonghyun...

 

- No sé qué hacer.- Reconoce, interrumpiendo a Minho, mientras niega lentamente con la cabeza, parpadeando cuando nota que las lágrimas vuelve a agolparse en los ojos.

 

- Deberías irte a casa.

 

Vuelve a negar, porque eso no es lo que quiere decir.

 

- Mi padre a vuelto. Y yo... yo no sé qué hacer. No sé qué estoy haciendo.

 

Se lleva las manos a los párpados cuando siente como las lágrimas vuelven a caer. Respira hondo, e intenta por todos los medios estabilizarse para no darle a Minho más pena de la que ya está dando.

 

Nota un suave peso sobre los hombros, y al abrir los ojos puede ver a Minho a unos centímetros de él, puede ver su mirada llena de cariño y posiblemente lástima y puede sentir a la perfección como el moreno le aparta las manos del rostro para poder secarle las gotas de agua salada que le humedecen las mejillas.

 

- ¿Te ha pegado?.- Le pregunta suavemente.

 

Y aunque Jonghyun niega, un sollozo se le clava en la garganta, porque debería haber supuesto que Minho se acordaría de la vez que había visto a su padre cuando ni si quiera habían debutado todavía, y como su padre le había propinado un golpe nada más verlo, y como Minho, aun siendo un adolescente se había preocupado por él, como le había protegido y ayudado.

 

Minho vuelve a suspirar, le abraza y le indica suavemente que entre en casa. Se tambalea cuando el agradable calor de la casa de Minho le da la bienvenida.

 

- ¿Has bebido?

 

- Un poco de vino.

 

- ¿Solo eso?

 

- Me he tomado también dos o tres pastillas para dormir.- Admite, porque a esas alturas no le quedan fuerzas para mentir, para hacer creer al mundo que está bien.

 

- Vamos al baño. Tienes que vomitar.

 

Le cuesta más de lo que hubiera supuesto, porque él creía que su cuerpo ya se habría acostumbrado a vomitar, pero en las primeras arcada no consigue expulsar nada, y no es hasta después de un buen rato que su estómago colabora y le ayudar a deshacerse de todo el alcohol que ha ingerido. Cuando termina, Minho le espera con la bañera llena de agua.

 

- No quiero ducharme.- Protesta, porque se siente tan cansado de todo, que lo único que quiere es dormir.

 

- Te sentará bien.

 

- Minho, por favor...

 

- ¿Ni si quiera vas a ducharte conmigo?

 

Se queda en silencio, sopesándolo durante un segundo, y cuando Minho se acerca a él, y le alza la camiseta sobre el estómago él decide que tal vez tiene razón, que le sentará bien, porque no se había dado cuenta de las ganas que tiene de sentir a Minho cerca suyo. Por eso cuando se recuesta en la bañera, y siente el agua caliente adormecerle los músculos agradablemente, él no puede evitar acercar su boca a la del menor, ansiando algún contacto.

 

- Jonghyun, para.- Le advierte, separándole de él por los hombros.

 

- Minho, te he echado mucho de menos.

 

Suspira, y sabe que eso es suficiente cuando siente que esta vez Minho es quien le besa, y le deja perderse como otras tantas veces entre sus labios, y la suavidad de sus caricias que él siente que esta vez son especialmente cariñosas.

 

Cuando el agua se vuelve demasiado fría y deciden que es hora de salir de la bañera, Jonghyun siente algo que hacía tiempo que no sentía; se siente reconfortado. Casi querido.

 

Y no es que no tenga a personas a su alrededor que le quieran, es que el cariño que le da Minho es algo más suave pero más sentido, algo más sutil y cálido. Es algo más sano.

 

- ¿Has cenado?

 

La voz de Minho le saca de sus cavilaciones mientras deja que el menor le envuelva en un albornoz y le seca el pelo suavemente con una toalla.

 

- No.

 

- Vamos a cenar, entonces.

 

Jonghyun estuvo a punto de decirle que no tenía hambre, pero cuando vio el bol de sopa frente a él, acompañado de un plato de arroz y verduras, su estómago no pudo evitar gruñir, mientras la boca le salivaba sin poder recordar cuando fue la última vez que comió apropiadamente.

 

Terminó de cenar antes que Minho, y cuando el menor le dejó un par de prendas para que pudiera dormir agusto, no supo si fue porque por primera vez en semana se sentía bien, o tal vez porque las pastillas que se había tomado le estaban haciendo algún efecto, pero en cuanto se tumbó en la cama, el cansancio le consumió, dejándole dormir toda la noche.

 

Cuando despertó, el olor a comida fue lo primero que percibió. Su estómago se queja, y él se revuelve, porque el calor de las sábanas le hace querer estar todo el día ahí tumbado, pero la inquietud de estar despierto le hace levantarse del todo, caminando somnoliento hasta la cocina, donde Minho está muy concentrado en preparar el desayuno.

 

- Buenos días.- Le saluda el menor, cuando ve a Jonghyun recostado contra el marco de la puerta.

 

El rubio le corresponde el saludo, mientras ve como Minho coloca toda la comida ordenada en una mesa, y se da cuenta de lo cotidiano que parece todo, de que podría llegar a acostumbrarse a hacer esto todos los días. Y él sería feliz solo con ver a Minho preparar el desayuno.

 

La melodía de su teléfono le corta los pensamientos. Sale de la cocina, buscando su ropa en la habitación de Minho, contestando rápidamente cuando se da cuenta de que es su mánager quien lo llama.

 

- ¿Sí?

