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Pijamas de seda. por andherezu_rosui

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Notas del fanfic:

Notas: Hola a todas aquí les dejo un nuevo fics sobre KHR en donde me gusta desafiar a las del fandom y arrastrarlas a la magnífica visión de un Reborn ukeado XD Espero de corazón que les guste y las invito a leer el resto de mi trabajo sobre la pareja. ¡Y si saben de alguien que este igual de loca que yo y tenga una idea descabellada sobre esta pareja quiero saber quién es!  ¡Ayúdenme a dominar el mundo!  XD bueno no, pero compréndanme quiero leer un fic así de ellos que no sea de mi retorcida mente. ¡Please!

Capitulo único: Pijamas de seda…

 

¡Era como una tortura! Había ocasiones en las que de veras ya no podía resistir, mucho menos últimamente… Desde que ese hombre se paseaba en sus narices vestido de una forma tan tortuosamente ¡Sugestiva!

Odiaba tener que admitirlo aún a esas alturas de su vida, cuando el mismo ya no era un chiquillo cualquiera al que fácilmente se podría ignorar, ¡Y es que ese pijama no dejaba nada a la imaginación!

Hecha de seda pintada de negro ébano, una prenda de  alta costura con un ajuste perfecto en cada pequeño musculo de aquel maduro y trabajado cuerpo de su dulce tortura, hacían que inevitablemente pensara que los pijamas eran subestimados… Era tan patético…

¡Sí! ¡Un pijama! ¡Ese era su problema! ¡Demonios! ¿Por qué rayos existían? ¡El solo usaba unos cómodos pants de algodón para dormir, y eso que lo hacia únicamente cuando tenía la suficiente energía para ponérselos! Porque de lo contrario, simplemente se desnudaba y se dejaba caer rendido en las sabanas de fino satín de su espaciosa cama, después de una misión difícil.

Era el más joven de los guardianes de la familia más fuerte y respetada dentro de la mafia. Pero decir “joven” solo era una especie de broma de mal gusto pues ya no era un niño… Tenía veinticinco años bien cumplidos sin nada que envidiar a ninguno de sus hermanos guardianes, tanto en físico como en poder. Había conseguido ser un valioso guardián para la familia y llenaba las expectativas que su jefe y hermano mayor ponían en el cuándo lo envía de misión a sabiendas que no sería una campaña fácil.

¿Cuántas veces había vuelto arrastrándose al punto de morir en el camino tras una de aquellas letales misiones? Ya había perdido la cuenta… Pero eso no importaba sí al final de todo aquel infierno la persona que más deseaba que lo tomara en cuenta ni siquiera daba indicios de que existía.

-Yare… Yare… Verdaderamente me veo patético…- Se dijo así mismo tendido sobre su cama desnudo al completo tras haber vuelto muy tarde por la noche. Tan borracho como estaba apenas había alcanzado a quitarse la molesta ropa que traía antes de caer rendido en la cama.

En algunas ocasiones aquella “mala forma de dormir desnudo” según los desdichados ojos de su querido Tsuna-Nii al regañarlo le causaba problemas, y eran tan poca cosa que realmente el no veía la pena en hacer nada para cambiar sus hábitos de sueño. O al menos eso pensaba hasta que la tierna I-pin como cada mañana que iba a despertarlo terminaba  muy avergonzada y le propinaba una que otra ocasional cachetada o en su defecto, después de que el grito ofendido de una histérica Haru al encontrarlo en la cocina tomando su acostumbrado vaso de leche con tan sólo una toalla cubriendo su zona inferior al salir de la ducha, omitiendo el hecho de que la castaña fingía no ver lo que había entre sus piernas mientras le gritaba que era un pervertido y quien sabe que más, “tapándose” los ojos con los dedos entre abiertos en sus cóncavas obviamente comentando el hecho de que había crecido muy “bien”.

Aunque… ¿A quién engañaba? ¡Le fascinaba el hecho de ser el causante de las miradas acaloradas de más de una de las chicas de la mansión! ¡Tenia 25 años! ¡Demonios! ¡Había esperado mucho para ser tratado con respeto por sus hermanos! ¡Y causar la oleada de suspiros a su paso que sus hermanos causaban con solo existir! ¿Quién lo culpaba? Por admitir, al menos para sí mismo que disfrutaba de todas las reacciones que su muy “bien” trabajado cuerpo causaba. ¡Podía hacer lo que le placiera! ¡Dormir como quisiera! ¡Y con quien quisiera! … ¿O no?

¿A quién le importaba que su cruel y sádico tormento no se fijara en él, ni reaccionara como los demás?

