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La balada de la desesperación por Ale Moriarty

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Notas del fanfic:

Advertencias: Es muy posible que cometa Ooc. Angst barato x2. Muerte de un personaje.


Anime/Manga: Daiya no Ace


Pareja: FuruSawa (Furuya x Sawamura)


Palabras: 2,428


Canción utilizada: Drumming song- Florence and the machine


Trastorno psicológico empleado: Trastorno de bipolaridad.

Notas del capitulo:

Notas: Este fanfic es dedicado a dos de mis amigas del fandom, Laura & Millenium. El tema a utilizar fue el siguiente: Songfic + Trastorno psicológico, nosotras nos brindamos este reto. Es la primera vez que escribo de esta pareja así que espero que lo disfruten. De antemano pido una gran disculpa a las personas que padecen esta enfermedad por si mi fanfic no la trata de manera cuidadosa, me informe lo mejor que pude del tema (:

La balada de la desesperación

Tengo desorden bipolar.
No soy bipolar.
No soy mi enfermedad.
Mi enfermedad es una parte de mí.

¿Cuándo me diagnosticaron esta enfermedad? Desde muy pequeño. Mi madre notó que mis comportamientos pasaban de tener un ánimo con mucha energía hasta explotar en ira y arrasar todo a mi paso, de igual manera todo eso se desvanecía y era suplantado por una depresión que me hundía en la miseria más grande.

Mis padres creían que yo solo era un pequeño llamando la atención de maneras excéntricas, no comprendían mi dolor… nadie podía hacerlo. Al no entender qué cosa tenía, yo llegue a considerarme un fenómeno, un extraterrestre, un ser humano defectuoso que no podía controlarse y, con esos pensamientos me preguntaba todos los días cuándo dejaría de sufrir.

Cada día me sentía más y más agotado.

Mi padre se negó a medicarme a temprana edad diciendo que las pastillas solo eran una estupidez creada por las clínicas para obtener más dinero, ese fue un grave y egoísta error de su parte.

Recuerdo bien la primera vez que fui hospitalizado, tuve una crisis maniaca y permanecí 50 días internado, la segunda vez fueron 29, la tercera vez 22, la cuarta vez 16 días y así fueron variando, hasta que mi madre termino deshecha al darse cuenta que había pasado ocho veces hospitalizado en esos últimos 3 años de mi corta vida de infante.

Al final… a los 11 años termino mi sufrimiento y conocí a mis salvadoras o también podrían ser nombradas como mi suplicio: los medicamentos.

Controlaban mis momentos maniacos y mis depresiones, por lo que por un momento creí que había hallado la cura a mi tormento. Muchas veces me pregunte ¿qué era vivir una vida normal? ¿Cómo pensaban las personas que no sufrían este trastorno? ¿Cómo es que se quejaban de cosas tan triviales cuando no tenían que lidiar con todo lo que me pasaba? Llegue a maldecir a todas las personas que no comprendían mi sufrimiento.

Pero lo que más odiaba de mi enfermedad era esa melodía, esa maldita canción que se reproducía cada día en mi cabeza, yo decidí nombrarla como: la balada de la desesperación.

El sonido se podía comparar al fuerte sonido de varías baterías al ser tocadas en el coro de la iglesia a la que tantas veces fui en busca de ayuda de alguna clase de poder divino, pero el ruido nunca se calló. Nunca se detuvo. Jamás me abandono.

Tuve que aprender a vivir con ella. Era una canción que me llevaba hasta el borde de la locura y lograba que llorara en las noches donde mi enfermedad no me dejaba dormir.

Es más ruidosa que las sirenas
Más ruidosa que las campanas
Más dulce que el paraíso
Más ardiente que el infierno.

Es mucho más agonizante que las voces de las personas que ruegan de rodillas por la curación divina, es más tormentosa que los sollozos de los pacientes que piden morir en los hospitales, es más ensordecedora que los gritos de mis padres renegando de un hijo como yo.

Esa es mi canción.

Crecí durante toda mi vida teniendo crisis que lograban que fuera un renegado de la sociedad, nunca abandone mi medicamento haciéndome un maldito adicto de sus efectos “sanadores”. Toda la energía que desbordaba cuando era un infante se esfumo y fue sustituida por un estado letárgico donde yo me sentía cansado y ausente la mayor parte del tiempo.

