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Imperceptible conexión por Ilusion-Gris

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Notas del fanfic:

Los personajes no me pertenecen, son total y completamente propiedad de Masashi Kishimoto, yo solo utilizo sus nombres y personalidades para crear esta historia sacada de un rincón excéntrico de mi cabeza. 

 

Reviso un par de veces lo que escribo antes de publicar, pero siempre se me escapan algunas palabras incorrectas, espero no afecte demasiado y puedan disfrutar de la lectura.

¡Gracias por leer!

Los ojos humanos tienen una capacidad increíble, pero también tienen un límite.

Entre tantas cosas que pasamos desapercibidas, existe una en particular que está muy lejos de ser descubierta algún día. Hablamos de unos finos hilos que conectan a dos personas, y dependiendo del sentimiento predominante, es del color que se pinta aquel delgado e invisible hilo.

Si estuviera a tu alcance, el paisaje que acostumbras admirar se invadiría por una telaraña gigante de diferentes colores: rojo, verde, azul, rosa, amarillo, morado, negro, gris, café, tantos y todos únicos, ninguno será igual, algunos más pálidos y otros más brillantes, exactamente igual que los sentimientos. Tantos y en todas las direcciones posibles; ya que una sola persona puede tener tantos vínculos como personas conozca.

Pero uno llama la atención.

No es porque sea el más grueso, ni tampoco posee un color excéntrico, es más bien por lo contrario. Es transparente y muy fino, pero es fuerte y parece que no se romperá. Ningún color tiñó aquel hilo porque ningún sentimiento está involucrado, para eso tendrían que conocerse, pero las personas conectadas jamás se han visto en su vida, nunca se han topado ni por mero accidente; sin embargo existe un vínculo inquebrantable, tan real como ellos mismos, innegable a pesar de desafiar toda lógica.

De un extremo de aquel peculiar hilo hay un chico interesante.

Trabaja por las mañanas en una pequeña florería y en la tarde estudia francés en una escuela especializada en idiomas. A pesar de tener veinte años aún no decide qué hacer con su vida; no tiene una carrera en mente a la que especializarse y no quiere precipitarse en elegir cualquiera. Es callado y le rodea un aura de misterio, pero su alma se ve expuesta frente a un joven rubio. Su nombre es Gaara.

Gaara conoció al joven rubio, Naruto, cuando aún no sabía nada de la vida. Lo conoció a mitad de su infancia, pero desde ese día sospechó que no le traería más que problemas; y con eso como primicia lo aceptó con gusto.

El chico actualmente es muy apuesto, tiene el cabello de un rojo sangre y su pálida piel delata que prefiere permanecer en casa y salir fuera solo lo necesario.

Como todo individuo, además de poseer ese hilo transparente que le conecta con una persona que desconoce, también tiene otros. Los de color morado los comparte con sus amigos cercanos, los de color verde con su familia e incluso tiene un par de color azul con ciertas personas que amargaron su adolescencia. Entre ellos, también tiene uno color negro que le conecta a Naruto; sentimientos de anhelo reprimidos e ilusiones sin esperanza habían ido tiñendo de negro lo que una vez fue morado.

Había permanecido morado por largos años, pero Gaara un día notó lo inevitable.

«El aire a su alrededor era frío; las nubes, que desde la mañana se apilaron en el cielo, no permitieron al sol asomar sus cálidos rayos en ningún momento. Gaara estaba sentado junto a Naruto, se habían saltado un par de clases y con la espalda recargada en la pared del edificio más alejado, fumaban a escondidas de los profesores. El rubio platicaba animado sobre algún videojuego, su boca se abría y cerraba con rapidez y sus labios se curvaban en una sonrisa inocente, junto a él, el pelirrojo parecía no prestarle atención, pero sus ojos esmeraldas brillaban sutilmente y cuando escuchaba ser nombrado por aquel ser energético ladeaba ligeramente la cabeza para mirarlo de reojo. Ese día una fuerza extraña no le permitía mantener su vista en él, tal vez era porque no dejaba de pensar que en cualquier momento se iría con alguien más. Naruto era un chico sociable, tenía miles de amigos y él era uno más. Quizá era especial porque le conocía de años, pero esa no era razón suficiente para que el rubio permanezca a su lado y cuando observó su espalda a la distancia lo comprobó una vez más. Subió la vista al cielo y se sintió solo. Así era Naruto, cuando estaba con él le hacía sentir cómodo con su sonrisa brillante y su amabilidad innata que, poco a poco, le hacía bajar la guardia, pero al marcharse se quedaba desnudo y notaba como el frío calaba en lo más profundo de su ser. No era capaz de retenerlo a su lado, no era capaz de quedarse con un pedazo de él. Se daría por bien servido con solo mantener una parte de Naruto consigo, pero en realidad no tenía nada».

