Obsesión
[Lo observaba todos los días, deseando hablar con él, preguntándose el por qué aquel extraño que vestía con ropas oscuras era tan atrayente como los ojos de una serpiente]
Harry Potter lo observaba todos los días, aquella ligera obsesión comenzó una tarde a finales de mayo, y ahora ya estaban en el mes de septiembre, al principio solo se había fijado en las facciones de ese joven, las cuales parecían de un actor o modelo, pero después su curiosidad había evolucionado a una donde con el paso de los días… se preguntaba el qué haría ese chico tan llamativo.
Todo el tiempo vestía ropas oscuras que hacían resaltar su pálida piel y su figura varonil. A veces su cuello estaba adornado con algo de color, pues traía una bufanda verde con franjas grises.
Cuando Harry tomaba algo de valor para hablarle, este se marchaba subiéndose a su autobús y el Potter terminaba desanimado por ser tan indeciso. Además, miles de preguntas lo atacaban ¿de qué hablaría con aquel desconocido? ¿Se sentiría extraño que un hombre le hablara de la nada?
La idea lo perturbaba un poco.
—Patético…—se decía a sí mismo, esperando que su autobús volviera a pasar, esa era su rutina, dejar ir una vez su transporte para mirar más tiempo a aquel hombre del cual ni sabía su nombre.
Frente a él apareció el camión de color rojo y suspiró cansado, aquel sería otro día donde no le hablaría al misterioso chico de ropas oscuras.
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De nuevo era otro día donde observaría al sujeto de su obsesión. Y otra vez recurriría a intentar entablar una conversación a último momento. Potter soltó un suspiró desalentador y miro de reojo al hermoso hombre que estaba a varios metros de distancia.
¿Cómo se iniciaba una conversación?
Se preguntaba desesperado, cerrando con fuerza sus párpados como si con ello la respuesta llegara mágicamente, pero era inútil. Este sería otro día perdido.
Vio su autobús marcharse por primera vez y dedujo que faltaba poco para que llegara el del desconocido que acosaba. A la lejanía pudo ver al transporte de color azul (el cual pertenecía al atractivo joven) y se resignó, tendría que esperar unos 30 minutos para que pasara de nuevo su ómnibus.
Dejo caer su mirada para ver el mugroso asfalto, ahora no tendría en quién enfocar su atención. Un sentimiento de pesar invadió la boca de su estómago y se reflejó en su rostro, estaba tan concentrado en sus lamentos que no se dio cuenta de nada a su alrededor.
—Así que decidiste no tomar el autobús de nuevo—una voz seductiva arremetió dentro de sus oídos, alzó el rostro y sus ojos chocaron con la imagen del perfecto rostro de ese chico ¿por qué estaba allí y no arriba del transporte?
—Yo…—Harry estaba tan sorprendido que las palabras no se formaban en su boca, incluso se ahogaba con ellas, se sentía como un ratón que acababa de ser arrinconado por un enorme felino.
—¿Tú qué? ¿Acaso eres tartamudo? —comento sutilmente, con palabras afiladas como un cuchillo, se podía notar un leve tono burlón, pero al Potter no podría importarle menos, ahora mismo estaba bajo un hechizo que le hacía perder el control de su cerebro.
El extraño le observaba con interés, como si fuera un experimento. Noto como una de sus cejas se alzaba delicadamente, esperando aquella respuesta que el menor seguía teniendo atorada en la garganta.
—Tom Riddle, ese es mi nombre.
Y una de sus tantas dudas fue aclarada. Harry Potter fue capaz de desviar sus ojos y volver a mirar la transitada calle, sintiendo como la mirada de Tom le quemaba vivo.
—H-H-Harry Potter…
Dijo el menor después de un lapso de varios minutos, aunque parecía que a Riddle el tiempo le era insignificante en ese momento, seguía observándolo con insistencia. Como si de esa forma leyera sus pensamientos.
—Que nombre tan común y que apellido tan interesante…—dijo pensativo, estrechando sus ojos como si intentara recordar algo.
—Lo mismo podría decirse de ti…—habló finalmente, dejando los titubeos a un lado y observando de nuevo el rostro perfecto de ese hombre.
Y allí fue, donde este usó, tal vez, su arma más mortífera.
Sonrió, de una forma que provocó que escalofríos recorrieran toda la espalda de Harry, era como si hubiera sido envenenado por una serpiente.
—Tú y yo ¿tenemos algo en común? Es divertido que llegues a esa conclusión, Harry—susurró el nombre con una elegancia que erizó cada cabello en el cuerpo del chico de ojos esmeralda. Se dio cuenta que, a lo lejos, su autobús comenzaba a aproximarse, pero algo lo mantenía clavado en el suelo.
¿Era el hechizo de Tom?
“Es momento de mi retirada, es momento de mi retirada, es momento de que yo…” pensaba alterándose levemente, sintió una mano serpentear por su espalda subiendo con dominio hasta su hombro. Tragó tanta saliva que contuvo su necesidad de toser.
—Bueno, ya que no vas a tomar el autobús, podemos discutir nuestras “similitudes” en algún lado ¿no lo crees Harry? —ordenó de una forma que el curioso de Potter no pudo contradecir. Aquel extraño que tanto había observado desde lejos, era peligroso, pero estaba perdido desde el momento en donde sus ojos fueron atraídos por él.
Alzó la cabeza y lo encaró, escuchando como el ómnibus se marchaba, dejando atrás su oportunidad de escapar.
Y pudo darse cuenta que aquella arma letal estaba haciéndose más poderosa, pues esa sonrisa era más brillante y maligna que antes.
El demonio le estaba sonriendo amistosamente.
Y sin saber el cómo, fue guiado por aquella mano que emanaba corrupción, podía sentir como era teñido con la oscuridad de aquel hombre.
Pero ya no importaba.
Su obsesión lo había llevado a la boca de la serpiente, y sería engullido hasta quedar corrupto. El demonio le sonrió, lo sedujo, lo engaño y ahora lo consumiría hasta que no quedara nada de su pureza.
Fin