Sociabilizar era una tarea muy difícil.

Luego de 24 años lidiando con mi dolor logré hacerme un hombre independiente y me aleje definitivamente de mis padres para darles un merecido descanso de mi existencia. Pude notar la alegría en sus caras y eso provoco que aquellos tambores dentro de mi cabeza me aturdieran.

Yo era la miseria personificada.

Era la mala suerte para cualquiera que decidiera ligar su vida conmigo. El infierno era un lugar mucho más dulce que un día a mi lado.

Entonces lo conocí… la persona que cambiaría mi vida. El único que le tendió la mano a un marginado como yo, la excepción a todo lo enfermo en este mundo, en esta galaxia, en este universo… yo había dejado de ser creyente pero cuando vi a Sawamura Eijun pude sentir la paz por primera vez.

Todo el ruido se esfumo.

Y creo que lloré, había conocido lo que era saborear el Cielo con solo su presencia. Por un momento podía ser normal.

— Mi nombre es Sawamura Eijun, encantado de conocerte.

Al cesar la balada de la desesperación, conocí la calidez de su voz y deje que aquellas palabras me envolvieran, sintiéndome protegido por primera vez en mi vida.

Mis días tenían altibajos. Desde que te conocí comencé a tener ataques de ansiedad frecuentes ya que al descubrir el silenciador de mi canción tortuosa ahora no podía saciar mi deseo de acallarla eternamente.

Me estaba quemando en vida y no podía morir.

Y un día olvide tomarme el medicamento (o más bien me predispuse a olvidarlo), ese día fue el que marco este destino que nos obligó a tener este desenlace tan… infeliz.

Volví a padecer un aumento de energía y me sentí lleno de valentía, no me podía calmar… esta sensación ¿cuánto tiempo había pasado desde que la percibí en cada uno de mis nervios?

Ese día se ha vuelto uno de los recuerdos que jamás olvidaré, corrí como nunca lo hice… yo sabía dónde vivía Sawamura… investigarlo se había vuelto mi pasatiempo favorito y una de las pocas alegrías que esta lamentable vida me había otorgado.

No tuve noción del tiempo pero la noche era tan fría, creo que incluso estaba nevando… pero aquello no me importo, mi deseo por verlo, tocarlo, sentirlo… era mucho más importante.

Toque la puerta como obseso, no sé cuántas veces fueron pero creo que si Eijun hubiera tardado más en abrirla hubiera perforado la madera con mi puño. Entonces todos mis pensamientos llenos de agobio se esfumaron al ver a aquel hombre que me había robado el aliento desde el instante en que nuestras miradas chocaron.

Quería unir mi destino a esta persona. Yo haría de él mi nueva religión y le rezaría porque me curara con su mera existencia.

Él era la terapia que había buscado desde que fui concebido.

— Furuya… ¿qué sucede? ¿Qué haces aquí?

Cállate.

— ¿Necesitas algo? No te miras bien.

Cállate.

— ¿Eres idiota? ¿Corriste hasta aquí?

Tan solo cállate.

— ¿Sabes a cuántos grados estamos?

¡Detente!

¡Detente!

¡Detente!

¡Déjame hablar! ¡Déjame expresarme! ¡Te amo! ¡Te odio! ¡Quédate conmigo! ¡No me dejes! ¡Eres el único para mí! ¡Sawamura!

— Furuya…

— ¡Te amo!

Aquello selló nuestro destino. Tengo vagos recuerdos de lo que sucedió después pero aun puedo sentir el escozor que mis labios consiguieron al dar mi primer beso rozando tus labios torpemente.

Tenía una adrenalina que me hacía sentir como el hombre más poderoso del mundo. El más fuerte, el más competente, como el chico que podía mover las montañas con tal de hacerte feliz.

Ese día te di mi alma al sellar mi boca en un pacto de eternidad contigo. Sería tu fiel esclavo hasta el final de mis días.

Una persona como tú nunca podrá ser feliz. Viniste a este mundo a traer desgracia Satoru”.

