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Devotion por AbiHummel3007

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Notas del fanfic:

Los personajes de esta historia no me perteneces, son de la maravillosa Kubo-sensei y su equipo, como ya mencione, la idea tampoco es mía, esta le pertenece a Okaeri_Kairi quien amablemente me dio permiso de traducir, espero que lo disfruten

Notas del capitulo:

Esta es una historia parelela situada dos años y medio antes de los eventos de Separation Anxiety y que hace referencia a personajes y eventos de la historia principal.

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Eso de arriba son palabras de la autora xD yo cumplo con comunicarselos, espero que disfruten la traducción nos leemos al final.

Devotion

Traducción

 

No había nada que Viktor quisiera más que apartar la mirada, que pretender que no estaba ahí.

 

“¿Duele, no es así?” la voz de Yuuri resonó ligeramente en el almacén, baja y sensual, pero cruel y equivocada a la vez. Viktor sintió que las palabras estaban dirigidas a él, incluso aunque sabía muy bien que eran explícitamente para el vor que lloriqueaba a los pies de Yuuri. Incluso entonces, presionaba contra sus oídos, aún lo hacía sentir enfermo del estómago escuchar en la cama ese mismo tono deseable en un contexto completamente diferente.

 

“Por favor, no más…”

 

Yuuri rio, un tipo de sonido que helaba la sangre.

 

“Los traidores no merecen piedad,” dijo, y Viktor estaba seguro de que se había lamido los labios mientras deslizaba la parte sin filo del cuchillo por la mejilla del vor.

 

“¡No! ¡Por favor! ¡¡Le diré todo!!”

 

“Esto no es sobre información, tonto,” dijo, girando el cuchillo y cortando la cara del hombre. “¿Realmente piensas que no sabemos ya sobre tus pequeñas charlas con los Korotkins?” preguntó, ignorando los gritos.

 

No, los está disfrutando, se corrigió Vitya, queriendo más que nada voltear el rostro. En su lugar, se mantuvo de pie a su lado rígido, con las manos detrás de la espalda mientras Yuuri trabajaba.

 

“Sabías lo que pasaría si traicionabas al clan,” dijo Yuuri, sus ojos brillando por el placer. Viktor no necesitaba ver para saber que estaba excitado, pero intentaba con fuerza no pensar en el hecho de que Yuuri liberaría sus necesidades en Vitya después; su vida sexual era ya lo suficientemente complicada sin tener que admitir que los deseos de Yuuri estaban basados en la sed de sangre y la violencia, más que en el estar con Viktor.

 

“¡¡No!! ¡¡Yo- Yo no- AUGHHH!!”

 

Yuuri le cortó la oreja con facilidad antinatural, golpeando el mango del cuchillo en la sien del vor con suavidad.

 

“No te molestes en mentir, aunque decir la verdad tampoco te salvará en este punto,” se rio. “Grita para mí, ¿lo harías?”

 

Era demasiado para él; Viktor cerró los ojos, tratando de pretender que solo estaba escuchando una película, tratando de no pensar en los gritos que todavía lo acosaban en sueños. Yuuri no lo notaría; estaba demasiado ido en ese punto como para ver algo además de su víctima, aunque eso no evitó que Viktor se sintiera como si hubiese hecho algo imperdonable al apartar la mirada. Solo era que había demasiada sangre, demasiado dolor innecesario… Pero sabía que estaba mal querer esconder esa parte de Yuuri, sabía que era cruel sentirse enfermo por ella, después de todo Yuuri había sufrido por su culpa.

 

“Vitya.”

 

Había un nudo en su garganta, pero se forzó a tragarlo. Estaría en problemas si vomitaba ahí.

 

“Vitya.”

 

Los ojos de Viktor se abrieron rápidamente, sobresaltado ante el sonido de su propio nombre. Se encontró con Yuuri mirándolo fijamente, a menos de un pie de distancia, sus ojos difíciles de leer en la tenue luz.

 

“Oh. ¿Me llamaste?” preguntó débilmente.

 

“Tres veces,” dijo Yuuri secamente, su boca torciéndose ligeramente.

 

“Lo siento, supongo que solo estoy… cansado,” mintió Viktor.

 

Los ojos de Yuuri se quedaron fijos un momentos más antes de darse la vuelta.