-Yare…Yare… -Se dijo a sí mismo.- ¿Por qué tengo que pensar en esto cada vez que lo veo con esos pijamas? – Se cuestionó con voz ronca por la mala noche.

Comenzaba a dolerle la cabeza de nuevo y esta vez no era por la resaca, era más bien como el recordatorio de uno de los acostumbrados empujones de su amiga I-Pin, que esa mañana le había dado al ir a despertarlo para desayunar como de costumbre, para después salir despavorida de la habitación dejando la puerta abierta exponiéndolo a la viciosa vista de un Reborn alto y elegante ataviado aun con la tortura de sus fantasías, sus pijamas de seda negra… Ni siquiera le había dedicado más de un segundo al encontrarse sus miradas, antes de colocar en su rostro una mueca de repulsión claramente dirigida a él, para después decirle con soberbia.

-¡Ponte ropa! ¡Deja de exhibir tus miserias de manera tan lamentable!- Dejándolo con cara de perplejidad, le vio alejarse con paso mesurado en dirección a su propia habitación. Sin embargo, mentiría si dijera que aquellas palabras le ofendieron de algún modo, lo cierto era que su cerebro solo podía procesar la figura agraciada de Reborn delineada por aquel pijama negra de seda…

Seda… Ese dichoso material de textiles, lo devolvía nuevamente a sus divagantes pensamientos y su reciente cuestionamiento sobre la importancia de los pijamas, ¡Sí tan solo no le hubiese visto! No se habría acordado de todo lo que últimamente intentaba ocultar con respecto a Reborn. Pero le había visto nuevamente y aquella imagen lo había cautivado con ahínco, las formas de la silueta del mayor eran perfectamente delineadas por los suaves pliegues de aquella tela, delineando la forma de su cintura, la estreches de sus caderas y su firme trasero…

Su tarsero… Bendito placer que le era vilmente negado…

Recordaba haber tragado en seco su propia saliva al observar los sutiles movimientos de Reborn reflejados en las líneas de la tela de sus pijamas, por supuesto que el gusto solo le duro el mismo tiempo en que el hitman tardó en notar su presencia en el umbral de la puerta con una sábana alrededor del torso que apenas cubría lo importante de su cuerpo.

A esas alturas de su vida, había llegado a aceptar que para él era imposible conseguir que el moreno mayor le prestara atención. No importaba cuantos años tuviera, ante los ojos carbón de Reborn el seguía siendo “una vaca estúpida” o “un mocoso”. Sin embargo esa certeza no omitía el impulso casi masoquista de querer intentarlo lo que lo llevaba a su pregunta capciosa de aquella noche…

¿Cómo sería tocar aquel pijama mientras arrinconaba ese cuerpo contra alguna pared disponible?

Sacudió su cabeza intentando borrar cada imagen que su imaginación vívidamente dibujaba para él en su mente. Para asaltarle nuevamente imágenes confabuladas en su cabeza tras preguntarse sin más ¿Qué sentiría Reborn sí le acariciaba lentamente con sus dedos sobre aquella fina seda? ¿Acaso se notaría la erección del mayor por encima de la tela? ¿Qué pensaría Reborn si supiera lo que él estaba imaginando sobre él?

-Seguro me mataría…- Se dijo en voz baja con cierto aire de derrota. - ¿Qué? –Articuló al sentir sobre su espalda una mirada asesina. Giró su rostro sin gesto alguno que delatara nerviosismo el gesto típico que solía poner cuando era más joven y se encontraba siendo “evaluado” por el mayor de ojos negros, de hecho no tenía que esforzarse ya que su rostro maduro había alcanzado una habilidad refinada para ocultar lo que sentía. – Yare, yare…Reborn ¿Pasa algo? –Inquirió al mayor al tiempo que se ponía de pie.

Desde que se había despertado esa mañana, con la habitual rutina y tras haber tomado un baño mañanero que le quitase el olor a cruda que se cargaba, no esperaba ver al moreno de ojos ébano observándolo desde la puerta que la misma I-pin había dejado abierta tras correr como de costumbre sonrojada por olvidar que la noche anterior se había dormido tal como dios lo envió al mundo. Los gritos de la china le habían hecho sin darse cuenta empezar una extraña cavilación sobre la importancia de las pijamas, que pronto se convirtió en pijamas de seda que lo llevo a contemplarlas nuevamente y por segunda vez en el esbelto y delineado cuerpo del que a regañadientes había sido también su maestro.

-¿Podrías al menos dormir con tus calzoncillos? –Escuchó la sedosa y sexy voz del mayor cuestionarlo con cinismo en la voz.