Quizás esas fueron las palabras más duras que mi madre me dijo a lo largo de su vida. Pero en este momento de mi vida he llegado al punto en donde no sé qué creer.

Sawamura… te lleve a un mundo lleno de delirios y dolor para poder ser feliz.

¿Acaso fui egoísta?

Cada día que pase a tu lado era hermoso a pesar de que mis demonios me atacaban sin cesar. Mi mente no se mantenía calmada a menos que estuvieras a mi lado.

Pero de repente, con el pasar de los años y con nuestra relación fortaleciéndose, empecé a sentir como la balada de la desesperación comenzaba a parecer una creación mía.

Aquellos tambores que me mareaban con su sonido estruendoso dejaron de golpetear en mis oídos provocando que llegara a un estado de tranquilidad que lograba asustarme.

— Últimamente te veo más pacífico ¿sucedió algo bueno? —me sonreías cada mañana y era lo único que necesitaba.

Me odie tantas veces por ser alguien poco reciproco en cuanto a afectos pero el medicamento siempre me mantuvo en un estado adormilado que solo me dejaba mostrar mis emociones con expresiones leves.

Y mi apetito fue aumentando.

¿Y si ya estás curado?

¿Qué ha hecho el medicamento por ti?

Cuando dejaste de tomarlo fue cuando Sawamura y tú estuvieron juntos así que ¿en serio es necesario?

¿Y si tu padre tuvo razón todo este tiempo y solo es una invención de los doctores para conseguir más dinero?

Sawamura es lo único que necesitas… no lo tomes.

No lo tomes.

No lo tomes.

¡No lo tomes!

¡NO LO TOMES!

Volvía a escuchar ese ritmo continuo, esos tambores que vibraban y alborotaban mis pensamientos. Ese infierno dulce, ese paraíso calcinante.

Y tras una deliberación conmigo mismo llegue a la peor conclusión de todas, dejaría las medicinas.

Todo fue en declive desde ese día.

Las emociones humanas son difíciles de controlar. No tienen idea de lo horrible que es despertar cada día y sentir una descarga que te impulsa a querer gobernar el mundo y después sentirte desdichado por seguir respirando.

Sawamura Eijun me parecía encantador la mayor parte del tiempo pero al instante siguiente era la basura más grande. Con la misma intensidad que lo amaba lo odiaba y he de admitir que comencé a agredirlo.

No sé cómo pudo aguantar por tanto tiempo.

Incluso a pesar del sufrimiento que le hice pasar todos los días se quedó a mi lado, amándome incondicionalmente, padeciendo conmigo sin querer nada a cambio, queriéndome como si fuera alguien valioso y dejando que lo rompiera al punto de no poder recuperarse.

Yo me mentía todos los días diciéndome que Eijun curaría mi cerebro, que no necesitaba las píldoras, que todo cesaría un día y podríamos ser una pareja “normal”.

¡Entiéndelo de una puta vez Satoru! ¡NUNCA SERÁS NORMAL! ¡ERES UN MALDITO MONSTRUO!”

Ahora la voz grave de mi padre retumbaba en mis orejas, era igual de grave que aquellos tambores que me estremecían.

— Furuya… vuelve a tomar el medicamento, las cosas no están funcionando

Me pediste amablemente ¿cuántos días faltaban para la boda? No puedo creer que podía recordar fácilmente los días que estuve hospitalizado por mis ataques de psicosis pero no los días que faltaban para aquel evento que me llenaba de gozo.

Pero… ahora mismo no podía pensar debido a la ansiedad de tal suceso importante aproximándose… yo me hallaba más sensible que nunca en mi vida y tus palabras solo empeoraban las cosas.

Cállate por favor. Te pedía amablemente desde lo profundo de mi mente.

— La medicina es para ayudarte

¡Basta! ¡No empeores las cosas!

— Solo quiero ayudarte

¡No es verdad! ¡Solo quieres deshacerte de mí!

— Porque te amo

¡Porque ya te hartaste!

— Furuya… te amo

¡Mientes!

¡Basta!

¡Cállate!

¡Detente!

¡No me dejes!

¡Te odio!

¡Todo es tu culpa!

¡Es tu culpa!

¡ES TU MALDITA CULPA!

¡No te acerques!

