11-Excursión
La verdad es que ya francamente estaba aburriiiiiido. Se dijo el melado con los ojitos chiquitos mientras miraba a Kaiba saaan, ya estaba aburrido de masticar con la boca abierta sin recibir amonestaciones y estaba aburrido de comer como un pescado porque las porciones en ese lugar eran solo para tapar muelas.
De un salto se paró y dijo—Bien, ya estoy harta de sus avances impropios Kaiba saan. Yooo soy una chica de su casa y no una fulana de esas con las que usted sale—le dijo en plena cara al susodicho recordando las palabras que escuchara en la película que veía su hermana el otro día.
Estaba parado pero apoyado con ambas manos en la mesa como si fuera para asentar más su posición de desafío y molestia, pero en realidad… pues es que le fallaban tantito las piernas. Miró enfrente esperando ver a un indignado Seto Kaiba y el… ¡El maldito desgraciado sonreía! Y ya se estaba calentando demasiado como para contenerse de darle en la molestosa cara con un tenedor.
¡Tsk!—chasqueó la lengua Wheeler antes de ponerse tan derecha como pudiera e intentar caminar con tacos hacia la salida con la frente en alto.
Solo que había un problema y era que la gravedad lo jalaba rete raro.
¡Ups!—dijo la joven al parecer pasada de alcohol con sus mejillas encendidas mientras como que se caía de costado por sobre la mesa que aparentemente quería abandonar y al parecer el maniático que la acosaba insistentemente la había ayudado para no caerse, agarrándola en sus fuertes brazos.
Lo que todos habían pensado es que la joven era alguna histérica y que el galante caballero tenía que soportar a la mencionada con unas copas de más como el más noble de los hombres.
¡Monsier!—dijo el anciano mesero acercándose todo preocupado.
Seto le estiró una mano con una dorada tarjeta sacada del bolsillo del pecho de su chaqueta. Saca de esta los gastos de la noche y por favor déjela bien guardada. Mañana haré que uno de mis empleados venga por ella—dijo el joven ojos azules sin asomo de sonrojo o malestar lo que pareció asombrosamente gallardo a toda la audiencia.
¡Como quiera, Kaiba sama!—dijo con absoluto regocijo el trabajador. Con tamaña cosa en sus manos podía soñar con conquistar el mundo, aunque tan solo eso fuera.
¡Ven querida!—dijo sonriendo ladinamente el castaño mientras se llevaba trabajosamente a la joven a que varias mujeres estiradas miraron con malos ojos desde sus mesas.
Joseph estaba frustrado y molesto y por eso… pues les sacó la lengua a todas ellas.
Fue sentado en el asiento de atrás de una blanca limosina y si no se había ido por sus propios medios es porque… el mundo iba más veloz de lo que él podía caminar con tacos altos, o eso se decía.
Es que debía aceptar que estaba pasadito de copas.
Llévame al club que de ahí yo me salgo solo—le dijo a Kaiba.
Seguro—dijo el ojos azules e inmediatamente dio al conductor una dirección que él no logró escuchar.
¿Eres idiota o qué?—preguntó Wheeler en el acto al salir de la limo y ver un enorme edificio con un curioso cartel que decía “Love hotel”--¿Aún no conoces la dirección del club, no es cierto? Vamos que yo se la digo bien a tu chaufer—añadió volteándose para entrar de nuevo al auto. De pronto su brazo fue atrapado y el jalado hacia el pecho del ojos azules.
Esta va por mí, amor—dijo Seto con sonrisa malvada antes de llevarse a la chica dentro.