23-Labios y beso
Seto miró a lo alto de la marquesina y dejó salir muy despacio el aire por su boca. Estaba parado sobre la vereda y enfrente de la puerta del vistoso local que aseguraba diversión con unas letras doradas y que en un aviso a su izquierda mostraba una reluciente cara bajo una dorada peluca con una sonrisa atractiva, anunciando un grandioso musical.
¿Cómo estaría esta vez vestido? ¿Qué cantaría?
El encuentro en el vestidor había sido apenas unas horas antes y el castaño se preguntaba como reaccionaría ahora al verlo.
¿Y si estaba ese idiota rodeándolo de nuevo?
Poniendo ojos frios y llenos de impiedad, el ampuloso Seto Kaiba entró al lugar como todo un dueño del espectáculo.
Le sirvieron un jugo de tomate en un vaso alto y fino que cualquiera del lugar hubiera confundido con un “Bloody mary” y se sentó.
El primer espectáculo como siempre fue pícaro y un poco grotesco. Y luego empezó el espectáculo principal. De pronto la luz se apagó y todos se quedaron quietos en sus mesas iluminadas por pequeños centros de mesa. Entonces la luz se prendió y descubrió la figura de Joey vestido largo con un vestido dorado claro con un tajo desde la cintura hacia el ruedo por el costado derecho y que llegaba hasta la base del cuello donde una tira del mismo material lo rodeaba, usaba un peinado bastante distinguido para los que siempre usaba, todo recogido, unas caravanas plateadas y que caían como en cascada junto al cuello y un maquillaje bastante conservador. La maquilladora había estado trabajando en teatro años antes y aunque era algo vieja sabía bien que maquillaje iba con cada atuendo.
De pronto los ojos melados que habían estado viendo el micrófono en su mano se fijaron en los de Seto desde la distancia y la boca roja se abrió.
¿A quien van a engañar ahora tus brazos?
¿A quién van a mentirle ahora tus labios?
¿A quién vas a decirle ahora te amo?
Y luego en el silencio, le darás tu cuerpo
Detendrás el tiempo sobre la almohada
Pasaran mil horas en tu mirada
Y solo existirá la vida amándote
¿Ahora quién?
¿Y quién te escribirá poemas y cartas?
¿Y quién te contara sus miedos y faltas?
¿A quién le dejaras dormirse en tu espalda?
Y luego en el silencio, le dirás te quiero
Detendrá su aliento sobre tu cara
Perderá su rumbo en tu mirada
y se le olvidará la vida amándote
¿Ahora quién? (oh)
¿Ahora quién?
Si no soy yo
me miro y lloro en el espejo y me siento estúpido, ilógico
Y luego te imagino toda regalando el olor de tu piel
tus besos, tu sonrisa eterna y hasta el alma en un beso
en un beso va el alma y en mi alma está el beso que pudo ser
Oh! ¿Ahora quién?
¿A quién le dejaras tu aroma en la cama?
¿A quién le quedara el recuerdo mañana?
¿A quién le pasaran las horas con calma?
Y luego en el silencio, deseara tu cuerpo
Detendrá el tiempo sobre su cara
Pasará mil horas en la ventana
Y se le acabara la voz, llamándote
¿Ahora quién? ¿Ahora quién?
¿Ahora quién?
Si no soy yo
me miro y lloro en el espejo y me siento estúpido, ilógico
Y luego te imagino toda regalando el olor de tu piel
tus besos, tu sonrisa eterna y hasta el alma en un beso
en un beso va el alma y en mi alma está el beso que pudo ser
Oh, tus besos, tu sonrisa eterna y hasta el alma en un beso,
en un beso va el alma y en mi alma está el beso que pudo ser
¡Oh! ¿Ahora quién?
Seto se levantó antes de que los camareros comenzaran a levantar la vajilla y los vasos para nuevos servicios, dejó apresuradamente un dinero en el que ya contaba la propina y dirigió sus pasos hacia la salida mientras a la distancia un rubio lo miraba sorprendido. Era como si Kaiba escapara de alguien, se dijo Wheeler.
Pero Seto no escapaba de alguien sino de algo.
Esa canción con sus recurrentes exclamaciones de labios y besos y esos ojos mirándole desde la distancia solo le hicieron pensar en una sola cosa todo el rato.
En besarlo, besar intensamente a Wheeler y olvidarlo todo.
Estuviste genial, mon cherrie—le dijo el jefe que lo esperaba en su camerino.
No me diga cosas raras—dijo el joven en vestido de gala.
¿Sabes? Viéndote así hasta se me olvida que no eres mujer—dijo el pelinegro.
Pues si me levanto la falda se acordará rapidito—contestó el muchacho, haciendo que sonriera.
Eres tan listo, que me recuerdas un poco a mi a tu edad. Claro sin el vestido—contestó el mayor.
¡Claro!—contestó el otro casi como si no lo creyera.
Es por eso que he decidido invitar a un amigo mío a verte—dijo el jefe acodándose en su asiento.
¿Para?—preguntó sorprendido y hasta preocupado Joey.
Sé que no intentas trabajar en un lugar así toda tu vida y ya me he cansado de ahuyentar a los scouts de otros clubs para que no te atrapen por lo que decidí promoverte—le dijo el mayor.
¿Promo qué?—preguntó el adolescente.
He decidido ponerte en otro ambiente aunque no te alegres demasiado porque eso va a tardarse un poco y depende de si le gusta a mi amigo—dijo el ojos violetas.
¡Oy,oy, oy! ¿De qué diablos está hablando? Si es para otro club suyo le agradezco pero yo decidiré a que antro me voy si me voy y…--le detuvo el melado.
¡No, no me estás entendiendo, yo…!—se defendía el pelinegro cuando alguien tocó a la puerta y la abrió.
Jefe su am…--dijo un empleado de seguridad que siempre andaba cerca de los camerinos pero alguien le empujó a un lado y entró.
Sus ojos se fijaron en los del rubio al entrar y luego miró como si nada al jefe del lugar con una actitud muy desenvuelta, tenía los hombros muy anchos y mirada adusta.
Jin, ya sé lo que haremos—dijo el tipo y luego volvió a mirar al muchacho de arriba abajo.
A Joey se le subieron los colores—Oigan, piensen muy bien de lo que están hablando aquí, yo soy menor y no me gusta a donde se dirigen con…--les dijo.
¿Jin, no le dijiste, cierto?—preguntó el hombre de ojos azules.
Es que no me ha dado tiempo de explicarle bien y se ha creido cualquier cosa—le respondió el de ojos violetas. Parándose el jefe se dirigió hasta donde estaba Wheeler—Este es mi amigo, Sousuke Yamazaki—dijo indicando con la mano al otro mientras Joey lo miraba como sospechando—Sousuke trabaja para la Win Records y están buscando un nuevo talento—
¿Win records?—preguntó el joven sin entender.
Así es—contestó el mencionado—Pero puede que el camino al estrellato no sea tan fácil como crees—