 

“No seas tan descuidado en el trabajo,” dijo fríamente. Mientras tiraba el cuchillo en la lona que estaba extendida sobre la mesa, obviamente irritado por algo.

 

Mierda, pensó Viktor, haciendo una mueca mientras Yuuri se quitaba bruscamente los guantes y los tiraba igual de molesto. Yuuri odiaba cuando Viktor desviaba la mirada mientras trabajaba; Vitya sabía que lo hacía sentir peor sobre sus propias inseguridades siempre que Viktor mostraba incluso la más ligera incomodidad en su presencia.

 

“Terminamos aquí,” ladró, cerrando la caja de herramientas de un golpe y buscando en sus bolsillos un cigarro. Viktor miró de reojo al vor, todavía tendido en el suelo, mutilado más allá del reconocimiento pero claramente aún vivo, aunque no sería por mucho tiempo, no en esas condiciones.

 

“Yuuri…” dijo suavemente, sabiendo que caminaba sobre hielo frágil.

 

“¿Qué?” llegó la respuesta. Su tono era peligroso, como si retará a Vitya a pelear.

 

“¿Lo vamos… solo lo vamos a dejar aquí?”

 

Yuuri le dio una mirada asqueada.

 

“¿Qué mierda quieres decir con eso?”

 

“Quiero decir, ¿no vamos… no vamos a llamar a la policía o solo ponerle fin a su miseria o algo?”

 

Yuuri se rio, pero no fue una risa cálida, ni siquiera una cruel. Fue solo una fría, vacía, aunque Viktor creyó poder escuchar enojo en alguna parte de ella.

 

“No se merece eso,” dijo simplemente. Se alejó, dejando a Viktor de pie a solas con el vor.

 

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El silencio en el auto era ensordecedor. Yuuri miraba por la ventana, golpeteando su rodilla con los dedos irritado mientras fumaba cigarrillo tras cigarrillo. Sabía que Viktor odiaba el humo del cigarrillo, y que odiaba ver a Yuuri fumar, así que había hecho un punto al mantener la ventana cerrada. Viktor no dijo nada, tratando se no empujar más a su amante mientras conducía.

 

Ha estado de mal humor por semanas, razonó Vitya, tratando de mantenerse calmado. Yuuri no quería ser pakhan en primer lugar, pero cuando Mikhail murió dos meses atrás, había terminado en el rol en el que él siempre había insistido que nunca tomaría. Vitya se sintió culpable por ello; debía haber sido su herencia, pero desde hacía mucho había probado que no tenía el temperamento, ni la compostura para dirigir un sindicato del crimen. El círculo interno estaba en contra de que él heredará el lugar de su padre, y después de ser presionado por todas partes, Yuuri finalmente se rindió, con la condición de que Viktor actuará como su sovietnik.

 

Y estoy haciendo un trabajo fantástico, gimió internamente mientras encendía las direccionales. Su trabajo era simple, en teoría; hacer todo lo que el pakhan le pidiera, y no cuestionar ninguna de sus órdenes. Pero Viktor nunca había entrenado para ser un subordinado, y mientras que había actuado como soporte y amante de Yuuri por los últimos cuatro años, era completamente diferente cuando se trataba de una relación profesional. Algo había cambiado entre ellos, y Viktor no estaba seguro de como ajustarse, especialmente cuando Yuuri ya estaba en una posición vulnerable para empezar.

 

Ya era lo suficientemente difícil aprender a ser su novio, y ahora ni siquiera puedo hacer eso bien, suspiró. Se dio cuanta un momento demasiado tarde que lo había hecho en voz alta.

 

“¿Qué fue eso?” pregunto repentinamente Yuuri, obviamente buscando pelea.

 

Mierda.

 

“N-Nada,” dijo Viktor, demasiado rápido.

 

“Si tienes un problema, escúpelo.”

 

“No lo tengo… no es nada, Yuuri.”

 

“Te dije que lo. Escupas.”

 

“De verdad yo no-”

 

“¡No mientas-!”

 

“¡Yuuri! ¡Es suficiente!”

 

No había querido gritar, pero Viktor estaba cansado de toda la agresión, de Yuuri saltando por las cosas más simples.

 

“Es suficiente,” repitió, sus nudillos pálidos alrededor del volante. “Sé que estás estresado, pero no puedes seguir haciendo esto, Yuratchka.”