Fue entonces que cavilo las palabras de Reborn al mirar su propio cuerpo que seguía desnudo, de pie y semi de espaldas hacia el mayor, y el cual había estirado en reflejo al ponerse de pie. Arqueó una ceja al notar que su cuerpo a pesar de ser suyo lo encontraba atractivo.

-¿Qué pasa Reborn? ¿Te molesta la vista? – Le devolvió con sorna, girándose al completo hacia el hitman que arrugo levemente el entre cejo. Gesto que lo motivo a agregar con tono sardónico - ¿O sientes envidia ante lo que ves?

El ceño de Reborn se frunció más, y Lambo no pudo evitar dibujar una sonrisa lobuna que coloco en sus ojos el brillo de la adrenalina expectante ante la respuesta del mayor.

-¿Envidia, dices? – Dijo el Reborn con ironía- ¡No me hagas reír! ¡Yo no tengo nada que envidiarte! ¡Vaca Inútil!

-¿Oh, enserio? – Respondió con indiferencia mientras deslizaba una de sus manos sobre sus ondulados cabellos llevando hacia atrás los flequillos que comenzaban a quedarle algo largos, en un gesto que destilaba erotismo al por mayor. - ¡Estoy seguro de que lo que dices podría ser fácilmente rebatido!

-¿A qué te refieres? –Indagó Reborn sin querer mostrando su irritación.

-Yare, yare ¿En verdad me harás decirlo? – Dijo con aburrimiento el Bovino.- Es obvio que con tu “edad” el cuerpo del que estas orgulloso ya no tiene nada que hacer ante mi figura…- Mientras hablaba se había girado lentamente para hacer ver su punto al hitman, que de la nada había terminado por entrar a su habitación y se había situado a apenas unos pasos de él. Trago disimuladamente en seco al no poder prevenir la rapidez con la que se movió el mayor hacia él aunque también había sido su reflejo ante la expectación que aquella reacción en el mayor le había causado.

-¡No tengo que probarte nada! –Le dijo con irritación el mayor acercándose peligrosamente a él.- ¡No tientes tu surte mocoso! ¡Debería enseñarte modales! - Lambo dibujo una sonrisa socarrona que estaba seguro de que era el primer paso para causar su prematura muerte a manos del mejor asesino de la Vongola, pero no le importo dar el segundo paso para provocarle más diciendo con fingido desinterés.

-¿Pero? – Reborn pareció sopesar lo que estaba a punto de responder. - Dime Reborn, ¿No quieres quitarte la ropa y mostrarme?

-¿De qué rayos estás hablando? – Respondió sin quitar su mirada irritada de él.- ¿Por qué tendría que hacer nada por ti? ¡Imbécil!

-Dijiste que no tienes que probarme nada, pero eres orgulloso… ¿Dime, realmente te quedaras tan tranquilo y no me probaras que estoy en un error? An-cia-no… -Deletreo al final con sorna dibujando una sonrisa casi cruel en su rostro. Reborn le observo con recelo y tras analizarle dijo al fin…

-No te queda el papel de manipulador… Vaca estúpida…- Le dijo con enojo en la mirada y en la voz.

Lambo sonrió con petulancia antes de sentarse sobre su cama revuelta sin avergonzase por estar completamente desnudo frente al hitman. Después de todo él se había dado cuenta de que al igual que con Haru e I-pin, Reborn no podía quitarle la vista de encima, a pesar de lo que decía sus ojos se habían mantenido todo el tiempo en su cuerpo y un apenas imperceptible rubor comenzaba a teñir sus mejillas. Aunque quizás sólo era él siendo engreído una vez más…

-Yare, yare ¿Manipulador? ¿Yo? ¡Por favor Reborn! ¿Por qué siquiera lo intentaría? –Dijo picándole el orgullo al mayor.- No fui yo quien irrumpió en una habitación ajena. Aunque no te culpo por querer deleitar tus ojos con un cuerpo como el mío.- Dijo con arrogancia a sabiendas de que el mayor no toleraba eso de él. Poniéndose de pie nuevamente para reafirmar lo que decía.

-¡…..!

