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Imperceptible conexión por Ilusion-Gris

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Era difícil de explicar, pero ese día era aquel día. Casi al instante en que las plantas de sus pies tocaron el frío suelo lo entendió y no había ni siquiera un resquicio donde cupiera la duda.

Había llegado el día de decirle a Naruto que lo amaba.

Al abrir sus ojos notó cierta tensión flotando en el aire y al ponerse en pie, sus sentidos captaron e interpretaron el ambiente, tan rápido como el aire llegando a sus pulmones y no lo pensó demasiado.

Para ser exactos tampoco planeó un discurso, mucho menos una explicación coherente ni una confesión romántica que estremeciera al mundo entero, pero eso no le preocupaba, aunque decir que estaba preparado era lo más alejado a su realidad.

En ese instante mil cosas le acongojaban, estaba el miedo al rechazo y de solo pensar que los ojos cielo le observaran con asco se le revolvía el estómago. Pensar en que perdería la confianza que le había depositado y que jamás volverían a estar juntos con aquella atmósfera familiar rodeándolos, le hacía temblar del miedo. Pero ante todo, tenía una pequeña esperanza que le prometía ser inmensamente feliz, y por ello valía la pena apostar la felicidad que ya poseía por una que era más adecuada a su ahora necesitada existencia.

A pesar de estar dispuesto, no era necesario salir corriendo en su búsqueda, ya por la tarde, antes de entrar a la clase de francés, en donde eran compañeros, le diría lo que sentía. No pasaría nada por esperar unas horas más, aunque cada segundo le pareció una eternidad.

Despejó su mente y una vez el desorden en su cabeza se calmó, salió de casa para comenzar su rutina.

Llegó temprano a la florería y con un extraño entusiasmo que le asombraba a él mismo se dedicó de lleno a sus deberes. Ya que trabajaba ahí y que en muchas ocasiones había presenciado como las flores adornaban los sentimientos de una manera hermosa, se decidió a comprar una, el dueño le dijo que no era necesario pagar, pero Gaara insistió, él quería no solo regalar una flor, quería regalar el tiempo, porque para él eso representaba el dinero, el tiempo que gastaba trabajando (de haber nacido en cuna de oro no pensaría así).

Terminó comprando un clavel blanco. Sus pétalos eran suaves y delicados, para no estropearlos, sujetó la flor del tallo y así con el clavel en la mano caminó en dirección a Naruto.

Su corazón se aceleró.

Era inevitable no sentirse ansioso, una pequeña parte de él le susurraba que era inútil, que hiciera lo que hiciera, para el rubio siempre sería un amigo.

Para Gaara, Naruto dejó de ser solo un amigo cuando deseó estar más con él, cuando el tiempo que compartían juntos se volvió insuficiente y se dio cuenta que jamás se había sentido tan solo como en su ausencia. De a poco fue creciendo ese deseo y ahora no podía apartar la vista de sus labios, pensando cómo sería besarlos, anhelaba su aroma, su piel, cada uno de sus gestos y él perdía de a poco la cordura al imaginar tocarle y explorar cada parte de su cuerpo.

Al principio creyó que estaba mal, que no debía sentir aquello, pero ¿por qué no?

Porque eran chicos y porque eran amigos.

Al final aquello careció de peso y dejó de atormentarse, ya no creía que era incorrecto, y como toda persona común en el mundo, su único problema era ser o no ser amado por la persona que más quería.

¿Naruto también comenzó a sentir aquello? O al menos... ¿Notó el cambio en los sentimientos de Gaara?

No lo sabía, y el pelirrojo era muy reservado para demostrar algún indicio de cambio, aunque en su interior todo se transformó, como si se tratara de la fuerza de un terremoto impactando justo donde estaban aquellas sólidas paredes que antes eran sus creencias para dejar un lugar destrozado e irreconocible.

Aceleró el paso y con la mirada buscó al rubio.

El chico siempre llegaba veinte minutos antes, pero hoy no lo veía en la entrada del edificio platicando con algún compañero. Subió hasta el salón, pero ahí solo habían dos chicas que le preguntaron por el rubio, él mismo quería saber aquello e ignorándolas salió casi corriendo, ya con la paciencia en su límite, al único lugar posible donde podía hallarle.

Atravesó el campo de baloncesto y se dirigió detrás de los vestidores. Dobló la esquina y le encontró.

Estaba justo donde lo imaginó, pero tenía compañía, una compañía que sujetaba su nuca y unía sus labios con los de Naruto.

«—¿Es tu novia? —preguntó ocultando su curiosidad.

¿Quién? ¿Hinata? —habló con la boca llena mientras dejaba la hamburguesa en el plato. Pasó el bocado de un solo trago y se limpió con el dorso de la mano la comisura de sus labios para soltar una carcajada libremente—. Imposible, para mi ella es como una hermana y además... —No terminó de hablar y en su lugar su expresión se crispó.

—¿Te gusta? —Evitó mirarlo a la cara por la vergüenza que le provocó haber sacado él mismo ese tema.

Naruto no esperaba que el pelirrojo llegara a esa conclusión y negó rápidamente con la cabeza.