 

Yuuri no dijo una palabra, pero Viktor sabía que había cruzado una línea.

 

“Detén el auto,” dijo Yuuri finalmente, su voz sonaba ronca.

 

“…No puedo hacer eso.”

 

“Detén el puto auto, ahora,” siseó Yuuri, y cuando Viktor lo miró de reojo, vio que había sacado su arma, y le apuntaba directamente a la cara.

 

“Si creer que estar mirando un arma me hará detenerme, estás mal,” dijo Viktor en voz baja, sus ojos en el camino.

 

“No estoy jugando, Viktor.”

 

“Yo tampoco, Yuuri.”

 

Yuuri hizo un sonido furioso y le dio un pisotón al freno. Era algo bueno que fuese tarde y no hubiera otros autos en el camino, o definitivamente habrían causado un accidente. Por un momento ninguno de los dos se movió, Yuuri lo suficientemente cerca para que vitya lo tocará, lo suficientemente cerca para escuchar su respiración agitada.

 

Y entonces Yuuri se apartó, abriendo la puerta del pasajero de un empujón.

 

“Puedes irte a casa caminando, estúpido,” bufó Yuuri mientras disparaba a las dos llantas del lado derecho. “Y no te atrevas a venir a buscarme, o te juró que te mató.”

 

Le tomó a Viktor un momento recobrar los sentidos, pero para el momento en el que abrió la puerta para llamarlo, Yuuri había desaparecido en la noche.

 

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Se sentó en el auto por veinte minutos, golpeándose por ello.

 

“Dios, eso fue malditamente estúpido,” gruñó, echando su cabello hacia atrás bruscamente. “¡Oh sí, Vitya, solo confronta al emocionalmente volátil jefe de la mafia, vamos a simplemente hacerlo enfadar y ver que mierda sucede! ¡Vamos a gritarle y desobedecer una orden directa! ¡Dios, maldita sea!”

 

No tenía sentido, pero gritar sus frustraciones por lo menos le permitía sentirse con la mente un poco más clara. Se cubrió el rostro, sintiendo un dolor de cabeza venir.

 

“Quiero a mi Yuuri de regreso,” murmuró, sintiéndose terrible incluso mientras lo decía. Ni siquiera estaba seguro de a qué se refería con eso; no podía decidir si pedía por el pequeño hermano que había muerto hacia tanto, o por el joven hombre inseguro, y vulnerable con el que había estado durmiendo bajo las narices de su padre y madre por los últimos años. Parecían igualmente inalcanzables ahora, reemplazados por ese asesino temperamental, y violento que Vitya apenas si podía reconocer.

 

“No, eso no es verdad,” suspiró, recostándose en el asiento y mirando el techo. Yuuri siempre había sido así, siempre desde que él había regresado de América. La sed de sangre y el enojo estaban ahí; simplemente no habían tenido una razón para mostrarse. No como ahora.

 

“Soy el peor,” dijo, sintiendo sus ojos picar. “Sigo tratando de separar todos los diferentes lados de la personalidad de Yuuri para mi propia conveniencia… ¿¡Qué demonios está mal conmigo!?”

 

Tenía la sensación de saber la respuesta, pero no quería admitir que el amor podía ser una cosa tan fea y egoísta.

 

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Yuuri no podía decidir si estaba enojado o herido. Probablemente era imposible separar las dos, pero sus emociones estaban fluctuando tan violentamente de un extremo a otro que parecía imposible para un ser humano sentir tanto a la vez. Quería lastimar a Viktor, quería dispararle y hacerlo sangrar, quería golpearlo con todo lo que tenía y arrancar esa mirada estúpida, y traicionada de su bonita cara.

 

¡Deja de mirarme así! Pensó, apretando los dientes mientras caminaba sin rumbo, sin importarle a donde iba. ¡Deja de mirar, deja de sentir lástima por mí! ¡No puedo evitar estar así de enfermo, no puedo evitar ser este!

 

Sus uñas se enterraron en sus palmas mientras se preguntaba que le había pasado al Viktor que le había prometido el mundo y más. Siempre había sido paciente y dulce y cuidadoso… Yuuri sabía que todo era por la culpa, pero los últimos años habían sido como un sueño, a su manera difícil y complicada.

