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Captain Kid por KenmaxD

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Notas del fanfic:

Disfruten.

Notas del capitulo:

Buenas buenas!!!

Espero les guste este fic!! Hace mucho que no escribía, pero justo hoy me animé a hacerlo y decidí subirlo aquí.

No prometo actualizar muy seguido, pero trataré.

Lean!

Dolía, mucho. Sentía el ardor de sus heridas, quemaba, la sangre seca le molestaba en el rostro, incluso le era difícil abrir los ojos porque le pesaban, como si tuviese un par de monedas sobre sus párpados. Le habían golpeado durante toda la tarde, y su peor error fue resistirse, porque el castigo se hizo mucho más duro, aún más doloroso. Supuso que tendría varias de sus costillas fracturadas y una luxación de hombro cuando ya no fue capaz de mover más su brazo.

-¡¡DAMAS Y CABALLEROS!! ¡¡SEAN BIENVENIDOS A LA GRAN SUBASTA DE LA ISLA AMOND!!

Law escuchó el grito histérico de una multitud, quienes aplaudían. El sonido le aturdió hasta tal punto que comenzó a temblar y a experimentar miedo, un sentimiento casi desconocido para él. Pero ya sabía lo que estaba pasando, iban a venderlo. Estaba en una casa de subastas y no tenía como escapar ¿Iba a ser un esclavo? ¿Un maldito esclavo?

No. Jamás se arrodillaría ante nadie, jamás obedecería a nadie, prefería a morir antes de que lo trataran como a un maldito perro.

-¡¡Tenemos individuos de diversas especies, esclavos que trabajarán para ustedes el resto de su vida!!

La multitud gritó con más fuerza, todos totalmente ansiosos porque el anfitrión diera inicio a la subasta.

Law comenzó a sudar. Trató de idear un plan para escapar de allí, pero al igual que los demás prisioneros, tenía un collar. Ese collar era especial, ya que si intentaba escapar, éste explotaría y le volaría la cabeza en el acto, lo cual no le daba mucha gracia y tampoco tenía ganas de comprobar si era cierto o no, por lo que pensó, ¿qué haría ahora? ¿de dónde demonios sacaría la llave para quitarse esa cosa del cuello?

Al girar su cabeza vio a los demás prisioneros, la mayoría eran humanos. Mujeres hermosas, de diversas culturas, unas lloraban y otras se mantenían dignas, mirando hacia al frente con resignación. Había otros hombres, que parecían bastante fuertes, la mayoría de los que subastaban se convertían en mulas de carga para los Tenryuubitos o les ayudaban en su movilización.

También consiguió ver una sirena, de la isla Gyojin, la cual estaba encerrada en una pecera, y aunque podía verse como gritaba desesperada, sus gritos, a través del cristal, no se escuchaban. Y a su lado, vio a dos tiburones, quienes apretaban sus mandíbulas, impotentes. Law llegó a pensar que tal vez podría aliarse con esos tipos para lograr escapar, puesto que los Gyojin eran bastante fuertes y esas cadenas no parecían tan resistentes. Sin embargo, los guardias los vigilaban de forma rigurosa, y por alguna razón, al menos dos o tres de ellos no le quitaban la vista de encima.

Y estaba el collar, el maldito collar.

-Mierda—Maldijo Law.

-¿Has dicho algo?—Preguntó uno de los guardias, acercándose hacia él. Tenía un rifle en la mano, y si Law hacía algo poco inteligente, no dudaría en volarle la cabeza.

-¿Aquí no ofrecen nada de comer?—Preguntó el moreno, con una sonrisa ladina—Deberían tener más consideración con la mercancía…

-Si no cierras la puta boca voy a hacer que te arrepientas.

-Tsk

Law se dio cuenta que un nativo de la isla Zou, arrodillado justo a su lado, le escudriñaba con la mirada. Tenía el aspecto de un caballo, pero sus extremidades se asemejaban mucho a las de los humanos. Esperó a que el guardia se fuera y habló.

-¿Piensas escapar?—Le preguntó a Law, en un susurro.

-Para nada, amaría quedarme aquí, se está muy fresco—Respondió, con sarcasmo.

El caballo tuvo la intención de reírse, pero se contuvo.

-En las casas de los Tenryuubitos también se está muy fresco—Dijo, siguiéndole el juego.