Reborn lo observo con intensidad, parecía indeciso sobre cómo reaccionar a lo que él decía y hacía.  Algo que le pareció familiar a Lambo de la mirada de otras personas. Y sonrió satisfecho al notar que Reborn parecía hipnotizado con cierta parte de su anatomía que… Valga la redundancia, no estaba nada mal. Así que con confianza dijo algo que quizás lo ayudase a obtener las respuestas a las múltiples preguntas que tenía en la cabeza sobre aquella pijama de seda. – Sí, no quieres quitarte la ropa…

-……-

-Déjame tocarte…

-¡¿Qué?! ¡Te estás pasando mocoso!- Dijo Reborn convirtiendo a leo en su pistola. Lambo no se dejó intimidar y en cambio estiro su mano hasta tocar el cañón de la pistola con suavidad deslizando sus dedos sobre él, apartándola sin mucha resistencia en realidad, sacándole una sonrisa más de satisfacción que el mayor pareció observar embelesado… O al menos eso quiso pensar… Y con aquella voz sensual que la adolescencia le había dado dijo con lentitud

-Ya que no me dejarás ver tu cuerpo desnudo… Al menos puedo tocarte con mis manos… Mis dedos serán mis ojos al sentir tus formas… Si te toco podre “ver” cada forma, cada imperfección…- Un sugerente sonido escapo de la garganta del mayor al sentir que sus dedos rosaban su clavícula, como no hizo el intento de separarle continuo su sugerente recorrido. - ¿No quieres? ¿O acaso lo deseas?

Lento, tanteo con apenas las yemas de sus dedos el tacto de la seda sobre aquella figura que espera poder tocar con consentimiento del mayor... Casi sintió que su corazón se saldría al ver como el mayor pasaba saliva sin darse cuenta. ¿Quizás un poco más y al fin podría hacer lo que quisiera?

-Así que… Reborn ¿Me dejaras tocarte? O ¿Te iras sin sacarme de mi error? –Con sensualidad relamió sus labios y le dejo ver al mayor el color rosado de su lengua, aquella que podía ocuparse muy bien de él si tan solo el hitman lo permitía. Sintió como un espasmo recorrió al mayor en evidente sorpresa y pensó que quizás había ido muy lejos más sonrió con mayor ímpetu al escuchar al mayor responderle.

-Más vale que te asegures de “ver” perfectamente que yo soy perfecto… No volverás a tener semejante oportunidad de mí… Vaca estúpida… Por esta única vez tú ganas…

-Oh… No esperaba menos del gran Reborn. - Dijo jactancioso.

La mirada altiva y arrogante del mayor lo lleno de expectación ¿Acaso acababa de darle carta blanca para poder realizar algo que no le dejaba dormir desde hacía varias semanas? ¿En verdad podía tocar ese magnífico cuerpo frente a él? Se preguntó con desconcierto al ver como la mano del mayor tomaba la suya y la extendía sobre su propio pecho, permitiéndole tocarlo.

Relamió sus labios en un gesto inconsciente sintiendo que sus palmas quemaban al deslizarse sobre la fina seda de aquel pijama que no hacía más que cumplir la función que se le había destinado, con un lento movimiento deslizo primero una mano hasta el inicio de su cintura, para colocar seguidamente la otra sobre estas.

Una cintura esbelta… Un abdomen plano… Unas caderas estrechas… Piernas largas y firmes… Un trasero redondo… Cada parte que tocaba solo confirmaba una cosa para Lambo Bovino… El cuerpo de Reborn era extraordinario… Incluso bajo el pijama de seda cada centímetro de su cuerpo era como bien había dicho el arcobaleno perfecto...

-Reborn…- Dijo con voz ronca.- Tu cuerpo… Es tal como había imaginado…

*

-¿Qué significa eso? –Cuestionó el mayor descolocado. No comprendía como fue que dejo que ese mocoso le pusiera las manos encima. No estaba pensando con claridad. ¡Por la mafia que no! ¡Ni siquiera sabía porque estaba tan excitado!

Quizás había sido el hecho de que por primera vez aquel mocoso idiota le había claramente desafiado. Hacía mucho que no tenía ese sentimiento de expectación ante otra persona, y el haber visto al mocoso hacia unos días con solo la toalla cubriéndolo había sido su condena.

Si se ponía a considerarlo todo desde el comienzo semanas atrás en una ruidosa mañana como siempre I-pin había salido corriendo desde la habitación del menor como una virgen puritana igual que cada mañana.

Tsuna le había ordenado ir a despertar al Bovino después de escuchar sus gritos porque se le había ocurrido comentar burlón la ineptitud de sus habilidades para manejar a sus subordinados a pesar de que el en persona le había entrenado, por supuesto que aquel hecho no le había parecido al Vongola y mucho menos a una ofendida I-pin que le desafío a ir el si es que era tan fácil.