 

Pero ahora… todo lo que puedo ver es esa expresión asustada… está asqueado de mí, puedo verlo…

 

Yuuri nunca había querido regresar a la vida en la bratva, y ese era el por qué; sabía que estaba hecho para ella, sabía que lo disfrutaba. La tortura era su droga, su cúspide, pero después de Nikita, era una droga que había estado determinado a dejar.

 

Tanto para esto, pensó, pateando una roca enfadadamente. Había deseado, ingenuamente, estúpidamente que nada cambiaría entre ellos incluso después de que su padre murió, pero Yuuri simplemente no podía ignorar la manera en que Viktor lo miraba cuando pensaba que Yuuri no estaba poniendo atención.

 

“Duele…” admitió, sorbiendo ligeramente y sintiéndose como un niño idiota por dejar que lo afectará así. “Quiero regresar… Llévame de vuelta, Vitya…”

 

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“Si… Justo afuera de la ciudad. No, bueno, dos de mis llantas están- ¿¡Es ese Georgi!? ¡No, no quiero hablar con él, Mila!” dijo Viktor apresuradamente, pero era demasiado tarde, el teléfono había sido pasado al subordinado de Mila.

 

“Viktor Mikhailovich, buenas tardes,” le llegó la voz profunda, y medida.

 

Vitya suspiró.

 

“Si, buenas tardes, Georgi. ¿Puedes por favor pasarle de nuevo el teléfono a Mila ahora?”

 

“Solo un momento. ¿No se suponía que Yuuri Mikhailovich estuviera contigo?”

 

“…No quiero hablar de eso, Georgi,” dijo irritado. “Solo quiero un aventón.”

 

“Mila Yakovlena no puede conducir,” señaló.

 

Claro que puede; solo que no es exactamente legal. Pero ninguno de nosotros lo es, así que es difícil que importe, pensó Viktor. Decidió no decirlo en voz alta.

 

“Deja que ella decida eso,” suspiró. “Sé que estás muriendo por darme consejos sobre mi vida amorosa, pero en serio, no lo quiero.”

 

“Pero todos sabemos que las cosas han estado difíciles-”

 

“DIJE QUE NO QUERÍA, GEORGI.”

 

El avtorityet hizo un pequeño sonido indignado en el auricular.

 

“Bien. No venga llorando después, comandante.”

 

“Si, no lo haré,” murmuró muy bajo Viktor. Para su alivio, Mila fue la siguiente en responder.

 

“¿Dijiste en las afueras de la ciudad?” preguntó.

 

“Justo pasando el puente norte,” explicó.

 

“De acuerdo, estaré ahí en veinte minutos,” dijo ella. “¡Hey Rodya! ¡Dame tus llaves!”

 

Escuchó una respuesta indignada pero la línea se cortó un momento después.

 

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Yuuri no estaba seguro de cuánto tiempo había pasado antes de cansarse de caminar. Parecieron ser horas, pero el cielo todavía estaba oscuro, y ya que era primavera, probablemente todavía era tarde en la noche. Su teléfono había muerto, y no tenía idea de dónde estaba, pero descubrió que realmente no le importaba. Ya ni siquiera estaba enojado.

 

Quiero ir a casa, pensó, pero no estaba pensando en la casa Nikiforov, ni siquiera en la vaga memoria de Japón escondida en su subconsciente. Realmente no sabía a donde quería ir; solamente quería regresar a algún lado.

 

Perder a su padre había sido duro, pero era más que la muerte de Mikhail lo que pesaba en su mente. Era más que incluso su relación con Vitya. Yuuri solo estaba…

 

Cansado.

 

Tan, tan… cansado.

 

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“Gracias por venir, Mila.”

 

“No hay problema,” dijo desde el asiento del pasajero, su cabello rojo revoloteando un poco en el aire de la ventana abierta. “Agradécele a Kolya por conducir,” agregó. Nikolay rio.

 

“Bueno, no podía dejar que la comandante saliera sola a estas horas,” dijo. “¿Quién sabe cuántos cadáveres dejaría a su paso?”

 

“No soy tan mala conductora,” bufó.

 

“No estaba hablando sobre conducir, señora.”

 

“Ah, en ese caso, veo tu punto,” dijo ella animadamente, apoyándose contra la puerta. “¿Sabes a donde fue Papa, Vitya?” preguntó, sus ojos reflejándose en el retrovisor.