Law sintió un escalofrío recorrerle la espalda.

-No podemos hacer nada. Si llegamos a movernos tan solo un poco, harán explotar nuestros collares.

-Necesitamos esas llaves—Habló el caballo, pensativo.

-Joder—agregó Law, torciendo la boca, el otro simplemente le observó—El tiempo se está acabando…

El caballo miró hacia el mismo sitio que el moreno, y ambos observaron como el primer “utensilio”, era llevado hacia el escenario.

Pasado un tiempo no muy largo, Law comenzó a desesperarse y a ponerse nervioso. Ya se habían llevado a muchos de los que estaban allí. Unos se resistieron, otros simplemente se dejaron llevar, uno que otro, ante la impaciencia, había intentado retirarse el collar, y tal como pensó Law, este estalló, desencadenando una tormenta de sangre. El prisionero con el que hace un momento habló para idear un plan, ahora solo lloraba, ya no pensaba claramente.

No había forma de escapar de allí.

-¡¡Es preciosa!! ¡¡Su comida es deliciosa y barre muy bien!! ¡¡Es capaz de hacer cualquier cosa caballeros, cualquier cosa para complacerlos!!—Se escuchó de repente como gritaba el vendedor desde el otro lado.

Law observó cómo los guardias sacaban a rastras a una de las mujeres que estaban allí. Ella era morena y tenía ojos azules, era preciosa. Se resistía a salir de la celda, por lo cual uno de los guardias golpeó su estómago, haciéndole flaquear, y entonces fueron capaces de llevarla hacia el escenario. Pese a eso, ella no dejaba de gritar, pidiendo que por favor la mataran, que no podría vivir como una esclava.

El resto de los prisioneros, ya lo suficientemente tensos, comenzaron a gritar, y los guardias tuvieron que hacerles callar a la fuerza.

Law se mantuvo pensativo, sin dejar que el miedo le controlara completamente. Cerró los ojos un momento, intentando aclarar su mente, tratando de…

Pero su oportunidad se había ido.

-¡¡Un hombre joven, fuerte y bastante atractivo!! ¡¡Probablemente uno de los médicos más talentosos del mundo!! ¡¡Cualquiera desearía tenerlo en su tripulación…o en su casa!!

No.No.No.

Se tensó. Allí no había más médicos a parte de él. Su corazón latía con fuerza, sudor comenzó a surgir de su frente, y sus labios temblaban. Sintió como los guardias le tomaban de los brazos y le obligaban a levantarse. Sus piernas cedieron al dolor que regresó repentinamente y al cansancio, haciéndolo caer de rodillas, lo cual ocasionó una molestia aún peor.

-Levántate—Gruñó uno de los guardias, halándole del pelo.

Law le miró con desprecio, con ganas de deshacerse de esas malditas cadenas de kairoseki y matarle, lentamente, haciéndole gritar, para que sintiera el dolor que en ese entonces tenía que soportar, para reírse de él mientras le desmembraba.

Maldecía ser tan débil.

Usó sus últimas fuerzas para levantarse y caminar.

Yendo hacia el escenario, viro su vista hacia una de las celdas.

Y sus ojos se abrieron como platos.

Antes de salir, pudo ver un ser con alas, que tenía aspecto humano. Por un momento recordó aquella leyenda que su padre le contaba, sobre la isla del cielo. ¿Entonces era cierto? ¿Existía? Aquel individuo era tal y como su padre lo había descrito. Idéntico a los humanos, pero con dos alas, blancas, esponjosas.

Alcanzó a ver como aquello le dirigió la mirada y le sonrió, dolorosamente.

Law continuó caminando, aún pasmado por lo que acababa de ver. Por un momento se olvidó de todo, pensó en que las historias de su padre eran reales, en que el mismo quería viajar, navegar, y comprobarlo por sí mismo…

…pero entonces recordó, de nuevo, cuando una luz le iluminó el rostro, haciéndole cerrar los ojos con fuerza, la situación en la que se encontraba.

Sintió como una patada le empujaba y caía al suelo. Gimió de dolor, intentando ver hacia al frente, pero la luz aún le tenía cegado.

-¡¡TRAFALGAR LAW!!