— Furuya tómalas de nuevo

¡Aleja tu maldita mano!

¡El que la extendieras a un monstruo como yo fue lo que ocasiono esta desgracia!

¡Te odio!

¡Pero eres todo para mí!

¡ALEJA ESAS COSAS DE MÍ!

¡NO ME DEJES!

¡CÁSATE CONMIGO!

¡QUEDATE A MI LADO!

¡AMAME HASTA QUE ME CURE!

¡EIJUN!

¡EIJUN!

— ¡Furuya!

— ¡Vete! ¡Te odio Sawamura! ¡Todo es tu culpa! ¡Eres igual a todos! ¡Eres igual a mis padres! ¡Te quieres deshacer de mí! ¡¿Por qué nadie puede amarme?! ¡¿Por qué Dios me abandono?! ¡¿Por qué solamente yo sufro de esta enfermedad?! ¡¿Por qué no puedo ser feliz?! ¡Dímelo! ¡Esta volviendo a sonar!

— Furuya cálmate…

— Cállala… ¡Cállala! ¡Dile que pare!

— Furuya…

— ¡Está destruyendo mis tímpanos! ¡Esos sonidos están estallando en mi cabeza! ¡Esa maldita canción!

— ¡Furuya basta!

Ese fue el final. Las sirenas de la ambulancia fueron tan escandalosas que acallaron la balada mortífera que se burlaba de mi estupidez. Fui arrestado y Sawamura fue llevado al hospital.

Se me dijo que sufrí de un ataque psicótico y por ello agredí salvajemente a mí prometido, no lo mate pero logré que entrara en coma. Debido al ahorcamiento fallido podía llegar a tener consecuencias neurológicas graves.

La familia de Eijun estaba inconsolable y no dejaban de llorar en la sala de espera pero yo podía leer sus labios, todos renegaban de la decisión de él por permanecer al lado de una persona como yo.

Un maldito exiliado de Dios.

Y entonces tome la decisión de mi vida en ese instante. Silenciaría a la balada de la desesperación para siempre.

Hoy es un día tan helado como aquel cuando me confesé por primera vez. Puedo sentir como los copos de nieve se deshacen en mi abrigo y cabello. Con mis manos desnudas estoy cargando el pesado pedazo de concreto que está unido por una cuerda a mi tobillo.

Observo el congelado río que está tan oscuro como un abismo negro. La luna se refleja en sus cristalinas aguas y siento como sufro mi última depresión llorando las lágrimas finales de esta vida.

Mis palabras de despedida yacen en una arrugada hoja de papel que deposite encima del amor de mi vida, torpemente he escrito en ella un “lo siento por todo”.

Aquello engloba todo.

Comienzo a mover mis pies hasta la masa de agua y puedo escuchar como la balada empieza a hacerse más fuerte, tan estruendosa como si un relámpago me reventara los tímpanos de mis oídos.

Esta es la única solución. Es la respuesta a todas mis plegarias.

La muerte.

La fría agua va subiendo congelando mis piernas y entonces aviento el fuerte bloque dejando que la corriente me arrastre y ahogue lentamente, llevándose lejos mi aflicción.

La música tortuosa sigue sonando y rezo para que las olas acallen este sonido que destruyó todo lo que amaba. El agua comienza a llenar mis oídos, mi boca y el oxígeno abandona mi cuerpo.

Alzo la cabeza, abro mis ojos y recibo una recompensa piadosa de aquel Dios del que tanto renegué, la dulce imagen de ti sonriéndome la primera vez que nos conocimos.

Deberías de oír esta melodía Eijun… es realmente ensordecedora, es dulce como el paraíso, es más abrasadora que el infierno…

— Encantado de conocerte.

Ah. La gloria

— Yo también te amo Furuya.

Oh. La dicha.

— Eres lo mejor que me ha pasado en la vida.

El gozo.

— ¡Claro que me quiero casar contigo! Siempre te amaré.

¡Aah! ¡La alegría!

— Eres el amor de mi vida

Y al fin hay silencio.

Fin.

Notas finales:

Gracias por leer.

Este fanfic es una de las obras que más he amado escribir, espero lo disfrutaran, espero sus hermosos reviews.


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