 

“Ni idea,” suspiró Viktor. “Ya no sé qué hacer. Todo lo hago simplemente lo pone mal…”

 

“Ser pakhan no es fácil,” dijo Kolya cuidadosamente. “Quizás Yuri Mikhailovich solo necesita tiempo para ajustarse.”

 

Si el tiempo fuera suficiente, no estaríamos esta situación, pensó Viktor amargamente.

 

Mila se sentó en silencio por un minuto.

 

“Hey, Viktor…”

 

“¿Sí?”

 

“No conozco a Papa tan bien… Quiero decir, nos encontramos un par de veces en las reuniones de la bratva, pero él siempre era muy cerrado. A mis ojos, siempre ha sido algo temperamental y ansioso. Solo cambió cuando tú regresaste. Justo ahora, me recuerda al chico que vi antes de eso.”

 

“¿Él… era así antes?”

 

“Mm,” respondió simplemente. “No sabía que podía ser diferente, hasta que tu llegaste. Nunca había sonreído antes de eso.”

 

Viktor no estaba seguro de que decir. El Yuuri con el que había estado hasta ahora le parecía tan frágil y roto. Mucho peor que el pequeño niño que había dejado atrás, mucho más asustado y confundido de lo que nunca había visto actuar a nadie. Ni una vez Vitya pensó que eso era una mejora, y el pensamiento lo lastimó hasta lo más profundo.

 

¿¡Cuánto sufriste mientras no estaba, Yuratchka!?

 

No lo sabía. Solo había arañado la superficie, solo había reunido lo mínimo indispensable. Estaba asustado de saber más. Estaba asustado de descubrir más. Había sido suficiente antes, pero ahora…

 

No podemos seguir así, se dio cuenta, su corazón doliendo. No puedo ignorar las cosas que no quiero ver. No puedo apartar la mirada; perdí ese derecho hace mucho.

 

Tengo que dejarlo entrar, o lo voy a perder.

 

Levantó la mirada para decirle a Mila que estaba agradecido por el comentario, pero algo atrapó su mirada en la carretera y casi se estranguló con el cinturón de seguridad.

 

“¡DETÉN EL AUTO, KOLYA!” lloró, y no espero a comprobar si realmente se estaban deteniendo antes de arrancarse el cinturón de seguridad y lanzarse después de abrir la puerta. Aterrizó en su hombro, rodando dolorosamente en el suelo un par de pies, pero ignoró el dolor y se puso de pie inmediatamente.

 

“¡¡YUURI!! ¡¡¡¡YUURI!!!!” gritó, esperando haber podido hacer que su voz lo alcanzará antes de que fuera demasiado tarde.

 

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El puente no era tan alto, pero Yuuri nunca había sido un gran nadador. Ni siquiera se había molestado en poner peso extra en sus zapatos o bolsillos; no tenía intención de pelear con la corriente.

 

En las películas, esta es la parte donde las personas se preguntan si duele morir, pensó, incapaz de resistir una especia de risa pequeña, y cansada. Me preguntó cuándo fue que deje de sentir dolor físico…

 

Realmente no podía recordarlo. En algún punto, dejó de importar si era golpeado o violado o cortado, todo era la misma cosa. Ellos lastimaban más que su cuerpo, así que no importaba cuantos moretones dejarán.

 

“Hey, Nikita…” dijo en voz alta. “¿Estás esperándome, después de que salte? Dijiste que personas como nosotros tienen un lugar especial en el infierno, así que sí estás ahí, estoy seguro de que te seguiré.”

 

No estaba seguir si se sentía enfermo o aliviado ante el pensamiento.

 

Por lo menos… Por lo menos Nikita no estaba asustado de mí, admitió para sí mismo.

 

“Tenías razón,” dijo, dejando que el aire frío se llevará su voz. “Solo alguien tan enfermo y torcido como tú puede entenderme. Todo lo que hice fue lastimar y manchar a las personas que me importan. Traté de encajar, Nikita. Realmente lo intenté. Pero… Ya no me importa si no es suficiente. Terminé.”

 

Sus mejillas picaban por el frío, las lágrimas nublando su visión.

 

“Lo siento, Mama. No puedo seguir haciendo esto,” sollozó, presionando una mano en su boca.

 

Lo siento, Vitya, por arrastrarte todos estos años tan egoístamente.