Law consiguió recuperar su visión, miró al frente y lo primero que vio fue a una familia de Tenryuubitos, sentados en primera fila. El solo hecho de pensar que ese tipo de seres repugnantes le compraran, para volverle esclavo, le impactó, a tal punto que su estómago comenzó a dolerle, amenazando con vaciar su contenido.

“No estaría tan mal”, pensó Law, con gracia, “vomitarles encima y ver sus caras de asco”, y sonrió para sí mismo.

Entre los espectadores se encontraba gente de la realeza, y  varios piratas, muchos de ellos reconocidos por ser un montón de bastardos, tenían recompensas impresionantes, eran asesinos de sangre fría que saqueaban y robaban hasta las personas más pobres. Pero los reyes y sus esposas, y el resto de la gente que estaba ahí, no eran precisamente joyas. Eran un montón de corruptos, también asesinos y despiadados, que solo le producían nauseas.

Todos por igual, junto con el maldito gobierno, le asqueaban.

-¡¡La subasta iniciará con un millón!!

Law salió despedido de sus pensamientos. Su piel se heló y su corazón de nuevo se aceleró. Tragó saliva.

-¡¡Veinte millones!!—Gritó alguien.

-¡¡25!!—Gritó otro.

-¡¡50 millones!!—Gritó un gordo, uno de los reyes de un país que se llamaba Islev.

-¡¡80!!

La respiración de Law se aceleró. Esa gente ofrecía mucho por él, todos estaban completamente enviciados. Le miraban como si fuera un objeto, como si su humanidad ya no existiera, ya no importara. Se sintió oprimido, con desgano. Estaba aterrorizado.

-¡¡150!!

No lo podía creer. ¿Quién demonios gastaría esa cantidad de dinero por él? ¿Quién…?

Entonces lo vio, a ese maldito Tenryuubito.

Estuvo a punto de levantarse y escupirle en la cara, morir ahí sería mejor que tener que largarse con ese desgraciado.

Nadie más dijo nada, no se ofreció nada más por él. Law no podía creer lo que estaba pasando, hubiera tenido mayor probabilidad de escapar si se lo hubiera llevado ese gordo de mierda de los 50 millones, pero, ¿un Tenryuubito? Era imposible, no podría conseguirlo. ¿Quién demonios escapaba de alguien así? Esas personas eran intocables, eran dioses. Si acaso lograba dar un paso afuera, si acaso conseguía salir y escapar de ese tipo, era cuestión de tiempo para que le mataran.

No tenía oportunidad.

-Doscientos millones—Dijo entonces alguien, desde arriba.     

La voz del hombre resonó, a pesar de que no había gritado como los demás lo hacían. Todos giraron a verle, solo para descubrir la macabra sonrisa de ese pirata. Tenía el pelo rojo, como el fuego, y se encontraba recostado en la pared, justo al lado de la puerta.

¿Qué…? ¿Quién?

-¿Alguien da más?—Preguntó el anfitrión, perplejo— ¿¡Alguien da más de doscientos millones!!?

El Tenryuubito cabreado e impresionado de que aquel asqueroso pirata intentara quitarle su objeto, iba a disponerse a gritar, una suma inimaginable de 600 millones, pero su madre lo detuvo.

-Piénsalo bien, van a subastar una sirena—Trató de convencerle.

-Quiero este también.

-Necesitas ahorrar el dinero, cariño—Le dijo cariñosamente—Luego conseguiremos a uno mejor, este hombre ni siquiera se ve en buen estado…

El Tenryuubito observó a Law con mayor detenimiento. Su madre tenía razón, ese hombre no duraría mucho, pues mucho más de cerca lograba ver que estaba sangrando, y que le habían limpiado a tientas la sangre de la cara.

-Bien, madre—Se rindió—Dejaré el dinero para la sirena.

-¿¡Nadie más!? ¿¡Nadie!?—Repitió el vendedor, antes de golpear la tarima con el mazo.

Para Law el tiempo se ralentizó. ¿Quién demonios había ofrecido 200 millones por él?                No podía verlo, desde donde estaba no podía ver nada. Apretó los labios, gruñendo cuando escuchó como el vendedor gritaba.

-¡¡VENDIDO!!

 

Continuará….

Notas finales:

Espero les haya gustado.

Comenten que les pareció, plis.

Que tengan buen fin de semana!!

Cambio y fuera.


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