16-Encuentro con un desconocido
Se paró ante la puerta de los vestidores de soccer pasadas las 7. Era la hora en que el colegio apenas tenía algunas actividades como la limpieza de los salones y los archivos de carpetas.
Joseph sentía nervios mientras miraba la corbata en sus manos y luego se aseguraba que no había nadie en los alrededores. Decidió apegarse al plan de atarse la dichosa corbata y entrar lo más rápido posible para no ser divisado por ningún otro estudiante.
Se ató bien firme el elemento y con paso decidido se acercó a la puerta y tomó el pestillo en su mano, y entonces fue cuando dudó.
Detrás de esa puerta no solo había alguien que podía destrozar su vida sino que podía hacerle lo que le placiera y él no podía quejarse. ¿Estaba dispuesto a pasar por ello para evitar lo otro?
Se estaba preguntando eso cuando unos susurros cercanos le motivaron a entrar de prisa.
En la oscuridad de los vestidores escuchó como las dueñas de las voces pasaban por el otro lado de la puerta hablando de chichos y luego se alejaban.
Con los nervios a flor de piel el rubio se dio cuenta de que había entrado sin estar seguro de querer pasar por eso. Pero nadie había dicho o hecho nada,lo que le daba la vaga esperanza de que nadie había acudido aun a la cita o que el tipo se había ido ya. Se dijo que era mejor irse antes de que el otro apareciera y tomar un tiempo para calmarse.
Quizás el otro no acudiría, después de todo. En un impulso se dio vuelta y tomó la perilla de nuevo en sus manos dispuesto a salir y entonces una mano tomó firmemente su diestra y un brazo rodeó su brazo restante y torso, jalándolo hacia atrás.
El rubio sintió en su espalda la calidez de un pecho de hombre y el apretado agarre que su mano y brazo hacían en él.
¿Qué…?—quiso preguntar pero una mano atosigó su garganta solo lo justo para que sintiera el agarre.
Supo de inmediato que era la persona de la carta y que más le valía no ponerse escandaloso.
Esta bien, ya entendí. No haré nada más—dijo el melado con cierta incomodidad, podía sentir en su cuello una respiración cercana, el halito tibio le provocaba ciertos estremecimientos.
La mano abandonó su garganta para ponerse de pronto a trabajar en su cinturón.
¡Oye no!—dijo bajo el rubio de pronto en pánico agarrando con su mano la del desconocido, pero el otro se sacudió la mano con un movimiento y terminó de abrir el mencionado objeto para luego proceder a abrir el botón. Una mano grande, de dedos largos y fríos se movió por encima de la tela del bóxer y de pronto tironeó de este para bajarlo.
Joey sentía el corazón en la garganta. ¿Qué planeaba hacerle ese sujeto? ¿Sería lo que estaba pensando? Y lo peor es que nada podía hacer para defenderse. Mientras cavilaba de esa forma el otro le había bajado los boxers debajo de la pelvis pero los pantalones permanecían en la misma posición, la sensación que semejante inconfortable manera de usar la ropa interior le producía a Wheeler era inquietantemente erótica pues estaba desnudo pero a la vez no. Su expuesto miembro sobresalía del pantalón a través de la bragueta y con sus dedos fríos el otro lo acarició demasiado agonizantemente despacio para después empezar la masturbación.
¿Qué haría?
¿Qué pasaba con su voz?
Había empezado a emitir ciertos sonidos que…
Ah… agh… Angh—