 

- Jong, pasaremos a buscarte para ir al ensayo en unos cuarenta y cinco minutos.

 

- Eh... Estoy en casa de Minho.

 

Su mánager se queda en silencio durante unos segundos, como si le costase asimilar esa información.

 

- Oh, entonces... Estaremos allí en una hora.

 

- Vale.

 

La hora pasó rápido, y Jonghyun tuvo que admitir que también podría llegar a acostumbrarse a comer por las mañanas. Su médico estaría contento si lo viera. Casi se sentía orgulloso se sí mismo.

 

Cuando su mánager pasó a buscarles, dentro del coche ya estaban sentados Jinki, Taemin y Kibum, quienes se sorprendieron de ver a Jonghyun y Minho juntos, pero decidieron no decir nada, unos por la impresión y otros porque a veces era mejor dejar pasar las cosas si no eran realmente malas.

 

- ¿Cómo estás?.- Le pregunta Jinki, sentado a su lado, mirándole atentamente.

 

Jonghyun se encoge de hombros, echándole una mirada rápida a Minho antes de mirar a su líder y sonreír sinceramente.

 

- Bien.- Contesta.

 

Y Jinki asiente, sin tener más que decir, sin un pero, sin una preocupación, y sin una reprimenda, porque por primera vez en mucho tiempo ve a Jonghyun biensin esa expresión cansada, sin las ojeras oscuras bajo los ojos, ni la palidez en su rostro. Le ve con una sonrisa suave en la cara durante todo el viaje, con los ojos despiertos y hasta con un ligero rubor sano en las mejillas.

 

Sí, Jonghyun está realmente bien.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

*****

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Cuando sale del coche lo primero que percibe es el olor a lluvia.

 

Camina sobre la tierra húmeda, con ese ambiente a soledad y melancolía que siempre envuelven esos lugares.

 

Respira con dificultad cuando llega al lugar que estaba buscando, y después de los años que habían pasado, y en los que Jonghyun al principio se rehusaba a creerlo, ahora puede ver que es cierto.

 

Su padre había fallecido.

 

Cuando su madre se lo comunicó hace unos años, a él le costó creerlo, y las primeras semana no lo asimiló, no llegó a ver la importancia de lo que le había dicho su madre. Después terminó aceptándolo, pero aún así no había sido capaz hasta ahora de ir al cementerio a ver la lápida de su padre. No, porque todavía no podía perdonarlo. Ya no sentía el rencor que había llevado dentro durante tanto tiempo, y que lo que había pasado en su infancia no iba a poder cambiarlo, pero que al fin y al cabo, era eso; pasado.

 

La psicóloga que visitaba ahora le había dicho que estaba en su derecho de no querer perdonar a su padre. Que él había sido una víctima desafortunada y tenía derecho a estar enfadado.

 

Ahora, estando frente a la lápida de su padre no sabía si podía perdonarlo.

 

Jonghyun había madurado. Había tenido tiempo para reflexionar desde un punto sano y lejano todo lo que había pasado, y por eso le costaba tanto disculpar a su progenitor. Porque no lo entendía. No entendía como su padre había podido hacer todo eso sin mostrar nunca ni un gramo de culpabilidad hasta sus últimos días.

 

No lo entendía. No lo compartía.

 

Lo aceptaba, podía arrinconar sus recuerdos en una pequeña cajita en su cabeza, pero estaban ahí. Siempre estarían ahí, junto con todo el dolor que había soportado esos años. Y lo asimilaba, sabía que siempre iba a ser así, y por eso no podía perdonar. Al menos no todavía. Tal vez, algún día, llegaría a hacerlo, pero no ese día.

 

Vuelve sobre sus pasos en el cementerio cuando la primera gota cae del cielo. Sube al coche que lo estaba esperando, y suspira cuando la tranquilidad y la comodidad le dan un recibimiento.

 

- ¿Estás bien?

 

Ha escuchado tantas veces esa pregunta que ya ni le extraña.

 

Sonríe, mirando a Minho quien va sentado en el asiento del conductor, y asiente.

 

Está bien.

 

Cuando Minho le sujeta la mano y entrelaza sus dedos con los suyos, masajeando suavemente, solo para que sepa que está ahí, que le tiene a él para cuando necesite apoyo.

 

Jonghyun sabe, en ese momento, que está bien.

 

Puede que ahora sea más maduro, que piense más las cosas y sea un poco más adulto, pero sabe que hay una pequeña parte de él que siempre será frágil y desestabilizada, que siempre va a haber un momento en el que quiera aislarse de todo.

 

Pero Minho siempre va a estar ahí, aún sabiendo que Jonghyun está roto. Aún habiendo la posibilidad de que a veces se rompa un poco más. Minho siempre va a saber crear un nuevo Jonghyun para el mundo, uno más fuerte y seguro.

 

Y Jonghyun sabe que no podría quererle más de lo que ya lo hace. Que no podría estarle más agradecido de lo que ya está.

 

Porque todo lo que tiene, todo lo que es, es gracias a él.

 

 

Notas finales:

Estoy deprimida. Se nota ¿no?
No sé en dónde leí que Jonghyun -el real- había tenido una infancia difícil, que se había criado con su madre y su hermana y que nunca habla de su padre.
Y yo, hilando conceptos, he decidido escribir esto.

Espero que os haya gustado.

Y aprovechando mi estado de depresión semanal, seguramente esta semana suba la última parte de Ángel. Se que también debería haber actualizado mis otros fics, pero he tenido unos días difíciles, así que intentaré actualizar la semana que viene algo.

Con cariño,
Yo.

 


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