Fue entonces que Tsuna con aquella sonrisa amable y sádica que en algún momento fue capaz de esbozar cuando se cabreaba le ordeno hacerlo el mismo si se creía lo suficientemente capacitado retomando el desafío de la joven. Por obviedad de circunstancias se vio obligado a cumplir con “tan” importante misión y algo enojado había conseguido despertar al mocoso solo abriendo las puertas de la habitación y sacándolo de la cama a punta de disparos. Dejando a un Lambo medio despierto, medio inconsciente a la mitad del pasillo luciendo su traje de Adán, que no se molestó en apreciar por lo enojado que se encontraba ese día, no se había detenido a ver lo que provocaba cada mañana que Haru o I-pin en su mayoría de las veces chillaran y gritaran avergonzadas al ver al Bovino desnudo.

Pero la curiosidad había podido con el después, sin querer se vio así mismo siguiendo con la mirada al joven guardián del trueno.

Fue hasta una fastuosa mañana tres o cuatro días atrás que había posado sus ojos en aquella figura desnuda que no tenía idea de cuando fue que el Bovino adquirió. Reaccionando impropiamente de sí mismo, se había quedado pasmado viendo cada detallado musculo estirarse, contraerse y marcarse con forme el Bovino bebía de una caja de leche que acaba de sacar de la nevera.

Podía decirse que verle así había sido su perdición… No lo admitiría. ¡Jamás! Pero… Por primera vez aquella mañana sintió alguna extraña urgencia al verle tan magníficamente esculpido. Era cuestión de tiempo, después de eso que un solo pensamiento ocupará su mente…

¿Cómo sería tocar aquel joven cuerpo?

Y ahora estaba ahí, con las manos grandes de aquel mocoso deslizándose sobre su pijama que comenzaba a fastidiarlo, pues la desgraciada causaba una sensación de escalofríos al ser rosada con solo las yemas de los dedos de Lambo. Era un movimiento excitante y seductor, se sentía embriagado por el aroma natural a menta y canela que salían del cuerpo moreno del guardián, mordió sus labios incapaces de encontrar otra manera de ahogar un suspiro extasiado ante aquel toque.

- ¡Deja de jugar! –Le ordeno impaciente por sentir más aquellas manos sobre él. Una sonrisa ladina se formó en la cara del menor y le apreso por la cintura atrayéndole a sentarse en su regazo. Una mano se posó en sus caderas y le obligo a subir una pierna en la cama en apoyo para la sinuosa posición. Sintió que su mano derecha se deslizaba por su espalda delineando sus omoplatos hasta apoderarse de su cuello y deslizarse por la hendidura de su garganta deteniéndose en la clavícula donde sin meditación coló su mano palpando su pecho desabrochando de alguna manera los botones de la camisa negra de su pijama, sin dejar de acariciar su piel hasta que rozo con los dedos sus pezones que le avergonzaron al reaccionar y endurecerse…

-Ahh…

¡Qué demonios! ¿Había gemido? ¡Que alguien le matara! ¡Mejor aún que alguien matara a Lambo! ¡Él no le había dicho que podía lamerle ahí! Pero…

- ¿Te gusta Reborn? –Fue la pregunta socarrona que escucho de labios del menor, ganándose de su parte una mirada fastidiada por no poder negarlo.

La mano que había estado en su cadera se deslizo entonces por sus nalgas y siguieron la curvatura hasta sentir como los dedos largos del menor se deslizaban en la hendidura de su trasero y presionando levemente en el centro ganándose un escalofrió recorriendo su espalda ante el toque.

¡Demonios solo son unos dedos! ¡porque carajos estoy así?! Se preguntó desesperado sosteniéndose de los hombros del menos sin oponerse al escrutinio de aquellas manos y aquella caliente lengua. Su cuello se encontraba siendo explorado con lentitud desquiciante por aquella húmeda extremidad y el simplemente se dejaba hacer como un niño. ¡¿Qué rayos le pasaba?!

Pero estuvo perdido definitivamente cuando en aquellos ojos esmeraldas se vio reflejada la lujuria que sentía el mismo. Empujo a Lambo al centro de la cama y con toda la fuerza de su voluntad se levantó de su lado yendo hacia la puerta.

- ¿Te arrepientes? – Escucho que le cuestionaba el menor, pero le ignoro y tomo la perilla de la puerta cerrándola con seguro. Se giró soltando un suspiro y dibujando una sonrisa en su cara.

-No creas que escaparas tan fácil de esta vaca estúpida…

-No es mi intención para nada Reborn… -Le respondió con la lujuria en los ojos y una sonrisa ladina en los labios.

 

+Fin+

 

 

 

 

 

 

 

 


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