La otra persona, la que se encuentra en el extremo opuesto a Gaara, tiene veintiún años. Su nombre es Neji.

Ama la ciencia, ama las respuestas fundamentadas y el pensamiento lógico. Siempre fue bueno en matemáticas y sus diferentes ramas. Cuando llegó la hora de elegir una carrera, pensó que quería contribuir a la sociedad; con todo lo que poseía, con lo mejor que tenía de sí para ofrecer, optó por una ingeniería ambiental.

Es de las pocas personas que disfruta el silencio y disfruta estar consigo mismo. Si la soledad se pudiera medir por temperatura, la suya sería tibia, y si fuera por peso, sin duda sería ligera.

Como toda persona, tiene los vínculos más comunes, pero dejando de lado el transparente, tiene uno color gris que le conecta a su padre. El gris está impregnado de miedo, de terror y dolor, su padre asesinó a un hombre y paga su crimen en la cárcel, cada vez que le preguntan sobre él siente una profunda vergüenza y prefiere mentir diciendo que ha muerto. Muy contrario a aquel, posee uno color amarillo con su tío, porque Neji admira y respeta profundamente al hombre que se encargó de cuidar y proteger al frágil niño que se quedó solo en el cruel mundo.

A pesar de todo, él describe su vida como buena, pero algo la había ensombrecido en los últimos tiempos.

«Pensó que su mejor amigo era el rey de los idiotas, de entre todas las personas del mundo le había tocado ser cercano al ser más estúpido. Caminaba en dirección a un taller de astronomía que impartía la universidad en la que estudiaba, Rock Lee lo había inscrito sin su permiso y ahora tenía que ir a disculparse porque él no estaba interesado en las estrellas y mucho menos le importaba saber su ubicación y tiempo de existencia, tenía mejores cosas por hacer. Se plantó delante del edificio y con fastidio buscó a alguna persona que le orientara de con quién tenía que dirigirse, justo se encontró con el profesor que impartía el curso y platicó con él de su situación, resultó ser un hombre mayor de aspecto afable que le prestó atención, pero al final le pidió que fuera solo a una clase y que si definitivamente no era lo suyo, él sin objeciones le retiraría del grupo.

La primera clase fue un miércoles a las cuatro de la tarde, llegó quince minutos antes y se sentó en el fondo del auditorio, no quería quitarle el lugar a algún otro estudiante que realmente estaba interesado. Sin tener la menor idea de qué hacía ahí, Neji aguantó la sensación que le provocaba estar fuera de lugar y esperó que llegara el profesor. Tenía la mirada puesta al frente cuando sintió que alguien se sentó a su lado, quiso mirar de reojo, pero las luces se apagaron justo en ese momento. El proyector que colgaba del techo reflejó imágenes del universo y las bocinas retumbaron con una melodía que añadía drama al ambiente. Después de un corto vídeo el profesor comenzó a explicar la dinámica del taller y se presentó para luego pedir que los demás también lo hicieran. Para cuando iba a llegar su turno la hora de retirarse llegó y, puesto que algunos tenían clases, el catedrático dio por terminado el primer día del curso.

Neji que hasta el momento había olvidado a la persona a su lado se sorprendió al girar su rostro y encontrar una mirada penetrante observándole.

La universidad era enorme, por lo que no era imposible decir que jamás lo había visto, pero la persona a su lado era un chico demasiado llamativo como para pasar desapercibido incluso para él. Por un momento pensó que el chico quería decirle algo, pero sus labios firmemente sellados y su expresión no cambió ni un ápice y de pronto tomó sus cosas y se marchó».

La manera en que conoció a Sasuke fue insignificante, solo fue una persona más que se sentó a su lado, pudo haber sido en el autobús, o en alguna de las muchas clases a las que tenía que asistir, en las gradas de algún estadio, en los cómodos asientos del cine o incluso en una banca de madera de la iglesia. Pero su primer encuentro fue en uno de los auditorios de la universidad, y en la primera clase de astronomía, y eso en sí, marcaba una gran diferencia. 

[...]

Gaara y Neji tenían una sola cosa en común, sin embargo, no era suficiente para que ese hilo sin color alguno existiera.

Notas finales:

Se puede decir que es un SasuNaruSasu porque es la pareja que saldrá en esta historia, pero no me enfocaré en su relación. Mi intención es narrar la historia de Neji y Gaara, no pretendo que ellos se enamoren entre sí, por ese motivo no entra en la clasificación de romance.


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