13-Escapatoria desesperada
Oye…podemos arreglarlo—dijo el ojos mieles con sus ojos grandotes por el susto y es que… ¿Quién iba a decir que el tipejo era un yakuza? Estaba sentado en el suelo pues se cayó con la impresión de ver al tipo sacar su arma. Todo el alcohol del cuerpo se le esfumó al ver el caño del arma apuntarle al pecho desde el otro lado de la habitación.
¿Arreglarlo? Tú y todos esos del club me han estado engañando todo este tiempo y dices que podemos…¿Arreglarlo?—La voz era siseante como la de una serpiente a punto de morder. Nunca había tenido tanto miedo el rubio—¿Cómo veré a mi nii-san de nuevo a la cara luego de esto? Ahora voy a matarte y luego me suicidaré para borrar esta afrenta—añadió.
¿Matarme?—preguntó Joey atragantado--¿Pero para qué? No es necesario. Tu aniki de seguro te perdonará si le explicas que nadie te dijo. Debe ser un tipo muy comprensivo—
Mi aniki es el más cruel de los mortales jefes del grupo Aido, no hay manera que perdone una mancha así en mi historial—agregó el hombre, con un poco de sórdida admiración.
Entiendo. Entonces porque no hacemos una cosa, porque yo no me voy y te dejo para que lo converses con la almohada y después tú me avisas que decidieron y yo…--dijo el melado caminando despacito hacia la puerta que desde adentro se podía abrir sin necesidad de la llave.
Cuando el melado iba a tocar el picaporte la potente voz del otro se oyó diciendo--¡No te muevas, bastardo!—
¿Cómo dijiste?—preguntó la cantante.
¡Bastardo!—contestó el que le apuntaba con una 9mm.-¿Tienes algún problema con eso?—preguntó luego con ojos furiosos.
No, pensé… que me decías “Basta de dardos” y me preguntaba si había escuchado bien—contestó como pudo el apanicado Wheeler.
Viendo que el otro se le acercaba arma en mano, Wheeler se decidió a tratar de escapar y dos cosas sucedieron.
Primero.
El tipo disparó cuando la mano de Wheeler abrió la puerta.
Segundo.
Algo le golpeó duramente el brazo.
Pensando que había sido alcanzado el ojos mieles se miró la mano pero no veía sangre alguna y es cuando se percató de que había alguien más en la habitación que le estaba mirando desde arriba pues otra vez estaba de cola contra el suelo.
Los ojos filosos como la obsidiana le miraron fríos y distantes desde arriba antes de decirle una hiriente palabra--¡Idiota!—luego Kaiba se volvió hacia el tipo que tenía enfrente suyo--¿Y tú estúpido que crees lograr con todo este fiasco?—
Como comprendió que el fresa de Kaiba iba a poner las cosas peor, si es que cabía, Joey se decidió por, lo que para él, era el mejor curso de acción.
Una bala cruzó el espacio de la recámara hacia la frente del castaño mientras este sintió como lo jalaban desde el faldón de su chaqueta para afuera, salvando milimétricamente su vida.
¡Oye idiota!—dijo el arrastrado proyecto de héroe mientras su protegido rescatista pensaba “Tenía que ser el bocazas” mientras corría llevándolo a rastras de la chaqueta por los pasillos y apretaba el botón del ascensor.
Apretaba, apretaba y apretaba y nada mientras oía los pasos del tipo por el pasillo acercándose y le rezaba a su mamasita para que no le disparara antes de abrir las puertas.
Las puertas se abrieron y entró de un sopetón arrastrando al Kaiba con él y dando un cabezazo a la persona que pretendía bajar y haciendo que esta golpeara con la espalda en la pared del cubículo para luego caer unos encima de otros, abajo el tipo, arriba de este la rubia y sobre ellos Seto.
“Vaya, nunca pensé que haría un trío con otros dos hombres” pensó vagamente el aplastado Joey antes de forcejear para sacarse al pesado Kaiba de encima mientras el tipejo llegaba al ascensor.
Seto cayó aparatosamente hacia un lado, Joey se tiró hacia el otro y hombre caído y hombre armado se miraron.
¿Tú?—dijo el del suelo.
¿Aniki?—preguntó el otro pasmado.