53-Tampoco me olvidaste
Sus labios eran fuego sobre los suyos, su respiración agitada sobre la suya.
Los ojos de Joseph abiertos de par en par en la habitación en penumbras, viendo esos increíblemente azules ojos mirándolo sin parpadear.
Y sus labios, ya separados de los del otro, pronunciaron despacio las letras pertenecientes al nombre del susodicho…
Seto—
He esperado demasiado para volverte a ver—dijo el otro con su mano acariciando su sien, después su oreja y pasando por su maxilar.
¿Tú… que haces…?—pronuncio el rubio sin poder entender como esa persona se materializó en frente suyo.
Vine por lo que es mío—dijo el castaño poniendo la mano en la nuca del ojos mieles para presionar con sus labios lo del otro poniendo su lengua muy dentro de él.
Espe…--trató de hablar el rubio todo aturdido.
La boca golosamente apoderándose de la del melado sin dejarlo hablar. Entonces Joseph volvió a tener control sobre si mismo y de lo que le rodeaba y con un fuerte empellón mandó a volar al que estaba frente suyo, que dio contra la espalda de un sillón del que se agarró para reponerse del impacto mientras sus azules ojos volvían a fijarse en los mieles.
Mientras Joseph sacó un pañuelo del bolsillo de su pantalón para limpiarse la boca.
¿Se puede saber en que estás pensando? Han pasado ocho años. ¿No es cierto, Seto Kaiba?—preguntó con voz fría el de ojos de miel--¿Venir por mi? ¡No me jodas! Tu y yo no tenemos nada que ver desde hace tiempo. ¿Qué no te enteras?—preguntó Wheeler.
Fue en un segundo, Seto Kaiba era después de todo un deportista, además de un hombre de negocios y sus movimientos eran mucho mas veloces que los del ojos mieles quien en raras ocasiones hacía ejercicio físico, cuando el rubio se dio cuenta el ojos azules estaba sobre él, sus labios poseyendo de nuevo los suyos, una de sus manos en el talle, la otra entre los homóplatos y su pierna entre las piernas, sus cuerpos compenetrados.
El calor fue subiendo desde la entrepierna por el cuerpo del más bajo y sus labios fueron dejados un segundo para pronunciar.
¿Aun dices que no tenemos nada que ver?—preguntó el castaño haciendo con un movimiento obvia la excitación del otro, pues su miembro estaba claramente erecto bajo la tela del pantalón y es que lo había besado con toda la técnica que había pulido a través de los ocho años acaecidos.
Con un movimiento de su rodilla el ojos mieles hizo que Seto viera estrellitas bailar ante sus ojos, el ojos azules quedó semi arrodillado en el piso mientras el otro le miraba taciturno desde su altura. Un puño cerrado era la única evidencia de reacción en su cuerpo.
¿Qué diablos estas buscando Kaiba?—preguntó de pronto.
El otro se levantó medio adolorido ya sin obvias intenciones de atacar—Creo habértelo dicho. Vengo por ti—contestó.
¿Después de 8 años? ¿En serio?—preguntó casi incrédulo el ojos mieles.
Tampoco tú me has olvidado—dijo el ojos azules mirándolo de frente.