 

Sentía que había más que debía decir, pero no sabía qué. Dio un paso hacia la nada.

 

Y escuchó su nombre, como si estuviera muy lejano.

 

“¡¡¡YUURI!!!”

 

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El agua estaba helada, quemaba sus pulmones, metiéndose en su piel y sus huesos como cuchillos. No se había detenido a pensar, no había hecho una pausa para preguntarse que podría pasarle cuando saltará al canal tras Yuuri. Solo fue después de que ya estaba en el río, tratando desesperadamente de aferrar la manga de Yuuri, que se dio cuenta de que había una posibilidad muy real de que ambos se ahogarán.

 

Por un momento, por un oscuro, y frío momento, dudó. Eso era lo que Yuuri quería. Nadie lo había forzado a saltar, nadie lo había empujado. Y…

 

¿No era esto lo que yo quería también?

 

Por primera vez en casi un año, pensó en Luci, tan claramente como lo había hecho justo después de que había muerto. Ella siempre estaba en sus pensamientos, pero esto era diferente.

 

Si simplemente se dejaba llevar, podría verla de nuevo. Todo lo que tenía que hacer era cerrar los ojos y dejar que el agua se lo llevará.

 

No, eso está mal, dijo otra parte de él. Tú nunca irás al mismo lugar que Luci. No si dejas que Yuratchka muera aquí.

 

Si lo salvas, nada cambiará, discutió consigo mismo. Solo seguirá sufriendo, y no serás capaz de hacer nada para ayudar.

 

Pero sabía que eso era egoísta y autocomplaciente. Era solo una excusa, justo como las excusas que le daba a Nicole cuando estaba demasiado asustado para enfrentar a sus padres.

 

Es momento de dejar de ser un cobarde, Vitya. Si lo amas, tienes que aceptar todo de él. Todo. Sin importar que tan oscuro sea.

 

Si lo amas, sálvalo.

 

Sálvalo de sí mismo.

 

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Alguien lo estaba golpeando. Sus costillas se sentían como si fueran a romper bajo la presión, pero estaba tan desorientado que Yuuri no podía entender que estaba pasando.

 

Entonces tosió, violenta y dolorosamente, y sintió algo mojado deslizarse por sus labios y barbilla.

 

Jadeó por aire, sus manos automáticamente buscando la cosa más cercana a la que pudiera aferrarse. Algo frío y pegajoso las tomó casi inmediatamente, y después alguien lo jaló a un dolorosamente estrecho abrazo, llorando sin sentido en su hombro.

 

“¡Yuuri, oh Dios, Yuuri!”

 

“¿Vitya?” preguntó, su voz se quebró. Solo obtuvo un gimoteó por respuesta, y después Yuuri lo recordó.

 

Oh. Salté.

 

Su corazón se hundió mientras se daba cuenta de que todavía estaba vivo. Viktor probablemente había saltado detrás de él.

 

“Mierda, ni siquiera puedo morir adecuadamente,” gruñó, y estuvo sorprendido cuando un momento después Vitya lo aparto y lo abofeteó tan fuerte que su cuello crujió. Sus ojos azules estaban lívidos, y a Yuuri le recordó dolorosamente a su madre.

 

“Tú… ¡¡Tú!!” pero a Viktor no parecían quedarle palabras. Se inclinó hacia adelante y hundió su cabeza en el regazo de Viktor, llorando hasta su corazón, sus hombros agitándose.

 

Yuuri parpadeó, confundido, pero automáticamente acarició su cabeza por alguna razón.

 

“…Idiota,” dijo. “Soy el único que quiere llorar…”

 

“Por favor, Yuuri, por favor, no me dejes,” se las arregló para decir Vitya, su voz tensa.

 

Yuuri no sabía cómo responder a eso. Parecía estar mal de alguna manera, que Viktor estuviera diciendo algo tan desesperado. Yuuri estaba seguro de haberlo imaginado más tarde, cuando ambos estaban acurrucados entre mantas en el asiento trasero del auto de Kolya.

 

Fue solo cuando Viktor tomó su mano, apretándola con fuerza entre las dos suyas, que Yuuri sintió que tal vez, solo tal vez, todavía había un hogar al cual regresar.

Notas finales:

Estas pequeñas historias laterales nos ayudan un poco con el contexto, espero su love y no olviden darselo a la autora original también, un beso!


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