—Hinata tiene novio —dijo y al instante se concentró en continuar almorzando, eso le dejó claro a Gaara que aquella conversación había finalizado».

La persona que besaba al rubio no era Hinata, de hecho, no era una mujer.

Si hubiera sido Hinata no habría dolido tanto.

La persona que Naruto aferraba cada vez más cerca hacia sí, era un hombre, y muy probablemente se trataba del novio de Hinata.

• •

[...]

• •

Dos semanas y no le había vuelto a ver, dos semanas y él continuaba asistiendo a unas clases que no le interesaban en lo más mínimo solo para ver a un chico del que no sabía ni su nombre y, para ser precisos, no sabía ni porque lo esperaba con tanto ahínco.

Quizá se debía a que le había mirado, eso podría carecer de sentido para muchos, porque miradas ajenas se reciben a diario por cuánta gente se cruce en el camino, pero no era solo la acción, porque Neji juraba que aquella había sido una mirada cargada de intensidad o tal vez se debía que al reproducir esa escena miles de veces en su cabeza, poco a poco distorsionó lo que realmente pasó y se convirtió en aquello, en una mirada que le caló en lo más profundo.

Pero ya habían pasado dos largas semanas y no le había vuelto a ver, ni en las clases de astronomía, ni en el comedor, ni en las canchas, ni en los baños, ni en los pasillos o en alguna otra parte de la universidad.

El castaño se sentía perdido, nunca en sus veintiún años de existencia había experimentado aquello, y por eso necesitaba verlo; para saber de una buena vez la razón de su inquietud, porque no dejaba de pensar en él, porque estaba atrasado en varias materias por malgastar el tiempo en tontos libros e investigaciones en google sobre encuentros predestinados y amor a primera vista.

Joder, no era amor, ni enamoramiento, ni atracción, ni nada de esas cursilerías que le decían aquellas páginas de papel o de Internet que había leído. Debía tratarse de alguna otra cosa, y él lo sabría, definitivamente encontraría la respuesta correcta y si no lo hacía, iría directamente con el tipo y le preguntaría si le conocía de alguna parte o por qué le había mirado de aquella forma, aunque pensándolo bien, preguntarle eso era estúpido. Pero su situación era igual de estúpida, así que no le importaría actuar acorde.

Neji continuó asistiendo al taller y fue un día a mitad de semana cuando su mundo ya de cabeza se colocó en una posición incluso más insólita:

—¡Espera! ¡¿Estás bromeando verdad?!

—¡No grites!

El castaño giró el rostro al escuchar como una chica exclamaba con asombro y estaba a punto de tomar sus cosas e irse cuando escuchó algo que le dejó estático.

—Pero... —La voz de la chica adquirió un tono de incredulidad—. ¿Estamos hablando de Sasuke Uchiha? El chico más guapo que...

—Sí, sí, estoy segura que era él, no estoy diciendo que me lo platicaron, yo misma lo vi.

—¿Será por eso que no viene?

—No lo sé, yo solo me metí a este aburrido curso por él, pero él ni siquiera ha vuelto a venir desde el primer día —dijo con enfado.

Neji agudizó el oído mientras metía una por una las cosas a su mochila con lentitud, como si se tratara de preciadas posesiones.

—Entonces besó a un hombre... —susurró una de las chicas y siguió hablando, pero como se colocó las manos en la boca el castaño no pudo escuchar más. Pero no hacía falta escuchar nada más.

No fue capaz de moverse por un rato, las chicas y todos los demás alumnos se marcharon y él continuó ahí de pie.

Cuando recuperó el control de sí mismo soltó un largo suspiro y comenzó a reír, primero una risa tímida para terminar en una carcajada de psicópata.

Ese tipo era gay, era un chico que prefería a otros chicos por encima de las mujeres, se sintió superior, se dijo a sí mismo que aquel Sasuke Uchiha debía ser un marica asqueroso. Neji nunca había sido homofóbico, simplemente le daba igual la orientación sexual de cada persona mientras no lo involucraran a él, pero necesitaba desahogarse, necesitaba convencerse que lo que le había atormentado dos semanas era una completa tontería, porque aquel chico no valía la pena en lo absoluto, pero ¿por qué al terminar de reír como un loco sintió alivio? ¿Por qué sus mejillas se encendieron y se sintió...? ¿Excitado?

No lo podía creer, no podía creer lo que le estaba pasando, pero por encima de su incredulidad estaba un sentimiento que le hacía querer gritar de emoción. Si aquel chico gustaba de otros chicos, entonces él tenía una oportunidad.

Estaba confundido y ahora más que nunca tenía que volver a verlo, tenía que hablar con él y saber qué clase de extraña fuerza le había hechizado para que su comportamiento y cabeza hayan detonado dejando un caos ante sus pies.

[...]

El hilo se agitó con brusquedad, soportando dos sentimientos contrarios provocados por dos ilusiones: una rota y una que apenas florecía. De no haber existido ese vínculo, Neji habría perdido la razón y probablemente habría actuado impulsivamente; de no tener esa conexión, Gaara no lo habría soportado. Pero una pequeña fracción del sentimiento del contrario les pertenecía y ellos no lo sabían.


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