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Imperio Diamante por Angk22

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Notas del fanfic:

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Notas del capitulo:

Primera Temporada - Capítulo uno

“Vamos Oji levántate, ¡la última en llegar al gimnasio ordena los equipos!” – Gritó con propiedad la chica del visor amarillo y tirantes, mientras salía de la habitación a impresionante velocidad –

- “¡Cosmos me quedé dormida otra vez!” – Gruñó entre dientes la chica delgada de apariencia más bien andrógina mientras saltaba de la litera directo a sus enormes botas militares color bordó - ¡Estúpido despertador! Estúpida tecnología buena para nada – balbuceaba mientras terminaba de arreglarse y al mismo tiempo corría a través de los pasillos de la espaciosa casa, la cual era modesta pero de muy buen gusto – “¡Diablos, por qué sigo tan lejos de la entrada!” – Su paso era determinado y veloz, quizá demasiado para cualquier otra persona de su aparentemente débil contextura delgada y altura ligeramente menor al promedio, bueno, para cualquier otra persona que no fuese de su familia claro –

La distribución interna de la gran casa tradicional era estéticamente simple y sobria ya que su principal objetivo era la funcionalidad, sin embargo los cálidos remates en madera oscura daban un carácter hogareño que complementaban perfectamente los colores rojizos y el olor a naturaleza que penetraba en cada espacio a través de grandes ventanales antiguos. Al ser tan temprano por la mañana era un privilegio vivir hacia el este de la península, el amanecer en las montañas representaba un espectáculo totalmente digno de admirar cada día, aun cuando ese día ella estuvo a punto de perdérselo   

- “Eyeball, eres la última en llegar por tercera vez esta semana” – Puntualizó amablemente la anciana de extravagante afro plateado una vez la chica terminó de atravesar el marco pentagonal luego de subir la escalerilla – “¿Te volviste a quedar entrenando hasta tarde anoche, tal y como te dije que no hicieras?” – La miró atentamente, haciendo tiempo a que se sentara junto a sus primas y hermanas en el suelo de madera del espacioso salón -

- “Aff… No abuela” – Mintió avergonzada, lo que la hizo un blanco directo para las miradas fijas y curiosa de sus cuatro primas y dos hermanas menores –

Salvo ligeras diferencias en el tono de su piel, cabello, ojos y contextura corporal era casi imposible distinguir entre esas siete chicas todas bajas, delgadas y de cabellos muy rizados en corte afro, sin embargo y a diferencia del resto, la suya era una familia Rubíes diferente.

- “Bien, sin más retraso es hora de comenzar el entrenamiento matutino, ¡rubíes a sus posiciones!” – Indicó ahora en un tono más serio la matriarca de la familia, haciendo que todas las chicas se pararan firmes al instante y al unísono corearan su tradicional saludo de respeto – “¡Si Ruby!”

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- “Eyeball, necesito hablar un momento contigo” – Pidió amablemente la anciana, quien se encontraba de espaldas a la chica que al ya haber terminado de ordenar se disponía a salir del espacioso y acogedor gimnasio familiar, quizá a darse una ducha corta y luego salir trotar un poco por las montañas –

- “Capitana, ¿Qué ocurre?” – Respondió con su acostumbrado tono serio y determinado, haciendo instintivamente un saludo respetuoso militar que consiste en colocar los brazos cruzados por encima de su pecho formando un diamante –

- La anciana río un poco ante lo exagerado de su comportamiento, nunca terminaría de acostumbrarse a las particularidades de una de sus nietas mayores – “Descansa soldado, vamos a dar un pequeño paseo por el jardín…”

Las Ruby eran una antigua y tradicional familia militar que a lo largo de sus numerosas generaciones habían llenado con disciplina y entrega las filas de las diamantes, grandes jerarcas fundadoras de la ciudad y líderes cada una en su particular departamento, el cual correspondía principalmente a su personalidad característica. Ya sea como escoltas, soldados o incluso líderes de escuadrón, las Rubíes eran una de las familias favoritas de las diamantes, por su solidez, eficiencia y disciplina, aún sin importar su modesto lugar en la jerarquía social general en el imperio o sus ocasionales meteduras de pata... Esto les garantizaba que tradicionalmente a cada Ruby en su cumpleaños número 18 se le otorgara una beca completa para formarse en la academia militar Diamante y luego ser asignada, según sus aptitudes personales, a un cargo particular en alguna de sus cortes.

- “Vamos, sentémonos un momento bajo este árbol a contemplar la hermosa vista"  – por fin habló luego de rato de pasear tranquilamente en silencio a lo largo del amplio y hermoso jardín montañoso de apariencia más bien oriental –

- “Abuela, dijiste que tenías algo que hablar conmigo…” - Preguntó una más serena Ruby luego de permitirse divagar un poco en sus pensamientos y disfrutar de la fresca brisa, a pesar de llevar horas despierta aún era temprano lo cual era muy bonito de ver puesto que a esa hora el jardín se llenaba de vida y, desde lo alto dónde se encontraba, sentía poder ver como despertaba la ciudad que ya parecía estar lista para iniciar sus labores diarias -

La aldea familiar Ruby era bastante amplia y se encontraba entre las montañas, alejada del bullicio general del pueblo, y más cercana al camino que conducía a la enorme y llamativa academia militar de ciudad diamante, esa que se veía a lo lejos en cualquier rincón del pueblo por estar hasta lo alto de esa gran montaña a su lado noreste

 - “Ojito” – Comenzó su discurso llamándola de la manera informal y cariñosa con la que solo solían hacerlo algunas integrantes de su familia – “Quisiera saber, ¿Cuál es el motivo de tu exagerado entrenamiento y abrumador sobreesfuerzo?” – Al fin se atrevió a preguntar la anciana con sincera preocupación – “todas aquí sabemos lo disciplinada y diligente que eres y es una característica que normalmente admiramos en ti, pero mírate” – Acarició suavemente sus manos llenas de callos y cortaduras, resultado de las horas de práctica nocturna con la daga – “¿Haces todo esto por Jaspe?” – Inmediatamente los rizos más cercanos a la nuca de la más joven se erizaron y sus mejillas, las cuales normalmente lucían ligeramente bronceadas por el sol, se tornaron de un tono rojizo muy oscuro, evidenciando el calor que le invadió repentinamente – “sabes que no es seguro que venga esta vez, nunca lo es…”

- Antes de contestar tomo aliento e intentando ganar tiempo acomodó el parche que cubría su ojo izquierdo en un tic que ya se había vuelto inconsciente para ella – “Debo estar debidamente preparada para su regreso, sin importar que no sea seguro…” - Se aclaró la garganta – “Que nunca lo sea…” - Su mirada seria seguía enfocada en el horizonte, si alguien que no la conociera la viera podría pensar que incluso estaba concentrada en algo en particular, quizás en esa enorme roca que sobresalía del mar y que fácilmente podría hacer encallar cualquier barco, incluso uno de buen tamaño, o de como las olas embravecidas aún a esta distancia podían escucharse romper en la costa… Pero no, su abuela la conocía, al igual que al resto de sus nietas, ella más que nadie en el mundo tenía la habilidad de reconocer sus pequeñas diferencias e interesantes particularidades, y esa mirada decidida y concentrada que parecía tener la chica de 24 años recién cumplidos, no era más que un habitual gesto de autocontrol que le permitía mantener la compostura bajo cualquier circunstancia, sin dudas su expresión favorita –

 

Notas finales:

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